31 de agosto de 2021

DE BALCONES Y AGUA

Sí, la verdad es que es un empeño mío, no me voy sin ver Santa Cruz. Está a 30min en coche del alojamiento, y nos va de paso si al final queremos ir a las piscinas naturales de la Fajana, en el Norte. Así que no hay excusas que valgan, nos vamos a la city.

El problema es dónde aparcar, como casi siempre en el mes de agosto, allá donde vayas. Aparcamos en zona azul. Después de buscar la maquinita de HAY que PAGAR, un palmero que está atento a nuestros movimientos, se acerca y nos explica que NO se paga ( ¿ seguro ? ). El caso es que el ayuntamiento y la empresa que gestiona la zona no se han puesto de acuerdo, así que no se paga. Lo malo es que hay un límite de tiempo de 1.5h máximo. Bueno, estamos cerca del puerto y de la zona comercial, así que ya veremos qué hacemos. De momento, nos ponemos a pasear por las calles del centro ( que describo en las fotos ), tomamos un helado y decidimos irnos a la Fajana a comer, porque es pronto y así ganamos tiempo ( hasta la Fajana tenemos 1h más de coche ). En resumen, el centro de Santa Cruz tiene el encanto del colonialismo, las casas pintadas de colores, los balcones repletos de flores, los cafecitos romantiquillos y las plazas empedradas. En un par de horas te puedes hacer una idea, menos si quieres llegar a entrar al museo naval, ir de compras, comer o ir a la playa. El mueso naval tiene su gracia. Es una réplica exacta de unas de las fragatas con las que Colón partió a las Américas ( La Santa María ), aunque partió desde el Puerto de San Sebastián de la Gomera.


Plaza España 


Café Don Manuel ( recomendado ) 


Paseo Marítimo




Museo Marítimo 

En la Fajana ( aquí si hay muchas plazas de parquing ), comemos en el restaurante la Gaviota. Es el que está más cerca de las piscinas, con vistas al mar y a las mismas. El servicio es lento, la carta corta pero la comida riquísima ( recomendamos el atún en cualquiera de sus formas ), por lo que las 2.5h que pasamos allí,  no nos importaron. Al salir del restaurante, vamos directos a las piscinas. Como ya hemos estado en las del Charco Azul, en Los Sauces, podemos comparar. Estas son más grandes. También tienes duchas ( estas gratis ), vestuarios y un bar. La entrada es gratuita. No puedes llevarte la mochila, toallas, llaves, cámara de fotos, móviles…ni nada cerca del agua, así que lo dejamos todo en la zona de solárium. Hay algún que otro arbolito y algún que otro parasol ya ocupados. Así que si eres propenso a quemarte, cuidado porque el sol aquí quema mucho. Con el tiempo, acabamos consiguiendo un poco de sombra. Hay que llevarse gafas de bucear, porque en la parte de las piscinas que cubre se pueden ver peces muy bonitos ( y lo decimos los dos, que somos buceadores ). David disfruta mucho de los peces y Laura de su colchoneta. A ella, no le gusta hacer snorkel. En fin, no tiene el gen de eso.

Pasamos un muy buen rato. No queremos irnos pero estamos a 1.5h en coche del alojamiento. Ya sé que no parece mucho tiempo, pero cuando todo son curvas y acantilados, se nos hace un poco pesado. El paisaje de vuelta, es impresionante. Las montañas son verdes y de formas onduladas y si pones intención, parece que estás en un país tropical.

30 de agosto de 2021

EL CALDERÓN TROPICAL

¡¡Sorpresa!! Hoy no toca madrugar. Tampoco toca caminar. Y además sólo hemos programado una actividad: ir a ver delfines y ballenas desdel Puerto de Tazacorte. Estamos resacosos de la macrojornada de ayer. Me duele todo. De echo no sé qué no me duele. Músculos que no sabía que se usaban, también me duelen. 

Ya lo habíamos previsto, por eso hace un par de días reservamos en la web una salida con el barco Fancy II a avistar cetáceos. 




El barco pasea por la costa en dirección norte desde Tazacorte. La excursión dura unas 2.5h más o menos. 

Nos adentramos en la Cueva Bonita para luego llegar hasta Porís de la Candelaria. La verdad es que des del mar no parece la misma. Es mucho más real si puedes pasear por su callejuela y ver las casas de los Palmeros que pasan allí su verano. Además impresiona más si tienes que pasar por lo que nosotros pasamos para poderla ver. Una opción muy buena que no se nos ocurrió ( tampoco sabíamos que iba a llevar al bordel del infarto ) es coger un taxi en Tijarafe y que te lleve hasta el parquing y te recoja más tarde. También vemos la famosa playa de la Veta. Es bonita sí, pero sólo pensar en cómo se llega se nos pasan las ganas. 

Después del paseo nos adentramos en el mar, alejándonos de la costa. Al poco de hacerlo avistamos a un grupo de delfines mulares y a un grupo de ballenas ( Calderón tropical ). Despertamos a los peques ( sí, durante el trayecto se han dormido los dos ). 

Tenemos mucha suerte porque no se avistaban estas ballenas des del mes de enero y somos el segundo grupo que las puede ver. La visión submarina del barco le da a nuestra experiencia un plus. Habíamos visto delfines en libertad en las Azores, en la superficie, dando saltos y jugango con la proa, pero verlos nadar y jugar bajo el agua es otra cosa. Es como si estuvieras en un acuario gigante ( pero el que está atrapado detrás del cristal eres tú ). David y Laura estan super contentos. David nos dice que esta actividad le parece muy interesante. 








La comida la hacemos en el kiosko Montecarlo, en la playa de Tazacorte. Después de la comida habríamos querido quedarnos un rato en la playa pero los niños se nos amotinan y decidimos volver al alojamiento. Acabamos en la piscina, claro. Difícil resistirse. Y no hacemos nada más. 



29 de agosto de 2021

REVENTÓN TABURIENTE

Cuando uno viaja, hay días de todo tipo. En el momento en que decidimos venir a la isla de La Palma sabiamos que nos iba a tocar hacer algo  ( o mucho ) de trekking. Y después de haber visto que nuestros peques se apañaban bastante en los senderismos hechos hasta ahora en Lanzarote y la Gomera, decidimos lanzarnos a la aventura con ellos a lo grande. Hoy toca hacer el recorrido por la CALDERA DE TABURIENTE. Y la vamos a hacer sí o sí. Sin medias tintas. No hay vuelta atrás. Esta superdecidido. Y estamos supermotivados. 

Es domingo y toca madrugar. Son las 07:00 am y ya estamos en marcha preparando café y toda la logística de la excursión: bocatas, agua, crema solar, gorras. A los niños los levantamos casi al final de los preparativos; lo justo para vestirse, desayunar y salir todos pitando hacia el parque nacional. Resulta que llegamos en un santiamén, ya que nuestro alojamiento en Los Llanos de Aridane está a unos veinte minutos del parking oficial, desde donde salen los taxis hacia el mirador de Los Brecitos. Ya han llegado otros madrugadores pero no se ve mucha gente. De hecho, no tenemos que hacer ninguna cola para subir al taxi. Nos juntamos con un senderista madrileño y nos repartimos el coste de la subida (son 51 euros; nos queda por 34 euros porque no nos cuentan a los peques).

Durante la subida descubrimos que Sergio, nuestro conductor, es un pozo de sabiduría y no para de explicarnos cosas. Nos habla de la ruta que vamos a hacer ( no se salgan de la senda ), nos habla de las casas que hay por la ladera, nos explica algunas locuras que hacía allí cuando era pequeño, etc. Nos enseña una planta que se llama "el rabo de gato", nombre común de una gramínea africana introducida en las islas como planta ornamental en el siglo pasado y que ha acabado por asilvestrarse y acabar constituyendo una auténtica plaga. Tiene una gran capacidad colonizadora e innasora y se expande sin control, arrasándo con la vegetación autóctona. Sergio nos explica que su erradicación es todo un problema y que se intentó sin éxito hace un par de décadas. La media hora de subida en su jeep se hace muy amena.

El mirador de Los Brecitos no es muy grande. En esta zona apenas caben 6 coches y se utiliza basicamente como apeadero de los taxis y para que aparque algún coche de los trabajadores del parque. Tenemos las primeras vistas del Parque Nacional de la Caldera de Taburiente, considerada la maravilla natural más emblemática de la isla. La depresión que forma la Caldera se encuentra entre los 600 y los 900 metros sobre el nivel del mar, mientras que su crestería alcanza los 2426 metros en el punto más alto, el Roque de los Muchachos. La ruta se inicia en el mismo mirador por un sendero que serpentea por la ladera. Es un camino que sortea un montón de barrancos pero como es ancho y bastante planito se hace muy fácil. Te ves rodeado por un montón de árboles, sobretodo pinos. Es un tramo en el que hay que ir con cuidado con los niños pero que se hace muy fácil. Son 5.6 kilómetros hasta llegar a la Playa de Taburiente y la zona de acampada que hacemos en un par de horas. Por el camino te vas encontrando algún que otro mirador y algún que otro puentecito y son momentos que aprovechamos para tomar fotografías e irnos refrescando. A destacar el Barranco de las Piedras Redondas y el Mirador del Lomo de Tagaste; aquí todo tiene nombres muy curiosos. 


Bajando des del Mirador de los Brecitos



Mirador Lomo de Tagaste

En la Playa de Taburiente nos encontramos un riachuelo que corre barranco abajo y donde todo el mundo se para a comer algo y a refrescarse los pies. Cosa que hace mucha falta. Tenemos mucho cuidado para no mojar las zapatillas al cruzar.

La parada les sienta muy bien a los niños; habían llegado algo cansados pero la media horita allí descansando les sienta estupendamente y se levantan con los ánimos renovados. Mientras salimos le hechamos un vistazo a la zona de acampada que está muy bien, la verdad; bastante llana, en medio del bosque y con mucha sombra. Hay mesas y un edificio con servicios. Lo que no hay es cafetería con patatas y bebidas frías. ¡Una lástima!



Desde este punto iniciamos el descenso hacia la caldera por el barranco de las Angustias. Se hace por una ruta conocida como El Reventón. Como veis los nombres son bastantes sugerentes... Es un sendero muy incómodo y duro en ciertos tramos, con algún cartel alertando de riesgo de desprendimientos. Nosotros lo hacemos con tranquilidad y sin prisas. El suelo es bastante liso (hay alguna zona más rocosa) y los desniveles son importantes. Como habíamos leído tanto acerca de él, al final no nos parece tan duro. Lo hacemos en aproximadamente una horita, con lo que llegamos al final a eso de las 14:00 hrs pm. Encontramos un rinconcito a la sombra de unos árboles y por donde corre un airecillo muy agradable donde aprovechamos para comernos los bocatas. Los niños siguen bastante animados. Todo marcha estupendamente.






Aquí empieza un tramo algo confuso porque empiezan a escasear las señales (¡y mira que había un montonazo hasta aquí!). Sabemos que estamos cerca de una de las grandes atracciones de la excursión, la CASCADA DE COLORES. Pero no vemos ningún cartel, sólo los de regreso al aparcamiento. Vemos mucha gente caminando por el medio del barranco aunque van en direcciones opuestas. Está claro que vienen de ver o van a ver la cascada. Inicialmente (para variar) tomamos la dirección equicovada. Fani se da cuenta y acabamos preguntando. Es muy intuitiva. La cascada está en dirección opuesta a la ruta de regreso, por lo que toca caminar más. Aquí tenemos un momento importante de bajón de David. Entre la soleada que pega a esas horas y el cansancio que empieza a hacer mella, la empresa empieza a resultar difícil para ellos. Pero hemos llegado tan lejor que irse sin verla nos da rabia. Conseguimos convencerlo aunque a regañadientes. Laura lo lleva mucho mejor y se dedica a canturrear y empieza a chapotear con su calzado de treck recién estrenado (y comprado en la isla para la ocasión después de la caaída en la Ruta de los Volcanes) por los arroyitos que hay en medio del amplio camino pedregoso. Ya nos da igual mojarnos las zapatillas. Nos cuesta avanzar, pero con paciencia finalmente conseguimos alcanzar la deseada cascada. 







En los años sesenta se levantó una pared para contener el agua de la Caldera. Pues ahí se origina esta cascada, cuyos colores son el resultado de las aguas ferruginosas que brotan del fondo de la tierra y que van coloreando las piedras del muro. Se hace esperar algo. Primero unos pequeños canales de agua color ocre te van indicando que vas en el camino correcto. Después vas viendo mucha gente que va en la misma dirección. El sendero se va estrechando hasta llegar a una zona con alguna curva. La verdad es que las expectativas son muy altas. ¡Y allí está! Bueno... Muy grande no es. Se trata de un pequeño salto de agua. Un guía que pasa por allí informa que el caudal varía según el año. Sí es verdad que tenemos ante nosotros una pared multicolor muy chula. Jordi aprovecha para remojarse allí mismo; Laura graba divertida con el móvil. Valió la pena.

Iniciamos el regreso al aparcamiento por el Barranco de Las Angustias. Nos quedan más de 5 kilómetros y la perspectiva no es muy halagüeña. Soleada sin sombra y calor sofocante (son más de las 15:00 hrs pm), escasas indicaciones y ríos de agua por el barranco. David no lo lleva muy bien; activa el modo piloto automático o como él lo llama "zombie" y se pone a caminar con resignación. Laura encuentra una forma original de hacer llevadero el regreso: se pone a chapotear y a caminar directamente sobre los riachuelos con su calzado de treck. ¡Y mira que habíamos tomado un sinfín de precauciones para no mojarnos! Pues ala... Si con eso lo conseguimos. David también lo encuentra divertido. Y nosotros también acabamos cayendo; en algunos tramos por obligación, en otros por desidia, en algunos por diversión. El cañón es espectacular. 


Por abajo


Por abajo 


Por abajo 


Por arriba


Por arriba


La salida 

En el barranco, encontramos algunas  marcas GR que te indican que no vayas por el medio del cañón ( la típica cruz de NO PASAR ) y señales que indican que subas por los senderos que serpentean por la ladera. Nos habían insistido en que no debíamos salirnos del sendero. Así que aunque vemos que muchos senderistas van por el cañón, nosotros nos esforzamos en coger los dichosos senderos por eso de hacer caso a las indicaciones de NO PASAR. 

Pero la cosa es contraintuitiva; dichos senderos "seguros" serpentean por la ladera en un sube-baja constante, son estrechos y pedregosos y en ocasiones inestables. En cambio por el centro del barranco todo sigue siendo pedregoso aunque plano y con menos riesgo de desprendimientos. 

En algún tramo pensamos en que estamos perdidos. La gente con la que nos habíamos cruzado desaparece. Estamos solos. Nos preguntamos: 

- ¿ Y si seguimos por el cañón y al final no hay salida ? Tendremos que acabar dando marcha atrás hasta alguno de los senderos para ascender por el barranco. No podemos permitirnos hacer km de más. Ya no nos queda prácticamente agua.

- ¿ Por qué ya no nos encontramso a nadie ? ¿ Nos hemos equivocado en algún tramo ? 

Al final acabamos por el medio del barranco. Nos parece más seguro. Y delante nuestro, a lo lejos,  aparece una pareja que va en chancletas. Sí, en chancletas. Hay que seguirlos. Hay alguna zona con piedras enormes que debemos sortear/escalar. David se emociona. Fani quiere llorar. Laura va cantando. Tiene pilas para todos. Jordi no piensa subir más senderitos. 

Las frases del día son:

- Jordi ( cuando encontramos una nueva señal que nos indica salir del barranco ): estas marcas GR me están tomando el pelo.

- Fani ( cuando piensa que nos hemos perdido): quiero llorar 

- David ( en relación a una piedra enorme que nos impide el paso y que hay que escalar ): esto es hasta divertido, pero no tengo el cuerpo para esto. 

- Laura ( que va cantando canciones de esas de corazones rotos y desamores ): mamá, no te preocupes. Si se hace de noche nos vamos a esa casa de allí arriba y estamos salvados ( la casa en cuestión es una que está en lo alto de un risco y que es una especie de retiro espiritual ). 

Cuando llegamos al aparcamiento son más de las 18:00 hrs pm, estamos rebentados y nos hemos quedado sin agua. Pero nos queda la satisfacción de haberlo logrado. Algunos senderistas felicitan a nuestros peques. Laura llega la primera y parece la menos cansada de todos.

¡Brutal! 

Al llegar al alojamiento nos metemos todos en la piscina y pasamos un buen rato. Dormimos de un tirón. El esfuerzo tiene su recompensa.


Foto tomada al llegar al apartamento, tras 21km de ruta 



28 de agosto de 2021

LA RUTA DE LOS DRAGONES

Se dice que los dragos, esos árboles tan peculiares de los que no podemos decir cuántos años tienen, excepto si contamos sus ramas, esconden en su interior la sangre de un dragón. Más allá de su misticismo, el más famoso es el drago de Tenerife. Sin embargo, en ningún otro lugar hay más dragos que en La ruta de los Dragos de La Palma. Para encontrar el inicio de la ruta hay que dirigirse a Buracas, y aparcar cerca del museo de interpretación del Gofio. Nosotros decidimos aparcar antes de coger el desvío que te lleva al museo, a la salida del pueblo de las Tricias. No por nada, pero es que la carretera nos ha parecido de esas de aquí solo cabe un coche, y no nos hemos fiado. Tampoco habrá que caminar mucho ¿ no ? 

Nos cuesta un poco encontrar el track que te lleva a Buracas, pero ahí que vamos. Todo el camino hace bajada ( Mmm, después a la vuelta nos arrepentiremos ). Paseamos entre granjas, casas que parecen abandonadas, terrazas de plataneras y cultivos, gallineros...no sé, seguro que es por aquí ¿? 

Al final, después de media hora, llegamos al Centro de Interpretación. Justo en la parada de bus, hay un camino que parece la entrada a alguna propiedad privada, que te lleva a otro camino rodeado de dragos. Allí están, sí. Dejamos a los niños a la sobra de un árbol y bajamos nosotros. Así les ahorramos el calor y el esfuerzo de la caminata que nos damos. A lo lejos vemos cuevas habitadas. Parade que hemos topado con la casa de verano de Bilbo Bolsón. 









A pie de uno de los dragos, hay una caja de cristal llena de libros y abalorios. También hay un pequeño tarro. La idea es que tú te llevas un libro o una pulsera y dejas el dinero que valen ( hay cartelitos caseros que dicen cuánto cuestan ) en el tarro. A esto lo llamamos tener fee en el ser humano. Le explicamos a los niños que la gente que ha montado este chiringuito no vigilado, cree, se fia y confia en la gente. No sé si ya no son tan incrédulos como antes, así que para demostrárselo accedemos a conprar dos pulseras superfeas y metemos el dinero en el tarro. 

La vuelta nos deja exhaustos. Cojemos el coche y nos vamos a comer ( Jordi reserva por el camino ) al recomendado restaurante Kiosko Briesta. Está en la región de Garafía, pasado el desvío del mirador del Roque de los Muchachos. El sitio es realmente acogedor. Rodeado de terrazas de viñedos. 

Acabamos el día haciendo dos cosas más, de camino a nuestro alojamiento:

1.- Paramos en el Mirador del Time, desde donde tenemos una panorámica de los Llanos. Ahora ya entendemos por qué los llaman así.


2.- Paramos en el centro de los Llanos: recargamos pilas merendándonos un zumo de fruta natural en un café  y compramos calzado de trekking para los peques.