Nada más despertarnos nos espera una sorpresa: ¡ESTÁ NEVANDO! Los niños empiezan a mirar a través de la ventana de nuestro apartamento alborotados. Para ellos ver nevar es poco habitual y miran con mucha curiosidad.
Después de desayunar nos precipitamos a la calle para ver la nevada. Inicialmente cae poquito y el suelo está despejado. Optamos por ir caminando en dirección al centro. Justo cuando estamos llegando a la Catedral empieza a caer con más fuerza y nos refugiamos dentro. Obra maestra del gótico, es el mejor símbolo arquitectónico de la ciudad. Entramos por la nave lateral izquierda (por aquí la entrada es gratuita) y nos hacemos una idea rápida de como es la Catedral por dentro. Tenemos la inmensa suerte de encontrarnos una orquesta ensayando cerca del altar para la función prevista para la noche. Es gracioso ver las probaturas que hacen y como intentan coordinarse entre ellos. Nuestros peques, rodeados de turistas, miran y escuchan con mucha atención. La sonoridad es perfecta: están ensayando el Réquiem de Mozart. Cuando se ponen a tocar nos quedamos todos en silencio, escuchando.
Después optamos por explorar la Torre Sur. Los que seguís nuestras aventuras ya sabréis que no nos da ninguna pereza ponernos a subir escaleras si la situación lo requiere. Y aquí está en juego poder acceder a una de las vistas más espectaculares de los tejados del centro histórico y ¡nevando! La torre mide 137 metros. Se tienen que subir un total de 343 peldaños por una estrecha escalinata para poder acceder a una plataforma situada a 65 metros de altura. Afortunadamente la plataforma está techada por lo que no pasamos frío. La ascensión nos ha permitido entrar en calor. David las sube con Fani sin problemas. Laura sí necesita de la ayuda de Jordi. Hay un momento de agobio al poco de iniciar la subida cundo coincidimos con 2 grupos de escolares y otro grupo de turistas italianos que deciden bajar todos a la vez (a diferencia de otras Catedrales, en ésta subes y bajas por la misma escalinata y al mismo tiempo). Es cuestión de tener un poco de paciencia. Al llegar arriba las vistas son espectaculares. Lo primero que destaca es el majestuoso tejado de azulejos de la propia Catedral. Después empiezas a ver un sinfín de monumentos y edificios tanto del centro histórico como de los barrios colindantes hasta donde llega la vista. La visibilidad no es muy buena pero ver nevar vale el sacrificio.
Cuando bajamos descubrimos que ha dejado de nevar. Nos ponemos a caminar por las amplias avenidas del centro histórico viendo las tiendas a lado y lado de la calle. Llegamos hasta el Albertina pasando por el Palacio de Hofbürg. Después pasamos por el Bürggarten: el parque está nevado y, aunque empieza a hacer mucho frío, se ve todo muy bonito. Al fondo identificamos rápido la nave de la Schmetterlinghaus y nos decidimos a entrar enseguida. Se trata de un mariposario que nos permite entrar rápido en calor y que hace las delicias de nuestros peques. La nave comprende una única gran sala con 2 niveles (una escalinata te permite subir al nivel de arriba); los niños se sueltan enseguida y empiezan a correr como energúmenos. No llegamos a dar mucho la nota porque hay más niños y (mira por donde) a todos les da por hacer lo mismo.
Después nos dirigimos a la Museumsplatz, que es donde se ubican los 3 grandes espacios culturales de la ciudad: el Kunsthistorisches Museum, el Naturhistorisches Museum y el Museums Quartier. Como se nos ha hecho la hora de comer nos buscamos un restaurante. Acabamos en el restaurante del Architekturzentrm Wien, con una decoración muy llamativa. Nos atienden muy bien y nos dan una buena mesa. Tenemos que reconocer que en general en la mayor parte de restaurantes de Viena entrar con niños es todo un privilegio: te suelen pasar los primeros (aunque haya cola) y te suelen dar mesas espaciosas y ubicadas en los extremos del local. Nos pedimos un Rindsgoulash (goulash de ternera) y nos ponemos las botas.
Optamos por visitar el Naturhistorisches Museum. Y es que vamos con niños. Qué mejos excusa!!
En la entrada nos espera una sorpresa: nuestro primer mercado navideño en toda regla. Un montón de pequeñas casetas de madera adornadas dispuestas estratégicamente delante de la entrada a los museos. Ai madre! Que ya es Navidad!! Nos sentimos tentados. Queremos comprarlo todo. Pero el frío apremia. Y no es broma.
El edificio del museo en sí ya es una pasada. Tiene dos plantas muy bien organizadas. Las salas dan la vuelta a todo el edificio, así que es fácil no perderse nada. Después de más de tres horas de dinosaurios, minerales y animales de todo tipo ( repito: todo tipo ) estamos saturados. No teníamos ni idea de que existieran tantos tipos distintos de monos, insectos, peces, pájaros, cocodrilos y roedores. David nos explica emocionado qué es un ornitorrinco y en la sala dedicada a monos, gorilas y orangutanes, reconoce a la primera al mono que conocimos este verano en Sri Lanka. Y hay un montón, en serio!! No nos imaginamos la cantidad de trabajo que puede haber supuesto clasificar tal cantidad de animales, vertebrados e invertebrados. Los minerales no se quedan atrás, ni tampoco los fósiles. La sala de los dinosaurios es nuestra preferida. Lógicamente, son réplicas, o como dice Laura, son de broma. Aún así, tienen expuesto un fémur de verdad de dinosaurio que puedes tocar. También hay un sinfín de animales disecados, sobretodo insectos, anfibios y serpientes.
En una de las salas, hay una exposición que habla de la evolución de las especies, y de los distintos períodos de lo que yo llamo - nuestra existencia - , pasando del paleolítico al mesolítico y neolítico, y desde la edad de hierro a la de bronce. También hay un planetario con varias sesiones y horarios ( hay que reservar pase en la entrada ). No tenemos tiempo de todo así que decidimos vagabundear tranquilamente entre las diferentes salas, dejándonos llevar por lo que más nos gusta.
Recomendamos no agobiarse. Es literalmente imposible verlo todo.
Recomendamos no agobiarse. Es literalmente imposible verlo todo.
A los pies del ayuntamiento, se despliegan cientos de paraditas de Navidad de todo tipo: adornos, juguetes, caramelos, galletas, ponche, vino, frutas, chocolate, bufandas y gorros, curiosidades... todo bajo un sinfín de luces de Navidad. Incluso hay un mapa en la entrada del mercado, para no perderte.
Hay una pista de patinaje que da vueltas entre los árboles, no es una pista circular ( que es a lo que estamos más acostumbrados ). Para los peques hay una cuadrada pequeña, pero hace demasiado frío y no me planteo sacar las manos de los bolsillos.
Lo que más me impresiona son los árboles iluminados con cientos, miles de lucecitas.
Lo que más me impresiona son los árboles iluminados con cientos, miles de lucecitas.
Lo segundo más impresionante: hay un coro de gente cantando villancicos. Con el frío que hace!! Y lo tercero: les gusta comer y beber en plena calle, al pie de los puestecillos, donde se disponen algunas mesas altas. Esta gente está hecha de otra pasta.
Volvemos dando un paseo, más bien rapidito, porque ya no podemos más. Por el camino compramos una de esas bufandas gigantes para usarla como manta para Laura, que todaví aduerme en el carrito. Esta noche nos vamos a enterar.
Volvemos dando un paseo, más bien rapidito, porque ya no podemos más. Por el camino compramos una de esas bufandas gigantes para usarla como manta para Laura, que todaví aduerme en el carrito. Esta noche nos vamos a enterar.
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