8 de julio de 2022

NAXOS.: SUS PUEBLOS Y PLAYAS

Nos levantamos a las 08:00 horas con el desayuno en la habitación. Genial

A las 09:00 horas tenemos que ir a recoger el coche de alquiler. Llegamos hasta la oficina caminando. ¡Qué vacío que se ve todo a esas horas! Nos atienden enseguida y nos dan un Fiat híbrido bien pequeño y funcional (que es lo que necesitamos). Nos cobran 140 euros por usarlo un par de días. No tardamos en ponernos en marcha.

Circulamos por una carretera de montaña interior para explorar los pueblos de la isla. Es ancha y caben 2 coches de sobras. Hay poca circulación y no nos cuesta nada llegar a nuestra primera parada, el pueblo de Chalki. No es muy grande, pero sirve como primer adelanto a los pueblos de las cícladas, con sus casitas blancas y sus coloridos callejones. En el centro hay una zona de bares y restaurantes y una destilería donde elaboran una bebida típica de la región, el Citron. Como nos apetece caminar un poco, tomamos un sendero perfectamente señalizado que te lleva a una iglesia bizantina encantadora entre campos de olivos. Nos la encontramos cerrada pero el camino es muy chulo y vale la pena. Lástima; dicen que sus frescos son muy bonitos. De vuelta a Chalki, decidimos hacer un alto en un bar y tomar un tentempié. Jordi aprovecha para tomar una copa de Citron: es una bebida alcohólica de alta graduación, de color verde y que se sirve fría.


Nuestra siguiente parada es el pueblo de Filoti, muy cerca de Chalki. Este es mucho más grande y es muy bonito perderse por sus calles, cosa que hacemos. Para deleite de nuestros peques nos encontramos un montón de gatos. La zona más bonita es la de la iglesia y su plaza, a la que se llega por unas empinadas escaleras. Visitamos la iglesia (ojo a las referencias al caballero de San Jorge) y una simpática señora nos invita a visitar una casa – museo que hay junto a la iglesia. La visita es muy interesante porque la verdad es que teníamos ganas de entrar en una casa. Tiene distribuidas las diferentes habitaciones de la planta baja por temáticas: una con mobiliario tal como la habitaban hace un siglo, otra con motivos religiosos donados por la iglesia para su exposición, otra con objetos del campo para labrar y recolectar. Es como hacer un viaje en el tiempo. Hay azadas, tinajas, prensas, … De todo. La visita es gratuita pero puedes hacer algun pequeño donativo para la conservación del museo. 





Como son más de las 13:00 horas y tenemos hambre, decidimos ir a la plaza central donde se ubican varios restaurantes. Escogemos uno de acuerdo con los requisitos que hemos establecido entre todos: mesa en zona exterior, ventilada y sombreada y mantel de cuadros. Si tiene un cartel donde pone taberna y comida típica griega, mucho mejor. Estos son los items que te aseguran una buena comida :) Comemos muy bien: ensalada griega (para variar) y cordero: un plato estofado al limón y otro de costillas. De postre nos sirven sandía. La terraza está a rebosar de gente. ¡Menos mal que nos hemos sentado pronto! Los niños se entretienen dando de comer a los gatos que se pasean entre las mesas.

Después de comer decidimos que ya hemos tenido bastante y que mañana ya seguiremos explorando los pueblecitos. Bajamos con el coche de regreso hacia la costa oeste, en dirección a la playa. Nos hemos estado informando y las más vacías y bonitas están en la zona suroeste. Después de aparcar en un apeadero cerca de la carretera nos metemos en la playa Hawai. ¡Preciosa! No tiene servicios: nada de duchas o zona de tumbonas. Nos tenemos que apañar con las esterillas y toallas que llevamos. El agua está fresquita pero el hinchable que llevamos es irresistible para los peques. Acabamos todos en el agua y pasamos un buen rato. Después decidimos ir a explorar la zona norte, caminando desde la misma playa. El paseo es más que recomendable y te permite acceder hasta la siguiente playa. Hay una zona por donde tienes que meterte en el agua hasta la cintura rodeando un saliente rocoso. Resulta divertido pasar por allí. Pasado el saliente nos encontramos con una playa nudista. Los niños se miran divertidos un par de señores mayores que están por allí, en bolas. No nos entretenemos mucho y volvemos por donde hemos venido. El nivel del agua sube por momentos y bordear el saliente ya es más difícil. Los niños se lo pasan bomba mientras nosotros intentamos salvar el paso con los peques y los aparatos electrónicos que llevamos, indemnes.




Volvemos el apartamento sin pasar por el centro. Otra de las ventajas de nuestro alojamiento es que no nos cuesta llegar y encontramos fácilmente aparcamiento. Descansamos un rato y nos vamos al centro. vez. ¡Al turrón!

Esta vez no vamos de pardillos. Como ya disfrutamos ayer de la puesta de sol en la puerta de Apollo, decidimos pasear tranquilamente por las callejuelas y el paseo del puerto. Localizamos uno de los restaurantes más famosos de pescado que hay, el Meze2. Ya pasan de las 20:00 horas y muchas mesas libres no les quedan, pero conseguimos una. Es caro, pero vale la pena. Nos repartimos una ensalada griega, lubina y calamar. Nos quedamos con algo de hambre, pero el postre lo arregla todo: nos obsequian con una degustación de yogur con miel que está de rechupete. Y una copita de ouzo para los papis. Cuando nos vamos, el local ya está a reventar y hay cola para entrar. Hay gente por todas partes igual que la noche anterior y los locales están a rebosar. ¡Qué diferente se ve todo con la panza llena! Paseamos un rato más y salimos de la chora para llegar al alojamiento por las calles más tranquilas de la ciudad. De nuevo pasamos por el hospital; difícil no pensar en nuestro curro.










Al día siguiente nuestro plan es hacer algo similar: explorar la isla por la mañana y playita por la tarde. Nuestra primera parada con el coche la hacemos en Kouros. Llegamos por carretera de montaña pero que nadie se asuste: nada de estrechezes y poca gente (¡será que están todos en la playa!). El Kouros es una estatua que está tumbada en el suelo y que data del 570 a.C. Desde la zona habilitada para aparcar los coches hasta la estatua hay que recorrer un pequeño sendero a pie. Por el camino te encuentras con una zona donde hay una caseta con unos gatitos muy lindos (cortesía de una protectora de animales). Hacemos la visita con los walkies: así, los papis nos podemos entretener un rato más junto al Kouros, mientras que los peques están con los gatos en la zona de la caseta. ¡Cuestión de prioridades!



Seguimos la ruta con el coche, disfrutando de las impresionantes vistas de la isla. Hacemos una parada en un mirador, junto a una iglesia. Nos entretenemos a hacer fotos. Por el camino también vemos una cantera de mármol.

Nuestra siguiente parada es toda una sorpresa, el pueblo de Koronos. Situado en la ladera de una montaña, es grande y muy bonito. Casas blancas y puertas y marcos azules. Callecitas, recovecos y escaleras. ¡Precioso! Nos perdemos un rato recorriendo sus calles y, para que negarlo, perdemos más tiempo del que teníamos previsto. Pero vale la pena. Sorprende que, a diferencia del resto de puebles que visitamos, éste no tenga casi turistas.

Visto lo que nos entretenemos en los pueblos, decidimos terminar el recorrido en el famoso pueblo de Apeiranthos, donde aprovecharemos para comer. Aquí hay un montón de turistas. El parquing está a rebosar de coches y también hay muchos autobuses. Decidimos buscar rápidamente un sitio para comer, aunque la verdad es que hay muchos locales en el pueblo (no lo sabemos). Encontramos un local familiar en la calle principal donde comemos ensalada y griega y unas albóndigas con pasta. De postre tienen un yogur casero que está buenísimo. ¡Y cafés! Como no. El griego está buenísimo.

Después callejeamos un buen rato. Hace sol y calor, para variar. Menos mal que hay un montón de sombra en las callejuelas del pueblo. Hay mucho mármol en la construcción de las casas, especialmente en las escaleras (normal, si tienen una cantera en la isla). Al salir nos encontramos unos artistas circenses que están publicitando una función que tienen previsto dar por la tarde y podemos disfrutar de una demostración de malabarismo con música en directo en plena calle.

Apeiranthos



Decidimos dar por finalizada nuestra exploración de la isla y nos vamos a pasar la tarde en la playa. Muy cerca de la capital de Naxos está la de Agios Prokopis. Nos han dicho que es la mejor de Europa. Al llegar vamos descubriendo que la cosa no va a tener nada que ver con las paradisíacas playas de ayer. Esto está muy concurrido. Es como nuestro Salou, pero a lo bestia. Flipamos en colores. Conseguimos abrirnos paso entre el gentío y los coches y llegamos a una zona de parking que está abarrotada hasta los topes. Estamos a punto de echarnos para atrás y mandarlo todo a la porra. Al final Fani encuentra un sitio para aparcar y, después de conseguir despertar a los niños (siestorro tras la comida), llegamos a la playa. Es grande y de arena. El agua está superlimpia y es todo un gustazo bañarse. Recorrer caminando la orilla también es muy guay. Como no queremos que se nos haga muy tarde decidimos no alquilar ni tumbones ni hamacas. Pasamos algo más de una horita. Entre el calor y el sol de todo el día, tampoco está la cosa para abusar o nos achicharraremos todos.

Devolvemos el coche, nos damos una ducha en el alojamiento y nos vamos a cenar al puerto. Repetimos en el Meze2. Conseguimos llegar pronto y tienen sitio de sobras. Hoy los papis se piden unos espaguetis con gambas y los peques unos Nuggets con patatas fritas que están de rechupete. Y de postre nos vuelven a obsequiar con un yogur con miel. Todo un lujazo. Es sábado por la noche, pero no se nota mucho la diferencia con los demás días: está todo igual de abarrotado. Vuelve a ser todo un gustazo salir de la chora y pasear por las tranquilas calles de la ciudad. Hoy debe ser alguna fiesta local porque en la iglesia hay misa y mucha gente. Se hace extraño ya que son más de las 22:00 horas. Nos queda claro que en esta isla hay más vida de noche que de día. 



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