5 de diciembre de 2022

DE DINOSAURIOS Y HIELO

Empezamos nuestro segundo día en Londres con un desayuno en el apartamento y contemplando las vistas desde nuestro ventanal. Estamos en un 16º piso y la verdad es que son de impresión. Hoy parece que el tiempo ha mejorado algo aunque ni rastro del sol por el momento. 

No tardamos en ir a pillar el metro. Después de la jornada de ayer, ya empezamos a cogerle el tranquillo. Se nota que ya es día laborable y hay más gente por todas partes. Aun así los vagones no están a petar y vamos sentados la meyor parte de las veces.

Hoy nos toca ir a visitar el Museo de Historia Natural. Lo primero que nos sorprende es el propio edificio en sí: enorme y de arquitectura victoriana. El hall principal es grandioso y de él parten pasillos laterales y escalinatas a los pisos superiores. Sólo por eso ya vale la pena. 


Nos queda claro que podremos pasar un rato entretenido visitándolo pero que ni por asomo podremos recorrerlo entero. La entrada es gratuita y te registran la mochila en la entrada. Como todo son interiores pasamos por el guardarropía para dejar chaquetas y la propia mochila (nos cobran unas diez libras). El precio de la mochila depende del peso. 

Nos hacemos con un mapa (te piden una libra) y empezamos a recorrer el edificio. Vamos directos a lo que para nosotros es el plato estrella: la exposición de dinosaurios. La exposición destaca por los esqueletos: los hay de todo tipo pero los más chulos son los del tricerátops, el del Tiranosaurus Rex y el del iguanodón. Hay paneles explicativos que seguimos con bastante interés. 


Lo que ya se va algo de madre es el animatronic del Tiranosaurus Rex en una sala aparte: te lo presentan disfrazado de Papá Noel y la verdad es que a nosotros el invento no nos convence en absoluto. Cuando salimos nos quedamos algo intrigados: ¿ y Dippy? ¿ Donde está? Se trata de la réplica de un diplodocus a escala real. Es tan popular que recientemente había estado de gira por todo el país. Nos enteramos de que ha vuelto al Museo pero por tiempo limitado ya que en enero está prevista otra gira más por el país. Pues nada... A verlo! Resulta que lo tienen puesto en una sala solo para él. Cuando damos con ella la verdad es que flipamos bastante. Aparte de que es enorme, lo tienen expuesto con mucho mimo. Lo puedes rodear 360º y las luces del techo van cambiando de color, provocando un efecto muy bonito. 

Después nos vamos a explorar las salas de animales. No son tan impresionantes como nos imaginábamos. La verdad es que, en nuestra opinión, el Museo de Historia Natural de Viena es mucho más espectacular, con muchas más salas y con una exposición mucho más amplia. Teníamos el recuerdo sobretodo de la sala de los insectos. Nuestra visión está claramente sesgada. No nos gustan los zoos para nada y en nuestro safari a Kenia- Tanzania del año pasado, vimos animales impresionantes en libertad. También en Sri- Lanka y Japon, hemos disfrutado de la experiencia de poder verlos muy de cerca. En un museo, estáticos y sin brillo nos ha resultado...raro. 

Si salvamos las impresionantes maquetas de los animales marinos, con una ballena a escala que ocupa casi toda la sala central de una de las exposiciones principales. También mola bastante poder ver las maquetas de los dodos, ya extintos. Cuando estuvimos en Mauricio nos hablaron mucho de ellos.  No sabíamos que se extinguieron a causa del hombre.


A los niños les gusta bastante, aunque a ellos también les han molado más los dinosaurios. Terminamos la visita haciendo fotos del hall principal desde los pisos superiores y viendo el trozo de sequoya que tienen expuesto en lo más alto de la escalinata. Jordi se aventura a entrar en la sala de minerales: seguro que a un experto le parecería muy interesante. Nostros decidimos dejarlo aquí.


Como son casi las 13:00 horas y el hambre aprieta, buscamos restaurante cerca del museo. Encontramos uno tailandés: el Thai Square South Kensington. Conseguimos mesa de milagro (la última!). Comemos superbien: los platos principales de arroz y noodles vienen bien cargados y los compartimos con con David. Laura no está tan entusiasmada pero no le hace ascos a los pinchos de pollo con el bol de arroz de guarnición.

Después nos vamos ya para el Hyde Park. Se trata de un parque enorme situado en una zona céntrica de la ciudad, si es que Londres tiene centro claro. Nos encontramos con la sorpresa de que el tiempo mejora y sale el sol. Paseamos un rato, lejos de la gente y de la circulación de coches. La zona está muy tranquila, la verdad.


Nos dirigimos al Winter in Wonderland. Se trata de un parque de atracciones que sólo abre para Navidad y que está en uno de los extremos del parque, junto al lago. No tardamos en identificarlo, con su noria, sus atracciones y sus luces a lo lejos. Se acabó la paz y la tranquilidad... ahora toca dar rienda suelta a la diversión! De camino nos encontramos con unas simpáticas ardillas que se acercan a la gente sin ningún tipo de miedo.

Ya teníamos las entradas al parque comparadas con antelación. En el control de acceso nos las chequean. Está todo muy bien organizado. Hay hasta una aplicación que se descarga Jordi para poder acceder mejor a los tickets de las atracciones que hemos comprado también con antelación (la noria y el espectáculo de esculturas de hielo). Son casi las 15:00 hrs pero hay muy poca gente en el recinto. Todavía es de día. Después de hechar un rápido vistazo al parque, no tardamos en subirnos a la noria. Muy chula: tardas un pelín en subir, pero luego la disfrutas un buen rato y da varias vueltas. La vistas del parque y de los alrededores desde los alto merecen la pena.




Después los niños prueban suerte en uno de los stands de la feria. Hay que encestar una vez. 10 libras 4 intentos! La verdad es que se pasan un poquito. Ambos hace 2 tiradas y están apunto de lograrlo en el segundo intento. Lástima! Se lo toman con buen humor.

Después Laura nos pide marcha: ha visto una montaña rusa desde la noria que le ha hecho tilín. Nos acercamos a hecharle un ojo y la verdad es que se ve muy inocente (la del ratoncito Maus). Decidimos subir los 4. Nos cobran cerca de 30 libras por los 4 (la verdad es que se pasan un montonazo!). La espera para subir se hace muy amena porque la misma pasarela es una atracción con suelo deslizante y obstáculos varios. Nos subimos los 4 en el coche: los niños delante y los papis detrás. Pronto descubrimos que ha sido un error: el coche va más rápido de lo esperado y coge mucha velocidad en las curvas. Así se da una escena muy cómica (recordada a posteriori) en la que los niños se ríen a carcajada limpia mientras los papis gritan de terror ante la posibilidad de que salgan despedidos en cualquier momento. La verdad es que los aproximadamente 2 minutos de recorrido se nos hacen eternos a los mayores. Al bajar los niños siguen riendo, mientras nos recuerdan que se lo piensan contar a todo el mundo al llegar a España. Uy!


Después decidimos ir al Palacio de hielo para ver las estatuas. Toca relajarse un poco y que mejor manera de hacerlo a -10º. El recorrido es cortito y lo haces en unos 15 minutos si no te entretienes mucho. Se pueden hacer fotos muy chulas pero aviso: hace tanto frío que las manos se te congelan rápido sin los guantes. Al final te dejan tirarte por un pequeño tobogán de hielo: Jordi y David se animan aunque hay que hacer un poco de cola. Como David lleva pantalón tejano no se desliza tan bien...

Decidimos ir a merendar a una de las zonas de bares. David se coge patatas fritas, Jordi un chocolate caliente y Fani y Laura comparten una crèpe de chocolate. Son casi las 18:00 hrs y empezamos a estar cansados. A la salida nos cruzamos con centenares de personas que a esa hora entran al parque. Es una pasada ver tanta gente. Menos mal que entramos al mediodía...

Ya es de noche pero no es tarde, así que decidimos caminar hasta la famosa avenida de Harrods. Las calles están espectaculares. Nos da por entrar a curiosear pero duramos poco. Tanta tontería, glamour, exceso y marcas nos abruman. 




Los niños están rebentados a la llegada a Stratford. Les pedimos un último esfuerzo para comprar un poco de cena en el supermercado del centro comercial. No nos entretenemos más y pronto estamos en el aparthotel degustando un baño bien calentito y una cena informal. Con tanta emoción se nos ha pasado el día volando...

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