29 de marzo de 2008

HONG KONG

HONG KONG EN 24 HORAS


La siguiente historia ocurre entre las 07:30 am y las 19:00 pm en la ciudad de Hong-Kong.



















Me levanto sigilosa, no quiero despertar a ninguna de las 9 personas con las que comparto la habitación. El hostal es el Friendship Travellers Hostel. Está muy bien situado, en el distrito de Kowloon, cerca de la estación de metro, bus y Ferry, pero el edificio parece sacado de una peli de miedo. Se trata de una masa enorme de cemento gris, sucia, oscura y vieja. Para llegar hasta el hostal tuve que deambular por los pasillos ( el mío es el 13F del bloque E1 ) durante casi 40 minutos. Los ascensores, con cámaras de vigilancia, me espiaban en mi torpeza de encontrar la puerta del hostal.

Cuando lo encuentro, no tengo fuerzas para discutir con la recepcionista el inesperado cambio de habitación ( de 10 camas en lugar de 6 ). Como mínimo, tiene la decencia de cobrarme menos, aunque he buscado las tarifas del hostal en Hostelworld, y no he encontrado ni la hab de 10, ni las fotos que en algo se parezcan a este lugar.
Como estaba hecha un cromo, me acosté con la ropa puesta y pensé en despertarme con mejor humor.

Suena el despertador. Me ducho deprisa con agua fría y salgo disparada del hostal ( mejor cuanto menos tiempo pase aquí ). Desayuno tranquila y paseo hasta la terminal de Ferries. Después de un ferry, un bus y un tranvia llego a The Peak Tower, en la isla de Hong-Kong, un lugar famoso por sus vistas panorámicas de la ciudad. La verdad es que es impresionante. La ciudad es un amasijo de edificios que compiten para ver quién es el más alto. El cielo está gris, a causa de la polución, así que lo que en Leshan pudo parecerme romántico y misterioso, aquí rompe el espectáculo que esperaba encontrar.



Son las 12:00 pm. Vuelvo a la estación de ferries y decido impulsiva navegar hasta la Isla de Lantau, al oeste de la ciudad, donde por desgracia está el aeropuero, mogollón de lejos. A las 13:20 minutos, llego al Po Lin Temple, un templo budista que alberga al buda más grande hecho de bronce, de 27 metros de altura. La figura del buda se alza majestuosa al final de unas escalinatas interminables ( como era de suponer ).



A las 4:00 pm vuelvo a la isla de Hong-Kong y paseo tranquila entre el caos de una ciudad en la que no me gustaría vivir. La mayoría de edificios son trampas llenas de centros comerciales lujosos, oficinas, despachos, cines y restaurantes. Llego hasta Wan Chai y decido volver en Ferry a Kowloon.

A las 7:00 pm entro en un cibercafé megaultramoderno, lleno de chavales que juegan a matarse y chicas que chatean con desconocidos.
Estoy impaciente por ver el espectáculo Light Simphony. La verdad es que la ciudad de noche se torna mágica por las luces que destellan por los cristales de los edificios, los carteles luminosos de los centros comerciales y los barcos que transportan frenéticos pasajeros que tienen demasiada prisa.

Y no me decepciona. De echo, creo que es lo único que vale la pena en esta ciudad donde el consumismo asoma por todas partes. Qué diferente es del resto de la China mágica y misteriosa que nos ha cautivado sin esfuerzo. Ahora entiendo que sólo una parte de Honk-Kong ( Los Nuevos Territorios ) hayan sido temporalmente cedidos ( durante 100 años ) a China.


La independencia económica de Hong- Kong es evidente en cada una de las esquinas de la ciudad. Incluso en el aeropuerto de Guilin pasé un control de inmigración para poder subir al avión. De echo, si quisiera volver a entrar a China des de Hong- Kong, necesitaría un permiso especial ( si fuera por un día ) o un visado nuevo.

Ceno en un McDonald cerca del hostal y regreso preparada para mi última noche.

Quien pueda pensar que un viaje de 16h en avión no da para muchas aventuras, se equivoca.

El 1 de marzo me levanté 10 minutos antes de que sonara el despertador de mi móvil. Eran las 04:20 am. Como me sorprende ese reloj interno, que no sé cómo funciona, y que me avisa para no quedarme dormida el día en que tengo que pillar el vuelo Hong- Kong- Barcelona.

Recogí las cosas de la habitación del hostal y salí disparada en dirección a la parada de bus. En 40 minutos ya estaba delante del mostrador de facturación. Despuésd euna paciente espera de 45 minutos, sentada en un banco ultramoderno, situado justo enfrente del mostrador, junto a otros tantos pasajeros, decido preguntarle a loa chinita si hay algún problema con mi vuelo:
-
Oh, there is a problem with your fly because overboarding. So, how about a little change ?

Resulta que el pequeño cambio consistía en cambiar mi vuelo por otro que llegaba a Barcelona vía Amsterdam y que salía unas 4 horas más tarde, con lo que cabía esperar que llegara a mi país a las 12 de la noche...
Después de intentar explicarle en mi inglés de emergencia que si llegaba tan tarde no tenía forma de llegar a mi casa ( se sorprendió al saber que no vivo en Barcelona ) y que tendrían que pagarme el hotel, la pobre chica empezó a sudar y en unos 20 minutos, después de una llamada al correspondiente responsable, me entregaba mi billete para el vuelo en el que se suponía no había sitio.
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Eso me dio unos 10 minutos para llegar hasta la puerta de embarque, que cerró justo después de mi triunfal llegada, sofocada y roja después de pasar el exhaustivo control de inmigración, examen físico para descartar que no llevara una bomba escondida en unas pilas recargables que llevaba en el bolsillo de mi abrigo, y examen térmico ( termómetro en boca ) para descartar que no pasaba la gripe aviar al continente europeo.

Después de 13 horas de vuelo, no sabía muy bien, por la diferencia horaria, si había comido o cenado, pero la verdad es que el viaje se me hizo eterno. Me tragué 3 pelis ( Bee Movie, Amar en tiempos de cólera y otra de la que ya no recuerdo el título ), y varios CD de música, a pesar de lo cual, no conseguí dormirme.
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Cuando llegué a Londres ( aeropuerto de Heathrow y esto es importante destacarlo ) eran las 13:30h, aunque biológicamante para mi eran las 20h.
Una vez allí tuve que:
  1. Recoger mi mochila en la terminal 4, lo cual fue relativamente fácil.
  2. Conseguir libras para pagar el bus que debía llevarme al aeropuerto de Gatwik, donde debía coger el vuelo a Barcelona a las 16: 50h. Sí, sí. Resulta que al comprar el billete de vuelta, no caí en el pequeño detalle de mirar si el aeropuerto de llegada era el mismo que el de salida. Je, je. Debe ser algo habitual, ya que en la Terminal 4, las señales para pillar el bus que debía llevarnos al aeropuerto de Galwik, estaban muy bien puestas. Ni los Yuanes chinos, dólares honkonenses, euros ni rublos que llevaba encima, me servían para comprar el billete, que me costó la no despreciable cantidad de 17 libras!! Lo más bueno fue cuando el conductor del bus me preguntó si iba a la terminal del norte o a la del sur. Eh??? Si la de la ticket office no me había dicho que el bus que te lleva a la terminal Norte del aeropuerto no es el mismo que el que te lleva a la terminal Sur!! Menos mal que tengo un angel bueno al que a veces le da por ayudarme, ya que por suerte, tenía el billete para el autobús correcto.
  3. Una hora después llegaba al aeropuerto correcto, lo que me daba una hora para encontrar el mostrador de facturación en la zona D, donde me dieron el billete para el vuelo.
  4. Des de la zona D me enviaron a la zona Z, donde facturaron mi mochila. A esas horas ya quería morirme, o mejor dicho: que alguien me mate!!
  5. Después del nuevo control de inmigración, zapatos y pilas incluidos, por fin llegué al avió. Bien, estoy dentro !!
2 horitas más tarde, por fin, estaba en Barcelona. Como tuvieron el detalle de equivocarse y dejarnos en la terminal A en lugar de en la B, tuvimos que salir del la terminal A, volver a pasar el control zapatos y pilas incluidas, y entrar en la B para recoger nuestros equipajes. Menos mal que mi hermana me esperaba impaciente para recogerme literalmente entre sus brazos. Me despojó de la mochila y me llevó de la mano hasta el coche. Me quedé dormida.

En fin, que entre una cosa y otra, llegué a mi casa a las 22h. Y des de luego, tardaré bastante en volver a subirme en ningún avión!!
Y para terminar un resumen que Sandra y Sebas han hecho sobre lo que hemos aprendido sobre China:

Lo que los chinos SON

  • Son eficaces. El primer avión que sale antes de su hora estipulada lo tomamos en china. Las primeras gafas graduadas echas “en el acto” nos las hicieron en China.
  • Son amables. Nos hemos sentido como estrellas de rock durante todo el viaje. Las atenciones son constantes y la sonrisa perpetua.
  • Son honestos. Nunca temimos por nuestra seguridad ni fuimos timados.
  • Son ordenados. No se puede decir que limpios, pero ordenados si se los compara con cualquier otro pueblo asiático (excepto los japoneses quizás).
  • Son expertos falsificadores. Lo copian absolutamente todo, con más o menos gracia.
  • Son solidarios. Todos interceden por el más débil en cualquier momento, cuidan a sus niños de forma comunal y no entienden el individualismo (tampoco la privacidad) occidental.
  • Son apasionados del arroz y del té, y cuando se sabe qué elegir y donde, son muy buenos cocineros.

Lo que los chinos NO SON

  • NO SON GUAPOS. En esto Sandra ha querido poner mayúsculas. Las chinas…ummm…una de cada 100 es salvable. De los chinos no hemos visto ni a uno. Sandra dice que si el último hombre en la tierra fuese chino…por ella se extingue la especie. Fani pensaba que si un chino te viola solo te queda el suicidio. Así están las cosas.
  • No son pulcros. Los escupitajos con banda sonora pase…pero los lavabos públicos en los que la mierda (literalmente) se “apila” usuario tras usuario no es normal. Si yo veo una montaña de caca que podría mirarme a los ojos estando de pie, no voy a poner mi “granito” al montón….ellos sí. Sandra ha descubierto que con papel de WC en las fosas nasales….en fín, supervivencia.
  • No son pocos. Esto es evidente si se miran las cifras…pero vivirlo es otra cosa. Aquí cagar en medio del campo es un mito. Allá donde vayas encuentras 20 chinos diciendo “Heló”. Si se mojan se convierten en 400.
  • Y definitivamente, su ópera es un poco durilla. De hecho es infumable para un occidental. Y es que Pavarotti no era chino.


Y esta es la historia de un viaje al país de los dragones, el agua y el viento.

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