28 de agosto de 2020

NO ES MAGIA, ES BRUJERÍA

El cielo está nublado. Ha llovido toda la noche y la parcela del bungalow donde aparcamos el coche es un lodazal. No pasa nada. No vamos a desanimarnos. Hoy toca ir a Zugarramurdi ( a pocos km de la frontera francesa, en el lado Español ) a visitar Las Cuevas de Zugarramurdi. Decidimos no ir al museo de las Brujas porque no queremos liarnos. El tiempo no acompaña. Lloviznea y no nos sobran las chaquetas. Está todo muy bien señalado así que esta vez no nos perdemos ( o como me gusta decir a mi, no nos desviamos de la ruta ). Justo antes de entrar en el pueblo hay un parquing delante de un restaurante muy espacioso, así que fácil. Allá vamos.

Las cuevas son espectaculares, muy diferentes a las que hemos visitado antes, ya que están abiertas y en pleno corazón ( o armonía,  si queremos ponernos más romáticos ) del bosque. Son espaciosas y esconden sinuosos pasadizos por donde desaparecen y aparecen David y Laura ( y Jordi también, no vamos a mentir ). Aquí se suceden historias de brujería, solsticios, supersticiones y luna llena. La verdad es que nos quedamos con las ganas de subir al mirador, que está cerrado. Lo compensamos con una comilona de cine en una terraza cubierta con unas vistas escandalosas en El Albergue de las brujas Graxiana. Jordi prueba la sidra, que definitivamente, no es para mí.







De camino al camping, decidimos desviarnos a Ainhoa ( ya en Francia ), también de visita obligada si estás por la zona. También hay un parquing habilitado para los turistas justo antes de la entrada. Las casas se parecen a las de la Bastide- Clairance, pero con la salvedad de que este pueblo es más grande. Un cuento, segunda parte. La Iglesia nos impresiona por sus balaustradas de madera maciza y los alegres colores de sus retablos, paredes y arcos. Los techos son de madera, a diferencia de los de nuestras iglesias. Antes de irnos aprovechamos para merendar y tomarnos un trozo de pastel vasco ( muy típico en la zona ) y un merecidísimo café.




Volvemos al camping. Aparcar es una odisea. Ha llovido todo el día y nuestra plaza está medio inundada. Las ruedas del coche patinan pero lo conseguimos. Si eso mañana estará más seco…

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