23-07-2017
a 25-07-2017
¡Por fin ha llegado el gran día! ¡Vamos a
bucear ! Hoy hace exactamente 5 años que buceamos por última vez. Fue en Fernado de Noronha, en Brasil. ¡Vaya
casualidad!
Contactamos con Poseidon Diving Center via email y nos lo pintaron muy bonito. Al
llegar, resultó que tenían mucha demanda y que no nos aseguraban que pudiéramos
bucear. Finalmente, lo arreglamos y decidimos turnarnos. Primero saldría yo.
Llego a las 8:15 y un divemaster me está
esperando para preparar el equipo. Lo revisamos y montamos juntos y luego nos
vamos al mar a hacer un par de ejercicios básicos. Muy profesionales.
Me siento de nuevo como un open. Nos vamos en la lancha con tres
buceadores más a Pigeon Island, reserva
Natural Patrimonio de la Humanidad. Brutal!!! Las inmersiones no son nada
del otro mundo, considerando que, nada para mí, ha superado a Bunaken. Aún así,
tengo que admitir que el coral es precioso. De hecho, vemos uno enorme que
tiene más de 1000 años, según relata nuestro divemaster.
Entre una inmersión y la otra nos bajan
en Pigeon Island, donde montones de
turistas hacen snorkel en la zona de bollas reglamentaria, para ver tiburones
punta negra y tortugas. Lo malo es que al ser domingo, a los turistas de
chalecos naranjas y tubos de buceo, se suman los ceilandeses domingueros que
vienen a pasar el día a la isla. Es curioso ver cómo las mujeres se bañan con
toda la ropa puesta. No hay que olvidar que aunque la gran mayoría son
budistas, también los hay hindús y musulmanes.
Lo mejor de todo es que ha sido como si
nunca hubiera dejado de bucear. Me he sentido genial.
Mientras tanto los peques y yo mismamente
(Jordi) optamos por día relax en el hotel. Nos levantamos tarde y nos vamos a
desayunar al buffet del hotel. Los niños se quedan sentados en la mesa del
restaurante mientras yo voy trayendo las cosas (el desayuno se hace en un
recinto cerrado aunque también con vistas tanto al palmeral como a la piscina).
Como es tradición aquí también te puedes pedir una tortilla recién hecha y que
te pongan dentro lo que te apetezca (la clave está en decirles con no te pongan
picante). Después nos vamos a la playa. Hace un sol de justicia: toca crema y
llevar camisetas de agua. Los niños no se resisten. Empezamos recogiendo unas
conchas y después nos vamos a jugar en la orilla con las olas del mar. La playa
de Nivali es muy chula: muy amplia (la vista no te alcanza a ver el final), con
un desnivel de entrada en el agua muy progresivo y ¡NO HAY CASI NADIE! Como
únicas pegas comentar que la arena es abrasadora hasta llegar a la que está
mojada (nos hacemos unas carreras tanto de ida como de vuelta incluida Laura) y
hay oleaje y mucha corriente (nos podemos bañar para si vas con niños muy pequeños
no te tienes que meter muy adentro). Nos lo pasamos de miedo. Desde la orilla
se ve Isla Pigeon a lo lejos: no
dejamos de ver barcas que van y vienen durante toda la mañana.
Después nos vamos a la piscina:
profundidad de un metro en casi toda ella (puedo estar tranquilo con David) y
manguitos para Laura (este año se los deja poner y la verdad es que se esfuerza
en nadar un montón). Hay una zona de entrada donde hasta Laura puede estar de
pie y encima da la sombra; allí pasamos un buen rato jugando a papás y mamás. Después
toca comer: no hay buffet de mediodía (como en la mayoría de hoteles); tiene un
restaurante de playa (techado y corre brisita) con menú infantil. Los niños
flipan: toca hamburguesa de pollo con patatas fritas. ¡Y de postre fruta con helado!
Cuando ya terminamos de comer llega Fani (son pasadas las 14:30): llega cansada
pero muy contenta. Le he guardado parte de mi plato (hay tanto “grilled tunna” que le puedo ceder mi
mitad). Ponen “wasabi” en un ladito
del plato (¡que graciosillos!) y por error lo mezclo con una verdurita que
había quedado allí perdida; resultado: ¡ARDOR INTENSO!
Por la tarde ya todos juntos nos
explicamos las experiencias vividas, descansamos un rato en la habitación (peli
para los niños y colada y blog para los mayores) y de nuevo nos vamos todos a
la playa a recoger conchas (son más de las 17:00 y el sol está ya muy bajo;
como las 20:00 en verano en España) y después a la piscina. Mientras cenamos
Dhanu nos viene a buscar para explicarnos que le han llamado del centro de
buceo para decir que mañana Jordi no podrá ir porque los grupos están
completos. Probaremos suerte el martes.
Poco que contar del lunes: pasamos un día
de relax en familia alternando playa con piscina y hacemos todas las comidas en
el hotel. Al mediodía nos tomamos unas “grilled
jumbo prawns” que son unas gambas tamaño “king size” con mantequilla por encima: están muy sabrosas. Los
niños repiten con la hamburguesa (¡y eso que tienen más opciones!). De nuevo
blog y colada en los ratos libres. Por la tarde 2 incidencias. La primera es
que Jordi se va con Dhanu a la agencia de buceo para “asegurar” la salida del día siguiente: ¡que una plaza y nos la
dan! Será por pesados… La segunda es que mientras Jordi está en el centro de
buceo Laura hace uno de sus saltos a la piscina (¡ha perdido el miedo por
completo!) y pilla a Fani desprevenida: supertrompazo en toda la frente y
herida con los dientecitos de Laura. La pequeña se disculpa enseguida; no se ha
hecho nada (¡menos mal!) y a Fani el encargado de la piscina le ayuda a salir
del agua y le trae hielo. Después llega Jordi y nos vamos a curar a la
lesionada. Tenemos dudas sobre si harán o no falta puntos, pero Fani trae de
todo en el botiquín y nos apañamos.
El martes viene a ser la experiencia
vivida el domingo pero invertida. Las únicas diferencias son que el grupo que
se queda en el hotel renuncia a la playa ya que Fani no se puede mojar la
frente (se sustituye ese tiempo por blog y cuadernos de vacaciones en la sala
común con wifi) y que por la tarde vamos a la playa antes (a eso de las 16:00
para pillar algo de sol).
La experiencia de buceo es similar: hay
un “refreshing” previo donde te
montas tú mismo el equipo y haces 3 ejercicios básicos en la orilla del mar (de
nuevo me agobio – Jordi – con el de la máscara pero me dan un aprobado) y te
llevan en barca a Isla Pigeon (recordar que hay que llevar las 2500 rupias que
te cobran por acceder como tasa de entrada; es una isla protegida). Creo por lo
que me explicó Fani que hay menos gente que el domingo; pudiera ser aunque no
está mal la gentada que hay). Consideraciones a tener muy en cuenta:
- La isla es muy pequeña: la atraviesas en
apenas un minuto.
- Hay árboles: así que te puedes resguardar
del sol bajo su sombra.
- Hay poco que hacer salvo bucear o hacer
snorkel. Lo digo por la gente que vaya con niños pequeños (creemos que es
mejor enfocarlo como lo hemos hecho nosotros: los niños disfrutan más de
la playa de Nilaveli)
- El
agua es mucho más clara (a pesar de todo no la puedo considerar paradísica
por no tener ese azul – verdoso de otras playas tan característico). Hay
coral y bancos de peces tropicales.
- No hay garitas o puestecitos de venta de
bebidas o comida alguno: olvídate de pedirte allí unos snacks, un helado o
una miserable botellita de agua: ¡te la llevas en la mochila!
- No hay mesas ni sillas para picnic; por
eso la mayor parte de barcas de acceso ya no dan servicio pasadas las
13:00. No hay lavabos: o te buscas un árbol escondido o te vas al agua.
- Tiene 2 orillas habilitadas pero tienes
una auténtica alfombra de coral: cuesta caminar por encima: imprescindible
llevar calzado de agua. ¡Imaginaos lo que tuvo que ser para ambos la
entrada desde la orilla al agua en una de nuestras 2 inmersiones con el
equipo cargado pero las aletas en la mano!
En relación a las inmersiones comentar
que están muy bien para recuperar sensaciones y quitarte el gusanillo. Verás
coral y muchos pececillos tropicales. La visibilidad no suele ser muy buena por
lo vivido y lo contado por el Dive Master. Con suerte puedes ver alguna morena
o algún pez globo. Pero como dice Fani estamos muy lejos de Bunaken. Una inmersión la hacemos saliendo desde la
orilla y la segunda saltando desde la barca; en ambas vemos más o menos lo
mismo. Como anécdota comentar que mi Dive Master (un chaval jovencito y muy
simpático) mira mis zapatillas de agua con mucho interés en un momento de nuestro
descanso entre inmersiones; me pide por cuanto se las vendo y que para él son
muy difíciles de conseguir. Se las dejo probar: le quedan bien. Se las regalo.
![]() |
Isla Pigeon |
En relación al Poseidon Diving Center comentar que por lo vivido por nosotros es
una empresa muy seria y muy profesional tanto para la preparación del equipo y
el “refreshing” (si es que lo
necesitas) como para las inmersiones y los desplazamientos en barca. Se nota
que son un equipo, priorizan la seguridad y se preocupan porque la experiencia sea
lo más agradable posible. Hay poco “fantasmeo” (nos gusta). El problema es la
organización: olvídate de hacer reservas (ni el mail ni el teléfono nos
funcionaron). Hay que ir en persona a tocarles los pinreles.
En total, refreshing + inmersiones
cuestan 75$ y se puede pagar con tarjeta de crédito.
En conclusión: no nos queremos ir de aquí, pero nos esperan todavía muchas aventuras!
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