31 de agosto de 2020

LA RHUNE. TREN A LAS NUBES

Y finalmente amanece soleado. ¡Ya era hora! Han sido 3 días de lluvias intensas que han deslucido y condicionado nuestro plan de viaje. Como nos quedan todavía 2 días en la zona, decidimos hechar toda la carne en el asador.

Para el día de hoy hemos dejado la excursión a La Rhune, famosa cumbre con espléndidas vistas situada a 905 metros de altura. A diferencia de Suiza, aquí no hay ningún teleférico que te lleve arriba. Se puede hacer de 2 maneras: caminando (el tradicional – aproximadamente 2 horas de subida según leemos) o montado en el famoso Petit Train de La Rhune (un ferrocarril cremallera que sale del Col de Saint Ignace y te sube en media horita a la cima). Nosotros elegimos esta segunda opción, especialmente por apiadarnos de nuestros niños, aunque seguro que el ascenso a pie es muy chulo (los mayores nos quedamos con las ganas y es que mucha gente lo hace). Para coger el tren nuestra recomendación es reservar los billetes con antelación y es que hay mucha demanda. Nosotros los compramos hace 3 días tras consultar la previsión meteorológica. A nuestra llegada hay mucha gente en la estación y nos cuesta algo aparcar. Tenemos la subida a las 10:45 hrs y a Fani le da tiempo de tomarse su cafecito antes de salir.

El ascenso en tren no tiene desperdicio. A lo largo de sus 4 kilómetros de recorrido salva un desnivel de 733 metros, a 9 km/h y es eléctrico. Consiste en una locomotora que empuja a 2 vagones montaña arriba. Se sube despacito, pero las vistas son espectaculares de buen principio. Puedes apreciar tanto la línea del litoral y sus poblaciones frente al mar como la propia montaña con la estación de La Rhune en la cima. Vemos un primer tren que va por delante de nosotros y nos anticipia lo que está por venir y grupos de excursionistas que van ascendiendo lentamente hacia la cima. Los niños se portan muy bien y no dejan de mirar maravillados (igual que sus papis).

Al llegar a la cima echamos un rápido vistazo a la estación y su mirador. No tenemos mucho tiempo: la bajada tiene un horario asignado y sólo tienes 90 minutos para estar arriba. Lo que nos hace especial ilusión a todos es alejarnos del gentío y explorar la cima libremente caminando. La verdad es que nos lo pasamos muy bien. Primero nos entretenemos haciendo fotos del paisaje y nos acercamos a mirar unos simpáticos caballos. Después descendemos algo por cima para explorar sus zonas rocosas. Los niños se ponen a correr y tenemos que pararles los pies de vez en cuando no sea que se emocionen demasiado y se pongan a rodar montaña abajo. Están muy contentos.









Cuando queda media horita para la salida del tren, David nos avisa con su reloj de pulsera y volvemos a la estación (regalo de la tita Eli, no para de mirarlo a todas horas). La bajada se hace algo más pesada: estamos algo cansados, tenemos hambre y son las mismas vistas que al subir. Se me ocurre que una opción interesante de visita sea subir en tren y bajar caminando. Nos entra algo se sopor. Al llegar abajo nos tomamos los bocatas en el área de pícnic que hay junto a la estación, en el bosque. No duramos mucho porque las abejas son muy pesadas y los niños se asustan. Acabamos los bocadillos en un banco de la estación.

Después cogemos el coche y nos vamos a visitar la población de Sare. Nos plantamos allí en apenas 15 minutos y lo primero que hacemos es irnos a tomar un café (para los papis) y un vaso de leche para (los niños) sentados en la terraza de la plaza del pueblo. Como no tienen pastel vasco en el bar, Jordi lo compra en un puestecito que hay enfrente (nos dejan traérnoslo a la mesa). Riquísimo. A pesar de la hora, el sol y el calor (son las 15:00 hrs) hay bastante gente paseando. Tantos días de lluvia seguidos han tenido algo que ver seguro.

Tras el descanso nos damos un paseo por el pueblo. La verdad es que no nos parece tan bonito como estaba considerado; hemos visto pueblos más chulos (Ainhoa y Clairence la Bastide, por ejemplo). Las fachadas de las casas no son tan auténticas y se hace monótono enseguida. Sí mola que está rodeado de un entorno natural precioso. Laura se rebela enseguida y acaba a caballito de Jordi. Para sorpresa de todos, descubrimos un pasaje estrecho y largo que comunica una de las calles laterales con la plaza principal del pueblo que alegra algo el recorrido.


Como estamos algo cansados y ayer nos quedamos con las ganas de explorar más el pueblo de Saint Jean de Luz, decidimos hacer una parada allí de camino de regreso a Bidart. Esta vez lo hacemos mejor (lo que tiene saberse mejor las cosas): aparcamos más cerca y nos plantamos enseguida en la zona marítima sin rodeos. Recorremos sus calles (llenas de restaurantes y tiendas) y acabamos de nuevo en la playa. Los niños vuelven a tener su rato de desmadre en el arenal (zona infantil incluida) y Fani compra una preciosa lámina en una tiendecita muy chula. Decidimos quedarnos a cenar y nos regalamos un menú con pescado en uno de los muchos restaurantes de la zona. Comemos sardinas y merluza. Laura devora literalmente la merluza de su plato (la verdad es que cuando lo que hay en la mesa le interesa demuestra ser una gran comedora). Los pimientos del piquillo que se pide Jordi están de rechupete, aunque no superan los de Carmen en la Posada del Camino. De postre helado.




La vuelta al coche es agradable. Es de noche y los restaurantes están llenos. A pesar de ser lunes laborable hay un gran ambiente. Caminamos un rato por el paseo de la playa para despedirnos y admirarnos con las vistas otra vez (la verdad es que el lugar nos ha maravillado; será porque somos más de pueblos costeros). De camino al coche los niños juegan haciendo sombras sobre la fachada de los edificios, aprovechando la luz de los focos. De nuevo se pasan el camino riendo. ¿Es que no se cansan nunca?

30 de agosto de 2020

Saint Jean de Luz y Ciboure o es al revés ¿?

¡Ains! parece que no va a dejar de llover nunca… aún así, sin necesidad de madrugar, nos disponemos a pasar la mañana visitando Saint Jean de Luz o Ciboure. Salimos por una carretera secundaria pero a los 15 min nos damos la vuelta y volvemos al camping. Llueve demasiado y no tiene sentido seguir. Pasamos la mañana aburridos. La wifi del camping ( por la que tienes que pagar a parte ) es un desastre. Después de comer ya no llueve así que volvemos a salir. Segundo intento. Como no queremos arriesgar mucho, nos decidimos por visitar Ciboure. No creemos que nos vaya a dar tiempo a visitar también Saint Jean de Luz. Ya veremos si nos da tiempo o no de visitar Saint Jean de Luz. Pensamos que Ciboure será más pequeño, habrá menos gente y será más tranquilo. Esta vez cogemos la autopista para ir más deprisa. En menos de 20 min estamos en Ciboure. Aparcamos en el puerto, que es zona azul, y empezamos a caminar. Las calles están tranquilas. Pasamos por un puente y cuando llegamos al otro extremo leemos un cartel en el que pone: Bienvenu a Saint Jean de Luz. Mira qué bien. Ya estamos. Miramos un plano de la ciudad y nos damos cuenta de que en realidad, la bahía está compartida. Así que de un lado está Ciboure y del otro Saint Jean de Luz. Después de reírnos un rato llegamos al centro, donde tomamos un café que nos sienta genial. Paseamos por las calles de Saint Jean de Luz pero después de darnos cuenta de que están llenas de tiendas para turistas, bares y restaurantes, damos la vuelta en una de las calles y nos dirigimos al paseo de la playa. La verdad es que, turistadas a parte, las casas son preciosas, con ventanales y balconadas de madera y ese aire de cuento que tanto hemos visto en otros pueblecitos de esta zona de Francia. Nos encanta. La luz del sol también ayuda.







Ciboure

Acabamos en la playa, descalzos y tomando el sol, que se ha dignado a volver a aparecer. La playa cierra a las 19:30h y los peques están extrañamente cansados, así que decidimos cenar en el camping. 







Mañana la previsión del tiempo es buena y toca madrugar un poco. Queremos ir a La Rhune. Hemos comprado ya los billetes de tren.

¿ Tren ? 

29 de agosto de 2020

BIARRITZ

Nuestro segundo día en Bidart amanece también lluvioso, así que la plaza del coche continúa estando inundada. Saltamos como ranas. Decidimos ir a Biarritz y pasar el día en el aquario. No es que nos haga especial ilusión, pero es una forma de pasar el día sin empaparse. Y no nos apetece quedarnos encerrados en el camping. Ni hablar.

Biarritz está en la costa, y eso significa playa. Es una ciudad grande y acabamos aparcando en un parquing de pago. Desde el paseo marítimo en dirección al aquario vemos a decenas de surfistas probar suerte. Con este tiempo las olas son de infarto. A los peques les gusta mirarlos. Es un espectáculo. 




Comemos en un restaurante que nos parece caro ( la comida está muy buena pero la cantidad es poca ). Nos cobran casi 7e por una cerveza. El centro está lleno de tiendas y, restaurantes. Todo muy turístico y glamuroso. Después de comer nos vamos al aquario. La cola para entrar está bien organizada y después de unos 20 min entramos. La primera impresión es de caos, ya que la primera sala está a rebentar de gente. Todo el mundo lleva mascarilla pero lo de las distancias es imposible cumplirlo. Afortunadamente, a la hora en la que dan de comer a las focas, las salas del interior se quedan bacías y aprovechamos para recorrer los espacios con más tranquilidad. El aquario no tiena nada del otro mundo aunque cuenta con una sala de exposición sobre el mar con esqueletos a escala y otras curiosidades relacionadas con el mar.


Pasamos la tarde entretenidos y los niños han disfrutado mucho. Pensamos que visitar Biarritz es prescindible, aunque podríamos estar sesgados por la influencia del mal tiempo. Además, sólo hemos paseado por el paseo marítimo, nada más. Las vistas del mar Cantábrico sí han merecido la pena.



28 de agosto de 2020

NO ES MAGIA, ES BRUJERÍA

El cielo está nublado. Ha llovido toda la noche y la parcela del bungalow donde aparcamos el coche es un lodazal. No pasa nada. No vamos a desanimarnos. Hoy toca ir a Zugarramurdi ( a pocos km de la frontera francesa, en el lado Español ) a visitar Las Cuevas de Zugarramurdi. Decidimos no ir al museo de las Brujas porque no queremos liarnos. El tiempo no acompaña. Lloviznea y no nos sobran las chaquetas. Está todo muy bien señalado así que esta vez no nos perdemos ( o como me gusta decir a mi, no nos desviamos de la ruta ). Justo antes de entrar en el pueblo hay un parquing delante de un restaurante muy espacioso, así que fácil. Allá vamos.

Las cuevas son espectaculares, muy diferentes a las que hemos visitado antes, ya que están abiertas y en pleno corazón ( o armonía,  si queremos ponernos más romáticos ) del bosque. Son espaciosas y esconden sinuosos pasadizos por donde desaparecen y aparecen David y Laura ( y Jordi también, no vamos a mentir ). Aquí se suceden historias de brujería, solsticios, supersticiones y luna llena. La verdad es que nos quedamos con las ganas de subir al mirador, que está cerrado. Lo compensamos con una comilona de cine en una terraza cubierta con unas vistas escandalosas en El Albergue de las brujas Graxiana. Jordi prueba la sidra, que definitivamente, no es para mí.







De camino al camping, decidimos desviarnos a Ainhoa ( ya en Francia ), también de visita obligada si estás por la zona. También hay un parquing habilitado para los turistas justo antes de la entrada. Las casas se parecen a las de la Bastide- Clairance, pero con la salvedad de que este pueblo es más grande. Un cuento, segunda parte. La Iglesia nos impresiona por sus balaustradas de madera maciza y los alegres colores de sus retablos, paredes y arcos. Los techos son de madera, a diferencia de los de nuestras iglesias. Antes de irnos aprovechamos para merendar y tomarnos un trozo de pastel vasco ( muy típico en la zona ) y un merecidísimo café.




Volvemos al camping. Aparcar es una odisea. Ha llovido todo el día y nuestra plaza está medio inundada. Las ruedas del coche patinan pero lo conseguimos. Si eso mañana estará más seco…

27 de agosto de 2020

LOS PUEBLOS MÁS BONITOS DEL PAÍS VASCO- FRANCÉS

Salimos de Tardets en dirección a Bidart, mapa, móvil  y GPS en mano. Dejamos nuestro alojamiento Charme du Nature con la convicción de que lo echaremos de menos. Nos ha encantado la localización, el espacio, la luz, la limpieza y los botones. Sí, interruptores para las luces, las persianas, el toldo.. Además la dueña tiene perro y eso a los peques les ha encantado, y también un patio con gallinas a las que podíamos dar de comer. Y eso a los peques les ha encantado ¡!

Por el camino nos proponemos hacer una parada técnica en uno de los que dicen que  es uno de los pueblos más bonitos de Francia, La Bastide- Clairance. Acabamos tardando más de lo esperado en llegar, porque nos encontramos una carretera cortada por obras y el desvío nos cuesta perdernos un poco, claro. El pueblecito en sí es precioso, con casitas dispuestas en hileras que parecen sacadas de un cuento, jardines y árboles por todas partes. La iglesia es espectacular ( me remito a las fotos ). El caso es que sí, bonito es, pero pequeño también. El centro en sí no pasa de tres calles.


Decidimos quedarnos a comer ( en Francia se come pronto ) en uno de los dos restaurantes del pueblo ( sí, dos ), en La Table Gourmande. No hay muchas mesas y todas son exteriores. Está lleno. La comida está muy buena, pero el solazo que cae nos hace ir moviéndonos alrededor de la mesa para no chamuscarnos. A las 14h nos quedamos solos en el restaurante. No tardarán a cerrar.







Llegamos a Bidart ( en la costa del País Vasco- Francés ) por la tarde, al Camping Rousseau. Nos alojamos en un mini bungalow con la esperanza de mantener nuestra privacidad. El camping en sí es todo un lujazo para los amantes de las piscinas con toboganes y actividades para turistas, pero no para nosotros, que buscamos tranquilidad. La primera impresión es mala. Decenas de bungalows dispuestos en hileras. Impersonal. Bueno, suponemos que no vamos a estar mucho en el camping. Además es de lo más baratito/ normalito que hemos encontrado en esta costa, donde todo nos parece carísimo. Lo peor es que NO tenemos cafetera. NO tenemos cafetera. Y todo el mundo sabe que el café es absolutamente IMPRESCINDIBLE por la mañana. En fin, nos conformaremos con té y leche con cacaolat.

El día de nuestra llegada se nos ocurre ir a la piscina ¿ Por qué no ? Los peques están encantados pero a nosotros no nos gusta demasiado. Para ser que estamos en plena pandemia COVID aquí parece que nadie se acuerde. Intentamos que no se nos caiga nadie encima y nos negamos a dejar las zapatillas en la entrada amontonadas en un césped artificial, mojado y roñoso, por donde tenemos que pasar todos ( no sólo nosotros, sinó todo el camping ) descalzos.

Desde Bidart queremos explorar:

-    1.- Pueblos de la costa y País Vasco- Francés que nos han parecido bonitos en las fotos de Google y comentados en blogs de otros turistas: Ainhoa, Biarritz, Sare, Espelette, Saint Jean de Luz y Ciboure. Pasamos de grandes ciudades como Bayona o San Sebastián. Otra vez será.

-        2.- Visita al Col de Saint Ignasi ( con el tren de  La Rhune ).

-        3.- Cuevas de Zugarramurdi ( en España ).

-       4.- Fuenterrabia/ Hondarribia ( también en España ), recomendación de nuestros anfitriones en Lintzoain. Luis, es de Guipúzcoa y nos ha aconsejado ir al Faro de Higuer desde Fuenterrabia.

Tenemos 5 días así que pensamos que será suficiente. No contábamos con la lluvia, que nos ha restado dos días. A pesar de ello, no hemos dejado de salir del mini bungalow ( más bien mobile home ). La verdad es que la situación del camping ( si tienes coche ) está muy bien. El punto más lejano al que hemos ido es Zugarramurdi, a unos 40 min en coche.