19 de agosto de 2020

LA CUNIACHA

Nuestro segundo día madrugamos sólo un poco. Hemos decidido volver al Parque Faunístico de Lacuniacha en Biescas, esta vez con los peques capaces de ir por su propio pie. La primera vez tuvimos que cargarlos en mochilas y todavía nos acordamos. Fue en el 2013, en nuestra ruta por Francia. Laura tenía 4 meses y David casi 3 años. 

Desde Loarre tardamos una hora y media en coche. Al llegar tenemos suerte. El parque abre a las 11h y son las 11:10h. Un presentimiento nos recomienda aparcar en un pequeño parquing que hay justo antes de llegar al parquing oficial.  Sólo queda una plaza y no nos lo pensamos.

Al llegar a la entrada alucinamos con la cantidad de gente que ya hay haciendo cola. La cola es considerable y una de las trabajadoras del parque intenta que la gente mantenga la distancia de seguridad entre familias. Los coches ya no saben por dónde ir. Después de media hora de espera ( y de pensar si nos dábamos o no la vuelta ) conseguimos entrar al parque. Una vez en el interior la gente se dispersa y se nos pasa el agobio inicial. El recorrido transcurre a lo largo de unos 5 kms en mitad de un bosque repleto de helechos, abedules y pinos. Está marcado por flechas que te indican la dirección, así que es imposible extraviarse. Los animales están separados por vallas, sin embargo no esperéis jaulas ni nada por el estilo. Aquí nosotros somos los intrusos. Ellos están en su hábitat natural. Es en realidad lo que buscamos cuando intentamos ver animales. Somos antizoos por naturaleza. 

No sé qué nos gusta más: el bosque o los animales. 

De los animales no nos podemos quejar en absoluto y es que, además de los habituales del parque (ciervos, corzos, cabras, jabalíes, caballos, ...) conseguimos ver:

1. Al lince ibérico. En su jaula descansando pero posando para la cámara (la verdad es que la cámara de Fani hace verdaderos milagros).

2. Al oso pardo. Una de las novedades del parque desde nuestra última visita es el fuerte edificado donde los han ubicado. Alcanzamos a ver hasta 3.

3 . A los lobos pirenaicos. Tenemos bastante suerte pues son caros de ver y como es primera hora de la tarde vemos un grupito en movimiento. Debe ser su hora de caza. Nos enseñan sus fauces y todo (de nuevo el zoom de la cámara de Fani obra el milagro). 

A eso de las 14:00 hrs (llevamos media visita aproximadamente) conseguimos hacernos con una mesa en la zona del merendero (aunque sea sin sombra, por desgracia) y nos zampamos los bocatas en un santiamén.

Subimos al mirador del parque a disfrutar de las hermosas vistas del frente pirenaico. Nos trae recuerdos de Suiza

David y Laura no se quejan para nada y disfrutan la visita. Cámara en mano están muy atentos a los animales y hacen un montón de fotos de los animales. Ni una sola queja durante todo el recorrido. 

 









Por la tarde sorpresón para los peques: clase de hípica de 1h a los pies del Castillo de Loarre y sobre las impresionantes vistas de la llanura del Hoyo de Huesca. 

¿ Cómo se cuida a un caballo ? ¿ Cómo se le peina la cola ? ¿ Cómo se monta ? Aprendemos cosas sobre ellos en un escenario de lujo. Aquí los caballos no están encerrados en establos, viven en semilibertad. 

La profe (Aitana) instruye nuestros peques con perspicacia. Flipamos viendo cómo, en su primera clase, llegan a realizar alguna pequeña acrobacia sobre el caballo. Nuestros peques apreden rápido y acaban guiando los caballos desde la zona de entrenamiento hasta la cuadra por sí solos. Su sonrisa al finalizar la clase lo vale todo (calor y solana incluidos). 







Ha sido un día memorable para nuestros peques. Laura y David lo han disfrutado de lo lindo. David nos ha dicho que hoy ha sido " el mejor día de mi vida ".

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