10 de julio de 2023

SALARY BAY: DE BALLENAS, ARENA Y PUESTAS DE SOL

Días 08, 09 y 10 de julio del 2023

Tras un descanso más que merecido, nos pegamos un super desayuno en nuestro alojamiento del Laguna Blu. Zumo de limón natural, tostadas de pan bien tiernecitas, fruta, bizcochitos caseros y café / chocolate con leche según gustos. Las vistas desde la terraza de recepción son muy chulas. ¡Lástima que nos tengamos que marchar!

Andry nos informó anoche que nos queda una ruta hasta Salary de unas tres horas en jeep hasta nuestro siguiente alojamiento. La pista es costera y alterna tramos pedregosos con otros de arena. Hay que estar cambiando la tracción del vehículo cada dos por tres. Pasamos por diferentes aldeas donde la gente nos saluda, animada. Tienen sus propiedades valladas con palos, arbustos, cactus o ramas y dentro puedes encontrarte diversas casas, la mayor parte hechas de madera y troncos secos. No son muy grandes. Son como las del cuento de los tres cerditos. Hay grupos de niños jugando, mujeres transportando bultos sobre sus cabezas y gente mayor arreglando casas. Hay algunos hombres descansando en bares improvisados; suponemos que el resto debe estar faenando en el mar. Vemos cabras, cerdos, gallinas y algún que otro cebú.

Nuestro alojamiento es el Salary Bay. Está formado por bungalows de playa. No son muy lujosos, pero si funcionales y con agua caliente. Lo que mola del hotel es el emplazamiento: se sitúa justo en una zona donde confluyen 2 playas de aguas transparentes llenas de cangrejos, algas y algún que otro pececito. La barrera de coral está bien lejos, por lo que vemos las olas romper en la lejanía. La marea baja por la tarde, por lo que es ideal disfrutar del agua por la mañana. Además, estamos situados justo enfrente de la puesta de sol. Las disfrutamos cada tarde.





En el edificio de recepción tienen el restaurante. Los platos están elaborados con gusto y está todo buenísimo. La pega es que como no tienen competencia cerca, los precios están muy inflados para lo que es la isla. Lo regenta una francesa llamada Michèle muy atenta y amable. Como vamos algo justos de efectivo, acordamos pagarle por transferencia al final de nuestra estancia. Menos mal. Por el salón principal se pasean una perra llamada Bella y cuatro gatos. Los niños se lo pasan bien con tantos animales de compañía.

En el Salary Bay pasamos un total de 3 noches. Todo un respiro después de tanto coche y tanto cambiar de alojamiento. A todos nos viene bien, especialmente a los niños. El plato fuerte de nuestra estancia es una excursión que contratamos para ir a ver ballenas en alta mar. La hacemos en el barco de Fred, un francés que es la viva imagen de Popeye en la vida no animada. Su embarcación es ideal pues es espaciosa y rápida. La hacemos el domingo 9 de julio por la mañana. Nos acompaña otra familia (vienen expresamente de otro hotel ya que es la única embarcación de la zona que la ofrece esta excursión) y un fotógrafo francés (Bernard) que tiene una cámara que dispara ráfagas de instantáneas y un dron para fotos aéreas. Bernard y Fred parecen hermanos. Nos explican que llevan más de 30 años en la zona y que su pasión son las ballenas y la navegación. El coste de la excursión son 50 euros el adultos y 25 euros el niño.

Las ballenas que hay en la zona son las jorobadas y hay un montón. Como el mar está tranquilo y no hay nada de viento, enseguida las vemos en la lejanía. Primeros vemos sus chorros de aire, pero enseguida vemos un festival de saltos. ¡Para allá que vamos! Nuestra observación se puede resumir en 3 partes: en la primera seguimos a 2 ballenas que van nadando juntas: vemos mucho soplo y el característico aleteo final para sumergirse. En la segunda nos encontramos con una ballena que nos obsequia con varias apariciones; no se anima a dar ningún salto. ¡Lástima! En la tercera parte nos topamos con una ballena que se encariña con nosotros y navega un rato a nuestro lado. En una de las veces nos sorprende pasando por debajo de nuestro barco. Todos aguantando la reespiración. ¡Para flipar! El capitán nos confesará después que se angustió un poquito en ese momento… Es una pasada. Además, en una de sus apariciones nos regala un salto delante de los ojos de nuestros peques. La verdad es que la excursión es todo un exitazo. Hay ballenas por todas partes. En esta época se reúnen para aparearse. Los macos emiten sonidos para embelesar a las hembras. Por eso hay tanta actividad en el mar. Hay piraguas de pescadores faenando cerca. Es curioso ver lo lejos que se adentran en el mar y el poco miedo que les tienen a los cetáceos. La caza de ballenas está prohibida y tanto Fred como Bernard nos explican muchas cosas sobre ellas. Les llena de satisfacción que haya tantas. 






Cuelgo también las fotos de Fred que son espectaculares:



Nos lleva casi 3 horas hacer el safari de ballenas. Al final, ya de regreso, nos paran en una zona sobre coral para hacer un poco de snorkel. La verdad es que estamos tan acalorados que los papis no nos lo pensamos dos veces, aunque el agua está muy fría. David y Laura no se animan. No nos extraña. El agua está helada. Bajo la superficie vemos coral y gran variedad de peces.

El segundo día lo dedicamos a no hacer nada. Nada de nada. ¡Que ya tocaba! Hacemos la colada y luego nos vamos a disfrutar de un día de playa. Tienen una zona de hamacas donde tomamos el sol y leemos. Nos dejan una pelota de vóley para jugar en la cancha arenosa que tienen. Empiezan los peques, pero acabamos jugando todos. El agua está fría, pero nos acabamos metiendo todos. Ayuda mucho la colchoneta de viaje que llevamos. Mola mucho pasear por la playa y recoger alguna que otra concha. Y lo mejor de todo es que no hay nadie más. Nadie.  ¡Ni un solo turista más! En el hotel también estamos solos dos de las tres noches. ¡Todo un lujazo!






 










Por las tardes, después de descansar, nos dedicamos a pasear por la playa y gozar de la puesta de sol. La segunda tarde, paseamos por la playa que está en la vertiente más al sur y allí alcanzamos una aldea local. Hay un montón de piraguas y vemos como muchos pescadores retornan de faenar a esas horas. Algunos vuelven con pesca, pero otros sin nada. 

Una anécdota divertida nos pasa la primera noche. A las 3 am, Fani oye un ruidito en la maleta. Como si alguien estuviera revolviendo las cosas de la maleta. Enseguida llama a Jordi, preguntando si es cosa suya. Cuando éste le contesta desde la cama del piso de arriba, Fani literalmente se acojona. ¡Han entrado a robar! Que hayamos visto a un hombre con metralleta patrullando por el hotel o ver los carteles donde recomiendan dejar las cosas de valor en la recepción del hotel, ayuda a pensar mal. 

Pues va a ser que no. Afortunadamente. ¡Es un gato! Resulta que se ha colado por la parte del tejado (queda abierta) y estaba chafardeando. Cuando nos ve se asusta y no tarda en salir pitando. Al día siguiente, Michèle nos explica que lo más probable es que haya sido su gata Mimi. No volvemos a tener más intrusiones.

Los 3 días en el Salary se pasan volando. Solo coincidimos con más turistas en la comida del primer día y la noche del último. Estando tan solos, parecía que estuviéramos invitados en la casa de Michèle. Realmente nos hace sentir como si fuera nuestra casa. Para el recuerdo quedará recorrer sus playas sin más gente que locales, las imponentes ballenas jorobadas y unas puestas de sol de cine.


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