29 de junio de 2023

MASAGE MALGACHE

Nos levantamos pronto por la mañana. Andry nos quiere listos para salir a las 07:30h  ya que hoy toca ruta en coche larga y no es cuestión de entretenerse. Después de dormir supercómodos y bien tapaditos, no tardamos en volver a pasar un frío del copón. Y eso que ya es de día y que hace un sol radiante. Salimos bien tapaditos para llegar al comedor a por nuestro desayuno. Nos sentamos tiritando de frío (no es broma) y lo primero que hacemos es pillar el cafecito del buffet para calentarnos las manos. Tienen la chimenea encendida y no tardamos en apretujarnos justo enfrente para coger calorcito. El desayuno está muy bien, pero con tanto frío no se disfruta mucho.

Nos esperan 220 kilómetros de ruta desde la ciudad de Antsirabe hasta la de Miandrivazo. Andry nos explica que las carreteras en Madagascar, especialmente en este tramo, están es muy mal estado. Y no tardaremos en comprobarlo. En Kenia y Tanzania conocimos el “masaje africano”. Aquí nos toca sufrir el “masaje malgache”. No os podemos decir cuál es peor.

Tardamos la friolera de 6 horas en hacer el recorrido y la verdad es que son bastante durillas, especialmente las 2 últimas. Al principio se disfruta con el paisaje de las Altas Tierras: mucho verde, pastos, cebús, coladas de ropa al aire libre, cultivos, obras en la calzada, camiones, más colada al aire libre, pueblos, mercados, bicicletas, niños y… como no… más colada al aire libre. Es curioso comprobar como la gente lava la ropa en los riachuelos arenosos y luego la deja esparcida entre los arbustos o la misma tierra para que se seque al sol como si nada. 

Hacemos 2 paradas para estirar las piernas. La primera para visitar, nada más salir de Antsirabe, el lago de Andraikiva. A esa hora está todo muy tranquilo y somos los únicos turistas. Andry nos explica que es donde la gente de la ciudad va a descansar y pasar el rato. Nosotros no nos entretenemos mucho porque estamos todavía congelados. Estamos en invierno y en las tierras altas todavía se nota más el frío.

 

Antsirabe

Andraikiva

La segunda parada la hacemos para visitar el mercado de Ankazomiriotra. Nos bajamos del vehículo y callejeamos tan tranquilamente entre puestos y tenderetes. Hay de todo: ropa, ferretería variada, juguetes, verduras, fruta, carne, pescado, … Está todo bastante sucio para el gusto de Fani y es todo muy sencillo. Pero es su mercado y tienen de todo, eso sí. La gente nos mira con curiosidad; no hay más turistas por el mercado cuando lo recorremos. Los niños son los que nos miran con más interés, aunque no vienen a pedirnos nada.




Llegamos a Miandrivazo pasadas las 14:00 hrs; estamos hasta las narices de tanto coche y “masaje malgache”. La ciudad es como otras tantas que hemos visto ya: camino de tierra, casas sencillas de una planta, muchos comercios locales y gente por todas partes. Los niños van de barro hasta las cejas y vemos muchas mujeres con el rostro cubierto por una mascarilla de barro (¿tratamiento de belleza? No, es para protegerse de los mosquitos y el sol ). Comemos en un restaurante local: filete de cebú los papis y pollo con tomate los niños. ¡Y con patatas fritas!

Después de comer, Andry nos comenta que tenemos que pasar por el puerto a hacer unos trámites. Para el día siguiente tenemos contratado un Tour de 2 días en barco por el río Tsiribihina con acampada incluida y para poder hacerlo hay que estar registrado y pagar unas tasas. Lo primero que toca hacer es pasar por una oficina de policía donde inscriben los nombres de los pasajeros en unos formularios y revisan los pasaportes. Flipamos con la oficina: todo sucio y simple. Parece que está sacada de una película del oeste de esas antiguas. Afuera hay vehículos de la policía destartalados e inservibles (¿decorativos? ¿para ambientar?). Encima nos informan de que necesitan fotocopias de los pasaportes. Fani va con Andry a una tienducha que hay enfrente donde tienen servicio de copistería. Mientras tanto Jordi se queda con los peques en la gendarmería. El momento de espera es algo tenso. Hay tres agentes de policía y se hace un silencio incómodo. Laura se mira los calabozos y me pregunta por ellos con curiosidad: hay uno para chicas y otro para chicos. Uno de los agentes de policía me pregunta en francés que quiere saber la niña. Le contesto de forma prudente que mostraba interés por los calabozos. El agente me dice que es donde meten a la gente violenta… Nuevo silencio tenso. Y añade que hay un tipo dentro del masculino y que lo puedo ver. Laura lo ha entendido todo: con cara de asombro me mira y me dice que es verdad, que me gire y lo veré. Me giro y, en efecto, hay un tipo entre las sombras que nos mira. Su rostro es inexpresivo. No dice nada. Más calma tensa. ¡Que vuelva ya Fani con las dichosas fotocopias, por el amor de dios! David me comenta que uno de los agentes está jugando una partida de Fornite, que lo sabe porque reconoce el ruido de su móvil. En la pizarra están apuntados en francés donde están destinados los agentes en el día de hoy. Leo que en el puesto del hotel donde nos alojamos hay tres nombres de policías. Y, más tarde, cuando llegamos al hotel allí estaban. Queda claro que hay vigilancia para el turista en este país.

Fani vuelve de hacer las fotocopias como si hubiera vivido una odisea.

Nuestra siguiente parada es en una oficina portuaria donde hay que volver a hacer lo mismo que en la oficia de policía: registro de pasajeros y tasas. La diferencia es que ahora nos atiende un abuelaco que ríete del perezoso de zootrópolis. En varias ocasiones estamos a punto de arrancarle de las manos el dichoso formulario y rellenarlo nosotros. ¡Qué lentitud! ¡Y qué largo se nos acaba haciendo todo! Los niños se entretienen intercambiando miradas y saludos con otros niños que vienen a vernos. No tienen permiso para cruzar la entrada y vienen todos de una zona de juegos con canchas de basket. Allí juegan a encestar y también hacen rondos de fútbol a media pista. En el campo de al lado los adultos juegan a una especie de petanca.

Finalmente se termina la dichosa burocracia y subimos de nuevo al coche ya para poder llegar al hotel. Ya está oscureciendo y llegamos justo a tiempo de disfrutar de la puesta de sol desde la terraza-piscina del hotel. Después nos espera un baño (lástima que Jordi no sabía que no enchufan el agua caliente antes de las 18:00 hrs) y una cena estupenda (con crema de verduras, brochetas y gambas a la plancha).

La última sorpresa del día nos la trae nuestro David en forma de diarrea nocturna explosiva. Estamos un rato entretenidos de madrugada, pero superamos todos la prueba con nota: todo se puede arreglar con paciencia, agua y fortasec.

No está nada mal por tratarse, a priori, de un día de aparente transición sin previsión de sobresaltos.

 

28 de junio de 2023

ESTO ES DEFINITIVAMENTE ÁFRICA

Nos despertamos como nuevos después de más de 12h de sueño. Las frases de ayer que guardamos para el recuerdo son: 

- De David: estoy impactado; esto no voy a olvidarlo en la vida

- De Laura: no sabía que había un mundo tan diferente. 

Suponemos que se refieren al primer contacto con Madagascar, ya subidos en la furgo que nos servirá de transporte a lo largo de los próximos días. A través del cristal ven las calles de Antananarivo repletas de carros. minibuses, tenderetes y puestecillos llenos de gente que aparentemente no sigue ningún orden concreto. Todo es distinto; los olores, el tipo de edificios, la gente...

Hoy no tenemos mucho que hacer, solo dejarnos llevar desde Tana a Antsirabe, la tercera ciudad más grande de Madagascar. Está a 170km de la capital pero tardamos casi 4h en llegar. Eso ya da una idea sobre el estado de lass carreteras y de lo que nos espera en los próximos días. 

Por el camino, terrazas de cultivos, pueblos que viven agolpados en la carretera principal, donde exiben sus tenderetes de ropa, fruta, carne y puestecillos de comida, niños vendiendo limones o pidinedo caramelos, juguetes de latón... Hacemos una primera parada para ver algo de artesanía local. Es curioso como hacen juguetes de las hebras de hierbajos. Acabamos comprando un par de figuriitas para los niños que les han entusiasmado. 



La segunda parada la hacemos en Ambatolampy para visitar una fábrica de ollas de aluminio. Yo voy en plan - esto va a ser una turistada, ya verás- Nada más lejos de esta impresión, nos adentran a través de una calle al patio que hay entre dos casas. Allí, unos cuantos hombres trabajan descalzos. Funden trozos de metal de diferentes objetos para hacer ollas de aluminio. Lo que nos ha impresionado son las condiciones de poca seguridad en que lo hacen. David dice que están super compenetrados. Cada uno sabe a la perfección lo que tiene que hacer. Yo solo pienso en la cantidad de oportunidades de que algo salga mal. En el aire, los rayos de sol nos dejan ver las micropartículas de aluminio que flotan en el aire.  




No llegamos a Antsirabe hasta las tres de la tarde. Comemos en un restaurante local por menos de 15e los cuatro. Laura pide pizza pero nosotros comemos cebú a la brasa y en brocheta, acompañado de arroz, patatas fritas, ensalada de zanahoria y cebolla y un caldito. 

Poco después llegamos al Hotel Couleur Café. La habitación familiar es enorme. Como todavía es de día salimos a dar una mini vuelta por Antsirabe. Esto es definitivamente África.  




27 de junio de 2023

FALTA MUCHO PARA LLEGAR ¿? ¡?

Y aquí estamos otra vez! Un verano más! Vacaciones ! Un viaje más!

Esta vez hemos decidido ir a Madagascar. Después de buscar mucho, nos decidimos por una agencia local, Green Tours. Eso nos hace pensar que no se pierde tanto dinero con intermediarios y además, el beneficio es para ellos 100%, lo cual mola. Viajar por tu cuneta se puede, auqnue después de leer varios bloggs viajeros no nos ha parecido tan seguro.  

La ruta la hemos diseñado nosotros ya que la gran mayoría de rutas que ofrecen las agencias suelen ser de menos días. En la web de Green Tours tienen múltiples opciones y seguro que alguna se adapta a ti.  Tenemos previsto explorar las regiones central y sudoeste de la isla. El norte lo dejamos para otra vez :)

Llegar a Madagascar no es tarea fácil. Los precios de los vuelos este año están muy inflados (será el efecto post - COVID) y, después de invertir horas de búsqueda, lo mejor que  hemos encontrado es un viaje con 2 escalas (Amsterdam y Nairobi). Un consuelo es que esta vez no toca madrugar: el primer vuelo que sale de El Prat (compañía KLM) a las 13:30 hrs. Como vamos con nuestros peques aprovechamos para pasar el control de seguridad por la zona de famílias, con menos cola. Nos sobra tiempo de zamparnos los bocatas que Jordi ha preparado y de estirar las piernas antes de subir. Este primer vuelo dura 3 horas. El segundo ya es con Kenya Airways y es nocturno. La escala en Amsterdam es de cinco horitas; ya tuvimos que hacer una similar hace 4 años cuando fuimos a Japón. De hecho, conseguimos hacerle a David la misma foto en la zona de relax de la biblioteca. Por cierto, la espera se nos hace corta porque encontramos una zona de sillones muy acogedora y con WIFI gratuita. 

El vuelo a Nairobi es una locura: casi 10 horas de trayecto nocturno. Nos dan de cenar (nada del otro mundo, como de costumbre) y luego intentamos dormir. No resulta sencillo (como de costumbre) y es que esto de dormir sentado no es fácil para nadie. La que lo lleva mejor es Laura. De madrugada (a medio trayecto) hay un poco de movida con un par de pasajeros que están demasiado dormidos en opinión de sus acompañantes (se habrán tomado algo, pensamos) y montan un poco de juerga para despertalos. Les dan bofetadas y esas cosas. Pobres... si ellos sólo querian dormir... Uno acaba potando en la parte trasera del avión mientras que el otro aprovecha para estirarse sobre los cuatro asientos del pasillo central que habían quedado libres. 

A Nairobi llegamos a las 06:00 hrs de la mañana y la verdad es que nos sorprende en positivo lo bien que lo llevan nuestro peques. Nos espera una escala de 6 horas. Conseguimos desayunar y luego descansamos en una zona con sillones. La verdad es que se pasa bastante rápido teniendo en cuenta que ya llevamos más de 24 hrs desde que salimos de casa. Jordi aprovecha para caminar por la terminal (unas veces con David, otras con Laura) y es que su espalda no está para bromas a estas alturas. El último vuelo dura 3 horas y nos deja en Antananarivo (capital de Madagascar) a las 15:30 hrs. Los niños se quedan dormidos más por el aburrimiento que por otra cosa (ya nos le queda tiempo de pantallas) y Jordi y Fani se pasan un buen rato rellenando los papeles del visado que les entrega el personal de vuelo. Es bastante farragoso y aburrido; además, a estas alturas del viaje, uno ya no ve bien ni se entera de lo escribe, ni lo que le preguntan.

A Antananarivo llegamos cansados, pero no tanto como nos pensábamos. El avión venía medio vacío (a diferencia del de Nairobi) y hay poca cola en la zona de visados. Todo va muy deprisa. 35 euros por persona. Después pasamos el control de aduanas. Los agentes se muestran amables y se dedican a clasificar los documentos y verificar las identidades bastante rapidito. En apenas media horita estamos ya en la zona de las cintas y nos encontramos con la agradable sorpresa de que son ellas las que nos está esperando. Ningún contratiempo. Increíble.

Nada más salir de la terminal con encontramos con nuestro guía de Green Tours (Andry). Nos habla en inglés y nos ayuda a conseguir una tarjeta SIM de telefonía en la misma terminal. Compramos una de 12 G que ofrece la compañía Telma por 75000 ariaris (unos 16 euros) y decidimos compartir sus datos entre todos. Enseguida la ponemos en funcionamiento y avisamos a nuestras familias de que hemos llegado todos bien. 

Nos alojamos en el Hotel Sakamanga, en el centro de Antananarivo. Desde el aeropuerto hay cerca de una hora de coche. Nos espera un recorrido la mar de entretenido por sus calles: hay gente por todas partes y un sinfín de vehículos de todo tipo recorriendo las calles en todos los sentidos. Es todo muy caótico, la verdad. Dejando de lado algún que otro edificio gubernamental o de oficinas, llama la atención que es una ciudad pobre y que llamamos mucho la atención como turistas; a la mínima que te expones ya te ves envuelto de decenas de niños que vienen a pedirte dinero o que les compres lo que sea que llevan encima. En la calle hay coches circunlando muy atinguos y otros muy destartalados. También hay unas pequeñas furgonetas que van atiborradas de gente. Son como unos minibuses. No queda claro donde tienen las paradas ni mucho menos los recorridos y tarifas. Tampoco se ve muy seguro. Nosotros vamos con Andry como guía y un conductor muy hábil que sortea el tráfico y las dificultades que se va encontrando por el trayecto con mucha soltura. El coche está muy bien: es una furgoneta bien ancha donde cabemos todos (incluidas las maletas) de sobras. 

El hotel, visto desde fuera, no parece nada del otro mundo. Una vez entramos ya es otra cosa: tranquilidad, silencio y una decoración muy acertada. Nos llaman mucho los dibujos de un gato azul que hay por todo el recinto (y es que saka manga significa gato azul en idioma malgache). Tiene una terraza exterior con mesas muy acogedora, con una piscina. La habitación es enorme y muy confortable. Nos reunimos en la terraza con Baba (el jefe de la agencia Green Tours): repasamos el trayecto y gran parte de la logística y aprovechamos para pagarle y cambiar dinero. Es una persona de trato agradable y simpático. 

A eso de las 19:00 hrs cenamos en el restaurante del mismo hotel. Tiene muy buenas referencias y, todo sea dicho, todas sin ciertas. La única critica es que las mesas están muy pegadas unas con otras y a la que se llena el local (enseguida) resulta un poco agobiante. Comemos de cine y muy a gusto.

Estamos muy cansados. Apenas son las 21:00 hrs cuando nos metemos todos a dormir. Como hace mucho frío, dormimos bien tapaditos y apretujados (las chicas en una cama y los chicos en la otra). Que lejos queda el calor insoportable de nuestro país! Nos esperan cerca de 11 horas de sueño reparador. Todo un gustazo!