Dicen que Sri Lanka es una isla famosa
por su té. No en vano es el 2º país que más té exporta en todo el mundo ( por
detrás de Kenya ). Y que el té cultivado a gran altura es el mejor. Toca viajar
a las Tierras Altas.
Nos levantamos sin prisa y salimos a las
10:00 de nuestro alojamiento en Kandy. Es domingo por la mañana y hay mucho
menos tráfico y caos que el día anterior. De todos modos, es sólo una tregua:
por la tarde toca 2º día de Esala Perahera y probablemente en unas pocas horas
vuelva a “despertarse” la ciudad. Aprovechamos la situación para salir de la
ciudad en dirección a Nuwara Elija.
El camino sigue ascendiendo por
carreteras tortuosas y con montañas boscosas a lado y lado. Pero hay dos cosas
que llaman poderosamente nuestra atención: por un lado, la presencia de una eterna
neblina cambiante que flota en el aire y por otro, empiezan a emerger y de
forma cada vez numerosas terrazas de plantaciones de té.
Tras una hora larga de recorrido Dhanu se
detiene delante de una de las muchas fábricas de té esparcidas por el camino,
la de Glenloch. No está excesivamente concurrida en ese momento y podemos hacer
una visita guiada con una guía local muy simpática. Allí aprendemos muchas
cosas:
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El té y sus muchas
propiedades se gradúan por el tamaño de la hoja. Así: el té en polvo se
considera el de menor calidad mientras que las hojas enteras y las más jóvenes son
las de mejor calidad.
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A mayor altura, mayor calidad
del té. Así el udawatte ( té que
crece a más de 1200 metros de altura ) es el mejor y más refinado.
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Tras recolectar las hojas de
té, éstas se llevan a la fábrica donde se dejan oxidar ( un sistema de aire a
temperatura constante las deseca ).
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Después las hojas se machacan
para iniciar el proceso de fermentación. Se aplica calor para cocerlo.
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El té se separa por
graduaciones en función del tamaño de la hoja. También se separa por colores.
Nos enseñan una máquina que de forma automática realiza dicho proceso.
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Después se deposita en unas
cajas para su empaquetado y exportación.
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Hay muchos tipos de té. De té
negro tienen cinco tipos diferentes según la intensidad. El más joven suele ser
el más refinado. También tenemos las variedades de té verde y blanco.
Tras la visita nos sentamos en una
terraza con espectaculares vistas a probar los diferentes tipos de té con unas
pastas que David y Laura, para nuestra sorpresa, devoran. Finalmente pasamos
por la tienda y hacemos una pequeña compra.
Nos espera una hora más de recorrido. Al
final hay tantas curvas que acabamos bastante mareados. Llegamos a Nuwara
Elija: resulta toda una sorpresa para nosotros. Es una bonita ciudad en medio
de las montañas en la que destaca la sofisticación de muchos de sus edificios
coloniales rodeada de un paisaje verdoso y neblinoso. Vemos parques y campos de
golf. Se nota que en su tiempo la ciudad se considerara la escapada favorita y
más fresca de los primeros ingleses que trabajaban duro en la industria del té.
Llegamos al hotel Grand, un colosal edificio colonial que, a diferencia del
hotel Queens, presenta un inmejorable estado de conservación. Podemos hacer el check in antes de la comida y nos dan
una habitación lujosa y muy espaciosa. Llama la atención que la temperatura ha
bajado cerca de 10 grados respecto a las previas de la isla y que las
habitaciones en lugar de tener aire acondicionado tienen calefacción. ¡ Se acabó
pasar calor !
Comemos en el restaurante Grand
Indian justo delante del hotel pero en un edificio annexo. Un gran local
para degustar platos típicos del país que no pican en exceso y que disfrutamos
aunque no tienen menú infantil y no acabamos de acertar con la comida de los
peques.
Por la tarde nos vamos a visitar el
Parque Victoria, muy cerca del hotel. ¡ Por primera vez podemos llevar a Laura
en el carrito ! ¡ Nos hace hasta ilusión ! No tenemos que estar pendientes de
ninguna hora y tenemos toda la tarde para perrear. Todo el grupo lo agradece
tras el estrés vivido en Kandy. El parque es muy bonito y está muy bien
cuidado, con muchas flores. En una punta del parque hay un pequeño parque
infantil con colchonetas que hace las delicias de nuestros peques.
Después toca baño y cena en el
superbuffet del hotel antes de ir a dormir. En efecto mañana toca un nuevo
supermadrugón. ¡ Nadie ha dicho que llegar
al fin del mundo fuera fácil !
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