3 de julio de 2022

OLIMPIA; DONDE LA LLAMA OLÍMPICA

Pasamos del desayuno en el hotel y, tras hacer el check out, nos tomamos un croaissant y un café (¡café! ¡sí!) en una cafetería – panadería local del centro de Delfos. Mucho mejor así. Lo de desayunar un huevo duro no nos va demasiado :)

Después emprendemos la ruta hacia nuestro alojamiento en Olimpia. Tardamos cerca de 3 horas. La mayor parte lo hacemos por la carretera de la costa hasta Patras, donde cruzamos el Egeo por un puente muy moderno (nos cobran 13 euros a la entrada). Después toca carretera secundaria. Aquí la gente se salta la doble línea contínua para adelantarte en vías de doble sentido. Te tienes que apartar cerca del arcén para dejarte adelantar y si no lo haces te pitan. Sorprende ver que muchos vehículos pesados suelen hacerlo (parándose si es necesario y se puede par dejarte pasar ).

Nuestro alojamiento es el Bacchus Hotel. La primera sorpresa es descubrir que no está en Olimpia a diferencia de lo que anuncian en su web (publicidad engañosa). Está en el pueblo de Ancient Pisa. A 5 minutos de las ruinas en coche, pero lejos del meollo de la ciudad de Olimpia. Eso es bueno si buscas tranquilidad, pero malo ya que en el pueblo no hay mucha oferta gastronómica (sólo puedes comer en el hotel) y no hay tiendas. Es como una urbanización. Después descubrimos que para acceder a la habitación desde el complejo principal (entiéndase recepción – restaurante – piscina) hay que cruzar la carretera. Un rollo. Lo demás muy bien: habitación amplia y espaciosa, restaurante con una terraza con vistas de ensueño y piscina con tumbonas. Al final acabamos haciendo las comidas allí para no tener que conducir de noche (no nos apetece). Los platos del menú son muy abundantes así que acabamos compartiéndolos. El desayuno aquí ya vuelve a ser normal. Menos mal.

Después de una buena comida y de darnos un refrescante chapuzón en la piscina, nos plantamos en el complejo arqueológico de Olimpia a eso de las 18:00 hrs de la tarde. Escogemos esa hora porque hace menos calor y venimos del golpe de calor de David del día anterior. Es mejor idea. Nos cobran 12 euros por adulto (los niños entran gratis) y la entrada incluye acceso al museo arqueológico (éste lo dejamos para mañana pues no da tiempo de visitarlo todo; cierran a la 20:00 hrs). No hay problema en validar el ticket al día siguiente.

A pesar de ser más de las 18:00 hrs sigue haciendo bastante calor y se nota. Además, tanto Fani como los peques ya empiezan a estar algo cansados de tanta ruina. Y se nota. Jordi no pierde el interés. Podría estar recorriendo el complejo durante horas. De los complejos que hemos visitado hasta ahora, nos atreveríamos a decir que es el más “flojo” y prescindible. Sé que este comentario puede generar polémica dada la importancia del recinto y su significado. Eso no lo negaremos. Pero quizás se trate del recinto que tiene los edificios “peor” conservados. A no ser por las maquetas y planos la verdad es que cuesta hacerse una idea de cómo era el recinto. Sin ir más lejos, el templo más importante, el de Zeus, está en ruinas y no presenta ni una fachada en pie (en la Acrópolis los templos estaban “más enteros”). La parte de los edificios que albergaban las ofrendas y tesoros está también en ruinas (en Delfos se conservaba uno entero). De la gran pista donde se celebraban los juegos olímpicos no queda ni un solo graderío en pie (a diferencia del de Delfos, por ejemplo). Quizá salvaríamos la imponente puerta de acceso al estadio, el pebetero donde se enciende la llama olímpica y el edificio del gran patio de columnas, en la zona central. También llama la atención el edificio que albergaba el taller del maestro Fideas y de todo su séquito, donde fabricaron la estatua de Zeus. Se puede entrar dentro y, creedme si os digo que eso es noticia en Grecia, donde nos habíamos encontrado todos los edificios rodeados por un cordón o una valla. La estatua ya no existe, pero debió ser una pasada (se considera una de las 7 maravillas del mundo desaparecidas). Tras la visita (nos lleva un par de horas) volvemos al hotel a cenar y a descansar.




Al día siguiente hacemos el check out bien pronto y, con las maletas en el coche, nos vamos a visitar el museo arqueológico. Como ya nos había pasado en anteriores recintos, de nuevo la visita al museo vuelve a ser más que recomendable. Primero por la gran variedad de piezas que hay y segundo porque son visitas “refrescantes” muy agradecidas. Muy interesante todo lo que vamos descubriendo: desde una colección de cascos y armaduras de batalla, hasta piezas de cerámica, estatuillas diversas de ofrenda o esculturas imponentes. De las estatuillas, David nos explica que cada una representa al animal sacrificado como ofrenda. La parte más espectacular del museo es la sala central donde se conservan los frescos (parciales) de los pórticos del templo de Zeus y sus metopas. Esta última parte es la que más nos interesa pues se representan los doce trabajos que tuvo que hacer Heracles. Repasamos con Laura y David la lista de encargos, a cuál más espectacular. La metopa que mejor se conserva es la del episodio de las manzanas donde se puede ver a Herácles enredando a Atlas para que se las entregue y como Atenas (tras él) le echa un cable. De las estatuas a David y Jordi les encanta la de Hermes llevándose al niño Dionisio, de mármol y de más de 2 metros de altura (de nuevo con una sola sala para poder contemplarla con tranquilidad). De la visita, destaca igual que la del recinto la tarde anterior, que la hacemos prácticamente solos. Todo una experiencia.




Después nos ponemos en marcha con el coche hacia el sur, hacia la península de Mani. Son cerca de 3 horas de coche y la mayor parte por carreteras secundarias. La parte más pesada la hacemos al final: después de dejar la autopista y de pasar por la ciudad de Kalamata, hay que pasar un puerto de montaña hasta llegar a Kardamili, que es el pueblo donde nos alojamos. La verdad es que se nota que es domingo y que entramos en una zona de turismo local. Desde el coche vemos como tanto la carretera como las calles de la ciudad de están a reventar de coches y gente, por no hablar de los chiringuitos de playa. Esto en domingo es una locura. Ya veremos qué pasa mañana.

En Kardamili, nos alojamos en  Maison Viros. Su anfitrión, Nico, es muy atento y tiene el apartamento en perfecto estado. Es amplio y espacioso, de 2 plantas, con una cocina bien equipada y con una terraza exterior donde haremos la mayor parte de comidas. Nos sentamos con Nico en el porche y empieza a sacar un montón de mapas y a explicarnos y repasar con nosotros la zona. La verdad es que nos da un montón de ideas y en un periquete ya tenemos la agenda de nuestros próximos 2 días repleta de cosas que hacer.


Son casi las 15:00 hrs y tenemos mucha hambre. Salimos a buscar un sitio para comer. En menos de 10 minutos nos plantamos en la playa y vemos una taberna, Gialos, con vistas al mar, con un ambientazo de aúpa. Como les queda alguna mesa libre no nos lo pensamos 2 veces. ¡Al fin pescado! Nos pedimos unos calamares rebozados, pulpo a la brasa y unas croquetas de cangrejo que están de rechupete. Pedimos también ensalada griega y patatas fritas y lo compartimos todo entre los cuatro. Un lujazo, con vistas al mar.

Después pasamos por el supermercado a aprovisionarnos. Aquí da igual que sea domingo. Esto es como nuestro Salou y está todo abierto. Colocamos la compra en el apartamento y nos damos un baño en la piscina. Después toca paseo por la playa de Kardamili y puesta de sol. Muy bonita y tranquila. La poca gente que queda ya se está marchando. Lo único rollo es que es un paseo – carretera, con lo que tienes el inconveniente de que van pasando coches de vez en cuando. Pisamos arena y nos hacemos fotos. Esta vez decidimos cenar en el apartamento. 





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