Es nuestra última mañana de travesía por el río Tsiribihina. Nada que hacer más que observar como faenan a sus orillas, niños que saludan cuando nos ven pasar, algún cocodrilo más y sol.
Comemos en el barco y llegamos por fin a un pequeño puerto de Belo- Tsiribihina. Aquí toca despedirse de nuestra tripulación y empezar nuestra ruta hacia Bemaraha, hacia el norte, para llegar al Parque Tsingi de Bemaraha. Si pensábamos que las carreteras no podían ser peor, nos equivocamos ( otra vez ). Antes de emprender la ruta nos hacen esperar, no sabemos a qué. Al preguntar a Andry nos explica que para hacer este tramo de la ruta necesitamos formar un convoy de varios jeeps, por motivos de seguridad. Y además, hay que ir parando en determinads puntos para esperarnos los unos a los otros. Lo que parecía que iba a ser un ratito acaba convirtiéndose en una cruzada de 6h, con socabones del tamaño cráteres lunares, zonas enbarradas en plan Indiana Jones y tramos inundados de agua que nos llega hasta las ventanas. Para poner la guinda al pastel, se acaba haciendo de noche la última hora del recorrido, cosa que NO mola nada. Y para rizar el rizo, los últimísimos kilómetros cuentan con un ferry ( el nuestro no a motor eléctrico ) para cruzar un afluente del río . Cuando vemos a dos hombres con percas para empujar la embarcación, entro en modo risita histérica.
Por fin llegamos al hotel, polvorientos y atrotinados. Orchide du Bemaraha. Más allá de alguna que otra cuchacacha en la habitación, una rana enana de color translúcida y mosquitos, muchos mosquitos, la habitación familiar está muy bien, espaciosa y cómoda.
Cenamos en el comedor y nos vamos a dormir pronto. Mañana nos espera uno de los TOP de nuestro viaje<. El Parque Nacional Tsingy de Bemaraha, patrimonio mundial de la UNESCO.
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