15 de agosto de 2021

LA CIUDAD DE LAS NUBES

Nuestro segundo viaje este año nos lleva a las Canarias. Y es que después de nuestro "masaje africano" teníamos ganas de un viaje más tranquilo, sin el estrés de las dichosas pruebas COVID y, sobretodo, con nuestros peques. Y es que todos nos hemos hechado mucho de menos. 

Nada de agencias esta vez. Ruta fácil: Lanzarote- La Gomera- La Palma.


Y tú, ¿ dónde quieres ir ? 

El viaje es muy sencillo. Coche hasta el aeropuerto, check-ing automático en los mostradores de Vueling, control policial y subida al avión. Después nos espera un vuelo de 3 horitas hasta el aeropuerto de Lanzarote. La verdad es que se nos hace corto. ¡Qué lejos estamos de los megavuelos de Fani, con tediosos trasbordos o equívocos con las terminales! A nuestra llegada a la terminal de Lanzarote verifican que estamos vacunados y en un santiamén nos plantamos con las maletas en el mostrador de Topcar para recoger nuestro coche de alquiler para esta semana. Es un Seat León versión familiar, con un amplio maletero. 

Como es pronto (no son ni las 19:00 hrs), paramos en un Mercadona que hay muy cerca del aeropuerto para hacer la compra de la semana. Es lo que tiene alojarse en una casa vacacional: que necesitas provisiones. Compramos deprisa, lo cual no deja de sorprender si tenemos en cuenta que es sábado por la tarde y que es hora punta. 

El viaje en coche hasta el alojamiento dura poco más de veinte minutos. Y ya empezamos a sorprendernos con las preciosas vistas que ofrece la isla de Lanzarote. Aquí todo se ve bastante árido y casi todo el terreno es arena volcánica. Pasamos por bastantes pueblos y todas las casas tienen las mismas peculiaridades: están pintadas en blanco, suelen ser de una o como mucho dos plantas y disponen de amplias terrazas exteriores de suelo volcánico. Las carreteras por las que circulamos están en muy buen estado. Está todo muy tranquilo; nos cruzamos con pocos coches y hay poca gente en las calles.

La casa vacacional está ubicada en el pueblo de Tinajo y es un auténtico pasote. Enorme, moderna y está todo superlimpio (¡como le gusta a Fani!). Nos han habilitado 2 habitaciones aunque la casa tiene más. La cocina es muy espaciosa y no falta de nada (¡como le gusta a Jordi!). Tiene una terraza exterior con un amplio espacio para jugar y piscina (¡como les gusta a nuestros peques!). Y en el comedor tenemos un pantallón espectacular y Netflix (¡como nos gusta a TODOS!). 

¡Aquí vamos a estar muy bien estos días! 

Al día siguiente nos despertamos tarde y, después de desayunar, nada más salir de casa nos vemos envueltos por una intensa niebla. No se ve nada. ¡Es fantasmagórico! Bajamos con el coche despacito y con muchas precauciones. Tras un buen rato conduciendo la niebla empieza a ser menos espesa y empezamos a ver el sol. Vemos las cimas de las montañas con la espesa niebla en su falda. David nos dice que le recuerda Bespin, la ciudad de las nubes de Star Wars. ¡Qué emoción! ¡ Qué orgulloso estoy de mi niño! :)

En fin, en realidad no se trata de niebla, es una nube de polvo subsahariano que trae altas temperaturas consigo. 

Nuestra primera parada del día nos lleva al Jardín de Cactus, cerca de Guatiza, al este de la isla. Para cuando llegamos la niebla ya se ha disipado y nada más aparcar el coche ya nos tenemos que poner crema solar. Ya hay muchos coches aparcados pero no hay mucha cola y podemos hacer la visita sin sensación de agobio, a pesar de ser un domingo 15 de agosto. Este cactuarium alberga alrededor de 4500 ejemplares de cactus en un espacio con forma de anfiteatro. Fue el último trabajo que realizó César Manrique en Lanzarote, en 1991. Sorprende descubrir que hay cactus que proceden de múltiples rincones del mundo. En el punto más alto del jardín se encuentra un molino que era utilizado para moler gofio y data de cominezos del siglo XIX. Nada más empezar la visita David y Laura nos piden hacer la visita a su aire mientras se imaginan cosas; el recinto no es muy grande por lo que les dejamos. La visita es más que recomendable y acabamos en la sugerente cafetería del recinto, sentados en la terraza con un aquarius bien fresquito, para repostar.








Por cierto, en la entrada compramos un bono que vale para 4 de las atracciones más importantes de la isla (Jardín de Cactus, Parque Nacional de Timanfaya, Cueva de los Verdes, Jameos del Agua y Mirador del Río). Es más que recomendable si piensas visitarlas todas y te ahorras pasta. Como tienes que escoger sólo 4, la recomendación es pagar aparte la del Mirador, ya que es la más barata de todas (sólo 5 euros).

Como es domingo, resulta que en Teguise hay mercado. Y no se nos ocurre otra cosa que ir a ver el pueblo, La idea inicial no es mala; el problema es que centenares (que digo, miles) de persona tienen la misma idea que nosotros. Cuando llegamos a Teguise (cerca de las 12:00 pm) nos encontramos un montón de gente por todas partes. Conseguimos aparcar el coche en una zona controlada (nos cobras 1.80 euros todo el día) y nos ponemos a hacer cola (sí, lo habéis oído bien: COLA) para poder accerder al mercado. En efecto, hay control de acceso y te miran la temperatura y te pones gel justo al acceder al recinto. El problema es que el sol a esa hora aprieta de lo lindo y que la motivación de los niños está cayendo a marchas forzadas. Con tanto calor no es ningún secreto reconocer que la de los papás también. El mercado está en una plaza que hay al lado de la iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe. Una vez dentro no nos llama mucho la atención, quizá sea por el intenso calor sofocante o por el gentío que njos rodea (ves a saber). Hay puestecitos de artesanía local, pero también muchos puestos de mercadillo puro y duro. Escuchamos decir que con el COVID no se permiten puestecitos de comida y que, además, muchos prefieren no reabrir sus puestos y seguir cobrando las ayudas del estado. Eso hace que en lugar de los 600 puestecillos habituales no haya más de 120. A nosotros nos parece que ya hay un montón. Imaginaos nuestra cara cuando nos enteramos que apenas hay una quinta parte...



Teguise 




Cuando los niños está próximos a amotinarse decidimos sobornarles con un juego de pelotitas con cordel a lo yoyó. La verdad es que el invento funciona y nos ayuda a salir del paso y, de paso, del mercado. Como son más de las 13:00 hrs y estamos ya hambrientos buscamos un local para comer. No resulta fácil y, después un un intento fallido ("falta personal y tendrán que esperar") encontramos un local con mesas libres en su patio interior. No es nada del otro mundo pero nos sirven las bebidas frías enseguida y el menú es resultón. 

Cuando salimos del restaurante nos sorprende descubrir que ya han desmontando el mercado y que todo el gentío se ha ido. Apenas queda gente sentada en las terrazas de los restaurantes (hay que tener valor con el calor que hace...). El pueblo está bien tranquilo y nos animamos a callejear un poco. Y digo un poco, porque con la soleada que pega, la cosa no da para más. Justo para contemplar la preciosa plaza de la Iglesia y recorrer alguna de sus bonitas calles céntricas. Se trata de uno de los pueblos más bonitos de España y la verdad es que razón no falta. Vemos casas pintadas de blanco con portales y balcones coloniales, la mayoría pintados de verde. Hay palmeras en la plaza y enormes árboles en más de un rincón. Todo está tranquilo y silencioso. Es perfecto. Bueno casi. Los niños siguen en su empeño de amotinarse. Las negociaciones se endurecen por momentos. Ellos sólo quieren volver al alojamiento para jugar y tirarse a la piscina.

Conseguimos arrancarles una última concesión: una última visita que elige Fani. Resulta que curioseando por Instagram ha encontrado unas fotos muy chulas de una grieta volcánica que se puede recorrer por libre. Nos subimos al coche con una ubicación y nos platamos allí en una media hora de coche. Pero resulta que no es el sitio. Rebusco con la ayuda del señor Google y descubrimos que el lugar que quiere ver es la Grieta del Volcán, entre los pueblos de Tías y San Bartolomé, en la ladera del volcán de la Montaña Blanca. La ubicación exacta la encontramos en un blog por azar y está junto a una zona de aparcamiento que parece un mirador de la costa este de la isla. No hay señal alguna de donde está la zona, pero vemos algún turista ascendiendo por la ladera de la montaña y nos imaginamos que no debe estar muy lejos. Tenemos que cruzar la carretera y subir un tramo de apenas 5 minutos hasta llegar a una gran grieta o cueva. Descubrimos que no es muy profunda, pero este resquebrajamiento de las placas del volcán da pie auna zona que puedes recorrer alta y espectacular. 





Cuando tenemos ya los peques al límite y a punto de "explotar" les "invitamos" a ascender un poco más por la ladera izquierda y nos encontramos con una segunda grieta que también podemos recorrer. No es tan especatular como la primera pero esta la puedes atravesar entera y acabas en una parte más alta de la ladera. Como no llevamos el calzado adecuado y resbala bastante, apenas Jordi consigue llegar casi hasta lo más alto.

Para tranquilidad de nuestro peques damos por finalizadas nuestras aventuras del día en la isla. Después de comprar pan en Tinajo, acabamos en nuestra casa vacacional. Aquí los niños se transforman y dejan de quejarse. Tocan risas, juegos y baños en la piscina. Devoran la cena y acaban en el sofá viendo peli, antes de caer rendidos en la cama.





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