Días 28 y 29 de Junio del 2024
Hoy toca traslado a Xian. La salida es un pelín accidentada ya que la noche anterior hablamos con recepción para el tránsfer a la estación de tren y resulta que se les ha olvidado avisar. Una de las recepcionistas se pone super nerviosa por el descuido y empieza a mostrar signos evidentes de ansiedad. Avisa uno urgente por la aplicación de We Chat. Tenemos que pagarle a ella: no lo conseguimos por la aplicación (el dichoso monedero a veces falla) pero sí en efectivo aunque les cuesta conseguir el cambio (son 65 yuanes y tenemos un billete de 100). La recepcionista se sigue poniendo nerviosa y decide acompañarnos con su móbil a la calle principal donde nos está esperando el taxi. Por el camino pasamos por delante de un colegio chino de primaria donde los niños llegan caminando solos por un corredor humano que forman agentes de policía. Los padres los sueltan desde sus coches en la calle principal; mucho mejor así que las movidas que montamos en España. También hay profesores en la calle supervisando la llegada de los niños. No deja de sorprendernos.
Cuando llegamos al cruce principal resulta que el taxi se ha pirado (cansado de esperar). La recepcionista pide un segundo taxi y se espera con nosotros. Tarda unos 10 minutos. Nos despedimos de la amable recepcionista y nos vamos a la estación de tren. La OESTE, le repetimos al taxista varias veces. Como no entiende inglés le mostramos los indicativos que llevamos en chino en un papel. El sonríe y nos dice que sí. En teoría es el destino que le ha dado la recepcionista. No debería haber error alguno, pero toda precaución es poca. Llamadnos exagerados.
Hay mucho tráfico pero conseguimos llegar antes de las 09.00 hrs, con lo que nos queda una horita para pasar controles de seguridad y dar con el andén. Por el camino más de uno se ha quedado dormido. A destacar la sobada de Jordi en el asiento de delante; imposible resistirse con el modo masaje del sillón activado.
Hemos comprado los billetes de tren con China Train: esta aplicación es genial. Hacen de intermediarios pero la comunicación dese España por We Chat es fluida y tiene la ventaja de que al ser billetes electrónicos, con enseñar los pasaportes en los controles de acceso es suficiente. No hay que pasar a recogerlos a ninguna garita. La recomendamos al 100%. Encontrar el andén es igual de sencillo que usar el metro. No tenemos ningún problema; está muy bien señalizado y en inglés. En nuestro vagón va un grupo de militares que hacen el mismo trayecto. Lo menos hay unos 50. Van con ropa militar y sus petates.
El viaje es muy tranquilo aunque no conseguimos colocar las maletas en los gardaequipajes (hay poquitos) y tenemos que llevarlas encima. Menos mal que hay bastante espacio entre asientos. Llegamos a Xian pasadas las 14.00 hrs. Como desde el hotel nos han dicho que está muy cerca de la parada de metro, decidimos aventurarnos a hacer el trayecto así. Son 14 paradas pero sin trasbordos (línea 4). Los 4 billetes nos cuestan 16 yuanes. El viaje resulta muy cómodo y los niños van sentados.
A nuestra llegada conseguimos orientarnos y, tras un primer intento fallido con entrada urbanización (cosas del google maps), finalmente damos con el hotel. Es pequeñito y familiar, La recepción y los accesos son bastante cutres y no tiene ascensor; pero la habitación es enorme, cabemos de sobras y el aire acondicionado funciona la mar de bien. Ya son más de las 15:00 hrs. Renunciamos a comer (ya no tenemos ni hambre) y descansamos un rato en la habitación.
Salimos a explorar los alrededores del hotel. Vemos que tenemos la antigua muralla muy cerca. Concretamente la pared este. Para poder acceder a ella hay pagar entrada: son 90 yuanes (30 x2 los adultos y 15 x2 los niños). La muralla rodea el centro de Xian y es ENORME. Es imposible recorrerla a pie en su totalidad. De hecho, hay servicio de alquiler de bicicletas arriba. El paseo es muy ancho y los largos corredores se ven salpicados de antiguos edificios restaurados que hacían las funciones de torres de vigía. Son más de las 18:00 hrs y hace mucho más calor que en Beijing. Hay mucho chino en la muralla; muchos nos miran con curiosidad y vienen a hacerse fotos, especialmente con los niños. Lo piden con mucha educación y no nada violento, aunque a David le incomoda bastante.
Recorremos un trecho de la muralla hasta llegar a la gran puerta del este. Allí nos bajamos y nos vamos a explorar una zona de feria local muy animada que hay cerca. Allí hay muchos puestos de comida, de artesanía y música en directo. Está muy animado. Laura decide comprar unos detalles para un par de compañeros de clase y conseguimos cenar allí mismo. No es que entre por la vista (mucha carne de dudoso origen (mucha víscera hay aquí) y es más que probable que todo pique mogollón. Nos hacemos con unas empenadas de verdura y huevo y unos dumplings y rollitos vegetales que dan el pego y nos permiten salir airosos. Además venden sandía troceada. ¡Frutaaaaaa! Escuchamos un rato un grupo tocando música y finalmente decidimos desfilar para el hotel. Llegamos más que cansado (son la 22:00 hrs) y toca descansar. Reparto de camas (los niños duermen en la cama grande con Fani) y Jordi se queda la pequeña. Hay que pedir una cuarta almohada y encargar el desayuno del día siguiente. La recepcionista que hay en ese momento chapurrea el inglés pero no nos aclaramos. Acaban llamando a una compañera (¿hermana? ¿negocio familiar?) que baja en pijama y nos traduce.
Al día siguiente tenemos excursión con Civitatis con recogida en el mismo hotel a las 09:00 hrs par air a ver a los Guerreros de Terracota. Hoy no toca madrugar y aprovechamos para dormir más. Nos viene a recoger una china que habla un castellano muy bueno y que se llama Sofía. Nos recuerda que no nos olvidemos los pasaportes (en este país no se puede ir a ningún sitio sin ellos). El coche es muy cómodo y el chófer es tranquilo. Tardamos una hora en plantarnos en el recinto arqueológico de Xian. Por el camino Sofía nos cuenta todo sobre lo que nos espera allí. El famoso ejército de terracota fue descubierto por unos campesinos en 1974 cuando cavaban un pozo. Estos guerreros son sólo una parte (el ejército guardián) de una extensa necrópolis, que hace las veces de mausoleo del emperador Qin Shi Huangdi, que unificó China hace 2200 años y que estaba preocupado por la muerte y su legado personal. Mandó construir su necrópolis personal y empleó para ello a 720000 personas durante más de 36 años (toda su vida pues la esperanza entonces era de 40-44 años aproximadamente). Se dice que la totalidad de los obreros fueron sacrificados al finalizar el “trabajo” para evitar que desvelaran la ubicación y el diseño de la tumba. Hasta la fecha las excavaciones han dejado al descubierto tres fosas y más de 7000 soldados pero todavía queda mucho por desenterrar. Estas 3 fosas son las que también están abiertas al público y son las que se visitan.
Llegados a este punto es donde tenemos que diferenciar 2 cosas: por un lado tenemos un MILAGRO ARQUEOLÓGICO de 2200 años de historia y por otro una VERGÜENZA TURÍSTICA. Hablemos de ambas cosas desde nuestra experiencia vivida.
El milagro arqueológico está fuera de toda duda: las figuras presentan un nivel de detalle espectacular: prendas, armaduras, peinados, cara, caballos, ... El nivel de detalle es increíbler. Sofía nos explica que NO hay dos figuras iguales. Se las encontraron todas en pedazos pues los techos de los corredores estaba hechos de madera y éstos cedieron con el paso del tiempo. A los lados están las paredes de los corredores. Cuando visitas las fosas, especialmente la principal (fosa 1) los puedes ver claramente. El proceso de excavación y de restauración de figuras continúa en la actualidad. Cada guerreo es una pieza única y es cuidadosamente reconstruida. Al fondo de la fosa 1 hay una zona que hace de taller de reconstrucción y te permite hacerte una idea de como trabajan. Sofía nos explica que todas las figuras estaban pintadas; algunas conservan la pintura, pero la exposición al aire libre ha borrado la mayoría. Los guerreros estaba equipados con armas como espadas, lanzas, arcos y flechas; muchas de las cuales se han perdido. Es más que probable que sufrieran algún saqueo en el pasado. En la fosa principal se halla la infantería, la fase 2 alberga caballeria y soldados y la 3 parece ser el centro de mando, con oficiales. Todas están en fase de excavación. Pero queda mucho trabajo por hacer. Sofía nos explica que a día de hoy tienen un total de 60 arqueólogos trabajando a diario. Nos parecen pocos para un trabajo de chinos. Los recintos son espectaculares y la visita es obligada. En la última fosa hay expuestas en vitrinas acristaladas 5 guerreros y se pueden admirar con todo lujo de detalles. Destaca el arquero arrodillado que encontraron intacto.
Ir guiados nos ayuda a optimizar el tiempo pero ¿ cuál es la pega? Porqué hablamos de vergüenza turística? Pues os lo vamos a explicar. Primero nada más llegar te encuentras una infinidad de coches y autocares intentanto acceder al recinto. Es rollo Port Aventura. Hasta aquí es comprensible. Sofía nos explica que hay que reservar las entradas con antelación (nos salen por 400 yuanes los 4). Mucho mejor pensamos, para que vaya menos gente... Que ingenuos que somos! No sabemos lo que nos espera allí dentro. Y lo que nos espera es una turba de turistas chinos que entran en masa a las fosas. Y cuando decimos turba es exactamente eso: miles de chinos abalanzándose a las pasarelas para tomar fotos de las fosas. No hay ningún orden ni educación. Aquí impera la ley del más fuerte. Se trata de abrirse paso a codazos y empujones. Tienen ventaja los forzudos y anchos de hombros, aunque nos sorprenden la habilidad de algunos para abrirse paso a codazos mientras sus hijos se cuelan por abajo. ¿ Y la seguridad? ¿ Qué que hacen los policías? Pues haberlos, hay. Se dedican a mirar desde puestos de observación elevados y contemplar a la turba. En uno de los accesos vimos un cartel que decía: PROHIBIO PELEAR SALVO QUE NO TE IMPORTE IR AL HOPSITAL O A LA CÁRCEL. Estaba escrito en chino y en inglés y nuestra reacción inicial al leerlo fue de desconcierto. Dentro de las fosas cobra su significado.
Añadir que hace mucho calor y que los chinos no son precisamente gente educada. Los codazos y empujones entre gritos son una constante. Además entran visitas guiadas con grupos de 20-30, todos con el pinganillo en la oreja mientras que van escuchando las indicaciones de su guía. Esto en nuestro país sería inimaginale. Se lo explicamos a Sofía que nos dice que ES LO QUE HAY. Y que pasa cada día, especialmente en temporada alta. Son 65000 visitantes cada día. La recaudación debe ser brutal. Y la gente no deja de venir. Todos son turistas chinos. Nos encontramos algún turista occidental (no más de 20 en toda la mañana): cruzamos nuestras miradas con cara de perplejidad y estupefacción. Es penoso. Y lamentable. Y toda esa recaudación no puede emplearse en mejorar la visita (tornos, cintas móviles, mayor ventilación, museo expositorio) o en avanzar con las excavaciones y contratar a más arqueólogos cualificados?
Hablamos de vergüenza pues la visita al mausoleo no tiene nada de solemne ni de místico. Volvemos al concepto de ME LA SUA, M´ÉS IGUAL que ya vivimos en la Ciudad Prohibida. Y es una lástima. Fani cuenta que cuando estuvo ella, había más figuras ( adjuntamos sus fotos de entonces ) y estaba prácticamente sola.
La visita nos lleva cerca de 3 horas. Acabamos muy cansados. Menos mal que nos espera un viaje en coche muy cómodo y ventilado. Le pedimos a Sofía que nos pare en algún sitio decente para comer, cerca del hotel. Nos para en un centro comercial donde tenemos acceso a un Pizza Hutt (hoy comemos pasta boloñesa los 4) y un Starbukcs (café para Fani y yogures para los 3 peques del grupo). Después hotel para descansar un rato y organizar cuestiones logísticas del viaje. Un Italiano que trabaja en China, nos observa desde su mesa y decide venir a ayudarnos con la elección de los menús, después de echarse unas risas.
Pasadas las 18:00 hrs decidimos salir a hacer un paseíto hasta el centro del caso antiguo. Nuestra intención es llegar a las zona de las Torres del Tambor y la Campana. Pronto nos damos cuenta que de paseo nada y de que el mapa del hotel no tiene ni la escala ni el número de calles correcto. Fani decide aventurar con la aplicación de taxis de We Chat ( DiDi ) y resulta ser un exitazo: en menos de 3 minutos tenemos transporte para recorrer la media hora “de paseo” que todavía nos faltaba y por apenas 10 yuanes ( No habíamos podido utilizar esta app en Pekín porque estaba en chino. Sofía nos ayudó a cambiar el idioma al Inglés ).
La zona donde están ambas Torres está repleta de gente y de coches. Es una auténtica locura. Esta vez decidimos visitar la Torre de la Campana (en Beijing vimos la del Tambor y está mejor situada). Para acceder a ella (está en medio de la rotonda) hay que hacerlo por un paso subterráneo donde hay una segunda ciudad, literalmente. Con tiendas, policía, acceso al metro y centenares de chinos. Haya mucha gente, especialmente chicas, que van vestidas de forma tradicional para hacerse fotos. Para acceder a la Torre hay que pasar un control de seguridad, otro de pasaporte y pagar 90 yuanes (30 yuanes x2 adultos y 15 yuanes x2 niños). Lo destacable de la torre son las vistas de la ciudad: con 4 avenidas principales que se alejan en cruz y van a parar a las 4 puertas cardinales de la muralla. Nos hacemos una idea de lo larga que es y lo grandioso y ultramoderno del “casco antiguo”.
Son más de las 20:00 hrs y decidimos volver en metro y pillar comida para llevar en el centro comercial. Los niños nos hacen pillarles “manjares” en el McDonalds (no veas como los disfrutan en la habitación) mientras los papis intentan coger una pizza en un Domino´s. La experiencia no es nada sencilla por la dificultad de encargar - pagar ( como la queremos para llevar, hay que agregar a Domino’s en Wechat ). Al final Fani se la va con los peques y sus Mc menús, mientras Jordi espera resignado la pizza. Menos mal que hemos hecho el camino antes cuando era de día. Vemos la muralla de Xian iluminada. Se ve bien bonita!