4 de diciembre de 2018

DEL LAGO DO COMBRO A LAS CALDERAS DEL LAGO DE FURNAS

La notícia del día es que... ¡NO LLUEVE!
¡La verdad es que después de 3 días en la isla ya tocaba!

Tal y como teníamos previsto hoy, nos dirigimos al embarcadero de Ponta Delgada ya que tenemos reservado un tour de unas 3h con la compañía Futurismo para ver ballenas. El avistamiento de ballenas es uno de los muchos reclamos de las Azores. No es la mejor época para verlas pero decidimos probar suerte.... no la tenemos: nos cancelan la salida por las condiciones climatológicas. ¡En fin, no es que la isla nos lo esté poniendo fácil! Decidimos reservar el Tour para el viernes y volver a probar suerte en nuestro último día. 

Cambio de planes. No pasa nada. ¡Hay tanto por ver!
Además no hay mal que por bien no venga: es pronto ya que nos han hecho madrugar y hemos podido disfrutar de los primeros rayos del sol sobre el embarcadero de Ponta Delgada.


Decidimos pasar el día en la Concelho de Provaçao - sector sudeste y visitar la región de Furnas. Allí nos esperan un montón de atractivos turísticos. Para llegar el Concelho de Provaçao puedes hacerlo por el Sur o por el Norte: ambos caminos inician sus tramos por vías principales y haces los recorridos muy deprisa. En los tramos finales pasas a carretera secundarias y tardas algo más aunque sigue estando en muy buen estado y el GPS nos da un tiempo inferior a una hora para ambos recorridos. Nosotros vamos por el Sur pues nuestra primera parada queda más cerca por esa vía.

Hemos decidido empezar el día visitando la Lagoa do Combro. Ya hace días que la tenemos marcada en la agenda. Por lo que habíamos leído en blogs de viajeros es un lugar muy especial y poco publicitado que suele saltarse la gente. ¡Y vale mucho la pena!

Llegar hasta ella no es fácil: la carretera principal se te acaba en la región de Vilafranca do Campo. Entonces tienes que tomar la R 4-2 en ascenso en dirección Furnas. Todos los mapas te muestran una laguna rodeada de un manto verde a media subida. El desvío hacia la laguna está bien señalizado en ambas direcciones sólo que una vez lo tomas entras en una pista de tierra. Nos adentramos muy poco con el coche (hay unos socabones importantes y el camino es muy estrecho. Tenemos miedo de liarla): en cuanto vemos la señal de la laguna aparcamos y hacemos el resto del camino hasta la entrada a pie.

La laguna está emplazada en un maar. Un maar es un cráter volcánico ancho y bajo provocado por una explosión de agua subterránea que ha entrado en contacto con lava caliente, como si la tierra hubiera sido absorbida. Es habitual que después se llenen de agua formándose lagos de poca profundidad en un cráter.

Nada más acceder a la entrada ya vemos que se trata de un lugar especial. ¡Mágico diríamos! Te encuentras una senda que desciende hasta la laguna atravesando un denso bosque de laurisilva, cedros y eucaliptos. El sendero va bajando en zig zag y se va estrechando aunque es imposible perderse. La vegetación es tan tupida que no pasa la luz del sol. Se tardan unos 20 minutos en bajar y otros 20 en subir. Nos encontramos un tronco en medio del camino: hay que agachar las cabezas. Hay zonas en las que las ramas de los árboles son tan numerosas y gruesas que forman hasta escalones naturales. El camino está algo mojado pero poca cosa teniendo en cuenta los aguaceros de los últimos días. Se está fresquito y hay mucho musgo por el camino. Se respira humedad, y bajo los ruidosos pasos de nuestros peques, se oyen pájaros y extraños sonidos entre las ramas. Nos encontramos con un par de turistas pero la verdad es que tenemos el lugar para nosotros solos (a nuestra salida llegará más gente pero es lo que tiene madrugar).
Finalmente se llega a la laguna: de color verde. Es mucho más pequeño que otros lagos de la isla (tiene poco más de 1 km de perímetro) pero es realmente bonito con todos los árboles rodeándolo y reflejándose en sus aguas. Además la luz va cambiando pues van pasando unas nubes de vez en cuando por delante del sol.

David y Laura disfrutan de nuestra pequeña aventura. Laura nos hace ir en fila india. Es la guía de esta pequeña expedición. En poco más de una hora estamos de vuelta en el coche. No nos queremos irnos de este lugar que nos ha hipnotizado.
Un lugar de cuento.






Nuestro recorrido nos lleva ahora a la región de Furnas, donde tienes la tercera laguna de la isla (en tamaño) y la localidad del mismo nombre. Como venimos por la R 4-2 cogemos el desvío por la R 2-1 en dirección a Furnas. Al poco rato, tras bordear un campo de golf, llegamos el mirador Pico Do Ferro. Un lugar imprescindible: es el mirador más famoso sobre la laguna. El lugar está perfectamente acondicionado. Situado a 544 metros de altura, permite contemplar el pueblo de Furnas al oeste y la laguna al este. Y no decepciona en absoluto; especialmente en un día soleado como el de hoy. La laguna, de 2025 metros de largo y 1600 metros de ancho, tiene una profundidad máxima de 12 metros.




Iniciamos el descenso al cráter. Tras entrar en el pueblo tomamos rápidamente la salida en dirección a la laguna. Desde el mirador habíamos divisado una zona recreativa junto a las famosas caldeiras. Podemos acceder sin problemas. Hay una zona de parking y te cobran 2 euros por adulto tras pasar un control de acceso. Allí, tras un bosque de hayas, te encuentras con la zona de las caldeiras: unas fumarolas sulfurosas, con el agua a 61.5ºC. El lugar está acondicionado: hay unas pasarelas que te permiten recorrer la zona y pasar por encima. El olor es brutal. Pues resulta que es en estas fumarolas donde se prepara el célebre cocido nas caleiras. El proceso consiste en introducir unas ollas en unos sacos que, a su vez, se depositan en unos cilindros de hormiguón insertados en las fumarolas. Entre los ingredientes hay carnes y vegetales. Los diferentes restaurantes de Furnas tienen cada uno asignadas unas fumarolas donde dejan cocerse a fuego lento (a lo largo de 5 o 6 horas) las viandas. Nosotros hacemos la visita a eso de las 13:00 hrs: nos toca el privilegio de ver cómo vienen los empleados de un restaurante a retirar los sacos y llevárselos en una furgoneta. Recorremos la zona recreativa; los niños juegan a perseguir primero unos patos y después unos gatos (¿o es al revés?). 




Hay un camino que te permite bordear la laguna en su totalidad. Nosotros recorremos sólo el tramo inicial hasta alcanzar un río que podemos cruzar con unos escalones de piedra. Las vistas de la laguna son espectaculares.

Como ya tenemos hambre decidimos ir a comer. Hay algún que otro restaurante cerrado (es martes); acabamos en el Tony´s Restaurant, junto a la iglesia central. No es nada del otro mundo pero te sirven el famoso cocido sin necesidad de reserva previa. Así que lo pedimos: lleva carnes (ternera, cerdo, pollo, morcilla y chorizo) y vegetales (acelgas, patata, zanahoria y coliflor). Pero esto es Furnas y aquí se viene a comer cocido.Los niños devoran unos nuggets de pescado.  Es como cuando fuimos a Gruyères y nos pedimos la famosa fondue. Te puede gustar más o menos pero hay que probarla. 


De vuelta al coche pasamos por una panadería local a comprar pan. Fani, con toda la buena intención del mundo se dirige a un par de ancianos que regentan el local.
- Good afternoon. Can I have some bread?
Los ancianos se la quedan mirando con cara de estupefacción.
Jordi se ha quedado en la entrada junto a los peques: Queremos PAN.
Contestan: Aaaaaah! PÄO! - y sonríen. 
Nos ofrecen unas enormes hogazas de pan que son lo único que les queda a esas horas. Nos garantizan que con ellas tendremos pan para 2 o 3 días. ¡Y razón no les falta! Nos sorprenden que está bien tiernas. Laura se queda con la hogaza y la alza frente a su cara. Nos dice riendo: ¡Mirad! ¡Tengo cara de pan!


Decidimos darles unas sorpresa a nuestros peques y pasar lo que queda de tarde en unos baños termales. Nos decidimos por los más famosos de la ciudad: los de la Poça da Dona Beijia. Te cobran 6 euros por persona a partir de 6 años (Laura sólo paga 4 euros). Tienes acceso a vestuarios y te dan unas cestas (como en el super) para que coloques la ropa y la lleves al pie de las termas antes de meterte dentro. Pasamos bastante frío desde que te cambias hasta que llegas a la terma. Pero el recinto no es muy grande y llegas enseguida. La sensación una vez que entras en el agua es sencillamente espectacular: ¡están a 39ºC! ¡Una pasada! Imposible reproducir la cara de felicidad de los niños dentro. No se puede bucear: el agua está como impregnada de minerales. Pero es muy relajante. Hay 4 termas habilitadas durante nuestra visita. Estamos más de una hora en remojo cambiando de terma. Al final acabamos todos con la cara como un tomate y decidimos salir antes de que nos dé un soponcio. Nos sorprende que al salir no pasamos casi frío.


Y así acabamos el día, volviendo a casa con energías renovadas.

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