5 de julio de 2024

CHENGDÚ: PANDA WORLD

Días 04 y 05 de Julio del 2024

El 04 de Julio es otro de esos días en que toca traslado largo. Con Jerry quedamos a las 07:30 hrs am tras desayunar en el buffet del hotel. Nos esperan 3 hrs de coche desde Juizhaigou hasta la estación de tren. La carretera está en excelente estado pero no se puede correr mucho (sólo un carril por sentido y hay camiones y tramos en obras).

Lo que viene después ya nos lo sabemos del viaje de ida: hora y poco de tren hasta Chengdú y traslado al hotel en taxi atravesando los 5 anillos de la ciudad hasta llegar al centro. Quizá destacar el “incidente del ascensor” en la estación de tren de Juizhaigou: como vamos muy cargados y no hay escaleras mecánicas de subida, decidimos usar el ascensor. Como hacen el check in tarde (de hecho es inexistente para no retrasar la salida del tren) todos accedemos al andén sin mucho tiempo. No es que haya mucha cola para subir en ascensor pero ya sabemos como las gastan los chinos: nada de filas organizadas: todos en tropel y a usar el body block para ganarse la posición, con los consabidos intentos de colarse por los laterales. Realmente es agotador. Hay un policia que, en lugar de hacer su trabajo, no tiene otra idea que quedarse mirando el “espectáculo” hasta que decide regañar a Fani por bloquear el intento de colarse de una señora por su lateral con un hábil maletazo. Fani no se deja amedrentar y se mantiene firme. Logramos entrar los 4. Nos estamos adaptando al medio aunque es todo bastante lamentable.

Tenemos una estancia de 2 noches en el mismo hotel que hace 3 días. Esta vez no tienen la habitación preparada, por lo que dejamos las maletas en recepción y nos vamos a comer a la zona de ocio de siempre. Como es tarde, está casi todo cerrado. Los niños nos insisten en comer en un Kentucky: esta vez nos sale cruz porque el pollo rebozado viene especiado y pica mogollón. Lástima. Esta vez cae café y tarta en el Starbucks. Compensación?

Hacemos cuentas del dinero que nos queda y decidimos ir al banco más cercano a cambiar nuestros euros por yuanes. Optamos por dejar a los peques en el hotel y evitarles la gestión. Contraseña: cambiamos “pez espada” por “pastilla azul”. Les ponemos deberes de colada y les dejamos merienda (hemos pasado por el supermercado). De camino con el taxi, hemos visto varias sucursales bancarias en el camino principal. En la primera nos dan calabazas, pero nos remiten al banco de Chengdú a escasos metros. En la sucursal del banco de Chengdú nos dicen que no nos  pueden hacer el cambio, pero tienen otra cerca más grande donde sí pueden. Confirman por teléfono y una de las empleadas nos acompaña. Son casi tres travesías y hay que cruzar una amplia avenida, muy transitada. Es toda una aventura. La empleada,  muy simpática y uniformada, nos hace de forma tímida alguna pregunta sobre nuestro viaje en inglés.

La sucursal es más grande y hay más gente trabajando que clientes. Los más jóvenes atienden fuera y en las cajas. Dentro hay empleados de mayor edad. Hay un chico que habla inglés y que releva a nuestra simpática acompañante que se despide de nosotros. Cogemos tanda para esperar que nos atiendan en mostrador. Ya llevamos una hora de gestión. Al poco, nos invitan a acercarnos a un mostrador donde entre el chico que habla inglés y una empleada que hay tras el mostrador inician la árdua de tarea de rellenar formularios con los datos del pasaporte de Fani. La operación es larga y tediosa. Nos recuerda a la toma del perezoso de la peli de Zootropolis. Avisamos a David por telefóno de que la cosa va para largo y de que no se olvide de hacer la colada. Volvemos caminando al hotel: hemos tardado hora y media y son casi las 18:00 hrs.

Esta vez la habitación que nos dan tiene terraza exterior con una bañera. La llenamos y salimos con los bañadores: las vistas no son gran cosa y no hay privacidad, pero es lo más cerca que vamos a estar de una piscina en mucho tiempo. Nos metemos los 4 en remojo y pasamos un rato divertido.

Acabamos el día cenando en nuestro restaurante japonés habitual de la zona. Ya nos empiezan a conocer. Nos obsequian con un plato de sandía y esta vez nos da la impresión de que las raciones son algo más generosas. Los niños ya son unos expertos cocineros y es bastante entretenido ir comiendo al tiempo que cocinas.

Intentamos no ir a dormir tarde aunaue al final se nos hacen las 23:00 hrs. Al día siguiente tenemos Tour privado por Chengdú con Civitatis. Hemos quedado con Pablo a las 07:00 am. Es un chino de 30 años muy simpático y que habla un muy buen español. Enseguida congeniamos con él. Salimos sin desayunar y tardamos 30 minutos en llegar a nuestra primera y gran parada del día: la Reserva de osos panda. Pablo nos comenta que hemos tenido mucha suerte: ayer el Panda más famoso del parque cumplía años y vino un montón de gente a verlo. Se ve que el parque se colapsó y hubo gente que empezó a hacer cola la noche anterior. Resulta que la osa Panda en cuestión es influencer y la gente se volvió loca. Vaya tela!

Por el camino, Pablo nos explica muchas cosas sobre la vida de los Pandas. Los niños escuchan con mucha atención. Los vemos con las expectativas muy altas. Hay 2500 osos panda en China, de los cuales sólo el 40% son salvajes. Son considerados un Tesoro Nacional y cazar uno conlleva la pena de muerte. Su alimentación es esencialmente bamboo: comen 17 kg al día y se pasan 10-12 hrs masticándolo; el resto lo emplean durmiendo (en la Reserva han ideado un pastel de bamboo con más nutrientes para complementar su dieta). Su expectativa de vida es de 20 años (los salvajes) y más de 30 (los demás). El embarazo es variable: oscila entre 3 y 11 meses y suelen dar a luz a prematuros de 100 gramos de media. El primer año crecen muy rápido, hasta 50 kg. Si salen gemelos (50%) sólo uno será cuidado por la madre, con el que se vuelca los siguientes 4 años (no tendrá ninguna pareja durante todo este tiempo). Los salvajes sólo dan a luz entre los 4 y los 16 años (máximo 4 descendientes por hembra panda). También nos habla del Oso Gato o Panda Rojo: en el mundo quedan menos de 10000 y la mayoría están concentrados en la Sierra del Himalaya, aunque también tienen en la Reserva.



Es muy reomendable llegar bien prontito al parque: no sólo para evitar largas colas, sino para ver a los osos despiertos y desayunando. En la Reserva los tiene en zonas delimitadas con parte interior (climatizada) y otra exterior. Cuando empieza a apretar el calor - temperatura por encima de 26º - los cuidadores los acompañan a la zona interior y la mayoría se ponen a dormir. Para verlos activo hay que llegar prontito, que es justo lo que hemos hecho. El parque es enorme y hay que caminar mucho. La distancia entre pabellones es grande y el recinto está muy bien cuidado, con plantaciones de bamboo. Enseguida damos con los osos pandas. Nos encontramos a bastantes comiendo bamboo: sentados y usando las manos para partir el bamboo. Es muy divertido verles comer. Vemos algunos ya durmiendo. También vemos algunos jugueteando entre ellos y otros moviéndose. A pesar del tamaño son bastante ágiles y no les cuesta nada trepar por los árboles con la fuerza de sus brazos. No lo consideramos solo un centro de crianza ( hay muchas críticas en internet sobre la ética del parque ). Además tienen un programa de reinserción del oso panda en la naturaleza. Los que padecen algún síntoma de estrés, están en otra zona del aprque no abierta al público.

La instalación ha cambiado bastante desde que vino Fani: ahora están más alejados del turista y las instalaciones están más protegidas. Nos parece estupendo. Esto es una Reserva y lo primero son los osos. Tras 2 horas de recorrido (se han pasado literalmente volando), hacemos una parada para desayunar en una cafetería de la Reserva. Pedimos café y unas enormes madalenas que sólo Jordi consigue acabarse. Ya tocaba!

El resto de la visita nos lleva a recorrer algún pabellón más con osos pandas (son cerca de las 10:00 hrs y ya muchos duermen), zonas de bosque con bamboo y finalmente llegamos a la zona del Panda Rojo. No se deja ver mucho (la mayoría se esconde tras los árboles) pero finalmente damos con uno que pasa delante de nuestras narices. La visita la terminamos en la tienda de la Reserva comprando de todo. Imposible resistirse! Son más de las 11:00 hrs y hemos pasado más de 4 hrs dentro de la Reserva.

Nuestra siguiente parada nos lleva a uno de los sitios más famosos de Chengdú, a los callejones ancho y estrecho (Wide a Narrow Alley): se trata de una zona con casas de estilo tradicional de cerca de 500 años de historia. Recorrerlas es más que recomendable aunque la reforma que ha sufrido la zona ha conllevado que prácticamente la totalidad de las casas ahora son tiendas y suponen un evidente reclamo turístico. Eso sí, son de productos locales. Destacan tiendas de artesanía y ebanistería, pastelerías, casas de té y tiendas de souvenirs. También hay restauración y tiendas gastronómicas con degustación especializadas en determinados animales (véase pato o conejo). Tiene mucho éxito con Laura y Jordi una juguetería especializada en unos mini - funkos que se ve que están muy de moda en china; nuestros “peques” caen irremediablemente y se hacen con un par. La visita resulta muy entretenida y se pasa volando.




Después nos vamos a visitar el People´s Park o parque del pueblo, para pasar allí el resto de la mañana. Es mediodía y hace mucho calor; aun así está bastante animado. Lo primero que hacemos es ir a comer a un restaurante del parque. Pablo nos lleva a uno con opciones variadas y a la carta. Está todo en chino y abarrotado. Menos mal que estamos con Pablo: nos ayuda a pedir y nos consigue una mesa en la planta superior que compartimos con una pareja de chinos mayores. Comemos los 4 por 84 yuanes: 3 boles de fideos y un plato de dumplings, incluyendo las bebidas (refrescos y cerveza). Esta comida se convertirá en una de las mejores del viaje si tenemos en cuenta la relación calidad - precio.

Después damos un paseo por el parque. Encontramos gente jugando a cartas y a una especie de ajedrez chino. Hay un jardín de bonsais espectacular. También hay un corredor con anuncios de chicos / chicas que buscan pareja y presentan su curriculum y requisitos. Hay padres mirando las fichas expuestas (formularios rosa para las chicas y azul para los chicos) y haciendo más de una foto. Pablo nos explica que aquí pasar de la treintena sin casarse está mal visto y que él está sufriendo ya la presión de su familia (aunque no tiene el menor interés en encontrar pareja).




Son las 14:30 hrs y el Tour está próximo a acabar. Tras conversar con Pablo sobre las diferentes opciones que tenemos, optamos por pedirle que nos lleve a una zona céntrica donde hay un centro comercial y un templo budista, para acabar de aprovechar el día. Por el camino tienen el detalle de parar un momento en el hotel para que Jordi suba a dejar los bultos (vamos bastante cargados de las compras de las tiendas de souvenirs).

El centro comercial que visitamos está en el famoso edificio IFS. Pablo nos explica que es famoso por el Panda que hay en el lateral del edificio, llegando al techo. La gente sube a hacerse fotos en la terraza superior para demostrar que han visitado Chengdú. El centro comercial es espectacular: 7 plantas llenas de tiendas con todas las marcas que uno pueda imaginarse. Todo es ultramoderno, especialmente la parte de electrónica. Escaleras mecánicas, chinos trajeados y lavabos impolutos. Igual que en España pero a lo bestia. En la terraza superior hay cola para hacerse una foto con Panda Kong; de hecho hay que pagar por ella y te la hacen. Nosotros pasamos de este reclamo turístico y lo fotografiamos de lejos, que que queda igual de chulo. Hay más esculturas modernistas y te puedes pasear por allí libremente; pero hace mucho calor y dentro se está fresquito con el aire acondicionado.


Acabamos nuestro Tour visitando el Monasterio Budista de Wenshu. Está junto al edifico IFS y está integrado con otro centro comercial que lo flanquea, cual muralla, con decenas de tiendas de marcas. Está todo al aire libre: la zona de tiendas (de 2 plantas) rodeo la zona del monasterio que está constituida por diversos templos. La recorremos tranquilamente (Jordi no tanto que está con una indisposición; menos mal que los lavabos de la muralla - comercial están de lujo). Es un contraste brutal pasear por allí: templos budistas rodeados de edificios comerciales, con rascacielos a lo lejos. Paramos en una cafetería a descansar; Laura se pone las botas con un yogur con topping (gominolas, lacasitos, frutos secos).



Pedimos un taxi por la aplicación wechat-didi y volvemos al hotel. Es viernes por la tarde y es hora punta. Tardamos un rato. Caos total: multitud de coches haciendo zig-zags imposibles (nuestro taxista no es la excepción), motos que se cruzan, cambios de sentido de 180º en plena recta, semáforos aparentemente en rojo, ... Nada que no hayamos visto ya, pero no por ello deja de sorprender. Al que se vuelva a quejar del tráfico en Barcelona que se pase por aquí!

Por la noche, volvemos a cenar por cuarta y última vez en “nuestro” restaurante japonés. Como es viernes por la noche, está lleno y no hay mesa. Como nos conocen, nos invitan a sentarnos en una mesa que tienen en la terraza a esperar mesa. Nos traen un plato de sandia. A los  15 minutos ya estamos sentados dentro y pidiendo. A modo de despedida, nos pedimos uno de los especiales de la casa: una enorme figura de un ternero que trae una selección de sus carnes. Ya somos unos expertos con las brasas y nos ponemos las botas!

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