7 de diciembre de 2018

DELFINES A LA VISTA

Nuestro ultimo día en Saö Miguel es el más soleado de todos y nos tiene preparada más de una agradable sorpresa.

Empezamos el día realizando (¡esta vez sí!) el Tour de avistamiento de delfines y ballenas que no pudimos hacer el martes por mala mar. Lo hacemos con Futurismo que tiene muy buenas puntuaciones. Nos citan en el embarcadero de Ponta Delgada a las 08:30 horas y nos hacen la charla introductoria dentro de su enorme catamarán. Suerte que llevamos manga larga porque el barco nada más salir del puerto coge bastante velocidad y hace mucho frío. Recorremos la costa Sur de la isla en dirección a Vilafranca do Campo hasta que podemos contemplar el Ilhéu Da Vila. El islote (convertido en reserva natural desde 1983) se puede visitar en verano. Es bonito ver la costa desde el mar. Nos explican que emplean vigías en zonas estratégicas de la isla que vigilan la superficie del mar: en cuanto descubren algún banco de delfines o alguna ballena alertan al capitán del barco por radio. En el pasado, cuando se permitía la caza de ballenas, era así como se alertaba a los barcos pesqueros de su llegada. De las 80 especies de cetáceos existentes en todo el mundo, 21 pasan por las islas Azores. Nosotros no tenemos suerte; ya sabíamos que el invierno era mala época para ver ballenas. Lo que sí tenemos la suerte de disfrutar son los delfines. Concretamente nos encontramos con 2 bancos de delfines comunes. Al llegar a ellos el catamarán se pone a navegar a poca velocidad: es curioso como los gusta ponerse a nadar a la proa del barco haciendo zig zags y saltando por encima del barco. El catamarán queda abierto por delante y nos permite asomarnos con total tranquilidad a todos. Los niños, especialmente Laura, se quedan fascinados mirándolos. Los buscan bajo la superficie y nos avisan asombrados cuando ven alguno saltar. Reconocen hasta alguna cría. Pasamos un buen rato navegando con ellos. ¡Sólo por este momentazo ya vale la pena la excursión!


Llegamos al puerto a eso de las 12:00 horas. Hace un solazo que no veas y, como ya tenemos hambre, nos sentamos en el embarcadero (en la terraza del restaurante Yatch Club) ha regalarnos el último festín. Repetimos con los 2 productos regionales que más nos han entusiasmado: el queso de Säo Jorge y las lapas greilhadas. ¡Sencillamente espectaculares! Compartimos entre todos una generosa ensalada y añadimos unos filetes de pescado para los peques y calamares para los adultos. Todo regado con un vinito blanco y, de "sobremesa", fruta y cafés. Concluimos con conocimiento de causa que en este país se come muy bien. ¡Que la gastronomía también es turismo!

Después nos vamos a probar suerte con la Lagoa de Fogo (nos la hemos encontrado nublada ya en un par de ocasiones). El tiempo es de escándalo y esta vez no podemos equivocarnos. ¡Y no lo hacemos! Preciosa con la luz del sol. Son casi las 15:00 y, por encontrar algún pero, ya tenemos algo de sombra sobre el principio de la misma (el sol empieza a bajar). Hay varios miradores desde los que se puede contemplar la inmensa laguna desde lo alto y las vistas de la isla. En el 2º mirador hay un pequeño sendero que te permite bajar hasta la orilla. Es un sendero excavado en la ladera por el que se puede bajar con cuidado (niños incluidos); hacemos una pequeña parte del recorrido para hacernos una idea. Las vistas no mejoran y no tenemos más tiempo pues nos queda una última parada antes de que oscurezca.


Nuestra útima parada del día es en el parque de Caldeira Vellha. Otro parque con fumarolas y termas de aguas ferruginosas en las que te puedes bañar. La entrada cuesta 8 euros (niños gratis). Tienen vestuarios. Las duchas y las consignas se pagan aparte. Aquí las termas tiene temperaturas muy variadas. Hace bastante frío a esas horas por los que buscamos las más calentitas. El entorno natural es precioso con senderos rodeados de un auténtico vergel natural donde se oyen el trinar de los pájaros. ¡De ensueño! En lo más alto te encuentras una zona termal con una cascada muy hermosa pero el agua está a 23º y nadie se atreve a meterse. No hay mucha gente aunque las termas inferiores son muy pequeñas y enseguida parece que haya multitud. ¡No nos imaginamos como debe ser esto en pleno verano! Nos lo pasamos muy bien. La verdad es que la experiencia de bañarse en aguas termales en plena naturaleza es altamente recomendable, especialmente en época invernal.


Sin tiempo para más pues está anocheciendo volvemos a nuestro alojamiento en Säo Roque para hacer las maletas.

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