18 de agosto de 2021

ENTRE MARES DE LAVA

Después de 5 días en Lanzarote decidimos que en nuestro último día vamos a hacer sí o sí una ruta de senderimo volcánica. No resulta fácil decidirse por una y es que, aunque en Timanfaya no se permita, hay muchas rutas alrededor del parque donde sí se permite pasear por libre. Finalmente optamos por la Ruta de la Caldera Blanca ya que está muy cerca de nuestro alojamiento en Tinajo y no tenemos ganas de perder tiempo con el coche. Hay muchas otras ( Pico Partido, el Volcán del cuervo..). Y es que estamos en el Parque de los Volcanes. 

Hay una zona de parking al principio de la ruta pero nosotros optamos por aparcar en las afueras del pueblo de Mancha Blanca y llegar caminando porque la carretera tiene tramos muy estrechos y no queremos meternos en líos. Nada más pasar por la zona de parking, se inicia el sendero entre los campos de lava. Al final nos hemos despistado un poco y empezamos la ruta algo tarde para el calor de estas mañanas: son más de las 10:00 am. Afortunadamente corre algo de brisa y el calor es soportable. De hecho Fani y los peques la empiezan con manga larga, aunque poco les dura.

No estamos solos. Nos cruzamos con bastante gente que ha tomado la misma decisión que nosotros. ¡Por algo será! 

El camino es sencillamente espectacular, especialmente en su primer tramo, que discurre entre rocas de lava. Los colores varían desde tonos rojizos o marronáceos a tonos completamente negros. Las rocas sorprenden por sus variadas formas. El mismo suelo que pisamos también tiene pequeñas rocas lávicas que están muy sueltas, por lo que no es un paseo "sencillo". En el horizonte se alzan por este orden los cráteres de la Caldereta y la Caldera Blanca; como tiene tonalidades más claras, el contraste con las rocas de lava negras es curioso. 

De vez en cuando nos vamos encontrando líquenes entre las rocas y algún que otro matojo por el camino. La vida se abre camino gracias a los vientos aliseos que traen la humedad del mar imprescindible para generarla. 

No es un paisaje alegre; al contrario, es desolador y sobrecogedor. Inmenso. Tranquilo. Nunca antes hemos hecho trekking por algo así, sin árboles ni sombras ni riachuelos o vacas pastando. Eso no impide que sorprenda a cada paso. 






Empieza a haber algo de pendiente, al tiempo que la rocas lávidas van dando paso a un sendero algo más pedregoso. Los niños lo llevan bastante bien a pesar de las dificultades del camino y del calor, que va en aumento. El primer cráter que nos encontramos es el de la Caldereta. Es un volcán más bajito y puedes acceder por un pequeño desvío del camino principal a una zona donde contemplas su cráter. Muy chulo.


La Caldereta


Después toca seguir por el sendero principal hasta llegar al pie de la ladera del segundo volcán, la Caldera Blanca. Más grande que el primero, parece poco probable que puedas acceder a la cima para poder hecharle un vistazo a su cráter. Pero vemos gente arriba. Si ellos han llegado, nosotros también podemos hacerlo. De hecho, empezamos a ver algún caminante (más madrugador que nosotros) que empieza a bajar del cráter, concretamente por un pequeño sendero que se nos había pasado por alto y que asciende por la misma ladera. Tras preguntar si es fácil subir a unos chavales que ya estaban abajo, nos lanzamos a ello. Les prometemos a los peques que si conseguimos llegar a la cima después iniciaremos el camino de vuelta y que comeremos en nuestro alojamiento. El camino efectivamente tiene una cuesta bastante pronunciada pero es más fácil de hacer de lo que parece a simple vista. Casi sin darnos cuenta llegamos a la cima del volcán. Tenemos la suerte que hay poco viento y que no hay problema alguno en disfrutar de las vistas que nos ofrece la cima, tanto del cráter del volcán como de la costa este de la isla. La visión del cráter es sencillamente espectacular.





El camino de vuelta es algo pesado. Ya es mediodía y el calor aprieta de lo lindo. Si nos perdiéramos ahora nos daba algo. Pero eso es imposible. La ruta está muy bien señalizada. 

Menos mal que llevamos mucha agua y que Jordi puede llevar a Laura a caballito en algunos tramos. Nos vamos cruzando con bastante gente que inicia el recorrido a esas horas. ¡Qué locos! - pensamos.



Llegamos al alojamiento pasadas las 13:00 pm y nos tomamos nuestro merecido descanso. Comida en la terracita, pantallas y bañito en la piscina. 

Por la tarde (ya merendados) cogemos el coche y nos vamos al pueblo pesquero del Golfo, situado en la costa suroeste. Allí nos espera la Laguna de los Clicos o Charco Verde. Y es de color verde por 2 motivos: por el azufre de sus aguas y por un tipo de alga que habita en su interior. Es muy llamativo el contraste con los colores del paisaje que lo rodea (el negro de la arena y el marrón de la montaña). Muy cerca del pueblo hay una zona de parking amplia y un bonito mirador desde el que tomamos unas fotos muy chulas. Vemos que junto al charco hay una bonita playa y que hay gente allí bañándose y tomando el sol. Descubrimos que se puede acceder desde la misma costa. Les hechamos un vistazo a los peques: ni rastro del cansancio matutino y jugando juntos en su "mundo imaginario"; es nuestra ocasión de bajar a la playa. La primera parte es supersencilla, pero a medio camino descubrimos que el acceso es más complicado de lo que nos pensamos. Para pasar hay que atravesar una zona de rocas y salientes sobre el borde del mar y son muy resbaladizos. De hecho, varios de nosotros nos pegamos unas cuantas culadas en el intento. Los niños se lo pasan muy bien y se lo toman como un reto. Son los primeros en pasar. Después va Fani y, al final (muy al final) Jordi con su torpeza habitual pero sin magulladuras esta vez. Llegar a la playa tiene su recompensa: puedes contemplar el charco desde su base y puedes pasear y mojarte los pies por la playa (el mar está bastante movido). La luz está muy bonita porque empieza el atardecer. 







Volvemos tarde pero sin prisas y contentos porque hemos vivido un día muy completo. Es nuestra última noche en el alojamiento. Mañana toca avión a La Gomera. Una lástima. En casa de Marcial se está muy a gusto y no nos importaria quedarnos todo el año si pudieramos.

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