22 de agosto de 2021

LAS ESCALERAS DE PO Y MOTÍN EN LA GOMERA

Nos despertamos algo más temprano para intentar aprovechar más el día. Y es que con tanta cuesta y tanta curva los kilómetros en esta isla se hacen eternos. Como amanece bien soleado y es prontito decidimos hacer la ruta 17 que te lleva desde la zona de aparcamiento del Pajarito hasta el Alto de Garajonay. Como es pronto no tenemos problemas para aparcar en las pocas zonas que hay disponibles. La ruta hasta el Alto y su mirador es corta: apenas un kilómetro. El problema es que hay que vencer un desnivel de 126 metros y que el ascenso presenta zonas muy empinadas y con poca sombra. Son apenas las 10:00 hrs y hace ya mucho calor. Llevamos agua y provisiones, pero los ánimos de nuestros peques decaen pronto. Razón no les falta: la ladera se empina rápido y hay tramos en que parece que tengas que subir escaleras. Los peques encuentran rápido el símil cinematográfico: son, sin dudarlo, las escaleras de Po en Kung Fu Panda. Da la sensación de que no llegas nunca a pesar del esfuerzo. Y eso que nosotros no tenemos el barrigón de Po. A Jordi les cuesta algo más: Laura se rebela a media subida y la tiene que subir a caballito. A medio ascenso David encuentra un bonito mirador en un punto discretamente alejado del camino principal y aprovechamos para recuperar el aliento mientras hacemos ver que nos interesa el paisaje. El tramo final se hace muy largo; incluso parece repetirse 2 veces. Es una pesadilla. Eso sí: una vez llegamos a la cima las vistas son espectaculares y vale mucho la pena subir. Tienes una panorámica de 360º de toda la isla muy chula a 1487 metros de altitud.




Cuando llegamos al coche estamos muy cansados. Fatal según David. El descenso también tiene su qué. Renunciamos a más senderismo hoy y optamos por ir en coche a explorar el norte de la isla. Nuestra primera parada nos lleva al bonito pueblo de Hermigua, en pleno valle. Hace mucho calor, pero conseguimos pasear algo por su calle principal. Visitamos un parque con ocas y patos. Sus crías son muy graciosas y entretienen a David y Laura con sus carreras por el riachuelo. Después visitamos el mercado artesanal (es domingo) y la iglesia. Como son ya las 13:00 pm y hace un calor de mil demonios (creo que ya lo he dicho varias veces) nos vamos a comer a la Tasca Telémaco, muy famosa en la zona. Por los pelos, porque no hemos reservado. Nos sientan en la terraza exterior, a la sombra. Comemos muy bien: queso frito con mojo, ensalada de paté, solomillo de cerdo a la pimienta y salmón al horno con verduras. Laura lasaña y David croquetas. Está todo muy bueno, pero hay demasiada comida y al final no tomamos postre. La vuelta al coche desde el restaurante se hace eterna (10 minutos en pendiente, a pleno sol y a las 3 de la tarde es cosa seria).

Nuestra siguiente parada es ambiciosa: el mirador de Agrante. Pero llegar hasta allí no es cosa fácil: hay más de media hora de coche desde Hermigua y, una vez pasado el pueblo de Agulo, hay que subir por una carretera llena de curvas. Los niños llegan dormidos. Jordi no porque Fani no le deja. El GPS no se puede desconectar. Cuando estamos llegando a la cima una intensa niebla aparece en la zona del mirador, surgida de la nada tapándolo casi todo. ¡Será posible! El mirador es muy chulo ya que tiene una zona acristalada de más de 6 metros, por la que puedes caminar y parece que estés suspendido en el aire. Nos recuerda un poco a los miradores de Suiza, aunque allí no había el pedazo de niebla que tenemos delante y podías subir cómodamente en telesilla. La niebla abre un poco en la zona baja y podemos recrearnos algo con las vistas del pueblo de Agulo. Pero de ver el mar y el Teide a lo lejos hay que olvidarse. La chica que trabaja allí vigilando el registro y que nadie se desmadre nos explica que hace una semana que la niebla permanece en el mirador y que es cosa de la calima. El descenso nos lleva otra media hora. La verdad es que subir al mirador supone un derroche de tiempo y recursos notorio. Ya podrían avisar antes de subir de que la visibilidad es mala.


Pueblo de Agulo 


Mirador de Abrante 

Como son más de las 16:00 hrs pm, decidimos hacer una última visita para finalizar el día. Escogemos el pescante de Hermigua y su espectacular piscina natural. Vamos sin bañadores ya que no tenemos la intención de bañarnos. La vía de acceso está vallada y hay un letrero que alerta de que la zona es peligrosa por riesgo de desprendimiento y de que si se entra es bajo la responsabilidad del infractor. Fani y Jordi se miran sorprendidos sin comprender como es que en todas las guías se nombre este lugar y como es posible que haya tantos coches aparcados en la vía de acceso, si teóricamnete es peligroso pasar. Al llegar al pescante tenemos ante nosotros una vista de la costa norte preciosa y la piscina se ve tan clara y transparente que dan muchas ganas de meterse en el agua. De hecho, hay un montón de gente allí y muchos están bañándose. 


La vuelta hasta el hotel supone otra hora de coche por carretera sinuosa y con curvas. Los niños están a esas horas hasta las narices y Fani empieza a reconocer estar cansada de tanto conducir. A estas alturas a Jordi no le toca otro remedio que iniciar un motín con los peques para sabotear toda excursión prevista para el día siguiente y pasarlo en su totalidad en el hotel donde nos alojamos.

Y bien pensado, estar con nuestros peques y disfrutar juntos de nuestro tiempo, sin tener que llenar el día de cosas, solo estar y ya está, es el fondo lo mismo que viajar. 



No hay comentarios: