5 de diciembre de 2018

EL CRÁTER DE SETE CIDADES

Segundo día de sol en las Azores... ¡Esto hay que aprovecharlo!
Hoy toca explorar el sector occidental y, para ser más precisos, la zona de Sete Cidades. Esa que sale en todas las fotos con sus 2 lagunas bicolores; la imagen más emblemática de la isla.
La zona se constituyó a partir de la erupción de las antiguas bocas de un inmenso volcán; a partir de ahí se formaron lagunas, mayores y menores, que salpican toda la región. De acuerdo con una leyenda, su erupción hizo desaparecer del mapa siete grandes poblaciones para evitar la codicia de los marineros que venían en pos de sus riquezas.

Cogemos la carretera que bordea la costa suroeste y optamos por coger el 2º desvío en dirección a Sete Cidades. Nos lleva directamente a unos de los miradores más famosos de la región: el Mirador Vista do Rei. El paisaje es precioso y la luz del sol nos ilumina el cráter por completo. ¿Pero donde están las lagunas? ¿Y el pueblo? Una densa niebla espesa lo recubre por completo. La imagen es preciosa pero sabemos que tendremos que probar fortuna un poco más tarde (otro día en el peor de las casos). Hay un hotel enorme al lado en la ladera que da bastante pena pues está abandonado y en muy mal estado; sorprende ver turistas entrar a hacer fotos panorámicas cuando unos carteles lo prohíben expresamente. Nos preguntamos quién dejó que se construyera un hotel aquí...

Mirador Vista Do Rei
Continuamos con el vehículo hasta el recinto de la Lagoa do Canario. Nos sorprende que la señalización de este enclave tan importante sea tan escasa. Si no vienes estudiado no le das importancia y te saltas el acceso seguro. Pero nosotros sabemos que dentro se encuentra unos de los miradores más espectaculares de toda la isla. Se accede por una puerta metálica. ¡Cuidadito con los horarios de acceso: de 08:30 a 16:00 en verano y sólo hasta las 15:00 en invierno! La entrada es gratuita (¡que raro!). Con la puerta cerrada se puede entrar sin el coche pero entonces te toca caminar un buen trecho. El recinto tiene un acceso a la laguna que le da nombre: no es muy grande pero de nuevo ver reflejada tanta naturaleza (la rodea un espeso bosque circular) en sus clamadas aguas mientras escuchas el trinar de los pajaritos y se hace el silencio es sencillamente sobrecogedor. Los niños se quedan callados un ratito (ratito no es rato, que quede claro) contemplando la superfície. 

Lago Do Canario
Después seguimos con el coche por una pista de tierra perfectamente acondicionada unos 5 minutitos hasta llegar a una zona para aparcar. Vemos una zona acondicionada que te permite acceder al mirador Grota do Inferno. El ascenso es muy sencillo y te plantas en el mirador en menos que canta un gallo. No sabemos que es más espectacular: si las impresionantes vistas del inmenso cráter y sus lagunas mayores o el propio sendero que te conduce al mirador. En el rato que hemos tardado podemos apreciar como la niebla se ha empezado a despejar: ya no es tan tupida y permite insinuar el pueblo de Sete Cidades y la laguna azul pero la visibilidad sigue siendo mala. Sí podemos ver las primeras lagunas (más superiores). La imagen sigue siendo muy hermosa. No hay mucha gente (recordemos que estamos en temporada baja); menos mal porque no hay mucho sitio, la verdad.

Mirador Grota Do Inferno




Como sabemos que tenemos que volver a probar fortuna con el mirador un poco más tarde decidimos hacer una caminata por la zona de las lagunas menores. Por aquello de hacer un poco de tiempo (son las 11:00 hrs). Como venimos estudiados sabemos que tenemos la ruta PRC-5 que recorre la Serra Devassa: senderismo corto y fácil tal como indica el cartel. Marca 4.9 km pero pensamos que según como lo lleven nuestros peques nos podemos dar la vuelta en cualquier momento. La verdad es que la ruta lo que se dice fácil no es. Entre las zonas de barro, la inclinación (hay que subir a 880 metros de altura) y las piedrecitas (perdón: megapiedras) que hay por el sendero la cosa se pone "interesante". Pero entonces salta la sorpresa del día: nuestros peques se lo toman como un reto. Van delante nuestro y empiezan a marcarse pequeños objetivos con un ánimo que todavía flipamos al recordarlo. Primero subimos una primera pendiente hasta un primer mirador donde puedes contemplar la 1ª laguna, la de Eguas. La visibilidad es buena y es entonces cuando tienes claro que estás en una isla: ves el mar que te rodea tanto al sur como al norte. El camino, todo y la dificultad, es precioso y esta primera parte se muestra algo más árida. Desde el primer mirador hay una rampa bastante pronunciada que sube al segundo, donde llegas al punto más alto de la ruta. Vale mucho la pena llegar a él pues las vistas son impresionantes. Tienes una visión de la zona de 360º preciosa. Desde aquí ya puedes ver la lagoa Rasa desde lo alto. Los niños están muy contentos de haber logrado completar el ascenso. ¡Una pasada! 

Ruta Serra Devassa




Se tardan cerca de una hora en llegar a este punto y eso que hemos recorrido menos de 2 km. Vemos como el sendero desciende de forma bastante plana por la zona sur y da la vuelta en un recorrido que parece plano por detrás de la laguna Rasa. Nos entra la duda de por donde regresar: por donde hemos venido o continuamos. Vemos los peques animados. La verdad es que no nos hace mucha ilusión volver por el mismo sitio así que finalmente (y a paso ligero) continuamos hacia adelante. ¡Y acertamos de pleno! El descenso es mucho más sencillo y el sendero que rodea la laguna es plano por lo que avanzamos mucho más deprisa. Encontramos un desvío a las Lagoas Empadadas pero decidimos no tentar más la suerte. ¡Tampoco hay que pasarse! El último tramo es algo más complicado pues atraviesa directamente una zona de bosque donde el sendero deja de ser plano. Los niños, lejos de desanimarse, se ponen a corretear y a saltar. En un santiamén terminamos el recorrdio circular y retomamos el camino del inicio a menos de un kilómetro del aparcamiento. Llegamos al coche a eso de las 13:00 hrs con los niños sonrientes y felices. ¡Misión cumplida!


El tiempo se pone algo feo y amenaza con ponerse a llover. Pero no nos desanimamos en absoluto. Han pasado más de 2 horas y es muy probable que la espesa niebla que cubría las lagunas mayores se haya difuminado. ¡Y efectivamente lo ha hecho! Pasamos de nuevo primero por el Mirador de la Grota do Inferno y después de nuevo por el de Vista do Rei. 
¡Valió la pena esperar!


Se nos ha hecho un poco tarde. Decidimos iniciar el descenso hacia las lagunas mayores y el pueblo. La verdad es que no cuesta nada llegar: la carretera está en perfectas condiciones, la pendiente no es muy pronunciada y es bien ancha. Por el camino nos detenemos un momento en el Mirador do Cerrado das Freiras: las vistas también son espectaculares pues al estar a menor altura puedes ver mejor el pueblo y las 2 lagunas mayores: la Lagoa Verde (perímetro de 4 km y 750 metros de ancho) y su inseparable hermana mayor, la Lagoa Azul (perímetro de 8.5 km y 2400 metros de ancho). Un puente pasa por entre ambas permitiendo el acceso de los vehículos al pueblo de Sete Cidades.

En el pueblo paramos a comer en el Restaurante Lagoa Azul: la comida no es nada del otro mundo pero nos sirven deprisa y las cantidades son muy generosas.
Después paramos un momento en la Iglesia de Säo Nicolau; está en obras pero el enclave es precioso pues se ve precedido por un precioso paseo flanqueado por hileras de criptomerias a ambos lados.
La verdad es que es impresionante pasear por el pueblo: te ves rodeado por el cráter hasta donde te alcanza la vista. Estás literalmente dentro. Todo un remanso de paz.

Decidimos apurar la última hora de luz en la zona de las lagunas mayores (estamos en invierno: aquí tienes puesta de sol a las 17.30 hrs aproximadamente). Al llegar hemos visto que había una zona para aparcar el coche junto al borde de la laguna verde muy cerquita de una simpática colonia de patos. Hemos pensado en coger un poco de pan del restaurante y los niños se lo pasan bomba dándoles de comer mientras los papas se entretienen a sacar fotos y contemplar la laguna.

Pueblo de Sete Cidades
Lagoa Azul
                          
Regresamos por la cara contralateral del cráter en dirección al puerto de Ferraria, en la costa oeste de la isla. Allí nos espera nuestra última parada teniendo en cuenta que está empezando a oscurecer: el faro de Ferraria. Está cerrado (la última visita concertada era a las 16:30 hrs) pero las vistas de la costa son muy bonitas. Los niños mantienen el subidón del día y se ponen a correr y jugar en la zona ajardinada que hay frente al edificio. La isla nos regala un atardecer precioso.

Faro Do Ferraria

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