22 de julio de 2017

LAS RUINAS DE POLONNARUWA

Cuando nos despertamos sabemos por lo que nos anticipó Dhanushka que nos espera un día muy duro. ¡Y ya de buena mañana pega una soleada que no veas!

Tardamos una hora y media en recorrer la distancia que separa Dambulla de las ruinas de Polonnaruwa. Es un complejo arqueológico inmenso; a diferencia del de Anuradhapura, éste está menos concurrido y eso que vamos en sábado. La cantidad de turistas es similar (pocos, como casi siempre) pero hay menos feligreses. Aunque tiene casi 1000 años de antigüedad, es mucho más reciente que Anhuradaphura. La dinastía Chola del sur de la India fijó su capital en Polonnaruwa tras la conquista de Anhuradhapaura a finales del siglo X por estar situada estratégicamente. Tras la reconquista los cingaleses optaron por mantener la capital allí.

Vamos directamente al Museo Arqueológico a comprar las entradas de acceso. Aprovechamos para visitarlo y la verdad es que lo recomendamos: no es muy grande y se visita rápido. Lo que más nos llama la atención son las maquetas que hay de los principales monumentos del parque pero reconstruidos; las encontramos de un enorme interés ya que te permiten imaginarte como eran en su época de esplendor. También están expuestas armas de guerra, utensilios para hacer grabados, herramientas agrícolas e instrumental médico quirúrgico ( en serio ). Los niños miran las vitrinas con interés especialmente cuando ven una araña peluda dentro de una de ellas. En la última sala vemos una magnífica colección de estatuas hindúes que representan a diferentes dioses.

Entonces empezamos la visita de las ruinas. Son cerca de las 12:00 y el calor es sofocante. Los niños se nos desaniman rápido. El complejo está dividido en diversos grupos de ruinas. Afortunadamente podemos ir de grupo en grupo con la furgoneta. Vemos turistas desplazándose en sus autobuses, furgonetas y tuc tucs. Los más inconscientes van en bicicleta.

Empezamos por el Grupo del Sur. Allí vemos:
  1.  Estatua: estatua de casi 4 metros de altura que se dice que representa al Rey Parakramabahu I sosteniendo un yugo.
  2.  Potgul Vihara: esta estructura supuestamente se usó como biblioteca para almacenar libros sagrados. La dagoba central hacía las funciones de archivo mientras que los edificios periféricos eran salas de lectura. Nos paseamos por ahí con Laura a caballito y David refunfuñando con razón.


Después nos vamos al Grupo del Palacio Real:
  1.  Palacio Real: construido por Parakramabahu I, era un edifico residencial magnífico de 7 plantas (ya hemos visto la maqueta en el museo). En la actualidad sólo quedan unas ruinas con las que apenas te haces una idea de cómo eran las dos primeras plantas. No queda ninguna más porque las superiores eran de madera y el edificio fue quemado en su época por los invasores indios. Por desgracia, ésta es una constante de nuestra visita al complejo: las ruinas son sólo ruinas y no puedes dejar de visitarlas con la melancolía de pensar cómo serían sin la guerra y el pillaje que tuvieron que sufrir. En este sentido las ruinas que visitamos en Perú o Yucatán están mucho mejor conservadas.
  2.  Kumara Pokuna estanque para los baños.
  3.  Salón de las Audencias: donde el rey recibía visitas. No queda ningún trono pero los escalones de entrada son impresionantes.



Llegados a este punto comprendimos que los niños no daban para más. Quedaba poco para las 13:00 horas y Dhanushka propone  que en el resto de ruinas nos bajemos sólo nosotros dos mientras él se queda con los peques en la furgoneta (fijaos la confianza que teníamos ya con él). David se las ingenia para convencerle de que les compre zumo de papaya ( en inglés ¡!!!)

Llegamos al Cuadrángulo: éste presenta la mayor concentración de edificios en área bastante reducida. Como ya es lugar sagrado a partir de aquí en delante de nuevo nos vimos obligados a hacer uso del pantalón largo y de descalzarnos. Os puedo asegurar que a esas horas es imposible caminar sin calcetines: ¡el suelo quema como una mala cosa! En esta zona el estado de conservación es mayor. La verdad es que visitar las ruinas en este orden garantiza ir claramente de menos a más. A destacar:
  1.  Edificios Hatadage y Vatadage: uno enfrente del otro: el primero te queda a mano derecha según entras y el segundo a mano izquierda. De los dos el templo más impresionante es el Vatadage con sus 2 terrazas circulares, sus guardianes de piedra y su Piedra de Luna en la entrada norte. En el centro te encuentras con una dagoba flanqueada por 4 estatuas de Buda sentado
  2.  El Gal Pota o libro de piedra: una piedra alargada de 9 metros por 1.5 de ancho con inscripciones donde se explica como la piedra, de 25 toneladas, se transportó desde Mihintale (unos 100 km).
  3.  Thuparama Gedige: en el extremo sur. El único templo – no dagoba – de Polonnaruwa que conserva el techo intacto. Es un edificio ciertamente muy alto; los demás debieron ser así también. En su interior también vemos varias estatuas de Buda






Volvemos a la furgoneta: los niños se lo están pasando de miedo. Nos dicen que se están montando una superfiesta en la furgoneta con Dahnushka de cómplice. Vemos todas las botellas de agua (tanto las llenas como las vacías) esparcidas por el suelo de la furgoneta… Optamos por no saber nada más.

Pasamos al Grupo Norte. Repetimos la misma operación de dejar los niños con su fiesta privada en la furgoneta. No paran de reír y de invitarnos a salir con nuestra particular peregrinación. Alcanzamos, por este orden:
  1. Rankot Vihara: la dagoba de mayor tamaño en Polonnaruwa, con casi 55 metros de altura. Es de ladrillo oscuro; ya no conserva el blanco encalado (como ya nos pasó con algunas dagobas en Anhuradhapura. La bóveda es enorme y te hace sentir muy pequeño.
  2. Lankatilaka: misterioso templo con muros de ladrillo de 18 metros con una estatua de pie de Buda sin cabeza, probablemente arrancada en algún acto vandálico. Nos llama la atención que en algunas zonas se conserva la decoración en sus paredes externas
  3. Kiri Vihara: esta dagoba sí conserva su color blanco y se halla en medio de una arboleda. La verdad es que te queda una imagen muy hermosa pues se mantiene muy bien


Volvemos al coche; la pequefiesta continúa. Hasta aquí podemos decir que la visita, a pesar de ser muy interesante, no logra sorprendernos. Eso es debido a que faltaba el plato fuerte a nuestro humilde modo de ver. Es entonces cuando llegamos a Gal Vihara, el monumento más famoso de Polonnaruwa. Sencillamente espectacular. Se trata de un enorme fragmento de roca que muestra cuatro imágenes de Buda talladas en granito; un hito en las tallas en roca cingalesas. Las 4 estatuas escenifican cronológicamente (de izquierda a derecha) momentos de la vida de Buda. Las 2 de la izquierda muestran un Buda sentado en posición de meditación. El tercero por la izquierda nos muestra un Buda de pie de 7 metros de altura, con los brazos cruzados y con el rostro triste. Dhanushka nos explica que muestra a un Buda que es consciente de su próxima muerte y que lamenta no poder “iluminar” a más gente. Finalmente podemos apreciar el Buda Reclinado, de 14 metros, representado mientras entra en el parinirvana (nirvana tras la muerte). Para esta visita si vamos todos (las explicaciones de Dhanushka a pie de roca son muy valiosas); como de imaginar los niños protestan. Mientras nos acercamos a verlo de cerca los dejamos a la sombra de un árbol de Dhanushka.






Volviendo a la furgoneta nos encontramos con una mama macaco con su pequeño en brazos en medio del camino; todo el mundo se para a mirarla. Nosotros también nos quedamos un rato observándola (los niños alucinan). Es la foto del día ( después de taaaanto caloooor ).


La visita la terminamos pasadas las 14:00 de la tarde pasando por un estanque en forma de flor de loto muy bonito que debió ser usado por los monjes para baños rituales. Llegamos a un restaurante buffet en menos de 10 minutos. Estamos tan acalorados y cansado que ya no tenemos ni hambre.

Tras reponer fuerza nos subimos a la furgoneta: nos esperan dos horas y media de coche hasta Nilaveli. Aunque dormimos todos, la megasiesta que se pegan los niños es de órdago. Antes de llegar al hotel paramos por una escuela de buceo que teníamos mirada por Internet para intentar acordar alguna inmersión durante nuestra estancia en las playas del este. Por desgracia, a pesar de los mensajes recibidos vía mail con ellos en los que lo pintaban todo de color de rosas, están muy llenos y por el momento sólo pueden asegurar la salida de Fani del día siguiente. Aceptamos.

Después llegamos al hotel ( Hotel Nilaveli Beach ): como son cerca de las 19:00 ya es de noche. Optamos por salir con los niños con las linternas para explorar la playa. Los niños flipan: empiezan a recoger sus primeras conchas y encontramos hasta algún cangrejo.
El hotel es una pasada. Un lujazo que no nos habríamos permitido si no lo hubiéramos contratado por agencia.
La cena es una pasada: buffet al aire libre, al pie de la piscina. Las mesas están dispersas de forma aleatoria entre árboles frutales y manglares, algunas en la arena de la playa, a la luz tenue de velas y pequeñas fogatas. Todo un lujo. Muy romántico.
Me llama la altención que haya mujeres intentando barrer las hojas de los árboles. Me parece un esfuerzo con muy poca recompensa. 

En un rincón te sirven diferentes tipos de pescado y carnes a la brasa, recién hechos. Pastas, arroces, verduras, panes, frutas, postres típicos…hay mucho para escoger. Y cada vez que pongo algo en el plato pregunto: ¿ esto pica ? 

Aquí pasaremos nuestros próximos 3 días.




Invitado inesperado

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