3 de diciembre de 2018

LA FÁBRICA DE TÉ

Nuestro segundo día en Saö Miguel se vuelve a presentar nublado y con amenaza de lluvias. De nuevo nuestra agenda se ve alterada por el mal tiempo. Intentamos acceder a Furnas. La verdad es que nos sorprenden las carreteras en este país: en general, están en muy buenas condiciones y te plantas en los puntos más importantes en un santiamén. En menos de media hora llegamos a Ribeira Grande. Desde allí a Furnas el GPS nos marca cerca de 15 minutitos; por desgracia a medio camino nos vemos envueltos en una intensa niebla y apenas no vemos nada del paisaje. El cielo amenaza con descargar un aguacero. Optamos por dar media vuelta y volver al norte. 

Por el camino nos encontramos la Fábrica Chä Gorreana y decidimos hacer un alto en el camino aprovechando que el tiempo aguanta y hacer una visita. Se fundó en 1883 y, sin empleo de productos químicos, produce 40 toneladas anuales de té. La visita a la fábrica es gratuita y es todo un lujazo por diversos motivos. Primero porque te encuentras a los trabajadores tan tranquilos faenando: algunos moliendo, otros preparando los saquitos de té,... Y son todos muy amables. Después porque la maquinaria es muy antigua y todo destila un sabor a antiguo muy auténtico. Y, finalmente, porque hay varios dispensadores de té con tazas al lado que te permiten probarlo de forma gratuita. Al final de la visita te encuentras con la tienda: ¡imposible resistirse a hacerse con algún saquito de té verde!

Otro de los grandes alicientes de la visita es que puedes salir a pasearte por las 50 hectáreas de té que tienen alrededor de la fábrica. Así decidimos pasearnos un ratito por entre los setos de té. Está nublado y corre mucho viento pero como no llueve podemos recorrer un buen trecho con nuestros peques. Hay trabajadores recolectando té. De la planta en sí nos sorprende como los niños se ponen a examinarla y descubren sus flores.







Cuando salimos de la plantación empieza a llover a cántaros. Optamos por retroceder por la carretera en dirección a Ribeira Grande. Por el camino nos encontramos con el Mirador de Santa Iria; uno de los más populares de la isla. Dejamos el coche aparcado y nos esperamos a que deje de llover. El viento es muy fuerte y optamos por ir al mirador por turnos dejando a los niños dentro del coche. Las vistas (algo deslucidas por la climatología) te permiten apreciar la costa en una gran extensión. Los acantilados, tapizados de verde, son muy chulos. A los pies del mirador vemos una preciosa cala.


La verdad es que el tiempo se pone muy feo y un temporal y lluvia y viento se nos viene encima. No podemos hacer gran cosa: desde donde estamos optamos por dirigirnos a la ciudad de Ribeira Grande, el segundo núcleo más poblado de Saö Miguel. A pesar del temporal logramos recorrer estoicamente algunas de las calles del casco antiguo. Nos llaman la atención la ajardinada ribera y la plaza central con torre del reloj. Desde la plaza municipal vemos otra plaza que te permite acceder a la iglesia de Nossa Senhora de Estrela. Es bonito aunque entre los chubasqueros y los paraguas hay poco tiempo para el deleite. Decidimos intentar salvar el día hacemos lo único que queda por hacer con día tan horrible: pegarnos una buen comilona. No resulta fácil encontrar el sitio adecuado. Nos dirigimos hacia el puerto: vemos un enorme gentío entrando en O Esgalha: el lugar, muy osucro y ruidoso, no nos invita a quedarnos. Seguimos deambulando por las calles y acabamos en el puerto. Y entonces hacemos el descubrimiento del día: el restaurante Alabote. Un lujazo de local. Amplio y confortable, está casi vacío. Tienen una pequeña zona de recreo infantil cerca de las mesas: los niños se van para allí enseguida. Nos pegamos un auténtico festín. ¡Por fin probamos un platazo de lapas graelhadas! Y después nos regalamos una caldereta de arroz con marisco y todo regado con un buen vino blanco afrutado azoriano. ¡Y degustamos uno de sus famosos quesos! Todo un ejemplo de turismo gastronómico. Y es que a mal tiempo... ¡a llenar el buche!



El tiempo sigue muy feo y no da tregua alguna. Entendemos que no vamos a tener suerte. Nos consolamos viendo la previsión del tiempo para el resto de días en la isla. ¡Parece que la cosa mejora bastante a partir de mañana!

De todos modos no tiramos la toalla y hacemos una última intentona: tenemos la esperanza de que podamos hacer una visita a la Caldeira Vellha y, con suerte, darnos un bañito en sus aguas termales calentitas. No tenemos suerte: llegamos a la entrada del recinto... ¡está cerrado!

Nuestro último intento de hacer algo provechoso en la isla nos lleva a recorrer de forma infructuosa la pista de carretera que rodea la Lagoa de Fogo. Nada más empezar a ascender nos vemos envueltos en una espesa niebla. ¡No se ve absolutamente nada!. Pasamos junto a sus miradores. Visibilidad nula. Al poco rato nos vemos descendiendo la ladera por el otro lado y regresando a nuestro alojamiento en San Roque más pronto que nunca.

El tiempo mejora justo al llegar pero ya está oscureciendo. Jordi va a hacer unas compras de última hora y puede disfrutar de una puesta de sol desde la playa de Milícias con vistas a su preciosa iglesia.




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