Nuestro guía nos recoge puntual en el hotel ( VM travel; agencia con sede en Hue ). Nos disponemos a pasar entre 1,5 y 2h en el coche para llegar al Parque Nacional de PHONG NHA-KE BANG, patrimonio mundial de la Unesco desde el 2003. Contiene las montañas de piedra caliza más antiguas de Asia. Pero no vamos por eso. Vamos porque queremos ver las cuevas más espectaculares del mundo. En el 2005 se descubrió la cueva paraíso y en el 2009, un equipo descubrió la gruta mas grande del mundo, la Hang Son Doong (el acceso lo gestiona una única empresa que organiza excursiones de una semana por el módico precio de unos 3000e).
El acceso al parque está restringido en algunas zonas. No puedes ir a tus anchas por ahí explorando la jungla sin un guía. Todavía hay minas si desenterrar. Sí que puedes ir por la carretera y llegar a algunas de las cuevas. Nuestro guía nos explica que el parque alberga mas de 300 cuevas.
El acceso al parque está restringido en algunas zonas. No puedes ir a tus anchas por ahí explorando la jungla sin un guía. Todavía hay minas si desenterrar. Sí que puedes ir por la carretera y llegar a algunas de las cuevas. Nuestro guía nos explica que el parque alberga mas de 300 cuevas.
Por la mañana visitamos la cueva Paraíso, abierta al público en el 2010. Al llegar al aparcamiento vemos que hay un montonazo de gente por todas partes. Nuestro guía nos mira con cara de resignación: hoy tenemos marabunta en el parque (¡y mira que planificamos que fuera en lunes para evitar el finde!). Nos fijamos en que hay muy poco turista occidental; la gran mayoría es local. ¡No queremos ni pensar como se podría poner esto si añadiéramos más gente!
La verdad es que lo tienen bien montado: hay cochecitos eléctricos de ida y vuelta desde el aparcamiento hasta la base de la montaña donde se asienta la cueva. Además la gente se sube por turnos tras coger número (como cuando vas al mercado o a correos). El problema es que te lo dicen todo en vietnamita y no te enteras de nada. ¡Suerte del guía! Hay un sendero que discurre paralelo a la vía de los cochecitos que permite a los más valientes hacerlo a pie. ¡Pues ya son ganas de ir derrochando fuerzas con el calor que hace!
Los cochecitos te dejan en la base pero la entrada está bastante arriba: se tarda una media horita en llegar ( todo cuesta arriba!!! ). Entre el calor y la gente la verdad es que muy agradable no es. Lo que sí hace esta situación es incrementar nuestra expectación. ¡Pronto estaremos dentro!
Tras sentarnos cinco minutos y reponer fuerzas (los niños han subido sin ayuda), decidimos entrar en la cueva. Nos abrimos paso entre el gentío. Lo primero que llama la atención es que a pesar de que la entrada es bastante estrechita enseguida te encuentras dentro de un espacio de dismensiones sobrecogedoras. Unas escaleras de madera descienden hasta un enorme espacio lleno de estalagmitas colosales y brillantes estalactitas. El punto más alto es de unos 100 metros. Es tan grande que a pesar de que ha entrado mogollón de gente hay sitio para pasear y hacer fotos. El complejo de cuevas abarca 31 km pero sólo está acondicionado para la visita convencional el primero. Luego hay que volver por el mismo sitio.
Nos vamos a comer a un local que hay justo al lado de la siguiente cueva. Nos ponen comida para un batallón!!! Mientras cae un chaparrón que amenaza con arruinar nuestra tarde.
Después de comer nos dirigimos al segundo plato fuerte del día, la cueva de PHONG NHA. El embarcadero está en el mismo pueble de Son Trach, junto al restaurante. La verdad es que no nos podemos quejar del tiempo pues aunque antes haya diluviado y ahora lloviznee un poco, las temperaturas han bajado y no tarda en salir el sol. Estamos de suerte pues quedamos pocos turistas; es posible que la gran mayoría de ellos se hayan echado atrás con la lluvia...
El recorrido se hace en barca y es sencillamente espectacular. Tengamos presente que es la cueva fluvial más larga del mundo. De camino a la espaciosa boca de la cueva se pueden apreciar montañas de piedra caliza, búfalos de agua, pescadores locales recogiendo sus redes y los numerosos edificios que hay a ambos lados de la ribera, sinónimo del emergente auge del negocio del turismo en la región (la mayor parte de ellos son homestays o agencias de viaje con cafetería). La verdad es que pensamos que no nos hubiera importado en absoluto alojarnos en esta zona mejor que en Dong Hoy para explorar mejor la región. Atravesamos esta zona empleando los motores de la barcaza pero al llegar a la cueva vemos como los apagan y los remeros empiezan a navegar con sus remos en silencio (van dos: uno delante y otro detrás. Y se hace el silencio. La verdad es que el recorrido es bastante ancho y las barcas caben en ambos sentidos de circulación (se sale por donde se entra). Se oye el ruido de los remos al chocar con el agua. Hay luz artificial (de lo contrario reinaría la oscuridad más absoluta) pero no desmerece para nada el lugar. El recorrido es largo y lo hacemos boquiabiertos (niños incluidos).
Pero la visita no acaba aquí. Justo cuando te acercas a la salida la barca se desvía hacia una de las riberas y te dejan apearte. Para sorpresa de nosotros esta vez (a diferencia de la cueva paraíso) no hay pasarela alguna. Caminas por la propia superficie arenosa de la cueva. ¡Toda una experiencia! Como no está el camino muy acotado te puedes ir desviando hacia ambos lados y hacer las fotografías que quieras. Tanto nosotros como los niños tenemos cierta libertad para movernos por la zona. Al llegar al final subes por un pequeño tramo de escaleras rocosas de la propia cueva y accedes a la salida.Realmente es muy bonito. Un pequeño sendero escarbado en la ladera te permite llegar a un embarcadero exterior donde te espera la barcaza para devolverte al pueblo de Son Trach.
La visita dura aproximadamente dos horas y es toda una experiencia. Al finalizarla iniciamos el regreso para Dong Hoy. Apenas una horita de camino, pues la cueva de Pong Nha estba más cerca de la entrada al parque que la Cueva Paraíso.
Llegamos cansados al hotel (son casi las 19:00 hrs) y optamos por cenar en el hotel tras darnos unas buenas duchas. Cenar en el hotel habitualmente es sinónimo para nuestros peques de comida más occidentalizada (hamburguesas o espaguetis); un buen premio para ellos tras las largas palizas que nos pegamos. Nosotros nos regalamos un yogurt de mango que está sencillamente espectacular.
El día siguiente es de transición pues toca coger un vuelo por la tarde a Hanoi. Una opción hubiera sido ir en tren a Ninh Binh para explorar la región y después en coche a Hanoi pero no tenemos tantos días y el avión nos permite ganar tiempo y calidad (los niños lo agradecen). Ninh Binh está a 500 km de Dong Hoy y el viaje por carretera es un auténtico palizón de casi 10 horas.
Por la mañana nos acercamos a la playa de delante del hotel un ratito. Laura y David se entretienen un buen rato recogiendo conchas. Después nos vamos a la piscina del hotel (que aún no habíamos estrenado). Hay nubarrones en el cielo pero no llega a llover; se agradece el descenso de las temperaturas. Comemos en un restaurante local del pueblo de Dong Hoy tras salir a pasear un rato: pedimos marisco. Está fresco y muy sabroso (gambas a la parrilla, almejas al vapor con un caldito gustoso con lima y verduras y unos noodles seafood crujientes y sabrosos). Después caminamos un rato más: la ciudad cuenta con un bonito paseo, en el que se encuentra la evocadora fachada en ruinas de la iglesia de Tam Toa bombardeada en 1965. Delante tienes vistas del río Nhat Le y del puente que lo atraviesa para alcanzar la isla que hay enfrente. Pronto se nos hacen las 15:00 y volvemos al hotel a recoger las maletas y pedir un taxi al aeropuerto.
Llegamos a Hanoi de noche. Hemos pedido recogida y transporte al hotel. Nos cuesta 22 dólares: tardamos cerca de 45 minutos desde el aeropuerto (la distancia es importante) y hay mucho tráfico. No nos entretenemos mucho a nuestra llegada (estamos bien situados en el centro del Old Quarter) ya que es tarde y la excursión prevista para mañana nos obliga a madrugar. Comemos en el primer restaurante que nos llama la atención, el The Old Hanoi, bastante resultón si no te equivocas con la comanda (ni se te ocurra pedir pizza y la carne de cerdo pica un poco). Se está muy fresquito en la terraza; la 1ª noche tenemos la suerte de poder sentarnos allí (la 2ª – repetimos – ya no). El mojito está muy bueno y estamos en horario de 2x1. Compramos leche para los niños en un supermercado de camino al hotel y a dormir!
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