29 de junio de 2024

XIAN Y LOS GUERREROS DE TERRACOTA: ¿ ARTE O DESASTRE ?

Días 28 y 29 de Junio del 2024

Hoy toca traslado a Xian. La salida es un pelín accidentada ya que la noche anterior hablamos con recepción para el tránsfer a la estación de tren y resulta que se les ha olvidado avisar. Una de las recepcionistas se pone super nerviosa por el descuido y empieza a mostrar signos evidentes de ansiedad. Avisa uno urgente por la aplicación de We Chat. Tenemos que pagarle a ella: no lo conseguimos por la aplicación (el dichoso monedero a veces falla) pero sí en efectivo aunque les cuesta conseguir el cambio (son 65 yuanes y tenemos un billete de 100). La recepcionista se sigue poniendo nerviosa y decide acompañarnos con su móbil a la calle principal donde nos está esperando el taxi. Por el camino pasamos por delante de un colegio chino de primaria donde los niños llegan caminando solos por un corredor humano que forman agentes de policía. Los padres los sueltan desde sus coches en la calle principal; mucho mejor así que las movidas que montamos en España. También hay profesores en la calle supervisando la llegada de los niños. No deja de sorprendernos.

Cuando llegamos al cruce principal resulta que el taxi se ha pirado (cansado de esperar). La recepcionista pide un segundo taxi y se espera con nosotros. Tarda unos 10 minutos. Nos despedimos de la amable recepcionista y nos vamos a la estación de tren. La OESTE, le repetimos al taxista varias veces. Como no entiende inglés le mostramos los indicativos que llevamos en chino en un papel. El sonríe y nos dice que sí. En teoría es el destino que le ha dado la recepcionista. No debería haber error alguno, pero toda precaución es poca. Llamadnos exagerados.

Hay mucho tráfico pero conseguimos llegar antes de las 09.00 hrs, con lo que nos queda una horita para pasar controles de seguridad y dar con el andén. Por el camino más de uno se ha quedado dormido. A destacar la sobada de Jordi en el asiento de delante; imposible resistirse con el modo masaje del sillón activado.

Hemos comprado los billetes de tren con China Train: esta aplicación es genial. Hacen de intermediarios pero la comunicación dese España por We Chat es fluida y tiene la ventaja de que al ser billetes electrónicos, con enseñar los pasaportes en los controles de acceso es suficiente. No hay que pasar a recogerlos a ninguna garita. La recomendamos al 100%. Encontrar el andén es igual de sencillo que usar el metro. No tenemos ningún problema; está muy bien señalizado y en inglés. En nuestro vagón va un grupo de militares que hacen el mismo trayecto. Lo menos hay unos 50. Van con ropa militar y sus petates.

El viaje es muy tranquilo aunque no conseguimos colocar las maletas en los gardaequipajes (hay poquitos) y tenemos que llevarlas encima. Menos mal que hay bastante espacio entre asientos. Llegamos a Xian pasadas las 14.00 hrs. Como desde el hotel nos han dicho que está muy cerca de la parada de metro, decidimos aventurarnos a hacer el trayecto así. Son 14 paradas pero sin trasbordos (línea 4). Los 4 billetes nos cuestan 16 yuanes. El viaje resulta muy cómodo y los niños van sentados.

A nuestra llegada conseguimos orientarnos y, tras un primer intento fallido con entrada urbanización (cosas del google maps), finalmente damos con el hotel. Es pequeñito y familiar, La recepción y los accesos son bastante cutres y no tiene ascensor; pero la habitación es enorme, cabemos de sobras y el aire acondicionado funciona la mar de bien. Ya son más de las 15:00 hrs. Renunciamos a comer (ya no tenemos ni hambre) y descansamos un rato en la habitación.

Salimos a explorar los alrededores del hotel. Vemos que tenemos la antigua muralla muy cerca. Concretamente la pared este. Para poder acceder a ella hay pagar entrada: son 90 yuanes (30 x2 los adultos y 15 x2 los niños). La muralla rodea el centro de Xian y es ENORME. Es imposible recorrerla a pie en su totalidad. De hecho, hay servicio de alquiler de bicicletas arriba. El paseo es muy ancho y los largos corredores se ven salpicados de antiguos edificios restaurados que hacían las funciones de torres de vigía. Son más de las 18:00 hrs y hace mucho más calor que en Beijing. Hay mucho chino en la muralla; muchos nos miran con curiosidad y vienen a hacerse fotos, especialmente con los niños. Lo piden con mucha educación y no nada violento, aunque a David le incomoda bastante.




Recorremos un trecho de la muralla hasta llegar a la gran puerta del este. Allí nos bajamos y nos vamos a explorar una zona de feria local muy animada que hay cerca. Allí hay muchos puestos de comida, de artesanía y música en directo. Está muy animado. Laura decide comprar unos detalles para un par de compañeros de clase y conseguimos cenar allí mismo. No es que entre por la vista (mucha carne de dudoso origen (mucha víscera hay aquí) y es más que probable que todo pique mogollón. Nos hacemos con unas empenadas de verdura y huevo y unos dumplings y rollitos vegetales que dan el pego y nos permiten salir airosos. Además venden sandía troceada. ¡Frutaaaaaa! Escuchamos un rato un grupo tocando música y finalmente decidimos desfilar para el hotel. Llegamos más que cansado (son la 22:00 hrs) y toca descansar. Reparto de camas (los niños duermen en la cama grande con Fani) y Jordi se queda la pequeña. Hay que pedir una cuarta almohada y encargar el desayuno del día siguiente. La recepcionista que hay en ese momento chapurrea el inglés pero no nos aclaramos. Acaban llamando a una compañera (¿hermana? ¿negocio familiar?) que baja en pijama y nos traduce.




Al día siguiente tenemos excursión con Civitatis con recogida en el mismo hotel a las 09:00 hrs par air a ver a los Guerreros de Terracota. Hoy no toca madrugar y aprovechamos para dormir más. Nos viene a recoger una china que habla un castellano muy bueno y que se llama Sofía. Nos recuerda que no nos olvidemos los pasaportes (en este país no se puede ir a ningún sitio sin ellos). El coche es muy cómodo y el chófer es tranquilo. Tardamos una hora en plantarnos en el recinto arqueológico de Xian. Por el camino Sofía nos cuenta todo sobre lo que nos espera allí. El famoso ejército de terracota fue descubierto por unos campesinos en 1974 cuando cavaban un pozo. Estos guerreros son sólo una parte (el ejército guardián) de una extensa necrópolis, que hace las veces de mausoleo del emperador Qin Shi Huangdi, que unificó China hace 2200 años y que estaba preocupado por la muerte y su legado personal. Mandó construir su necrópolis personal y empleó para ello a 720000 personas durante más de 36 años (toda su vida pues la esperanza entonces era de 40-44 años aproximadamente). Se dice que la totalidad de los obreros fueron sacrificados al finalizar el “trabajo” para evitar que desvelaran la ubicación y el diseño de la tumba. Hasta la fecha las excavaciones han dejado al descubierto tres fosas y más de 7000 soldados pero todavía queda mucho por desenterrar. Estas 3 fosas son las que también están abiertas al público y son las que se visitan.

Llegados a este punto es donde tenemos que diferenciar 2 cosas: por un lado tenemos un MILAGRO ARQUEOLÓGICO de 2200 años de historia y por otro una VERGÜENZA TURÍSTICA. Hablemos de ambas cosas desde nuestra experiencia vivida.

El milagro arqueológico está fuera de toda duda: las figuras presentan un nivel de detalle espectacular: prendas, armaduras, peinados, cara, caballos, ... El nivel de detalle es increíbler. Sofía nos explica que NO hay dos figuras iguales. Se las encontraron todas en pedazos pues los techos de los corredores estaba hechos de madera y éstos cedieron con el paso del tiempo. A los lados están las paredes de los corredores. Cuando visitas las fosas, especialmente la principal (fosa 1) los puedes ver claramente. El proceso de excavación y de restauración de figuras continúa en la actualidad. Cada guerreo es una pieza única y es cuidadosamente reconstruida. Al fondo de la fosa 1 hay una zona que hace de taller de reconstrucción y te permite hacerte una idea de como trabajan. Sofía nos explica que todas las figuras estaban pintadas; algunas conservan la pintura, pero la exposición al aire libre ha borrado la mayoría. Los guerreros estaba equipados con armas como espadas, lanzas, arcos y flechas; muchas de las cuales se han perdido. Es más que probable que sufrieran algún saqueo en el pasado. En la fosa principal se halla la infantería, la fase 2 alberga caballeria y soldados y la 3 parece ser el centro de mando, con oficiales. Todas están en fase de excavación. Pero queda mucho trabajo por hacer. Sofía nos explica que a día de hoy tienen un total de 60 arqueólogos trabajando a diario. Nos parecen pocos para un trabajo de chinos. Los recintos son espectaculares y la visita es obligada. En la última fosa hay expuestas en vitrinas acristaladas 5 guerreros y se pueden admirar con todo lujo de detalles. Destaca el arquero arrodillado que encontraron intacto.



Ir guiados nos ayuda a optimizar el tiempo pero ¿ cuál es la pega? Porqué hablamos de vergüenza turística? Pues os lo vamos a explicar. Primero nada más llegar te encuentras una infinidad de coches y autocares intentanto acceder al recinto. Es rollo Port Aventura. Hasta aquí es comprensible. Sofía nos explica que hay que reservar las entradas con antelación (nos salen por 400 yuanes los 4). Mucho mejor pensamos, para que vaya menos gente... Que ingenuos que somos! No sabemos lo que nos espera allí dentro. Y lo que nos espera es una turba de turistas chinos que entran en masa a las fosas. Y cuando decimos turba es exactamente eso: miles de chinos abalanzándose a las pasarelas para tomar fotos de las fosas. No hay ningún orden ni educación. Aquí impera la ley del más fuerte. Se trata de abrirse paso a codazos y empujones. Tienen ventaja los forzudos y anchos de hombros, aunque nos sorprenden la habilidad de algunos para abrirse paso a codazos mientras sus hijos se cuelan por abajo. ¿ Y la seguridad? ¿ Qué que hacen los policías? Pues haberlos, hay. Se dedican a mirar desde puestos de observación elevados y contemplar a la turba. En uno de los accesos vimos un cartel que decía: PROHIBIO PELEAR SALVO QUE NO TE IMPORTE IR AL HOPSITAL O A LA CÁRCEL. Estaba escrito en chino y en inglés y nuestra reacción inicial al leerlo fue de desconcierto. Dentro de las fosas cobra su  significado.

Añadir que hace mucho calor y que los chinos no son precisamente gente educada. Los codazos y empujones entre gritos son una constante. Además entran visitas guiadas con grupos de 20-30, todos con el pinganillo en la oreja mientras que van escuchando las indicaciones de su guía. Esto en nuestro país sería inimaginale. Se lo explicamos a Sofía que nos dice que ES LO QUE HAY. Y que pasa cada día, especialmente en temporada alta. Son 65000 visitantes cada día. La recaudación debe ser brutal. Y la gente no deja de venir. Todos son turistas chinos. Nos encontramos algún turista occidental (no más de 20 en toda la mañana): cruzamos nuestras miradas con cara de perplejidad y estupefacción. Es penoso. Y lamentable. Y toda esa recaudación no puede emplearse en mejorar la visita (tornos, cintas móviles, mayor ventilación, museo expositorio) o en avanzar con las excavaciones y contratar a más arqueólogos cualificados?

Hablamos de vergüenza pues la visita al mausoleo no tiene nada de solemne ni de místico. Volvemos al concepto de ME LA SUA, M´ÉS IGUAL que ya vivimos en la Ciudad Prohibida. Y es una lástima. Fani cuenta que cuando estuvo ella, había más figuras ( adjuntamos sus fotos de entonces ) y estaba prácticamente sola.

La visita nos lleva cerca de 3 horas. Acabamos muy cansados. Menos mal que nos espera un viaje en coche muy cómodo y ventilado. Le pedimos a Sofía que nos pare en algún sitio decente para comer, cerca del hotel. Nos para en un centro comercial donde tenemos acceso a un Pizza Hutt (hoy comemos pasta boloñesa los 4) y un Starbukcs (café para Fani y yogures para los 3 peques del grupo). Después hotel para descansar un rato y organizar cuestiones logísticas del viaje. Un Italiano que trabaja en China, nos observa desde su mesa y decide venir a ayudarnos con la elección de los menús, después de echarse unas risas.

Pasadas las 18:00 hrs decidimos salir a hacer un paseíto hasta el centro del caso antiguo. Nuestra intención es llegar a las zona de las Torres del Tambor y la Campana. Pronto nos damos cuenta que de paseo nada y de que el mapa del hotel no tiene ni la escala ni el número de calles correcto. Fani decide aventurar con la aplicación de taxis de We Chat ( DiDi ) y resulta ser un exitazo: en menos de 3 minutos tenemos transporte para recorrer la media hora “de paseo”  que todavía nos faltaba y por apenas 10 yuanes ( No habíamos podido utilizar esta app en Pekín porque estaba en chino. Sofía nos ayudó a cambiar el idioma al Inglés ).

La zona donde están ambas Torres está repleta de gente y de coches. Es una auténtica locura. Esta vez decidimos visitar la Torre de la Campana (en Beijing vimos la del Tambor y está mejor situada). Para acceder a ella (está en medio de la rotonda) hay que hacerlo por un paso subterráneo donde hay una segunda ciudad, literalmente. Con tiendas, policía, acceso al metro y centenares de chinos. Haya mucha gente, especialmente chicas, que van vestidas de forma tradicional para hacerse fotos. Para acceder a la Torre hay que pasar un control de seguridad, otro de pasaporte y pagar 90 yuanes (30 yuanes x2 adultos y 15 yuanes x2 niños).  Lo destacable de la torre son las vistas de la ciudad: con 4 avenidas principales que se alejan en cruz y van a parar a las 4 puertas cardinales de la muralla. Nos hacemos una idea de lo larga que es y lo grandioso y ultramoderno del “casco antiguo”.



Son más de las 20:00 hrs y decidimos volver en metro y pillar comida para llevar en el centro comercial. Los niños nos hacen pillarles “manjares” en el McDonalds (no veas como los disfrutan en la habitación) mientras los papis intentan coger una pizza en un Domino´s. La experiencia no es nada sencilla por la dificultad de encargar - pagar ( como la queremos para llevar, hay que agregar a Domino’s en Wechat ). Al final Fani se la va con los peques y sus Mc menús, mientras Jordi espera resignado la pizza. Menos mal que hemos hecho el camino antes cuando era de día. Vemos la muralla de Xian iluminada. Se ve bien bonita!  

27 de junio de 2024

EL BARCO DE MÁRMOL

TERCER DIA EN BEIJING

27 de Junio del 2024

Hoy tenemos un Tour por Beijing contratado con Civitatis. ¡Menos mal! Y es que, teniendo en cuenta nuestra experiencia del día anterior (colas interminables, enormes distancias y calor sofocante), toca optimizar tiempo y recursos.

Nos pasan a recoger a las 09:00 hrs, así que nada de madrugones. Laura está encantada. Nada de prisas: desayunamos tranquilamente en el hotel y preparamos la mochila (gorras, agua y crema del sol que no falten). Puntualmente nos pasan a recoger: vienen con un vehículo climatizado y amplio de 7 plazas. Hay un chófer y una guía china de nombre “lluvia”, que lleva un conjunto azul chillón fácilmente identificable y que habla español.

Nuestra primera visita es el Palacio de Verano. Como está en las afueras de la capital, toca un trayecto de coche largo. Tardamos cerca de una hora. El camino es muy entretenido: es un desfile constante de vehículos que se cruzan por ambos lados (con cambios de sentido imposibles), pasos de peatones con gente cruzando de forma totalmente arbitraria (especialmente bicis y motos; ríete de los patinetes eléctricos de nuestro país) y semáforos que no siempre se respetan. De fondo un desfile de edificios y rascacielos ultramodernos y de formas imposibles. ¡Es una locura!

Nada más llegar al Palacio de Verano enseguida nos damos cuenta de las ventajas de ir en un Tour: aparcamos justo delante de las taquillas y  nuestra guía nos encuentra enseguida un paso prioritario entre el fervor de turistas (casi todos chinos y con muchos grupos escolares). En un periquete y sin apenas darnos cuenta ya estamos dentro del recinto. Nada que ver con la experiencia vivida ayer en nuestro acceso a la Ciudad Prohibida.

Entramos por la puerta Este (la entrada cuesta 100 yuanes). Esta es la parte de la visita más agobiante, ya que es donde hay más gente. Aquí es donde están los distintos pabellones que constituían los aposentos de la familia imperial. Aquí la guía resulta supervaliosa: y no sólo por las explicaciones que nos va dando, sino porque nos ayuda a ir a lo realmente importante. Los terrenos del palacio de Verano abarcan 290 hectáreas y proporcionaron a la dinastía Qing un refugio para escapar del sofocante calor en verano (abandonando la Ciudad Prohibida unos meses). De las explicaciones que nos da la guía, las más interesantes son las que conciernen a la emperatriz viuda Cixi que se convirtió en regente de los emperadores Tongzhi y Guangxu (su hijo y su sobrino) a los que manejaba a su antojo como títeres. Riete de Juego de Tronos.





No se puede entrar dentro de los pabellones. Los vemos desde fuera. Con sus tejados y sus paredes de madera, unas mamparas de cristal ayudan a su conservación. No tardamos en salir a los jardines exteriores desde donde tenemos unas vistas espectaculares tanto del embarcadero como del lago Kunmig. Aquí nos damos cuenta de lo grande que es el complejo.

No tardamos en llegar a la Gran Galería, sencillamente espectacular. Sus vigas están decoradas con más de 14000 pinturas y constituye todo un récord Guiness. Corre un airecillo muy agradable por el corredor. A mitad de camino, la guía nos da la opción de visitar la Colina de la Longevidad (ni lo dudamos y pagamos un pequeño plus de 30 yuanes). Esta loma está repleta de edificios religiosos y hay un montón de escaleras. Las subimos con tranquilidad (son casi las 12:00 hrs y empieza a hacer un calor que no veas) pero las vistas valen la pena. En lo más alto hay un edificio con un enorme Buda de 24 brazos.







Acabamos la visita recorriendo el embarcadero con su impresionante Barco de Mármol; otro de los muchos extravagantes caprichos de Cixi, desde donde tomaba el té. Salimos por la puerta Norte, desde donde ya nos está esperando el chófer. Hemos tardado cerca de 3 horitas en hacer la visita. Nos hemos dejado cosas, cierto; pero verlo todo en detalle nos llevaría todo el día y ya nos hemos hecho una idea del lugar.





Llegados a este punto nuestra guía nos ofrece la posibilidad de visitar una fábrica de joyas. Como no mostramos el menor interés, lo intenta con una Casa de Té de la capital. Aquí le respondemos que sí. El té es la bebida más popular de China y a los niños también les hace tilín. Volvemos al centro de la ciudad y nos paramos en una Casa de Té muy lujosa. Nos hacen pasar a un salón privado y  nos sentamos alrededor de la una mesa preparada para la desmostración. Pronto llega un chino que habla un castellano muy bueno (mejor que nuestra guía) y nos hace una clase magistral: que si té de jazmín, que si el oolong de leche, que si el Pu´er, que si el de flores, ... Que si éste va bien para las articulaciones, que si con éste duermes de un tirón, ... o con las hojas de este otro te quitas las bolsas de los ojos y mejoras el cutis, ... Y luego el desfile de tazas y decantaciones. ¡Toda una ciencia! Lo más flipante es como nuestros peques disfrutan la visita y del tasteo de los diferentes tés. ¡Ver para creer! Y para el recuerdo el niño meón... Acabamos con unas risas y comprando como locos en la tienda. ¡Viva el té!

Después la guía nos lleva a comer a un restaurante típico de Beijing. Se nota que es de ellos porque hay mesas familiares y muchos chinos acabando de comer (son las 14:30 hrs). En el sótano hay salones privados para familias y pollos decapitados almacenados. Nosotros comemos en la planta baja. Le recordamos a nuestra guía que NADA de picante y NADA de vísceras. Nos ayuda a escoger y luego se retira a comer aparte. La comida resulta todo un éxito: una ensalada variada, 2 boles de arroz blanco, albóndigas fritas y un guiso de camarones encebollados que está de rechupete. ¡No dejamos nada!

Ya con nuestras panzas llenas nos vamos a visitar el otro gran plato fuerte del fía: el Templo del Cielo. Se trata de uno de los complejos sacros más grandes del país y Patrimonio de la Humanidad. Como es de esperar también está repleto de chinos (de turismo extranjero, más bien poquito). Como el recinto es enorme no resulta agobiante aunque es difícil sacar fotos. El chófer nos acerca justo a la entrada y no tardamos en pasar las taquillas con nuestra guía. Pronto nos explica que era aquí donde se realizaban sacrificios animales y el mismísimo emperador en persona intercedía por su pueblo ante los dioses, rezando para que la cosecha fuera buena. Las entradas las paga nuestra guía ( no estaban incluídas ) como regalo.

En el edificio principal predominan el rojo (color imperial) y el azul (color del cielo) y está hecho de madera SIN NI UN SÓLO CLAVO. Se accede al altar por la plataforma de mármol, con tres gradas donde todo el mundo se hace las fotos de rigor, con el Templo al fondo. Hay mucha gente que va vestida con trajes tradicionales para hacerse las fotos (vemos hasta una pareja de novios). A Laura se le acerca una niña y le pide permiso para fotografiarse con ella.

No se puede entrar dentro del Altar. Se fotografía desde fuera y hay que abrirse paso entre el gentío chino, que se agolpa en la barandilla de usando todas las artes (las malas incluidas). Menos mal que ponemos en práctica las enseñanzas de David el relación al “Body Bllock”. Las cubiertas superpuestas descansan sobre 4 gigantescas columnas, los Pilares del Dragón, que representan las 4 estaciones. Los otros 24 pilares simbolizan los meses del año y los períodos de 2 horas de cada día. Aqí todo está construido de tal manera que es divisible por nueve, el número de la suerte en China. A Laura le falta tiempo para recordarnos que su dorsal de la equipación de basket lleva el nueve...




Al acabar la visita, les pedimos a nuestros guías que en lugar de devolvernos al hotel directamente nos dejen en la puerta norte del parque de Bei Hai. Allí ya estuvimos ayer pero nos apetece volver a pasearnos un ratito corto (los niños y la espalda de Jordi no dan para más). Esta vez lo hacemos por la orilla norte del lago. Tenemos un objetivo claro: el muro de los Nueve Dragones. Se trata de una pared rectangular de 27 metros revestida por sus cuatro caras de baldosas de colores, en la que aparecen nueve dragones entrelazados, que servían para ahuyentar a los malos espíritus. Es muy chula. Pasenado por alló encontramos estudiantes chinos haciéndose fotos de fin de curso (unos escolares con trajes tradicionales - muy monos - y otros universitarios con ribetes y todo).









Volvemos al hotel en metro (ya nos sabemos el camino del día anterior) y llegamos ya pasadas las 19:00 hrs. Empezamos a hacer las maletas y nos vamos a cenar por última vez a nuestro restaurante favorito japonés de la avenida Dong Si Bei. Como ya nos conocen nos tratan de maravilla y nos da la sensación que nos sirven platos más abundantes. Mención especial para la tortuga come-dedos de la pecera de la entrada. No veas como se ríe Laura...

26 de junio de 2024

LOS TRILLA MARTÍNEZ EN LA CIUDAD PROHIBIDA DE BEIJING

SEGUNDO DÍA EN BEIJING

26 de Junio del 2024

Intentar hacer las cosas por libre suele ser más barato y tranquilo que ir programado. Vas a tu aire y sin necesidad de mirar el reloj. El problema es intentar hacerlo en Beijing. Y todavía lo es más, si se te ocurre hacerlo para visitar la Ciudad Prohibida, nuestro gran objetivo del día.

Ya llevamos los tickets comprados con antelación. Menos mal que nos informamos previamente. Es imposible adquirirlos el mismo día en Temporada Alta. La fuente no es fiable al 100% (hay 2 intermediarios en la compra on-line que hicimos y una tiene muy malas críticas). Las 4 entradas nos han costado 60 euros y hay que presentarse en los controles de acceso con los pasaportes. Vamos en metro (4 billetes por 12 yuanes) y resulta muy sencillo usarlo. Todo está muy bien señalizado y en inglés. Llama la atención que en todas las estaciones hay controles de seguridad. Lo que ya empezó a ser bastante sorprendente es que para bajarse en la estación que está junto a la plaza Tiananmen te exijan un documento de identidad (en nuestro caso el pasaporte).

La plaza está acordonada por la policía y es imposible acceder a ella libremente. Nada que ver con la visita de Fani en el 2008. Aquí es donde nos damos cuenta que la cosa va a ser más complicada de lo que nos pensábamos: no es que haya centenares de chinos, no. Hay MILES. Y sin engañar. Son las 09:00 am y hay un sinfín de colas en las inmediaciones de los accesos controlados de la plaza. Inicialmente nos animamos a hacer la cola: parece que va bastante ágil. ¡Además todo el mundo va con entrada! ¡Seguro que entramos en un santiamén!

Pues no. Ni santiamén ni periquete  ni nada de nada. A armarse de paciencia y ríete de la cola del Uncharted. Esto presenta proporciones épicas. Pronto descubrimos que las numerosas colas que ha organizado la misma policía acaban convergiendo en otras de más pequeñas y en zonas valladas de espacios reducidos. Súmales el devastador efecto supermercado: pon cuatro colas en cada acceso pero con unas que van lentas y otras superlentas. Y todo esto bajo un sol abrasador (los espacios cubiertos son escasos) y rodeado de chinos cabreados por las largas colas. Un ejemplo: una anciana que disimula conversando por teléfono osa situarse delante de Fani (colada en toda regla). Pues en menos de 5 segundos es expulsada de malas maneras por los chinos que tiene detrás. ¡Aquí no se cuela nadie!

No logramos pasar el control de acceso hasta pasadas 2 horas y media. Cerca de las 12:00 hrs am logramos entrar a la Ciudad Prohibida. Nos tiramos en una zona sombreada y Fani consigue hacerse con refrescos fríos. Toca empezar la visita y estamos todos rebentados y hasta las narices. La sensación es de “Me la sua, m´és igual”. Y así será porque dentro de la ciudad hay miles y miles de chinos por todas partes, especialmente en las zonas sombreadas y la visita queda totalmente deslucida. Fani explica que el el 2008, justo antes del fin de año chino, estuvo prácticamente sola. Fue un super lujo.

Aún así logramos recorrer la Ciudad en un tiempo aproximado de 2 horas. Es una lástima que haya tanta gente y haga tanto calor. Los pabellones son espectaculares y los patios grandiosos. Lo que más nos llama la atención son las Puertas de acceso a la Ciudad, las calderas de bronce (se llenaban de agua por si había un incendio), las esculturas (los leones guardan las entradas; el león aparece con una bola bajo la pata y la leona con un cachorro), los tejados y los puentes de mármol. Lástima el “me la sua, m´es igual” a estas alturas.








Lo más bestia quizá sea la imponente calzada de mármol del Salón de la Suprema Armonía. Rampa central, tallada con dragones, que estaba reservada para el acceso del Emperador en carruaje.

Al final de la visita acabamos en el Jardín Imperial, al norte de los 3 palacios del patio interior, con un jardín de rocas y árboles centenarios. Se sale por la puerta norte. Los niños hacen la visita resignados y aguantando estoicamente.


La salida es igual de agobiante, con miles de chinos haciendo cola para subirse a los autobuses “turísticos” allí dispuestos. Nosotros salimos de allí por patas, siguiento la avenida en dirección este, paralela al foso. Intentamos dar con un taxi para volver al hotel. No resulta fácil, pero finalmente damos con uno. Llegamos casi a las 15.00 hrs pm y nos cuesta encontrar un restaurante abierto a esas horas y por esa zona. Entramos en uno de ramen y pedimos como podemos (la carta sólo está en chino y tiene alguna fotografía). De los tres platos uno pica mogollón y está hecho de carne de hígado como plato ingrediente base (se queda igual que lo traen), el segundo pica bastante pero no tiene vísceras aparentemente (los papis hacen lo que pueden) y el último es de verdura y no pica. Salimos del paso como podemos pero la comida es un desastre. Acabamos en una frutería comprando plátanos, albaricoques y tetra-bricks de leche y nos los llevamos a la habitación. Toca descansar.

Pasadas las 18:00 hrs decidimos pillar otras vez el metro para visitar el parque de Bei Hai, con la idea de econtrar paz y armonia. Entramos por la puerta norte y hacemos una paseada por la orilla sur-este hasta llegar a la isla de Jade, donde se eleva una gigantesca pagoda blanca, una stupa de estilo tibetano que se erigió con motivo de la visita del quinto Dalai Lama en 1651. No tenemos ya fuerzas para subir la colina; en lugar de eso paseamos tranquilamente por el corredor lateral que hay cerca de la orilla. Oscurece rápido y no logramos disfrutar de la puesta de sol. Pero es tranquilo y nos permite dejar atrás los sinsabores de la mañana.


Acabamos cenando en “nuestro” japonés de la noche anterior. Toca comer bien. Hoy hay poco ambiente y cenamos casi solos. ¿He dicho solos? ¿Sin gentíos?