6 de diciembre de 2017

IMPERIAL TOUR, SOL Y MÚSICA MAESTROS!!!

Nos despertamos y vemos que el panorama a cambiado respecto a ayer: ya no llueve y han subido un poquito las temperaturas. Estamos a 6ºC. Además, parece que va a salir el soooool. Es un día ideal para hacer una escapadita al Palacio de Schonbrünn. 



Para llegar hasta él hay que coger el metro (línea U4, en dirección Hütteldorf y apearse en la parada del mismo nombre que el famoso Palacio imperial. Lo primero que nos llama la atención al llegar es que, cómo no, también tienen montado un mercado navideño en la plaza central. Los puestecillos ya están abiertos y las luces del inmenso árbol navideño encendidas. Lo segundo es que vemos muchos muchos turistas. No llega a ser agobiante ni mucho menos. Nos imaginamos esto en verano...pero como es invierno ( en realidad otoño ) vamos bien tapaditos.


Al llegar al recinto lo primero que hay que hacer es entrar al edificio de la izquierda para comprar los tickets. Nosotros, dado que vamos con los peques y nos da miedo que pierdan rápido el interés, nos conformamos con un Imperial Tour (es algo más corto que el Grand Tour) aunque te enseñan menos dependencias palaciegas (13.5 euros cada adulto. David paga 10.5 euros y Laura entra gratis). Después volvemos a salir afuera y nos vamos para el Palacio. Nada más entrar optamos por coger las audioguías. La verdad es que las encontramos imprescindibles. Por un lado despiertan la curiosidad de nuestros peques y David escucha todas las pistas de cada sala con mucho interés. La información que te da es variada pero sobretodo te explica cuestiones muy interesantes de la vida de los emperadores (especialmente tanto de Maria Teresa como de Francisco José y su esposa Sisí) y de cómo era su vida en el Palacio. Una infelicidad absoluta. En la primera sala, tienen montado un andamio. En él un hombre y dos mujeres, limpian el polvo de los marcos de los cuadros de a pared. Una de las mujeres pierde el equilibrio y está a punto de caerse. Se agarra al marco y se vuelve a incorporar. Los otros dos compañeros la sujetan. No lo ha agujereado de milagro. Qué trabajo tan peligroso! En la siguiente estancia, la del billar, dos hombres paleta de pinturas en mano, restauran uno de los enormes lienzos de la pared. Es una pasada verlo en directo. Allí, bajo la atenta mirada de los turistas trabajan como si no estubiéramos.

Durante el recorrido (tardamos cerca de una hora) hay muchas estancias que nos llaman la atención como el estudio de Francisco José o la habitación del espejo donde en 1762 actuó Mozart a la edad de 6 años ante una extasiada María Teresa. Pero lo más espectacular es la Gran Galería, de 40 metros, donde se celebraban bailes y banquetes con imponentes estucos, espejos, arañas doradas y unos frescos en el techo preciosos. Nuestras audiogías nos explican que en esta sala tuvo lugar la histórica reunión entre John F. Kennedy y Nikita Krushchov en 1961. De nuevo, al igual que en el Palacio de Hofbürg, no se permite tomar fotografías. Lástima...

Después optamos por recorrer los jardines del palacio. Nos encontramos con la sorpresa de que sale el sol y la verdad es que la luz está preciosa (llevamos 5 días en Viena y es la primera vez que podemos disfrutarlo). Dada la estación del año no podemos esperar ver ni muchas flores ni mucha vegetación. De todos modos la extensión de terreno es descomunal. La entrada es gratuita y está abierta hasta el atardecer. Hay muchas avenidas bordeadas de árboles que te llevan literalmente dentro del bosque. Lo más llamativo del emplazamiento son la Neptunbrunnen o fuente de Neptuno (un capricho imperial que data del año 1781 de temática mitológica griega) y la Gloriette desde donde las vistas tanto de Schonbrünn como de la propia ciudad de Viena son espectaculares (hay que subir una colina). Podríamos visitar el Tiergarten (el zoo más antiguo del mundo) pero con el frío que hace no nos lo planteamos.








Después nos vamos a comer al café restaurante que hay junto al mercado navideño. El local es muy bonito y nos llama la atención que se montan colas cada hora: no son para entrar al local (afortunadamente) sino que son para asistir a demostraciones culinarias de como hacen la famosa applestrüdel (tarta de manzana). Dentro nos sentamos y reponemos fuerzas con unos sandwiches para nuestro peques, una condimentada Bradwürst para Fani y una Wiener Schnitzel para Jordi que  comparte con los niños. Pedimos limonada local. La comida en este país (aunque te gastes un dineral como es el caso) no es nada del otro mundo. En efecto y por poner un ejemplo la famosa wiener schnitzel no es más que escalopa de ternera (aquí te cobran unos 20 euros por un plato). Si pides agua embotellada te cobrarán unos 6 euros por una botella de 75 cl. Y si te pides un café, el precio oscila entre 4 y 6 euros. Si optas por añadirle una tarta o strudel, pues otros 4-5 eurillos. Y así, vas sumando, hasta dejarte unos 70-80 euros por comida familiar (de un sólo plato y sin postre para los niños). Y ni se te ocurra pedirte un vino: aquí una botella te sale por 25-40 euros (la gente suele pedirse una copa; el coste baja a 4 euros pero para lo que estamos acostumbrados los españoles es ridículo). Hay que tener en cuenta, que esto que hemos dicho se aplica especialmente a los restaurantes y cafeterías más turísticos o típicos.

Como son las 15:00 después de comer optamos por recorrer de nuevo un poco la zona de los jardines. Como llega el atardecer el sol está muy bajo y la luz está muy bonita. Eso sí, como era de esperar empieza a hacer más frío. No aguantamos mucho rato y nos metemos en el mercado de navideño para recorrer los puestecillos y dejar que David y Laura jueguen un ratito. Los mayores aprovechamos para pedirnos nuestro primer Glüvhein: es un vino dulzón que te sirven caliente y que sirve para recorrer los mercados mientras entras en calor. Está bueno. Te cobran 4 euros aunque tienes que llevar encima el vaso. Como no llevamos ninguno encima te cobran 2.5 euros por el primero. Lógicamente no lo rellenamos más (no hace falta coger una borrachera que todavía nos quedan cosas por hacer por la tarde y tenemos que llevar los niños al apartamento) aunque quedarte la taza es un bonito recuerdo.


Volvemos en metro. Esta vez bajamos en Karsplatz. Nos dirigimos al Museo de la Música ( Haus der Musik ). Por el camino pasamos por la avenida Kärtner Street junto a la Staatsoper: la decoración y la iluminación son espectaculares.

Finalmente llegamos al Museo: se trata de un edificio de varias plantas con diversas exposiciones en cada una de ellas. En la primera tienes un monográfico sobre la Orquesta Sinfónica de Viena; nos llama mucho la atención la recopilación de Conciertos de Año Nuevo (hasta tienes una pequeña sala de cine donde se proyecta el del último año con una sonoridad excelente). En la segunda planta tienes una exposición sobre el sonido con explicaciones científicas y demostraciones prácticas. La tercera planta es la de los grandes compositores con diferentes salas dedicadas a cada uno de ellos (Haydn, Mozart, Beethoven, Schubert o Strauss). Finalmente en la cuarta tienes la tienda y un par de salas interactivas para jugar con la música. La gracia del museo está en que combina "atracciones" tanto para niños como para adultos y que entretiene a ambos casi por igual. Puedes escuchar música y por supuesto, experimentar con ella, con los sonidos y con tu propia voz. Toda una experiencia sensorial para niños y adultos. Como platos estrella tienes la escalera musical nada más pasar por taquilla: un piano cuyas teclas ascienden por la escalera del edificio (¡los niños se lo pasan bomba!) y la posibilidad de dirigir una orquesta virtual en una de las atracciones finales del museo (¡con reprimenda "virtual" de los músicos si te equivocas mucho!). Dentro se está muy calentito y pasamos 2 horitas muy entretenidos todos.







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