5 de diciembre de 2017

EL PALACIO DE SISI

Miramos por la ventana: llueve. Pensamos en ir a algún sitio que no suponga estar mucho al aire libre, por si cae un chaparrón, así que hoy nos proponemos ir al Palacio de Hofburg. 
Después de enfundar a los niños con gorros, guantes, bufandas y abrigos salimos hacia el metro ( 2,20 e por adulto, niños gratis ) hasta la parada más cercana al Palacio, Herrengase. Llegamos justo en el momento en que un pelotón de soldados da la bienvenida a un coche oficial ( no vemos quién se baja ) trompetas y tambores en  mano. 
El Palacio en sí, es quizás el último vestigio del poder imperial Austríaco. La monarquía se extinguió en 1918. Hoy en día alberga las oficinas del presidente, algunos museos y plazas impresionantes que comunican los diferentes edificios. De hecho, no tenemos la impresión de estar entrando en un palacio. Compramos los tickets ( hay varias modalidades según lo que quieras ver ). Nosotros visitamos las estancias abiertas al público ( Kaiserappartements ), una exposición que explica la que para nosotros es, la desgraciada vida de la Emperatriz Isabel ( la famosa Sisí ), y la vajilla imperial o Silverkammer ( todo muy suntuoso ). Me indigno. Pero bueno, es arte e historia al fin y al cabo. No dejan hacer fotos. 





De ahí vamos caminando entre las plazas hasta El Prunksaal State Hall, la Biblioteca Nacional. La sala que se puede visitar es impresionante. Si habéis visto la peli de la Bella y la Bestia sabréis a lo que me refiero. 

Comemos cerca, en un restaurante donde nos sirven algunos platos típicos vieneses: sopa de ternera, verduras y fideos para los niños, ternera empanada con patatas dulces  ( Wiener Schnitzel ) y ternera en salsa de puré de patatas al perejil. De postre tarta de manzana.

David pide la cuenta en inglés! Lo gracioso es ver como se cuela por detrás de la barra para buscar al camarero...con su hermana detrás, siguiéndolo allá donde vaya.

Acabamos la tarde de nuevo en el Mercado de Navidad del Rathaus. Paseamos entre los puestecillos a la espera de que se ponga el sol para disfrutar de las luces de navidad. De algunos de los puestecillos los olores de los dulces embargan nuestros sentidos. Laura disfruta comiendo fresas con chocolate ( y yo también ). Cuando ya nos damos por satisfechos, volvemos a casa en busca del famoso Café Central. Tenemos suerte. A pesar de las colas, uno de los camareros nos cuela por delante de los demás ( lo de llevar un carrito con una niña envuelta a lo esquimal, ejerce un poderoso efecto sobre los demás ). El local tiene el encanto de aquellos cafés coloniales de la época, donde intelectuales y genios literarios se daban cita para tomar café. Altas columnas de mármol, candelabros en las paredes, lámparas de araña, suelo de parquet y un piano en mitad de la sala. 
David pide la cuenta y casi nos da un pasmo ( casi 6e por un capuccino !! ). Jordi disfruta su café central, la especialidad: café con ron y crema. En fin, el local lo vale.
Volvemos al apartamento caminando bajo las luces de las calles, la gente abarrotando los puestecillos callejeros humeantes, el olor a vino caliente impregnándolo todo, los carruajes a pie de la imponente Stephansdom, en Stephansplatz. Cruzamos el puente Marien Brücke deprisa.
Ya llevamos más de una hora en la calle y es nuestro límite para aguantar el frío, aunque hoy hemos estado a 6ºC.











Rathaus



Café central 

Stephansdom



No hay comentarios: