31 de julio de 2017

HORTON PLAINS: HASTA EL FIN DEL MUNDO Y MÁS ALLÁ

Dicen que en Sri Lanka existe un camino que te lleva al fin del mundo.

Son las 4.30 am. Suena el despertador. David tiene el detalle de despertarme a las 3 am. Está contento porque ayer se le cayó su quinto diente y una ardilla ha venido a por él mientras dormía y le ha dejado bajo la almohada unas rupias ( aquí no hay ratoncito Pérez, hay ardilla ). Qué curioso! Incluso a 9120km de casa existe esta magia inexplicable.

Hemos quedado con Dhanu a las 5 para ir al Parque Horton Plains ( Parque Nacional de las Llanuras de Horton). El motivo de ir tan pronto es que más tarde de las 9-10h podríamos correr el riesgo  de no ver nada, pues una espesa neblina lo suele cubrir todo a partir de esas horas. 
La subida en coche no es nada sencilla: carreterita estrecha y tortuosa por donde hay zonas en las que sólo cabe un vehículo ( ¡ pues es de doble sentido ! ) y todavía es de noche ( es justo el amanecer ).  

Llegamos instantes antes de que abran las taquillas del parque: ¡ las 06:00 am !
Entrar dentro no es nada sencillo: por un lado no te dejan entrar con el vehículo hasta que tengas el ticket de entrada. Llegados a este punto el problema es doble: por un lado hay una cola para comprarlas de aquí te espero ( cuando llega Jordi tiene como unas 50 personas delante; tranquilos, al cabo de un rato mira para atrás y descubre más de 100 ). Por otro lado no hay zona de aparcamiento mientras las consigues: así, se forma una cola inmensa de coches, furgonetas, tucs-tucs y jeeps en el estrecho camino de acceso. De vuelta al caos aunque esta vez en plena naturaleza. Una pena.

A las 07:10 conseguimos entrar en el parque. Nos cobran cerca de 9000 rupias por 2 entradas de adulto, otras 2 de niño, el guía y el permiso de aparcamiento.
A esas horas hace frío.

En la entrada nos revisan las mochilas. Está prohibido entrar con cualquier tipo de plástico al parque, así que nos requisan los zumos y danones del desayuno que nos han preparado en el hotel, y nos los guardan para devolvérnoslos a la salida. El resto ( bocatas y fruta ) nos lo empaquetan en bolsas de papel. 

Nos ponemos en marcha con Laura en la manduca y David dando saltos y preguntando cada 10 minutos cuál va a ser el premio si consigue llegar al final. El camino que nos lleva al conocido como fin del mundo es impresionante. Se trata de una altiplanicie ondulante a más de 2000m de altura que acaba de forma abrupta en el Fin del Mundo. Para llegar hasta allí lo puedes hacer de 2 maneras pues el trazado ( son en total 9.5 km ) es circular. Puedes empezar por el sendero de la izquierda e ir directo a los miradores para volver por la cascada o ir por el sendero de la derecha y dejar los miradores para el final. Nuestra recomendación ( si vais bien de tiempo; recordad que puede que la neblina lo cubra todo a partir de las 09:00-10:00 ) es empezar por el sendero de la derecha: hace bajada y a la vuelta el terreno tiene menos pendiente. Digamos que es más sencillo para nuestro gusto. Si empiezas por el de la izquierda te encuentras las cuestas más empinadas de subida al final que es justo cuando estás más fatigado.

Al poco rato empieza a hacer un calor que no veas y empezamos a quitarnos la ropa: chubasqueros y jerseys de manga larga ( recordad que para la primera parte de la excursión son muy necesarios ). 





Tras cerca de 3.5 km de marcha llegamos a un espeso bosque y nos topamos con las cascadas de Baker. Dejamos a los peques con Dhanu para poderlas ver, ya que para acceder hasta ellas hay que bajar unos escalones altos y resbaladizos. No es que sea peligroso, pero así ganamos algo de tiempo, que falta nos hace para llegar antes de las 10h al mirador. Nos recuerda un poco a Ordesa.


A la vuelta nos encontramos a Dhanu dándole parte del desayuno a los peques. El descanso les ha venido bien a ambos, especialmente a David que recordemos que hace el recorrido íntegramente a pie por sí sólo. Laura camina un ratito corto pero la mayor parte del trazado va en la manduca. Expectantes, encaramos los 2 km que nos separan del Fin del Mundo.


El mirador en sí ( "World's End" ), no nos impresiona tanto. Se trata de una caída de unos 880 metros con vistas a los valles y pueblecitos distantes. A lo lejos la vista te alcanza para ver las tierras del sur de la isla pero no para el océano. A los peques no los acercamos ni en broma. No hay ningún tipo de protección. Hay mucha gente intentando hacerse fotos justo en el borde y no es nada seguro.  Fani se camela unas turistas francesas para que nos hagan unas fotos. Dhanu se queda, como siempre, en la retarguardia con los peques a buen recaudo.




El camino de vuelta es menos pesado, no tan abrupto y el desnivel juega a nuestro favor. Pasamos por otro mirador, más pequeño: el mini Fin del Mundo ( "mini World's End" ). Bastante chulo por cierto. La verdad es que el tiempo ha acompañado aunque empiezan a aparecer unos densos nubarrones en el cielo. Optamos por iniciar el tramo final de regreso de 3.5 km.

El camino de vuelta atraviesa un bosque. David empieza a estar cansado. Empieza a llover y nos tenemos que poner los chubasqueros. Como Dhanu no tiene se va corriendo y nos espera a la salida del parque. Nosotros seguimos tranquilos: llevamos los chubasqueros y no hace especialmente frío. Laura se queda dormida y no se entera de nada. Nuestra aventura termina tras 4 horas de marcha sin ningún sobresalto. Nos dejamos caer en la furgoneta y del recorrido de vuelta al hotel no recordamos nada. En fin. 






Volvemos al hotel cansados por el madrugón, nada que no pueda arreglar una siesta después de comer. Dormimos todos menos David que está emocionado porque ha ganado su premio ( tablet ) y porque tiene unas monedas que le ha traído la particular ardilla Pérez de Sri Lanka.

30 de julio de 2017

DE CAMINO A NUWARA ELIYA

Dicen que Sri Lanka es una isla famosa por su té. No en vano es el 2º país que más té exporta en todo el mundo ( por detrás de Kenya ). Y que el té cultivado a gran altura es el mejor. Toca viajar a las Tierras Altas.

Nos levantamos sin prisa y salimos a las 10:00 de nuestro alojamiento en Kandy. Es domingo por la mañana y hay mucho menos tráfico y caos que el día anterior. De todos modos, es sólo una tregua: por la tarde toca 2º día de Esala Perahera y probablemente en unas pocas horas vuelva a “despertarse” la ciudad. Aprovechamos la situación para salir de la ciudad en dirección a Nuwara Elija.

El camino sigue ascendiendo por carreteras tortuosas y con montañas boscosas a lado y lado. Pero hay dos cosas que llaman poderosamente nuestra atención: por un lado, la presencia de una eterna neblina cambiante que flota en el aire y por otro, empiezan a emerger y de forma cada vez numerosas terrazas de plantaciones de té.

Tras una hora larga de recorrido Dhanu se detiene delante de una de las muchas fábricas de té esparcidas por el camino, la de Glenloch. No está excesivamente concurrida en ese momento y podemos hacer una visita guiada con una guía local muy simpática. Allí aprendemos muchas cosas:
-        El té y sus muchas propiedades se gradúan por el tamaño de la hoja. Así: el té en polvo se considera el de menor calidad mientras que las hojas enteras y las más jóvenes son las de mejor calidad.
-        A mayor altura, mayor calidad del té. Así el udawatte ( té que crece a más de 1200 metros de altura ) es el mejor y más refinado.
-        Tras recolectar las hojas de té, éstas se llevan a la fábrica donde se dejan oxidar ( un sistema de aire a temperatura constante las deseca ).
-        Después las hojas se machacan para iniciar el proceso de fermentación. Se aplica calor para cocerlo.
-        El té se separa por graduaciones en función del tamaño de la hoja. También se separa por colores. Nos enseñan una máquina que de forma automática realiza dicho proceso.
-        Después se deposita en unas cajas para su empaquetado y exportación.
-        Hay muchos tipos de té. De té negro tienen cinco tipos diferentes según la intensidad. El más joven suele ser el más refinado. También tenemos las variedades de té verde y blanco.


Tras la visita nos sentamos en una terraza con espectaculares vistas a probar los diferentes tipos de té con unas pastas que David y Laura, para nuestra sorpresa, devoran. Finalmente pasamos por la tienda y hacemos una pequeña compra.

Nos espera una hora más de recorrido. Al final hay tantas curvas que acabamos bastante mareados. Llegamos a Nuwara Elija: resulta toda una sorpresa para nosotros. Es una bonita ciudad en medio de las montañas en la que destaca la sofisticación de muchos de sus edificios coloniales rodeada de un paisaje verdoso y neblinoso. Vemos parques y campos de golf. Se nota que en su tiempo la ciudad se considerara la escapada favorita y más fresca de los primeros ingleses que trabajaban duro en la industria del té. 



Llegamos al hotel Grand, un colosal edificio colonial que, a diferencia del hotel Queens, presenta un inmejorable estado de conservación. Podemos hacer el check in antes de la comida y nos dan una habitación lujosa y muy espaciosa. Llama la atención que la temperatura ha bajado cerca de 10 grados respecto a las previas de la isla y que las habitaciones en lugar de tener aire acondicionado tienen calefacción. ¡ Se acabó pasar calor ! 

Comemos en el restaurante Grand Indian justo delante del hotel pero en un edificio annexo. Un gran local para degustar platos típicos del país que no pican en exceso y que disfrutamos aunque no tienen menú infantil y no acabamos de acertar con la comida de los peques.



Por la tarde nos vamos a visitar el Parque Victoria, muy cerca del hotel. ¡ Por primera vez podemos llevar a Laura en el carrito ! ¡ Nos hace hasta ilusión ! No tenemos que estar pendientes de ninguna hora y tenemos toda la tarde para perrear. Todo el grupo lo agradece tras el estrés vivido en Kandy. El parque es muy bonito y está muy bien cuidado, con muchas flores. En una punta del parque hay un pequeño parque infantil con colchonetas que hace las delicias de nuestros peques.






Después toca baño y cena en el superbuffet del hotel antes de ir a dormir. En efecto mañana toca un nuevo supermadrugón. ¡ Nadie ha dicho que llegar al fin del mundo fuera fácil !



29 de julio de 2017

SOMETHING IS BETTER THAN NOTHING

ORFANATO DE ELEFANTES DE PINNEWALA, ROYAL GARDEN Y FESTIVAL DE PERAHERA


Podríamos decir que tras horas y horas de calurosa travesía a través de la selva, y de incontables peligros, alcanzamos las orillas de un río donde nos topamos con esta manada de elefantes. 
En realidad no fue así, ya que tan sólo tuvimos que llegar hasta el orfanato de elefantes de Pinnewalla. 

El día empieza con nosotros y Dhanu de camino a Kegalle, superando el caótico tráfico de Kandy. En el tuc-tuc de delante podemos ver una pegatina donde se lee: something is better than nothing. Nos reímos. 

Llegamos al orfanato y una inmensa horda de turistas, sobre todo locales ( es sábado ), nos pone en aviso: hoy va a ser un día espantoso. El orfanato es gubernamental y se creó con la intención de proteger a los  paquidermos  abandonados o huérfanos. Pensamos que este sitio, como tantos otros, no será más que un lugar donde se aprovechan del turismo extranjero y quizás maltraten a los animales. Nos equivocamos. 

Para aprovechar la visita al máximo hay que tener en cuenta los horarios en que alimentan a los elefantes o los llevan al río ( literalmente cruzando el pueblo calles a través ) para no perdértelo. 

Lo primero es pasar entre los cientos de personas que se agolpan nerviosas alrededor de las vallas donde un elefante bebé espera impaciente a que lo alimenten. Por 350 rupias Jordi vive la experiencia de darle un biberón ( creo que la botella debe ser como poco de 1,5l ). Hay tantísima gente que la primera impresión es bastante negativa. Pero al poco rato, como por arte de magia, la gente se dispersa y la percepción del momento cambia. Tras este primer contacto, en otra zona del parque, compramos cestas de fruta para dárselas a otro elefante. Los cuidadores están alerta en todo momento. David y Laura alucinan ( me remito a las fotos ). Poco después vamos a ver una manada de hembras. A pesar de haberlos visto en Minneriya, nos sentimos impresionados.





Y cuando parece que ya lo hemos visto todo, Dhanu nos hace salir del parque y nos conduce por una calle repleta de puestecitos y tiendas de souvenirs. Me sorprende la señal: cuidado, paso de elefantes. Pienso que debe ser una broma pero no, no lo es. Es en serio. Seguimos a la gente hasta que llegamos a orillas del río. Y lo siguiente se resume en fotos:




En total hemos invertido unas 2h más o menos. La siguiente parada es el Royal Garden, en Peradeniya, a las afueras de Kandy. Uno de los jardines mejor cuidados de Asia. Es imposible aparcar, así que Dhanu nos deja en la entrada, después de recomendarnos una ruta de 1,5h para ver los top ten del parque. A pesar del esfuerzo, no somos capaces de completarlo en ese tiempo, así que nos perdemos el jardín de orquídeas. Aún así, el parque es impresionante. No puedo compararlo con el de Singapur porque no se le parece pero no se queda atrás. Nos quedamos con ganas de un poquito más, pero no tenemos tiempo.







El tráfico para entrar en Kandy es brutal, es fin de semana y además empieza el Esala Perahera, con lo que cortarán las calles del centro ( donde está nuestro hotel ). Si tardamos mucho más en irnos del parque, no podremos acceder a nuestro hotel. Por eso decidimos, ir directos y comer allí mismo. Tardamos una hora en llegar ( cuando la previsión era de 15 minutos ) y nos sorprende ver las calles repletas de gente sentada en el suelo, buscando huecos donde sentarse para ver el primer día del Esala  Perahera. Incluso nos topamos con un elefante.



No puedo dejar de sentirme un poco mal. Nosotros hemos pagado asientos para poder verlo des del hotel, mientras que aquí hay gente para la que significa mucho más que para mí, que pasará horas bajo el sol, sentada en el suelo, con niños en el regazo, para no perdérselo. 
Y es que el Esala Perahera en una fiesta muy importante para los budistas aquí en Kandy. De hecho, es una fiesta considerada Patrimonio de la Humanidad.
Tenemos suerte de haber coincidido con las fechas. Es un evento único en el mundo. Se celebra des de 1681! Se trata de una procesión religiosa que se celebra una vez al año. Coincidiendo con la luna creciente de los meses de julio- agosto, finalizando con la lluna llena. En esta procesión, el diente de buda sale del templo donde se guarda con tanto recelo, a lomos de un elefante en una especie de cofre sagrado. Una procesión con cientos de bailarines, percusionistas y elefantes galardonados con trajes finamente bordados, música, luces, fuego… es espectacular. Desde los últimos años, también participan mujeres al final del desfile. A medida que pasan los días, se suman más participantes a la procesión. Dura 10 días. 






Es imprescindible reservar sillas, de lo contrario resulta muy difícil verlo. Nosotros las reservamos en el Hotel Queens. No son más que unas sillas de plástico que el hotel ordena en filas sumamente estrechas, aprovechando todos y cada uno de los huecos. Absolutamente todos! No tenemos mucha suerte con los asientos que nos asignan. No se ve muy bien. Además, los peques tienen que ir sentados encima nuestro. Empieza a las 7 de la tarde. A las 8:30h, decidimos volver al hotel para la cena. Los niños ya no pueden más. Nos damos por satisfechos.

28 de julio de 2017

CAOS EN KANDY: SIÉNTENSE POR FAVOR


Salimos a las 09:00 de nuestro hotel en Sigiriya. Toca viaje por carretera hasta Kandy: está previsto que lleguemos después de comer a las afueras de la ciudad para poder dejar las maletas en el hotel y realizar las visitas por la tarde. La primera parte del trayecto no presenta anomalía alguna; carretera con escaso arcén y 2 carriles ( uno para cada sentido de la marcha ) y tu carril atestado de tuc tucs, motocicletas y camiones que Dhanu va sorteando con calma. Por la ventana vemos como el paisaje va cambiando: el camino empieza a hacerse empinado y empezamos a ver montañas cubiertas por un tupido manto de árboles a lado y lado. Cuando nos queda una horita para llegar a Kandy y tras pasar por la ciudad de Matale, empezamos a encontrar los primeros atascos. La verdad es que se puede decir que hasta ahora habíamos tenido bastante suerte. Como Laura suele quedarse dormida el único que se impacienta es David.

Por el camino hacemos 2 paradas técnicas que lo hacen todo más llevadero: a mitad de recorrido visitamos un Jardín de Especias: allí nos atiende un señor que habla castellano y chapurrea el catalán ( lo cual no deja de ser un pequeño respiro pues nos pasamos el día traduciendo ). Vemos que este tipo de jardines son bastantes típicos en la región pues pasado éste nos encontramos algunos más por el camino. La parada es consecuencia de viajar de forma organizada aunque nos viene bien para estirar las piernas sin perder mucho tiempo y no negaremos que sentimos cierta curiosidad. La visita guiada es como ir a una herboristería pero en lugar de un local en medio de un jardín. Tienen todo tipo de árboles y plantas con múltiples propiedades: culinarias, medicinales y/o estéticas. Durante el pequeño recorrido nos dan todo tipo de explicaciones y nos hacen pequeñas demostraciones tanto gustativas como aplicación de cremas o hasta masajes faciales. 




Después llega el primer SIÉNTENSE, POR FAVOR del día: nos llevan a una mesa llena de productos para acabarnos de enseñar toda su línea de productos ( te sirve para hacerte una idea de cómo comercializan lo cultivado ). Allí sentados, mientras nos sueltan el rollo, nos ofrecen bebida ( té para los adultos y una excelente taza de chocolate para los niños ) y nos hacen un masaje: a Fani en las piernas y a Jordi en la espalda. Después, como es de esperar ( como pasa en todos los lugares del mundo ) te hacen entrar en la tienda. Hacemos un poco de gasto: perfume de rosas, bálsamo de jengibre y crema corporal. Imposible resistirse: está un poco más barato que en España y todo es natural.



La segunda parada es en un restaurante de un pequeño centro comercial a las afueras de Kandy donde comemos bastante bien. En las plantas inferiores hay un par de tiendas de ropa pero esta vez ni entramos.

Entonces encaramos la recta final de nuestro viaje en la furgoneta y resulta ser la peor: el tráfico en el interior de la ciudad es muy denso y avanzamos muy despacito. Aquí viene el segundo SIÉNTENSE, POR FAVOR del día. ¡A ser pacientes! No negaré que en nuestro país también son frecuentes las retenciones de tráfico en las entradas y salidas de las grandes urbes pero lo que nos llama la atención es el caos reinante. Por poner un ejemplo: aquí no existen los semáforos. Se puede decir que casi no hay señales de tráfico ( ¿un ceda el paso? ¿Qué es eso? ). Los coches te vienen por todos los lados. A las motos, tuc tucs y camiones tienes que añadir autobuses. De vez en cuando te encuentras algún paso de cebra: cuando hay algún peatón nadie se para ( no debe ser obligado ); o hay muchos en la acera y se meten de golpe o de vez en cuando algún conductor se para ( muchas veces obligado por el denso tráfico ) y entonces empieza a pasar alzando el brazo para indicar al resto de conductores que van por los demás carriles que se detengan. ¡ Por no hablar de las rotonas ! Aquí no os puedo decir quien tiene la prioridad: no consigo entenderlo. Te entran por la derecha, por la izquierda y, de vez en cuando, cuando vas a acceder a tu carril éste está ocupado por vehículos que van en dirección contraria. De vez en cuando encuentras policías regulando algo el tráfico pero imaginaos como está la cosa que he llegado a ver hasta 3 policías para regular una única rotonda. Es difícil traducir a papel la experiencia ( nos recuerda Lima pero aquella ciudad era enorme en comparación ): lo puedo resumir en que para conducir por determinados lugares de Sri Lanka hay que tener mucha destreza pues muchas veces lo que marca la diferencia es du destreza para asomar el morro sin colisionar y así ganar la posición. Es muy difícil que te dejen pasar y se aplica la ley del más fuerte ( o mejor dicho, del vehículo más pesado o grande ). A parte del hecho de que se conduce al revés de nuestro país ( por la izquierda pero con el volante en la derecha ), por estos motivos no recomendaríamos a nadie alquilar un vehículo. Por cierto, una aclaración: aquí no hay taxistas ( si necesitas que te lleven tendrñás que coger un tuc tuc ).

Pasadas las 15:00 llegamos a nuestro alojamiento: el hotel Queens, junto al lago cuyos principales reclamos son la atmósfera y la ubicación. Estás a un corto paseo a pie del Templo del diente de Buda y la verdad es que es precioso. Cuenta con un vestíbulo enorme, suelos de madera (tanto en los pasillos como en las propias habitaciones ). Está todo chapado a la antigua y es como si te alojaras en el interior de un lujoso edificio colonial. En la recepción nos atiende un simpático recepcionista que nos explica que está estudiando castellano y que nos pide traducción de algunas expresiones típica. En este país es típico que en el momento de hace el check in te hagan sentar mientras esperas un pequeño refrigerio y te entreguen las llaves de la habitación. Nuestro simpático recepcionista nos indica que nos sentemos pero antes nos hace una insólita petición: nos pide que escribamos en una hoja de papel la expresión traducida. Y no nos hacemos de rogar: SIÉNTENSE, POR FAVOR.

Por la tarde nos vamos a visitar el Templo del Diente de Buda o Sri Maligawa. No os creáis que es entrar en el templito y ya está. Es un complejo lleno de edificios, que abarca una gran superficie y hay gente por todas partes ( y no sólo turistas: hay un montón de feligreses que llegan para rezar ). Entramos por el acceso que hay justo delante del hotel Queens ( sólo tenemos que cruzar la calle ). Nota importante: tienes que llevar pantalón largo y los hombros tapados para poder pasar el control de acceso aunque inicialmente sólo te sirva para llegar al enorme patio interior. Vemos diversas estatuas, banderas budistas a lado y lado del paseo y, en la lejanía, algún elefante que ha llegado para el festival del Esala Perahera que se inicia mañana.



Tras recorrer todo el patio llegamos a la entrada del templo principal, el Vahahitina Maligawa. Tienes que pasar por taquilla y descalzarte. Es un edificio rectangular de 2 pisos con un tejado dorado precioso. El templo es el más importante de todo el país pues alberga en su interior la reliquia budista más importante de Sri Lanka: el Diente de Buda. Este diente al parecer fue sustraída de la pila funeraria de Buda en el año 483 a.C. e introducido en Sri Lanka en el siglo IV d.C. oculto en el interior del pelo de una princesa. La historia del diente es muy larga de explicar y resulta toda una odisea. Era símbolo de soberanía y se creía que aquel que lo custodiara tenía el derecho de gobernar la isla. Para que os hagáis una idea de la importancia del lugar os diremos que los budistas ceilandeses creen que, como mínimo una vez en la vida, deben completar una peregrinación hasta el templo pues rezar aquí mejora enormemente su destino kármico. 




Dentro vemos más feligreses que turistas. Sobretodo se concentran en la segunda planta justo delante de la puerta donde se halla custodiado el diente dentro de un relicario de oro en forma de dagoba. La sala sólo se abre un par de veces al día para la ofrenda u oración ( puja ) y Dhanu nos explica que entonces se forman largas colas. El diente no se llega a ver en ningún momento; de hecho existen dudas de que el verdadero – si es que existe – éste realmente aquí. Durante la procesión del Esala Perahera se pasea el relicario encima de un elefante pero todo el mundo sabe que el diente no llega a salir nunca del templo.  Dhanu nos explica que en el año 1998 hubo un atentado terrorista con coche bomba justo en la puerta principal donde parte de la estructura de la pared anterior resultó dañada y fallecieron más de 70 personas. Terrible.

Detrás del templo principal o santuario hay un segundo edificio más nuevo, el Alut Maligawa. Es una capilla donde te encuentras una decena de budas sedentes todos donados por otros países. En las paredes laterales, a lado y lado, te encuentras con más de 20 cuadros que relatan de forma resumida la historia del diente sagrado de Buda. En el fondo de la capilla nos encontramos una zona acordonada donde unos hombres se encargan de preparar los trajes de los elefantes para el festival del Esala Perahera. Aprovechamos para preguntarle a Dhanu porque no veos mujeres: nos explica que tienen vetado participar en el festival.


Salimos por otro patio hacia el norte y exploramos otra zona cerrada ( sólo accesible entrando por el Templo del Diente Sagrado ). Visitamos la Sala de Audiencias: un patio de columnas al aire libre precioso. Al lado visitamos el Salón del elefante Maligawa Raja que murió en 1988; se rinde homenaje mediante una exposición de cuadros y de vestidos ( también hay restos embalsamados ) a uno de los elefantes más famosos que llegó a participar durante más de 50 años en el festival del Esala Perahera portando la reliquia del Diente de Buda. No hay tiempo para más pues tenemos que irnos. Aunque hemos tenido tiempo de verlo todo nos vamos con la sensación de que hemos ido algo deprisa víctimas del horario algo apretado.



En efecto a las 17:30 horas tenemos entradas para poder asistir a un espectáculo de danza. Son muy famosos en Kandy y se puede decir que es recomendable asistir a uno al menos. Nosotros asistimos a uno en el escenario Mahanuwara YMBA: hay 3 locales en Kandy y quizá éste es el más discreto ( eso dice la Lonely Planet ) pero el nivel de danza está a la altura de los otros teatros y encontramos menos gente. Asistimos a 10 números de baile y percusionismo dentro del teatro. Participan mujeres, el vestuario es imponente, hay acrobacias chulas y los percusionistas molan. Hay un número final que se hace en el exterior con fuego a modo de colofón.






Después volvemos al hotel. Por la noche mientras intentamos dormir  nos sorprenden unos cánticos que invitan a la oración en el templo cuyo volumen va variando aunque sin cesar en ningún momento. Dhanu nos explica al día siguiente que es algo excepcional pues es la noche previa al inicio del festival del Esala Perahera. Los niños ni se enteran y duermen como lirones.