30 de agosto de 2021

EL CALDERÓN TROPICAL

¡¡Sorpresa!! Hoy no toca madrugar. Tampoco toca caminar. Y además sólo hemos programado una actividad: ir a ver delfines y ballenas desdel Puerto de Tazacorte. Estamos resacosos de la macrojornada de ayer. Me duele todo. De echo no sé qué no me duele. Músculos que no sabía que se usaban, también me duelen. 

Ya lo habíamos previsto, por eso hace un par de días reservamos en la web una salida con el barco Fancy II a avistar cetáceos. 




El barco pasea por la costa en dirección norte desde Tazacorte. La excursión dura unas 2.5h más o menos. 

Nos adentramos en la Cueva Bonita para luego llegar hasta Porís de la Candelaria. La verdad es que des del mar no parece la misma. Es mucho más real si puedes pasear por su callejuela y ver las casas de los Palmeros que pasan allí su verano. Además impresiona más si tienes que pasar por lo que nosotros pasamos para poderla ver. Una opción muy buena que no se nos ocurrió ( tampoco sabíamos que iba a llevar al bordel del infarto ) es coger un taxi en Tijarafe y que te lleve hasta el parquing y te recoja más tarde. También vemos la famosa playa de la Veta. Es bonita sí, pero sólo pensar en cómo se llega se nos pasan las ganas. 

Después del paseo nos adentramos en el mar, alejándonos de la costa. Al poco de hacerlo avistamos a un grupo de delfines mulares y a un grupo de ballenas ( Calderón tropical ). Despertamos a los peques ( sí, durante el trayecto se han dormido los dos ). 

Tenemos mucha suerte porque no se avistaban estas ballenas des del mes de enero y somos el segundo grupo que las puede ver. La visión submarina del barco le da a nuestra experiencia un plus. Habíamos visto delfines en libertad en las Azores, en la superficie, dando saltos y jugango con la proa, pero verlos nadar y jugar bajo el agua es otra cosa. Es como si estuvieras en un acuario gigante ( pero el que está atrapado detrás del cristal eres tú ). David y Laura estan super contentos. David nos dice que esta actividad le parece muy interesante. 








La comida la hacemos en el kiosko Montecarlo, en la playa de Tazacorte. Después de la comida habríamos querido quedarnos un rato en la playa pero los niños se nos amotinan y decidimos volver al alojamiento. Acabamos en la piscina, claro. Difícil resistirse. Y no hacemos nada más. 



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