9 de agosto de 2016

EN EL VALLE DE LAS 72 CASCADAS

Ayer fue un día de cine. Acabamos paseando tranquilamente por la calle más típica de Brienz hasta llegar a las orillas del lago, donde un par de parques arrastran a los peques a la aventura. Encontramos tallas de madera muy logradas.  





La verdad es que Brienz es un punto bastante estratégico si quieres explorar el valle de Lauterbrunnen. Interlaken, Thun y Meiringen también están muy cerca y muy bien comunicadas.   

Hoy nos levantamos sin muchos planes porque el cielo no acompaña. Está algo plomizo y se avecina un chaparrón. Aún así, paraguas en mano, salimos hacia las Trümmelbachfälle. Se trata de la mayor cascada subterránea de Europa. Situadas en el valle de Lauterbrunnen; conocido también como el valle de las 72 cascadas. Constituyen la única cascada de origen  glacial con acceso subterráneo. Están conectadas con el exterior por medio de un ascensor, galerías, túneles, senderos y plataformas.
A la entrada nos encontramos con el primer contratiempo: los niños de menos de 4 años no pueden entrar. Nos explican que es por el ruido y por la oscuridad. NO será para tanto...o sí¿?
Decidimos turnarnos para verlo. 
La verdad es que me alegro de no haber entrado con Laura. En estruendo podría resultar aterrador a los ojos de una niña de 3 años. Se me ocurren más de 50 formas de morir aquí y todas pasan por el ahogamiento. 
Con David hemos jugado a encontrar el salto de agua mágico al que le podíamos pedir un deseo. No me ha querido decir cuál es porque dice que si no no se cumplirá...







Imposible reproducir con fotos la impresionante fuerza del agua.
Como nos queda tiempo nos vamos al puente colgante de Grabenmühle, cerca de Sigriswill. Hay más, pero decidimos ir a este porque está cerca. Resulta que te cobran si lo quieres cruzar, así que para no perder el ritmo que llevamos decidimos tragar. No queremos perdernos la sensación de cruzar. De un coche sale un tío con chanclas y pantalones cortos. Se está comiendo un bocadillo. Nos cobra 8 CHF y vuelve a entrar en el coche. Me voy a poner yo en las escaleras mecánicas del hospital, a ver si puedo cobrar por subir o bajar unos eurillos...
En fin, pese a todo (empieza a llover) nos parece una obra de ingenieria. Es impresionante que algo así pueda estar simplemente colgando. Una vez más, las vistas nos cortan el hipo.




Como he dicho empieza a llover, así que decidimos comer en el apartamento en Brienz y pasar la tarde viendo la lluvia caer. 

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