Salimos de nuestro paraíso en Nilaveli a
las 10:00. Toca ruta en coche. Tras media hora nos paramos en Trincomalee, la
ciudad más importante de la costa oriental. La idea es hacer una breve visita
del templo hindú y de ver las vistas desde lo alto de la Swami Rock. Para
llegar hay que atravesar los muros de la Fortaleza Frederick, construida por
los portugueses en el año 1623. La fortaleza ha pasado por muchas manos ( holandesas,
británicas, … ) y ha pasado por diversas reconstrucciones. En la actualidad es
un bastión del ejército ceilandés y los accesos están controlados. Aunque no se
pueda visitar sí se puede echar un vistazo mientras pasas con el coche.
Llegamos a una zona de aparcamiento y nos bajamos del vehículo. A partir de
aquí toca subir hasta lo alto a pie. Por el camino vemos una sucesión de
interminables paraditas a lado y lado donde te venden de todo. Sube un montón
de gente, no sólo turistas ( hay escolares y locales que suben a hacer ofrendas
). También hay personal del ejército. Justo al llegar a la cima, donde se halla
el templo, te tienes que descalzar.
El templo se llama Koneswaram Kovil, uno de los principales santuarios hinduistas del
país. Está dedicado a Siva con la misión de proteger la isla de desastres
naturales. Es muy antiguo pero durante las guerras fue destruido; el templo
actual data de la reconstrucción de 1952 ( 4 años tras obtener la independencia
del país ). Para unos profanos como nosotros es difícil explicar la visita
dentro del templo ( no se pueden hacer fotografías ). Está lleno de estatuas de
colores en 3 dimensiones que relatan pasajes religiosos que nosotros
desconocemos por completo. También hay carros para realizar sus particulares
procesiones por la ciudad. En el exterior del templo contemplamos como se hace
la ofrenda a pie de templo: pides el deseo y haces arder un coco. Después
apagas la llama y tiras con fuerza el coco contra una piedra en un recinto
cercado hasta que se hace añicos. Tras visitar el templo pasamos por la Swami
Rock, saliente de 130 metros de altura con unas vistas que quitan el hipo sobre
la bahía holandesa. La verdad es que el enclave es precioso ya que queda
situado entre 2 bahías aunque desde la roca sólo tengas vista panorámica de una
sola ( la bahía holandesa ).
Vemos barcos y el inmenso océano. Dicen que desde
aquí se pueden ver ballenas azules ( a esta hora no pasa ninguna ).
De los árboles cuelgan los deseos de mujeres embarazadas o familiares que piden esperanza, salud y felicidad para sus bebés.
Después bajamos de regreso a la
furgoneta. Hacemos la visita en unos 40 minutos. Nos armamos de paciencia pues
nos esperan cerca de 2 horas de coche hasta Minneriya; por suerte para Laura,
duerme todo el camino. Al llegar a destino comemos en un buffet de un hotel muy
próximo al puesto de alquiler de jeeps para visitar el parque de Minneriya; es
muy curioso y me permite explicar algo muy interesante que se produce en la
mayoría de restaurantes para turistas. A pesar de no ser nada baratos para los
precios del país y del intenso calor reinante a la hora de comer, NO tienen
aire acondicionado. La gran mayoría disponen de ventiladores de techo y
ventanales amplios que dejan entrar corriente de aire. Pues hay buffets que
intentan ofrecerte un helado: como no disponen de congeladores, en casi todos
los casos hasta la fecha te encuentras con la cuchara intentando extraer una
pasta helada medio deshecha que llega licuada cuando te sientas a la mesa. Pues
este buffet tiene un cuarto cerrado con – no lo diríais nunca – con AIRE
ACONDICIONADO para los postres. La verdad es que para que engañaros – os
escribe Jordi – me pedí todas las veces turno para ir a buscar los postres.
Tras la comida nos dirigimos al Parque de
Minneriya. Como tenemos contratado el Tour, Dhanu nos lleva al punto de
encuentro con el chófer – guía justo en la entrada. Cuando llega el jeep
empezamos a ponernos nerviosos hasta lo que se nos viene encima: este parque
nacional es uno de los mejores lugares del país para ver elefantes salvajes.
Además, sabemos que estamos en época seca – de mayo a septiembre – y que es
cuando abundan más. En esta época se produce la concentración; reunión de 200 o más elefantes en un punto
durante semanas. Inicialmente se pensaba que era por la sed propia de la
temporada seca, pero en verdad se debe a que el embalse de Minneriya (
construido en el siglo III d. C ) se seca, dejando al descubierto hierbas y
brotes que atraen a los herbívoros. El recorrido inicial de 40 minutos con el
jeep pasa por una pista de tierra accidentada a través de una densa jungla. Por
el camino vemos monos y diversas aves; nos maravillamos contemplando un águila
de cabeza blanquecina y pico amarillento descansando en lo alto de un árbol
junto a su nido. Justo cuando llegamos al final de la pista vemos.. vemos… una
MANADA DE ELEFANTES. Los vemos bien juntitos. Tanto nosotros como el resto de
turistas de los demás jeeps empezamos a grabar y a hacer fotos como locos.
Nuestro chófer – guía nos tranquiliza: se dirigen al embalse y allí los
podremos observar ( fotografiar ) mejor. Aun así es paciente ( debe estar
acostumbrado a la locura filmográfica de los turistas ) y espera a que se nos
pase el ataque.
Al cabo de un rato llegamos al punto
fuerte de la visita y sin lugar a dudas uno de sus must see o highlights: el embalse. Lo que vemos es maravilloso y
espectacular: una llanura abierta inmensa con el embalse en el centro. Y en ella
vemos una manada de elefantes. Y nos toca vivir lo que llamo una
DECONCENTRACIÓN: los paquidermos beben tan tranquilos y tras recrearse un rato
a orillas del embalse regresan con calma a la selva pasando por entre los
jeeps. ¡Flipante! Como son familias enteras pues los ves de diferentes tamaños
y edades. Los guías no tienen ninguna prisa y dejan a los turistas deleitarse
con la filmografía. Suelen dejar los motores apagados; la única situación en
que encienden el motor es cuando se acerca al vehículo algún elefante de
grandes dimensiones no vaya a ser que haya que salir por patas o por ruedas.
Cuando se han marchado todos damos la vuelta al embalse y nos maravillamos con
las aves que pescan en las aguas del embalse poco profundas: en la orilla vemos
cormoranes, grullas y grandes pelícanos. En el aire sobrevuelan el lago una
decena de águilas idénticas a la que vimos antes en lo alto del árbol.
El
paisaje es precioso y tranquilo. La verdad es que los chóferes ayudan mucho:
apagan los motores y no tienen ninguna prisa. No hay que perseguir a ningún
animal: se te presentan solitos sin necesidad de hacer nada. Efectivamente,
cuando ya hemos dado la vuelta al embalse, se nos presenta una nueva manada de
elefantes que se dirigen al embalse: en ésta ocasión es mucho más numerosa que
la anterior y nos toca vivir el fenómeno opuesto: vivimos una CONCENTRACIÓN en
toda regla. De nuevo los elefantes pasan por delante de nuestro jeep como si
nada. El guía nos dice que hay cerca de 600 paquidermos en la zona. Vemos uno
con colmillos: nos explica que el 5-10% los tienen. Los niños flipan de un buen
principio pero como es lógico - llevamos más de una hora metidos en la planicie
del embalse y son más de las 17:00 de la tarde – están cansados. Les damos agua
y galletas que llevamos encima pero el efecto dura poco. Aun así se portan muy
bien y, a su manera, se llevan una idea de cómo son los elefantes en su medio
natural. Tras un último rato de contemplación y tras preguntarnos el chófer –
guía si queremos prolongar la visita, optamos por regresar.
Tras abandonar el parque, nos queda media
horita de camino en coche hasta llegar a nuestro hotel en Sigiriya (el Fresco
Water Village). Baños, cena y a dormir rendidos. Mañana toca madrugón antes de
otra de las grandes visitas del viaje: la ROCA DEL LEÓN!
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