7 de julio de 2022

NAXOS: NUESTRA PUERTA DE ENTRADA A LAS ISLAS CÍCLADAS Y LA PUERTA DE APOLO

Ahora empieza la segunda parte del viaje. Tras explorar la península de Grecia, nos toca descubrir algunas de las islas cícladas. Nuestra primera parada está prevista en Naxos. Tenemos el ferry a las 09:00 horas y toca madrugar. El alojamiento del Pireo incluye el tránsfer gratuito. ¡Menos mal! No tenemos ganas de repetir caminatas con maletas por calles adoquinadas, sin semáforos y con pendientes. Hacemos desayunar a los niños en la habitación y nada más bajar a recepción ya nos esperan para el tránsfer. Llegamos una hora antes (tal como recomiendan en la web del ferry) y ya nos podemos subir al barco. Hay que dejar las maletas grandes abajo, cerca del parking de coches (hay una asignada para ello. Es grande y muy cómodo. Nos han asignado una zona “familiar” con 4 asientos alrededor de una mesa. Es fantástico para poder colocar todas nuestras cosas; incluyendo ordenador para hacer blog, tentempié matutino y juego de cartas. A Jordi le da tiempo antes de zarpar de conseguir un par de cafés. ¡A la mar!

Se nota que es nuestro primer ferry. A pesar de ser muy grande tiene una zona exterior donde nos asomamos para hacer alguna fotografía o ver el paisaje de la costa (sólo durante las paradas). El barco navega deprisa pero no nos mareamos (esta vez Fani se tomó una biodramina por si las moscas). El trayecto dura 4 horas, pero no se nos hace nada pesado.

Llegamos al puerto de Naxos a eso de las 13:00 horas, sin retrasos. No tenemos ningún tránsfer esperándonos. Según el GPS nuestro alojamiento, el Sweet Home Naxos, está a unos 15 minutos a pie, en las afueras de la ciudad. Como vamos frescos y por la mañana no hemos tenido paseíto, a Jordi no se le ocurre otra cosa que hacer el trayecto a pie. El solazo y el calor son de aúpa, y el caminito también se las trae (maletas, zonas sin acera, adoquines y nada de semáforos). Tardamos casi una hora y llegamos reventados. Pero hemos hecho ejercicio y le hemos echado un vistazo a la capital portuaria (aquí la llaman “chora”).


En el alojamiento son muy amables y nos asignan un apartamento familiar amplio, limpio y con cocina y aire acondicionado. Nos pasan el menú de nuestros futuros desayunos para pedir lo que queramos y a qué hora lo querremos en nuestra habitación. ¡Muy guay! Además, nos dan recomendaciones sobre restaurantes de la zona y nos ayudan a conseguir un coche de alquiler para el día siguiente.

Son casi las 15:00 horas y tenemos mucha hambre. Nos han recomendado comer en un restaurante típico de comida griega que está cerca del alojamiento y alejado de la zona turística. A esas horas las calles están desiertas: pasamos por un parque y unas callecitas rodeadas de casitas residenciales muy chulas. No se ve a nadie por la calle. El restaurante se llama “Elliniko”: está bastante lleno (la gente se escondía aquí), pero tienen una mesa para nosotros. Comemos super bien: Fani espaguetis con gambas, los niños albóndigas y Jordi carne estofada de cerdo. De postre nos sirven una fuente de sandía. ¡Estupendo!

Entre el calor, el esfuerzo y que venimos de un madrugón decidimos volver al alojamiento y descansar un rato. Nos sienta de maravilla, especialmente a Fani que se pega una buena siesta.

Después nos vamos a explorar la capital y su puerto. Tardamos unos diez minutos en llegar hasta la “zona turística” desde el alojamiento. Esta parte resulta más que interesante porque pasamos por zonas menosturísticas: una iglesia, bares y negocios locales, un colegio y hasta por un hospital. Una vez en la “chora” ya llegamos a la zona esperada: un entramado precioso de callecitas y rincones con las casas típicas de las islas cícladas: pequeñas, pintadas en blando y con puertas y marcos de ventanas de colores. Aquí todo está enfocado al turista: restaurantes, tiendas y alojamientos. Hay gente, pero sin agobios. Tras callejear un rato, nos dirigimos a una pequeña península en la zona más al norte de la isla, adónde se dirige todo el mundo. Allí nos espera uno de los platos fuertes de Naxos: contemplar la puesta de sol junto a la puerta de Apollo. En efecto, del antiguo templo sólo se conserva el marco de la puerta. La imagen es muy bonita y famosa. Para llegar hay que pasar por una zona rocosa entre aguas que hace como de pasarela. Las visitas de la ciudad desde la península son muy bonitas, pero la puesta de sol a través del marco del portón es de impresión. A pesa de que hay mucha gente vale mucho la pena. Tenemos una puesta muy bonita. Para el recuerdo queda la conexión vía Teams con tutoría de basket sobre el curso venidero (¡hay que ver como se ha modernizado esto!).






Y al regresar nos espera la locura: toda la gente que está en la península viendo la puesta de sol se dirige de regreso a Chora en infinita procesión a cenar. Como no nos lo esperamos nos pilla por sorpresa: pronto el puerto se convierte en un hervidero de gente por todas partes, haciendo cola para conseguir una mesa. Nos agobiamos rápido y decidimos escapar de allí por patas. En la salida encontramos un local con una mesa en la calle donde sirven sándwiches y crèpes. No es nada del otro mundo, pero es resultón. Fani todavía está buscando su crèpe de chocolate (Laura da buena cuenta de ella en un periquete). Como se olvidan de darle el helado a David, le cae doble ración. Se lo tiene que ganar claro porque le medio obligamos a que sea e´l el que habla con el camarero para reclamar su helado. No está nada mal el negocio. Mientras comemos no deja de pasar gente en todas direcciones. Las tiendas de ropa y souvenirs están abiertas y están llenas de gente (hasta las peluquerías, y eso que son más de las 22:00 horas). Lo de Naxos por las noches es una locura.

De vuelta agradecemos estar algo alejados. A la que salimos de la “zona turística” todo vuelve a la normalidad. Tranquilidad, algún coche, locales que están cerrando y bares locales con algún cliente. La iglesia está abierta y tranquila. Nos acercamos a echarle un vistazo.


 

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