27 de junio de 2024

EL BARCO DE MÁRMOL

TERCER DIA EN BEIJING

27 de Junio del 2024

Hoy tenemos un Tour por Beijing contratado con Civitatis. ¡Menos mal! Y es que, teniendo en cuenta nuestra experiencia del día anterior (colas interminables, enormes distancias y calor sofocante), toca optimizar tiempo y recursos.

Nos pasan a recoger a las 09:00 hrs, así que nada de madrugones. Laura está encantada. Nada de prisas: desayunamos tranquilamente en el hotel y preparamos la mochila (gorras, agua y crema del sol que no falten). Puntualmente nos pasan a recoger: vienen con un vehículo climatizado y amplio de 7 plazas. Hay un chófer y una guía china de nombre “lluvia”, que lleva un conjunto azul chillón fácilmente identificable y que habla español.

Nuestra primera visita es el Palacio de Verano. Como está en las afueras de la capital, toca un trayecto de coche largo. Tardamos cerca de una hora. El camino es muy entretenido: es un desfile constante de vehículos que se cruzan por ambos lados (con cambios de sentido imposibles), pasos de peatones con gente cruzando de forma totalmente arbitraria (especialmente bicis y motos; ríete de los patinetes eléctricos de nuestro país) y semáforos que no siempre se respetan. De fondo un desfile de edificios y rascacielos ultramodernos y de formas imposibles. ¡Es una locura!

Nada más llegar al Palacio de Verano enseguida nos damos cuenta de las ventajas de ir en un Tour: aparcamos justo delante de las taquillas y  nuestra guía nos encuentra enseguida un paso prioritario entre el fervor de turistas (casi todos chinos y con muchos grupos escolares). En un periquete y sin apenas darnos cuenta ya estamos dentro del recinto. Nada que ver con la experiencia vivida ayer en nuestro acceso a la Ciudad Prohibida.

Entramos por la puerta Este (la entrada cuesta 100 yuanes). Esta es la parte de la visita más agobiante, ya que es donde hay más gente. Aquí es donde están los distintos pabellones que constituían los aposentos de la familia imperial. Aquí la guía resulta supervaliosa: y no sólo por las explicaciones que nos va dando, sino porque nos ayuda a ir a lo realmente importante. Los terrenos del palacio de Verano abarcan 290 hectáreas y proporcionaron a la dinastía Qing un refugio para escapar del sofocante calor en verano (abandonando la Ciudad Prohibida unos meses). De las explicaciones que nos da la guía, las más interesantes son las que conciernen a la emperatriz viuda Cixi que se convirtió en regente de los emperadores Tongzhi y Guangxu (su hijo y su sobrino) a los que manejaba a su antojo como títeres. Riete de Juego de Tronos.





No se puede entrar dentro de los pabellones. Los vemos desde fuera. Con sus tejados y sus paredes de madera, unas mamparas de cristal ayudan a su conservación. No tardamos en salir a los jardines exteriores desde donde tenemos unas vistas espectaculares tanto del embarcadero como del lago Kunmig. Aquí nos damos cuenta de lo grande que es el complejo.

No tardamos en llegar a la Gran Galería, sencillamente espectacular. Sus vigas están decoradas con más de 14000 pinturas y constituye todo un récord Guiness. Corre un airecillo muy agradable por el corredor. A mitad de camino, la guía nos da la opción de visitar la Colina de la Longevidad (ni lo dudamos y pagamos un pequeño plus de 30 yuanes). Esta loma está repleta de edificios religiosos y hay un montón de escaleras. Las subimos con tranquilidad (son casi las 12:00 hrs y empieza a hacer un calor que no veas) pero las vistas valen la pena. En lo más alto hay un edificio con un enorme Buda de 24 brazos.







Acabamos la visita recorriendo el embarcadero con su impresionante Barco de Mármol; otro de los muchos extravagantes caprichos de Cixi, desde donde tomaba el té. Salimos por la puerta Norte, desde donde ya nos está esperando el chófer. Hemos tardado cerca de 3 horitas en hacer la visita. Nos hemos dejado cosas, cierto; pero verlo todo en detalle nos llevaría todo el día y ya nos hemos hecho una idea del lugar.





Llegados a este punto nuestra guía nos ofrece la posibilidad de visitar una fábrica de joyas. Como no mostramos el menor interés, lo intenta con una Casa de Té de la capital. Aquí le respondemos que sí. El té es la bebida más popular de China y a los niños también les hace tilín. Volvemos al centro de la ciudad y nos paramos en una Casa de Té muy lujosa. Nos hacen pasar a un salón privado y  nos sentamos alrededor de la una mesa preparada para la desmostración. Pronto llega un chino que habla un castellano muy bueno (mejor que nuestra guía) y nos hace una clase magistral: que si té de jazmín, que si el oolong de leche, que si el Pu´er, que si el de flores, ... Que si éste va bien para las articulaciones, que si con éste duermes de un tirón, ... o con las hojas de este otro te quitas las bolsas de los ojos y mejoras el cutis, ... Y luego el desfile de tazas y decantaciones. ¡Toda una ciencia! Lo más flipante es como nuestros peques disfrutan la visita y del tasteo de los diferentes tés. ¡Ver para creer! Y para el recuerdo el niño meón... Acabamos con unas risas y comprando como locos en la tienda. ¡Viva el té!

Después la guía nos lleva a comer a un restaurante típico de Beijing. Se nota que es de ellos porque hay mesas familiares y muchos chinos acabando de comer (son las 14:30 hrs). En el sótano hay salones privados para familias y pollos decapitados almacenados. Nosotros comemos en la planta baja. Le recordamos a nuestra guía que NADA de picante y NADA de vísceras. Nos ayuda a escoger y luego se retira a comer aparte. La comida resulta todo un éxito: una ensalada variada, 2 boles de arroz blanco, albóndigas fritas y un guiso de camarones encebollados que está de rechupete. ¡No dejamos nada!

Ya con nuestras panzas llenas nos vamos a visitar el otro gran plato fuerte del fía: el Templo del Cielo. Se trata de uno de los complejos sacros más grandes del país y Patrimonio de la Humanidad. Como es de esperar también está repleto de chinos (de turismo extranjero, más bien poquito). Como el recinto es enorme no resulta agobiante aunque es difícil sacar fotos. El chófer nos acerca justo a la entrada y no tardamos en pasar las taquillas con nuestra guía. Pronto nos explica que era aquí donde se realizaban sacrificios animales y el mismísimo emperador en persona intercedía por su pueblo ante los dioses, rezando para que la cosecha fuera buena. Las entradas las paga nuestra guía ( no estaban incluídas ) como regalo.

En el edificio principal predominan el rojo (color imperial) y el azul (color del cielo) y está hecho de madera SIN NI UN SÓLO CLAVO. Se accede al altar por la plataforma de mármol, con tres gradas donde todo el mundo se hace las fotos de rigor, con el Templo al fondo. Hay mucha gente que va vestida con trajes tradicionales para hacerse las fotos (vemos hasta una pareja de novios). A Laura se le acerca una niña y le pide permiso para fotografiarse con ella.

No se puede entrar dentro del Altar. Se fotografía desde fuera y hay que abrirse paso entre el gentío chino, que se agolpa en la barandilla de usando todas las artes (las malas incluidas). Menos mal que ponemos en práctica las enseñanzas de David el relación al “Body Bllock”. Las cubiertas superpuestas descansan sobre 4 gigantescas columnas, los Pilares del Dragón, que representan las 4 estaciones. Los otros 24 pilares simbolizan los meses del año y los períodos de 2 horas de cada día. Aqí todo está construido de tal manera que es divisible por nueve, el número de la suerte en China. A Laura le falta tiempo para recordarnos que su dorsal de la equipación de basket lleva el nueve...




Al acabar la visita, les pedimos a nuestros guías que en lugar de devolvernos al hotel directamente nos dejen en la puerta norte del parque de Bei Hai. Allí ya estuvimos ayer pero nos apetece volver a pasearnos un ratito corto (los niños y la espalda de Jordi no dan para más). Esta vez lo hacemos por la orilla norte del lago. Tenemos un objetivo claro: el muro de los Nueve Dragones. Se trata de una pared rectangular de 27 metros revestida por sus cuatro caras de baldosas de colores, en la que aparecen nueve dragones entrelazados, que servían para ahuyentar a los malos espíritus. Es muy chula. Pasenado por alló encontramos estudiantes chinos haciéndose fotos de fin de curso (unos escolares con trajes tradicionales - muy monos - y otros universitarios con ribetes y todo).









Volvemos al hotel en metro (ya nos sabemos el camino del día anterior) y llegamos ya pasadas las 19:00 hrs. Empezamos a hacer las maletas y nos vamos a cenar por última vez a nuestro restaurante favorito japonés de la avenida Dong Si Bei. Como ya nos conocen nos tratan de maravilla y nos da la sensación que nos sirven platos más abundantes. Mención especial para la tortuga come-dedos de la pecera de la entrada. No veas como se ríe Laura...

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