8 de agosto de 2017

ÚLTIMO DÍA EN SRI LANKA: ENTRE MURALLAS Y BASTIONES

Superdesayuno de campeones en el precioso Tamarind Hill, con vistas al patio central. Cielo despejado. Se oyen pájaros en las ramas de los árboles y otros ruidos que no alcanzamos a identificar. Da igual. Hoy el día pinta bien. Salimos a las 9:30 hacia el fuerte de Galle; uno de los lugares más turísticos de la Isla. Es nuestro último día y estamos tristes por lo que significa y contentos a la vez. Pronto volveremos a ver a nuestras familias. Pronto volveremos a la realidad de nuestros días y a nuestras rutinas.


Llegamos al fuerte y le pedimos a Manjuca que nos recoja a las 15h. Tiempo de sobras para ver el fuerte, comer y tomar el famoso helado de vainilla que hacen aquí. 
Empezamos el recorrido desde el Hospital Holandés: muy restaurado ( en su día se llenó con enfermos de peste ); ahora alberga un centro comercial. Nos dirigimos en dirección sureste hacia el Faro, construido por los británicos. Mide 18 metros de altura, data de 1938 y aún se utiliza. Desde aquí accedemos ya a las murallas de Galle. Hemos decidido hacer el recorrido utilizando el carrito para llevar a Laura. La verdad es que es totalmente recomendable: la mayor parte del recorrido se puede hacer sin necesidad de hacer bajar a Laura ( sólo en algún tramo muy concreto ); hay pocas escaleras y, la verdad, a estas alturas del viaje tanto Laura como el hombro operado de Jordi lo agradecen. Desde las murallas tenemos unas vistas preciosas: primero de la Playa del Faro ( si te llevas bañador te puedes dar un chapuzón pues aquí no hay oleaje ), y después de toda la costa. El sol está cada vez más alto y el calor empieza a apretar de lo lindo. Recorremos toda la muralla. Pasamos por Flag Rock que en su día fue un bastión portugués; ahora nos topamos con un par de frikis que han montado un negocio de salto a las aguas desde las rocas ( ¡ ni de coña ! ). Remontando la muralla en dirección noroeste pasamos por distintos bastiones que están mal conservados. Quizá el más espectacular sea el bastión de la Estrella donde se aprecian vestigios de la doble muralla original; te haces una idea de lo impenetrable que debía ser el fuerte. Desde aquí, vamos en dirección este y llegamos a la torre del Reloj ( marca la hora con precisión; es maquinaria británica ) y a la Puerta Principal. En éste último tramo no nos podemos entretener mucho ya que está permitida la circulación de vehículos. Llegados a este punto llevamos cerca de 2 horas de caminata y optamos por bajar por la Lighthouse St y detenernos en un bar a refrescarnos: decidimos tomarnos nuestros últimos zumos naturales.

Reanudamos la marcha sin muchos ánimos ( es mediodía y el calor es insoportable ). Apartados de la muralla recorremos la Church St donde hay diversos edificios históricos de interés. El que más adoramos es la Iglesia Anglicana de Todos los Santos: cómo se puede entrar nos sirve durante un ratito para refugiarnos del sol. ¡ Nuestra primera y última iglesia en Sri Lanka ! Después pasamos por la casa del Gobernador Holandés y la Antigua Puerta que también está habilitada al tráfico rodado. Terminamos en el Court Square o plaza de los juzgados que como indica su nombre, está rodeada de juzgados y dependencias policiales. En la calle hay mogollón de gente que ha venido a hacer “gestiones”. Es curioso ver a la gente rodear en masa una ventanilla ( nos sorprende la incapacidad existente en este país en formar colas ). También vemos policía militar armada hasta los dientes. Aquí acaba el circuito por Galle ( nos lleva cerca de 3 horas y es el recomendado por la Lonely Planet: también es curioso ver que casi todos los turistas con los que nos topamos llevan también la guía entre las manos. 








Optamos por parar a comer. No tenemos mucha suerte con el restaurante elegido: nos intentan servir agua “mineral” en botella no precintada ( la mandamos cambiar ) y no se nos ocurre pensar que los espaguetis del menú infantil picarían como mil demonios. Después intentamos desquitarnos en una heladería situada a pocos metros del punto de encuentro con Manjuca: la verdad es que los helados están riquísimos aunque… ¡ no tienen de vainilla !

Por la tarde vamos a pasear en barca por el río que hay justo detrás del hotel. ¡ Se lo debíamos a Laura ! Nos sorprende ver que el agua está contaminada por el aceite de los motores de las barcas y que en una de las laderas hay una enorme montaña de basura. No nos cuadra con el resto del paisaje, formado por palmerales, cocoteros y manglares. De todas formas el recorrido es totalmente recomendable: vemos una gran variedad de aves, desde pavos reales y águilas, a pequeños y coloridos pájaros. También vemos reptiles y familias de monos en los árboles. Pasamos casi 2 horas y volvemos al atardecer. David hace sus primeros pinitos con la videocámara y a Laura y Fani el chófer les regala unas flores muy especiales: unos lirios de agua azul o nymphaea stellata que son la flor nacional de Sri Lanka. Precioso colofón a un viaje inolvidable.

















Cenamos tranquilos, pensando ya en los preparativos de la vuelta. Tenemos que madrugar para ir al aeropuerto. Si nos vamos a dormir a las 22h, podremos dormir 7h, pensamos…pero una cosa es lo que pensamos y otra lo que podamos.  Y decimos esto porque esa noche, entre que saltaron los plomos de la habitación, y que Laura estuvo malita y vomitó dos veces ( las dos veces la tuvimos que bañar ) acabamos durmiendo de forma interrumpida unas 5 horas. 

Nada que contar de la vuelta: dos aviones, dos niños, 13 horas de vuelo y 22h hasta llegar  a casa. 
Dentro de unos días, tocará asimilar pros y contras de nuestra primera vez en Asia en familia. Podemos decir que ha sido increíble.
A mis peques:
Siempre esforzándonos por intentar transmitiros la pasión por viajar, la necesidad de ampliar nuestras fronteras de tolerancia, las ganas de aprender...no sé si lo hemos conseguido, aunque sí puedo deciros cómo habéis vivido este viaje tan especial y distinto:

Laura: Mamá, ¿ dónde vamos ?
Mamá: volvemos a casa 
Laura: ¿ Volvemos a  nuestro mundo ?

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