Hoy toca supermadrugón! A las 05:15 hrs los papis despiertos, al poco los niños y a las 06:00 hrs ya estamos en la recepción del hotel pidiendo un Didii para ir a la estación de trenes de Chengdu. Sólo encontramos tráfico cuando llegamos a la estación. Antes el taxista le mete caña y se llega a poner en algunos tramos a velocidades que rondan los 80-100 km/h. Es un zigzag y un tocar el claxon constante. Es una pasada ver como la gente decide convertir su trabajo en un estrés constante.
En la estación damos con un socorrido Starbucks para pillar croissants y café parar llevar. No tardamos en subirnos al tren bala que nos llevará a la estación de Zhenjiangguan, cerca de Juizhaigou, en un tiempo de hora y media. Una vez allí no tardamos en encontrarnos con Jerry, nuestro guía los próximos 2 días. Y digo no tardamos porque, como somos los únicos turistas occidentales en un mar de chinos, somos muy fáciles de identificar y enseguida se nos acerca. Hace frío: la temperatura ronda los 15 grados. Jerry nos explica que aquí es primavera. Habla un inglés muy justito y nos cuenta entendernos con él. Pero para lo básico nos apañaremos. Nos “obsequia” con fruta: manzanas y unas enormes mandarinas que están bastante sabrosas. Nos las comemos durante el trayecto en coche hasta nuestra primera parada, el parque de Huanglong. Tardamos cerca de hora y media. Por el camino pasamos por diversas poblaciones; Fani enseguida se da cuenta de como ha progresado esta provincia las últimas 2 décadas. Pasamos por un tramo en obras; Jerry nos explica que están construyendo una segunda estación de tren más moderna y que permitirá ahorra una hora de coche. Esperan inaugurarla en el 2024, aunque quizá antes..
Jerry nos explica que dedicaremos el día a explorar el parque de Huanglong y que ya por la tarde nos llevará a nuestro hotel. Como el parque está a 3000 metros de altura, nos previene sobre la posibilidad de padecer el temido “mal de altura” y sus terribles consecuencias. Nosotros le explicamos nuestra experiencia en Perú, pero no parece interesarle en absoluto. Pronto comprobaremos que lo que a él le interesa es pararnos junto a una farmacia y intentar vendernos unos “valiosos y eficaces” botellines que previenen de este gran mal. La mismísima farmaceutica se acerca al vehículo y nos muestra uno de los botellines. Nos piden la friolera de 100 yuanes por uno. Pero el tocomoche no acaba aquí: el contenido del frasco sólo protege a una persona (hay que bebérselo entero; a lo Asterix antes de atacar el campamento romano). Así que tenemos que comprarle 4 frascos si queremos evitar que el mal nos azote. Fani, siempre diplomática, opta por comprar uno sólo y nos bebemos el contenido entre todos. Por Tutatis!
Ya en el parque, enseguida comprobamos que la rasca va en aumento (el tiempo está nublado y corre airecillo) y que el gentío de chinos también va a la par. Aquí también hay colas aunque van bastante ágiles, todo sea dicho. Para llegar hasta el parque primero te suben en un telecabina y después te acortan el trazado con un minibus. Nos lleva cerca de una hora pasar toda la operación (control de acceso, telecabina y minibus). Empezamos la visita a eso de las 12:00 hrs. Por el momento todos nos encontramos estupendamente. El mal no nos azota! Qué suertudos somos! Vemos a numerosos chinos apurando el contenido de los frascos - tocomoche y algunos que llevan un aparatoso y enorme insecticida. Ya vemos que toda precaución es poca... Ay no... si no es un insecticida... Resulta que son contenedores de oxígeno por si te azota el mal de altura... Llevan una mascarilla acoplada. Le pregunto a Jerry cuanto cuesta la broma: 500 yuanes de nada... Por Tutatis! Mientras no se nos caiga el cielo encima!
Huanglong es un valle de unos 4 kilómetros, situado a 3000 metros de altitud. Significa DRAGÓN AMARILLO. Este nombre surge de las rocas amarillas fruto de la calcificación y de los minerales depositados por el paso del río por el valle. El parque cuenta con cascadas y unas preciosas pozas escalonadas. La visita se inicia pasando por unas pasarelas. Pronto comprobaremos que será una constante en todos los parques que visitemos. Nada de camino rural. Ni senderos. Ni puentes naturales. Todo pasarelas a lo largo de centenares de kilómetros. Un trabajo de chinos, ciertamente. Y lavabos cada dos por tres. Y papeleras. Y personal de limpeza por todas partes. Y puestos de comida. Y cámaras de seguridad suponemos que para pillar infractores, como por ejemplo algún inconsciente al que le ocurra la idea de pisar un trozo de tierra o una roca. David las detecta enseguida y nos recuerda: “el gobierno, gobierna”. Y nada de drones, por supuesto.
La primera parte de la visita a Huanglong es un trazado circular que te lleva a una zona excavada en lo más alto del valle. Allí te encuentras una primera zona de pozas de rocas amarillas y con agua cuyo color oscila entre el azul y el verde según la luz. Es muy hermoso la verdad. Fani y Laura se sientan un rato en la pasarela a admirar el paisaje; un grupo de estudiantes chinos se acercan a entablar conversación. Preguntan de donde somos. Les decimos que de España. Se miran con estupefacción. Y eso donde cae? Por Europa les decimos... Por ahí se sitúa algo mejor...
Junto a la zona de pozas, hay un templo budista, el de Huanglong. Le echamos un vistazo. Los niños ya tienen hambre y queda claro que no vamos a comer en un restaurante. Empezamos a picotear los snacks que llevamos encima. Tienen mucho éxito entre los peques las salchichas que les compramos en los puestecitos que hay por el camino. A 10 yuanes cada una en la parte alta del valle. Calentitas y recién hechas! Eso sí, sin pan. Jerry nos explica que llevar la comida a esas zonas es costosa y por eso el precio sube. Al cabo de un rato nos topamos por el camino con un hombre forzudo que lleva en la espalda unas cuantas cajas de salchichas. Las subre a peso, ladera arriba. Con tanta modernización, sorprende esta rudimentaria forma de transporte. Usa una especie de palo - pedestal para hacer altos en el camino. Es sin duda nuestro ONE SAUSSAGE MAN!
Una vez hecho el recorrido circular, Jerry nos invita a volver a la zona de los minibuses para regresar cómodamente y gratuitamente al parking. Le preguntamos qué otra opción tenemos y nos contesta que podemos bajar caminado por las pasarelas en un recorrido de unas 2 horas. Se queda mirando a nuestros niños como dudando de sus facultades. Queda claro que está intentando por todos los medios acortar la excursión. Nosotros tenemos clara nuestra elección. Haremos la ruta caminando. Sobornamos a los peques con más salchichas y empezamos el descenso por el valle. Jerry va siempre delante y marcando un buen ritmo. Pronto comprende que es inútil acelerar; el ritmo lo marcamos nosotros.
El descenso nos regala unas espectaculares vistas del valle y del parque de Huanglong. Más pozas, cascadas de agua amarilla y el paso del Dragón Amarillo. Está muy nublado, pero el tiempo aguanta y no arranca a llover. Por el camino nos encontramos con más Hombres Salchichas. Ahora el precio en las tiendas ha pasado de 10 a 8 yuanes; se nota que ya estamos cerca de la salida. Aguantamos sin problemas el paseo y llegamos al final a eso de las 15:00 hrs. Ahora toca coche hasta el hotel, situado en la misma población del parque de Juizhaigou. Son 2 horitas. Toca siestear y repasar las impresionantes fotos que acabamos de hacer. Hacemos una parada en un supermercado para comprar unos snacks, pues ya no tenemos ni tiempo ni restaurantes abiertos para comer.
El hotel está muy cerca de la entrada del parque: mañana no toca coche. Podremos ir a pie. Quedamos con Jerry a las 09:00 hrs pues llevamos demasiados madrugones a nuestras espaldas y toca estar frescos (está previsto un recorrido de 8 horitas).
De repente se pone a diluviar. Nada de aventuras para buscar un lugar para cenar. Los niños están encantados: hay un McDonalds al lado de la entrada del hotel. Para desgracia de los papis, no hay excusa. Y con más motivo tras haber aguantado tanto el madrugón como la caminata del día. Bueno... con tanta lluvia... mientras el cielo no se caiga sobre nuestras cabezas... Por Tutatis!
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