Hemos previsto pasar 2 días en Hue. Entendemos que es imposible comprender o llegarse a encariñar con una ciudad en tan poco tiempo. Pero viniendo de Hoi An el contraste es brutal. Con Hue vuelve el caos habitual dentro de las ciudades asiáticas que ya vivimos en Camboya. Coches que cambian de sentido en medio de una vía principal a reventar, enjambres de motocicletas por todas partes, no existe prioridad alguna en las rotonas... De nuevo vuelve a imperar la ley de quien le da más fuerte al claxon y persiste el NULO respeto al peatón. Vamos aprendiendo cómo se cruza la calle: hay que lanzarse en el momento que veas menos densidad de tráfico e intentar ni acelerar ni rectificar el paso pues todo lo que se te viene encima intentará evitarte siempre que cumplas alguna de estas premisas. Aquí no existen semáforos para peatones. Aquí los pasos de cebra son meros elementos ornamentales que se desbibujan con el paso de los años.
Sin embargo la ciudad de Hue tiene un tesoro que la hace diferente a todas. Y es un portal (a lo Stargate). En efecto, una vez cruzado te permite teletransportarte en espacio y tiempo a otros mundos. En concreto a los tiempos de la dinastía Nguyen. Al tiempo de los palacios y ciudadelas imperiales. A un mundo donde entrar en ciudades prohibidas te podía costar la vida. Un lugar donde se sustituyen coches y motos por rickshaws y palanquines. Urnas dinásticas, tumbas imperiales y cañones sagrados componen una nueva jerga. Estamos hablando tanto de la Ciudadela como de las Tumbas Imperiales de Hue: estos recintos sagrados son un verdadero remanso de paz y tranquilidad. Un lugar donde encontrarte contigo mismo.
Dicen que los lugares cambian a las personas. Bueno... vale. Pero colocar a nuestras fierecillas por allí en medio también cambió el lugar. Que si tengo sed, que si hace mucho calor, que si falta mucho para terminar... carreras por aquí... persecuciones por allá... ventilador por aquí... ya llevo yo el mapa. No yo. No no, lo llevo yo... ¿Pero cuánto falta? Jugamos al escondite dentro del templito por allá...
Luego viene el dejad de correr... quietos... no hagáis ruido (ja ja ja)... aquí no se puede gritar así, que os habéis pensado (je je je). Cinco minutos menos de piscina esta tarde. ¡Que digo cinco! ¡Diez! ¿Como? (ji ji ji). Ya es la veinteava vez que os digo que nos hagáis caso (jo jo jo).
Y la gente mirándonos. Y la gente acercándose a los niños. ¡Qué bonitos que son! Esta se parece a su madre.... Este a su padre. ¿Nos podemos hacer una foto con los peques? El enjambre de turistas asiáticos te envuelve. ¿Cuántos años tienes? ¿Cómo te llamas? ¿Un caramelo?
Ya veis que el lugar CAMBIA bastante con nuestra mera presencia. ¿Paz? (ja ja ja) ¿Tranquilidad? (je je je) ¿Quietud? (ji ji ji) ¿Sosiego? (jo jo jo).
En 1802 el emperador Gia Long fundó la dinastía Nguyen y construyó la ciudadela imperial tras trasladar la capital de Hanoi a Hue. Construida entre 1804 y 1833, ésta sigue siendo el corazón de Hue en un emplazamiento formidable (en pleno centro y a orillas del río Perfume). Cuenta con una sólida muralla de 2 m de ancho y 10 km de largo, un foso y 10 puertas. El recinto es enorme: explorarlo te puede llevar entre mediodía y un día entero. Recomendamos comprar la entrada combinada que incluye el acceso a 3 de las tumbas imperiales más importantes. Desde su adquisición tiene una vigencia de 2 días que son los que te harán falta para verlo todo. Cuesta 360000 vnd por adulto.
Dicen que los lugares cambian a las personas. Bueno... vale. Pero colocar a nuestras fierecillas por allí en medio también cambió el lugar. Que si tengo sed, que si hace mucho calor, que si falta mucho para terminar... carreras por aquí... persecuciones por allá... ventilador por aquí... ya llevo yo el mapa. No yo. No no, lo llevo yo... ¿Pero cuánto falta? Jugamos al escondite dentro del templito por allá...
Luego viene el dejad de correr... quietos... no hagáis ruido (ja ja ja)... aquí no se puede gritar así, que os habéis pensado (je je je). Cinco minutos menos de piscina esta tarde. ¡Que digo cinco! ¡Diez! ¿Como? (ji ji ji). Ya es la veinteava vez que os digo que nos hagáis caso (jo jo jo).
Y la gente mirándonos. Y la gente acercándose a los niños. ¡Qué bonitos que son! Esta se parece a su madre.... Este a su padre. ¿Nos podemos hacer una foto con los peques? El enjambre de turistas asiáticos te envuelve. ¿Cuántos años tienes? ¿Cómo te llamas? ¿Un caramelo?
Ya veis que el lugar CAMBIA bastante con nuestra mera presencia. ¿Paz? (ja ja ja) ¿Tranquilidad? (je je je) ¿Quietud? (ji ji ji) ¿Sosiego? (jo jo jo).
Puerta de Ngo Mon |
Se accede al recinto imperial por la puerta de Ngo Mon, situada enfrente de la torre de la bandera. Nada mas entrar te encuentras con un estanque con flores de loto. El camino central (que estaba reservado para el uso del emperador) lo divide por la mitad. En un santiamén te plantas en el palacio de Thai Hoa que si miras en el mapa se sitúa aproximadamente en el centro del recinto. ¡Esto es muy pequeño! - comenta Fani. Craso error: las dimensiones del recinto son colosales y empezamos a andar como borregos todo el día. Lo peor es el CALOR. En menos de media hora (solo son las 10:00 am) se hace del todo insoportable. La verdad es que a pesar de que encuentras sombra es una visita bastante durilla.
Palacio de Thai Hoa |
La exposición fotográfica también muestra imágenes del desastre de la Guerra de Vietnam. La batalla de Hue y el bombardeo del recinto por las fuerzas norteamericanas diezmó numerosos templos. De hecho aquí es donde nos llevamos la gran decepción del día: el templo de Thai Hoa es el que se conserva mejor. A partir de aquí veremos el resto de edificios bastante dañados, muchos en fase de restauración. Por desgracia apenas queda nada de la majestuosa Ciudad Púrpura Prohibida (era otra ciudadela dentro de la ciudadela, reservada exclusivamente para el uso del emperador). Actualmente los pocos restos que quedan están cubiertos por maleza. Queda un inmenso solar en medio del recinto. Es bastante triste la verdad. Aunque ello no pudo evitar que el recinto fuera declarado Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO a principios de los noventa.
Seguimos la visita haciendo una tentativa poco exitosa de explorar la zona noreste del recinto. Allí están los jardines de Co Ha. Pero comprendemos pronto que no estamos en Versailles. Empezamos a estar muy cansados y los niños empiezan a desanimarse. Llegamos al extremo norte desde donde apreciamos la muralla y el foso.
Bastante cansados ya acabamos todos junto a una pista de tenis que... ¡una pista de tenis! ¡Y esto que pinta aquí! Volvemos a las salas de los mandarines y nos tomamos un refresco.
¡Esto empieza a parecerse a una gymkana!
Pasillos de los mandarines |
Optamos por simplificar la visita y explorar los edificios más importantes; éstos estan en la zona sudoeste. Llegamos a la residencia Dien Tho (de 1804). El estado de conservación es aceptable. Contenía los aposentos y la sala de audencias de las reinas madre de la disnastía Nguyen. Como a esta hora hay muy poca gente (son las 13:00 pm) hacemos la visita "solos" (con las fierecillas al lado, claro). Dentro hay un pabellón sobre un estanque de nenúfares que ha sido transformado en una cafetería. Pactamos comer allí pero solo tienen servicio de cafetería.
¡Seguimos con la gymkana!
Volvemos a la zona central de la Ciudadela: allí hay un restaurante que sirve algún plato local y sandwiches aunque tienes que ir a pedirlo a la barra y te clavan por las bebidas. El arroz fracasa con los niños. En cambio los Pho Bo sí que triunfan. Y tenemos la gran sorpresa del día: el comedor del restaurante tiene AIRE ACONDICIONADO FUNCIONANDO. ¡Una auténtica pasada! ¡Ya era hora! Pensad que en este país la gente va con tejanos todo el día y por las mañanas llevan una chaqueta.
Comemos sin prisas y tras recobrar fuerzas nos vamos con el plato fuerte del día: el complejo del Templo de Thai To Mieu y sus nueve urnas dinásticas. En el templo principal se encuentran los sepulcros de los emperadores. Recorrer el inmenso pabellón con los diferentes altares cada uno correspondiendo a un emperador impone bastante. Fuera están las nueve urnas dinásticas creadas entre 1835 y 1836, cada una de ellas dedicada también a un soberano Nguyen. Miden unos 2 m de alto y pesan entre 1900 y 2600 kg. Simbolizan el poder y la estabilidad del trono.
Damos por finalizada la visita cuando son cerca de las 16:00 pm. Hechamos un último vistazo al puente central con el impresionante palacio de Thai Hoa al fondo. Y, arrastrándonos literalmente por el suelo (a Laura hace un ratito que la lleva Jordi a caballito) intentamos encontrar la salida del recinto.
A partir de aquí viene un final de jornada un tanto tedioso y penoso en el que no vale la pena recrearse. Para resumirlo diremos que:
- intentamos salir por la entrada pero no nos dejaron y resultó que la salida estaba en la puerta este.
- tuvimos que escoger entre visitar un último templito que estaba cerca de salida y la tienda de souvenirs con un montón de sombreros vietnamitas. Tras someterlo a votación entre los 4 perdió Fani y acabamos todos en la tienda haciéndonos fotos con los sombreros que tienen allí colgados.
- nos dejamos caer en la piscina del hotel nada más llegar. Como el ascensor no paraba en la planta -1 nos tocó subir por la recepción del hotel justo cuando estaban haciendo el chek in 2 autobuses de clientes bien vestidos. ¡Y nosotros con las chancletas y las gafas de piscina! ¡Y los niños sin camiseta!
- optamos por perrear y quedarnos a cenar en el hotel. ¡Un auténtico desastre! Tardaron un montón en servirnos comida escasa y nada sorprendente. David sí disfrutó: espaguettis boloñesa. Lo que sí nos sorprendió fue la cuenta. ¡Vaya clavada! Mañana toca buscarse la vida fuera. ¡A ver si tenemos más suerte que en Hue estamos comiendo muy mal por el momento!
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