De buena mañana acabamos de hacer las maletas y nos subimos en el coche para irnos hacia el reino de Navarra. Por el camino planificamos una excursión a la Foz de Lumbier. Cometemos el error (garrafal) de anotar el enclave a visitar en el navegador... Foz de Lumbier no es lo mismo que Lumbier. Y el navegador coge el camino más corto aunque se trate (en el 1er desvío) de una pista de hormiguón al lado de una cantera en obras o (en el 2º desvío) de una senda de montaña impracticable. Encontramos consuelo viendo como hay más coches que cometen nuestro mismo error. Finalmente caemos en la cuenta de que existe una población denominada Lumbier que se encuentra muy cerquita de la foz y que tiene paneles indicativos de sobra donde te señalizan como llegar al parking de vehículos.
Hay bastante gente pero quedan plazas libres en el parking. Te hacen pagar una tasa de 2.5 euros y puedes aparcar todo el día. En las inmediaciones hay baños públicos y merenderos. Nada más empezar el recorrido vemos que te proponen 2 rutas: una larga y una corta. Como son las 12:00 pm y estamos a 40º decidimos hacer la corta por el interior de la Foz y por un circuito muy sencillo (esta vez sí). En el camino de ida tenemos el río Irati a nuestra derecha y la pared vertical a nuestra izquierda. Enseguida nos encontramos con un primer túnel que hace las delícias de nuestros peques (es larguito y hemos tenido la precaución de llevarnos los frontales) y también de los mayores (corre un poco de airecito y la temperatura baja unos graditos). Nada más salir nos encontramos bajando por un sendero rocoso la posibilidad de desviarnos del camino para acceder a una zona en forma de arco excavada en la roca desde donde es fácil acceder al río para bañarse. Aunque la tentación es muy grande decidimos dejarlo para más tarde.
Seguimos recorriendo la Foz por el sendero habilitado disfrutando de las vistas que son preciosas. Llaman la atención los buitres que se asoman en lo alto de las paredes rocosas observando el horizonte. Vemos algunos volando y la verdad es que es impresionante. Tras caminar un rato nos encontramos con un segundo túnel (más largo que el primero) y que vuelve a hacer las delícias de peques y papis. A la salida del túnel un desvío te ofrece la posibilidad de asomarte el Puente del Diablo (a la derecha del túnel) y una advertencia de que el camino es peligroso y que si lo tomas es por tu cuenta y riesgo. Decidimos que vaya Jordi a explorar; la verdad es que es muy cortito y si vas con cuidado no tiene mucha dificultad pero hay piedras sueltas y el acantilado (sin valla) está muy cerca, la verdad. Cuando llegas al final puedes apreciar el puente que está derruido (no se puede pasar al otro lado) y el final de la Foz formando un enorme lago. Intentamos bajar por un camino entre la arboleda con la intención de bañarnos en el lago (la verdad es que el calor aprieta de lo lindo y las ganas no faltan) pero el acceso es muy estrecho y no parece seguro. La ruta no acaba aquí pero nosotros, dado que la Foz sí, la acabamos para alivio de David y Laura que ya empezaban a poner caras de agobio.
Desandamos la ruta en sentido inverso y, como ya es tarde, decidimos comer primero en unos de los merenderos del principio. Hay una fuente con agua fresca que permite rellenar nuestras cantimploras. Nos ponemos los bañadores y nos vamos a la zona de playa que habíamos visto al principio del recorrido. La zona es realmente muy bonita: se accede a una amplia zona en forma de cueva (¡con un montón de sombra!) desde donde hay varios puntos de acceso al río para bañarse. Es curioso ver como hay diferentes zonas: una grande por donde discurre el río (hay que ir con cuidado porque hay corriente; la zona de los mayores) y otras más pequeñas con agua más reposada (la zona infantil). El agua está congelada pero hace tanta calor que ni los papas no se lo piensan 2 veces; aunque sea por turnos para vigilar que los peques no se desmadren. David y Laura se lo pasan muy bien jugando en el borde del río aunque no llegan a mojarse completamente. La verdad es que nos lo pasamos muy bien y las risas estan garantizadas. No hay mucha gente a esa hora y se agradece.
Volvemos al coche ya que nos espera un poco más de una hora de camino todavía en dirección a nuestro siguiente alojamiento en el pueblecito de Lintzoain. Tuvimos muchos problemas para encontrar un alojamiento disponible por esas fechas cerca de la región de Irati. Y es que la región funciona con posadas y alojamientos rurales en su gran mayoría, evitando las cadenas hoteleras (lo cual es de agradecer y entendemos que tiene un mérito tremendo). Al final Fani encontró un apartamento disponible en la Posada del Camino donde nos esperan unos excelentes anfitriones (Carmen y Luis). Y decimos excelentes porque el trato es fantástico. Pasamos 3 noches allí pero ojalá hubieran sido semanas. El apartamento está perfecto y muy limpio, las medidas de seguridad por el confinamiento se cumplen a rajatabla y las comidas que hacemos con ellos (te ofrecen restauración) están exquisitas (pícnics incluidos). ¿Y no nos los podemos llevar a casa?
La primera noche cae tormenta pero ni nos enteramos porque ya estamos alojados y además es bienvenida porque refresca mucho el ambiente. Nos vamos a dormir prontito que al día siguiente toca madrugón.
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