Días 4- 5 y 6 de Agosto del 2017
Nos levantamos a desayunar sin prisas.
Nos vamos de Villa Perpetua, donde a pesar de las vistas, nos hemos aburrido un
poco. Y es que no estamos acostumbrados a tanto tiempo libre. El hotelito está
muy bien. Pequeño y familiar y con un servicio que ha sido super amable, aunque
con un menú poco variado ( escoger entre espaguetis con pollo o con ternera
para la cena no es escoger según lo veo ). El desayuno eso sí, genial. Tostadas
con mantequilla, té o café, leche para los peques, tortillas ( la mía normal o
como dicen aquí plane y la de Jordi
con todo o como dicen aquí Srilankese
), fruta y zumo de papaya. Mientras
desayunamos unos novios vestidos con trajes tradicionales a lo “realeza” se
hacen unas fotos en el jardincito del hotel.
Nos vamos en dirección a Tissa. Por el
camino hacemos una pequeña parada para visitar las Cascadas de Rawana.
Están a pie de carretera, a 6 km de Ella en dirección a Wellawalla. En 15
minutos ( o menos ) ya las hemos visto. Miden 19 metros de altura. No son nada
del otro mundo, pero nos van de paso. Lo curioso es ver que, a pesar del cartel
informativo que anuncia que han muerto 36 personas aquí, hay unos turistas
bañándose.
Nuestra siguiente parada sí es para
nosotros obligada. Cerca de Tissa, se encuentran las Ruinas de Buduruwagala ( budu de buda, ruva de esculpida y gala de
roca ), donde encontramos preciosas imágenes milenarias de buda, talladas en la
roca. Son los vestigios de un templo cuya construcción no llegó a terminarse.
En el centro te encuentras un Buda erguido ( de 15 metros de altura; el más
alto de la isla ). La entrada cuesta unas 300 rupias ( LKR ) y prácticamente no
hay turistas. Un lujo.
Finalmente llegamos a la ciudad de Tissa.
Junto a la carretera se pasa junto al Tissa
Wewa, un enorme embalse o lago artifical. Está rodeado de árboles. Dentro de la ciudad visitamos su enorme Dagoba, toda ella
pintada de blanco. Fue construida por Kavantissa, un rey de Ruhunu en el 200 a.
C. Tiene 165 metros de circunferencia y 55.8 metros de altura. La recorremos
maravillados y recordando las Dagobas de Anhuradhapura. ¡ Eso sí, hace un calor
que no veas !
Paramos a comer a las 12:30h en un
restaurante buffet por menos de 3000 LKR, uno de los más baratos donde hemos
comido y que además, no nos cobra nada por los niños. Como casi todos, incluye
el postre y té o café.
A las 13.30h nos espera nuestro jeep para
ir a Yala. Estamos impacientes y
expectantes y esperamos tener suerte y ver alguno de los leopardos del parque,
aunque sólo sea uno. Dhanu nos estuvo enseñando espectaculares fotos de sus visitas
al parque ( incluido una de un leopardo atacando a un antílope ).
Llegados a este punto conviene hacer una
serie de puntualizaciones en relación a los safaris ( el de Yala es nuestro
tercero y al día siguiente realizamos el de Uwa Walawe – 4º y último de nuestro
intenso viaje ). Puedes ir en grupo o alquilar un jeep para ti sólo. Necesitas
un buen chófer que en la mayor parte de ocasiones – fue nuestro caso – te hace
de guía. El coste en Yala fue de casi 100 euros pero estuvo casi 6 horas con
nosotros ( desde que lo cojimos a la entrada del parque tardamos media hora ).
Creemos que es muy importante la hora que se elige para realizarlo. En efecto
nosotros hemos tenido más fortuna a la hora de ver avifauna con los safaris de
primera hora de la mañana cuando apenas todo parece despertarse y la luz está
preciosa ( eso sí, son safaris que empiezan a las 06:00 am lo cual implica un
supermadrugón ). El efecto madrugón suele darte para un par de horas; pasado
ese tiempo es como si alguien le diera a un interruptor y ya casi no hay más
vida ( ¡ demasiada calor ! ).
Es muy importante como es el guía. A
parte del horario elegido creemos que es un factor que puede marcar la
diferencia entre un buen o un mal safari. En efecto, esto no es ninguna
carrera. De hecho, hemos observado que cuánto más lento y tranquilo va (
especialmente si es propenso a apagar el motor del vehículo para no ahuyentar a
los animales ) más probable es ver avifauna. En muchos casos no es necesario
ver un leopardo para disfrutar la visita. Creemos que enfocar la visita a ver
sólo un determinado tipo de animal es erróneo y fuente de frustración. Hay
muchas aves, muchos animales “menos importantes o populares”, muchos paisajes y
muchos árboles a contemplar en estos parques naturales. Si el guía es bueno te
lo hace apreciar. Por cierto, hay que aprenderse una norma básica: es más
probable per animales en los pequeños claros de hierba y las muchas pozas. Y si
queréis ver aves recordad mirar las copas de los árboles.
Suele hacer bastante calor y son bastante
largos ( promedio de 3 horas ) así que es recomendable llevar agua y algo de
comer ( picnic o galletas ). Lo mejor es ponerles el cinturón de seguridad a
los niños pequeños ( hay bastantes baches ) y no sacar ni la cabeza ni los
brazos por los laterales del vehículo pues la rama de algún árbol de puede dar
un buen disgusto.
El parque de Yala es famoso por sus
leopardos pero la visita resultó un fracaso. Quizá influye la hora ( safari de
mediodía de 14:00 a 17:00 hrs ), quizá influye el guía ( conducción agresiva en
modo persecución ) o quizá es cosa de la mala suerte. La naturaleza es así. El caso es que no
solamente no vimos a ningún leopardo, sino que no vimos ni elefantes, ni
cocodrilos, ni osos, ni chacales, … Parecía una cacería: todos los coches dando
vueltas por la misma zona y corriendo de un lado a otro como poseídos.
Conseguimos ver búfalos de agua ( verlos sumergidos casi en su totalidad en el
agua no deja de ser impactante ), jabalíes, mangostas y monos. De Yala nos quedamos
eso sí con sus paisajes. El bosque es poco tupido y hay muchas zonas áridas.
Tiene zona de playa: tras 3 horas de conducción estirar las piernas es todo un regalo.
Tras el decepcionante safari, todavía nos
queda añadir una hora más de coche hasta nuestro alojamiento en el Hotel
Kottawata Village. Decir que llegamos rendidos, especialmente los niños. El
hotel tiene unas cabañas muy chulas y la ambientación es estupenda. Eso sí, el
restaurante es un desastre. Lo bueno del alojamiento es que se encuentra a
apenas 10 minutos del Parque de Uda Walawe y al día siguiente tenemos safari
matutino a las 06:00 am. ¡ Todo un acierto para reducir el impacto del
megamadrugón !
El despertador suena a las 05:20 horas. A
los 10 minutos despertamos a David. Entreabre los ojos y mira por la ventana:
“ ¿ Ya es de día ? ” – pregunta. Apenas
el día empieza a clarear.
“Yo flipo” – nos suelta sin que nos dé
tiempo de abrir la boca.
Nos vamos sin desayunar. Nos encontramos
enseguida con el Parque. Una cerca lo rodea mientras nos acercamos a la entrada
por la carretera. Vemos pasar un elefante: nuestra suerte parece haber
cambiado.
La visita no tiene nada que ver con la
del día anterior. Se puede atribuir al horario o a nuestro chófer. No se puede
saber, pero éste último se esmera un montonazo en hacernos ver un montón de
cosas aunque en principio no revistan tanta importancia como otras. Para él – y
opinamos igual – es lo mismo ver un elefante que un enorme abejorro
sobrevolando flores. Llama nuestra atención sobre las aves del parque – la luz
está impresionante – en las copas de los árboles. Sin prisa, espera a que
podamos tomar las fotografías de rigor. En un punto del camino nos caen cuatro
gotas a pesar de que hace un solazo que no veas y sale el arcoíris. Vemos unos
árboles preciosos. Como plato fuerte una manada de elefantes – con bebé
incluido – que se muestran bastantes más ágiles de lo que uno pudiera creer.
Incluso tenemos, durante un ratito, un elefante desayunando junto al jeep.
Las sensaciones son muy diferentes a las
del día anterior y nos vamos muy contentos.
Volvemos a desayunar al hotel y a hacer
las maletas. Como sólo son las 10:00 y hemos quedado con Dhanu a las 11:00 nos
da tiempo de refrescarnos en la piscina.
Partimos hacia Tangalle ( 1,5h de camino
) y al llegar al nuevo hotel ( Lagoon Paradise Beach ) nos despedimos de Dhanu.
Los peques le han hecho unos dibujos de nosotros y él viajando en la furgoneta.
Nos hacemos una foto juntos ( David está de mal humor, se ha quedado dormido en
el coche y se despierta con el pie izquierdo, así que pasa de todo ).
En la recepción del hotel nos indican,
como siempre, dónde se hace el desayuno y la cena. Cuando nos dicen que para
llegar al restaurante ( que está en la playa ), debemos cruzar el lago, pienso
que a lo mejor no lo he entendido bien.
¿ Cómo vamos a tener que cruzar un lago
para llegar a la playa ? Pues sí, hay que cruzar un lago para llegar a la
playa. Y no hay puente no, ni barcas tampoco. Resulta que han ideado una
especie de plataformas con bidones y listones de madera a lo Robinson Crusoe, con un sistema de
cuerdas y poleas. Las plataformas se unen a medida que estiras de ellas con las
cuerdas. Los peques lo viven como una gran aventura. De echo, cuando lo veo pienso:
qué chulo! Si incluso puedes coger una de las canoas en la orilla y darte un
paseo…claro que acto seguido veo una especie de lagarto enorme que se pasea
tranquilamente por debajo de las plataformas. Al principio lo confundo con un
cocodrilo, pero los camareros con los que hablo me aseguran que es una especie
de lagarto y que no es nada agresivo. Es un dragón de Komodo.
Comemos y cenamos en el hotel y lo
hacemos a pie de playa. Unas ardillas corretean impacientes por los pilares del
restaurante. Laura grita y señala emocionada cada vez que ve una.
Después de la comida decidimos darnos un
pequeño paseo por la playa, y digo paseo porque meterse en el agua sería casi
un suicidio. El oleaje es muy fuerte. Las olas rompen unos metros antes de
llegar a la orilla, con lo que se produce un efecto visual muy bonito y todo se
llena como de espuma. Además, hay rocas
a menos de 5 metros y la corriente te arrastra hacia dentro. Noto la fuerza
inmensa del agua en mis pies y ni tan sólo me llega hasta las rodillas. Así que
decidimos conformarnos con pasear y chapotear un poco. La playa está llena de
conchas, manglares y cocoteros. De revista. Lástima que no podamos bañarnos. En fin, nos espera todo el día de mañana
para ir a la piscina y no hacer nada. Los niños se lo merecen, y nosotros también.
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Dragón de Komodo |