Superdesayuno de campeones en el precioso
Tamarind Hill, con vistas al patio central. Cielo despejado. Se oyen pájaros en
las ramas de los árboles y otros ruidos que no alcanzamos a identificar. Da
igual. Hoy el día pinta bien. Salimos a las 9:30 hacia el fuerte de Galle; uno
de los lugares más turísticos de la Isla. Es nuestro último día y estamos
tristes por lo que significa y contentos a la vez. Pronto volveremos a ver a
nuestras familias. Pronto volveremos a la realidad de nuestros días y a
nuestras rutinas.
Llegamos al fuerte y le pedimos a Manjuca
que nos recoja a las 15h. Tiempo de sobras para ver el fuerte, comer y tomar el
famoso helado de vainilla que hacen aquí.
Empezamos el recorrido desde el Hospital
Holandés: muy restaurado ( en su día se llenó con enfermos de peste ); ahora
alberga un centro comercial. Nos dirigimos en dirección sureste hacia el Faro,
construido por los británicos. Mide 18 metros de altura, data de 1938 y aún se
utiliza. Desde aquí accedemos ya a las murallas de Galle. Hemos decidido hacer
el recorrido utilizando el carrito para llevar a Laura. La verdad es que es
totalmente recomendable: la mayor parte del recorrido se puede hacer sin necesidad
de hacer bajar a Laura ( sólo en algún tramo muy concreto ); hay pocas
escaleras y, la verdad, a estas alturas del viaje tanto Laura como el hombro
operado de Jordi lo agradecen. Desde las murallas tenemos unas vistas
preciosas: primero de la Playa del Faro ( si te llevas bañador te puedes dar un
chapuzón pues aquí no hay oleaje ), y después de toda la costa. El sol está
cada vez más alto y el calor empieza a apretar de lo lindo. Recorremos toda la
muralla. Pasamos por Flag Rock que en su día fue un bastión portugués; ahora
nos topamos con un par de frikis que han montado un negocio de salto a las
aguas desde las rocas ( ¡ ni de coña ! ). Remontando la muralla en dirección
noroeste pasamos por distintos bastiones que están mal conservados. Quizá el
más espectacular sea el bastión de la Estrella donde se aprecian vestigios de
la doble muralla original; te haces una idea de lo impenetrable que debía ser
el fuerte. Desde aquí, vamos en dirección este y llegamos a la torre del Reloj
( marca la hora con precisión; es maquinaria británica ) y a la Puerta
Principal. En éste último tramo no nos podemos entretener mucho ya que está
permitida la circulación de vehículos. Llegados a este punto llevamos cerca de
2 horas de caminata y optamos por bajar por la Lighthouse St y detenernos en un bar a refrescarnos: decidimos
tomarnos nuestros últimos zumos naturales.
Reanudamos la marcha sin muchos ánimos (
es mediodía y el calor es insoportable ). Apartados de la muralla recorremos la
Church St donde hay diversos edificios
históricos de interés. El que más adoramos es la Iglesia Anglicana de Todos los
Santos: cómo se puede entrar nos sirve durante un ratito para refugiarnos del
sol. ¡ Nuestra primera y última iglesia en Sri Lanka ! Después pasamos por la
casa del Gobernador Holandés y la Antigua Puerta que también está habilitada al
tráfico rodado. Terminamos en el Court Square o plaza de los juzgados que como
indica su nombre, está rodeada de juzgados y dependencias policiales. En la
calle hay mogollón de gente que ha venido a hacer “gestiones”. Es curioso ver a
la gente rodear en masa una ventanilla ( nos sorprende la incapacidad existente
en este país en formar colas ). También vemos policía militar armada hasta los
dientes. Aquí acaba el circuito por Galle ( nos lleva cerca de 3 horas y es el
recomendado por la Lonely Planet: también es curioso ver que casi todos los
turistas con los que nos topamos llevan también la guía entre las manos.
Optamos por parar a comer. No tenemos
mucha suerte con el restaurante elegido: nos intentan servir agua “mineral” en
botella no precintada ( la mandamos cambiar ) y no se nos ocurre pensar que los
espaguetis del menú infantil picarían como mil demonios. Después intentamos
desquitarnos en una heladería situada a pocos metros del punto de encuentro con
Manjuca: la verdad es que los helados están riquísimos aunque… ¡ no tienen de
vainilla !
Por la tarde vamos a pasear en barca por
el río que hay justo detrás del hotel. ¡ Se lo debíamos a Laura ! Nos sorprende
ver que el agua está contaminada por el aceite de los motores de las barcas y
que en una de las laderas hay una enorme montaña de basura. No nos cuadra con
el resto del paisaje, formado por palmerales, cocoteros y manglares. De todas
formas el recorrido es totalmente recomendable: vemos una gran variedad de
aves, desde pavos reales y águilas, a pequeños y coloridos pájaros. También
vemos reptiles y familias de monos en los árboles. Pasamos casi 2 horas y
volvemos al atardecer. David hace sus primeros pinitos con la videocámara y a
Laura y Fani el chófer les regala unas flores muy especiales: unos lirios de
agua azul o nymphaea stellata que son
la flor nacional de Sri Lanka. Precioso colofón a un viaje inolvidable.
Cenamos tranquilos, pensando ya en los preparativos de la vuelta. Tenemos que madrugar para ir al aeropuerto. Si nos vamos a dormir a las 22h, podremos dormir 7h, pensamos…pero una cosa es lo que pensamos y otra lo que podamos. Y decimos esto porque esa noche, entre que saltaron los plomos de la habitación, y que Laura estuvo malita y vomitó dos veces ( las dos veces la tuvimos que bañar ) acabamos durmiendo de forma interrumpida unas 5 horas.
Nada que contar de la vuelta: dos aviones, dos niños, 13 horas de vuelo y 22h hasta llegar a casa.
Dentro de unos días, tocará asimilar pros y contras de nuestra primera vez en Asia en familia. Podemos decir que ha sido increíble.
A mis peques:
A mis peques:
Siempre esforzándonos por intentar transmitiros la pasión por viajar, la necesidad de ampliar nuestras fronteras de tolerancia, las ganas de aprender...no sé si lo hemos conseguido, aunque sí puedo deciros cómo habéis vivido este viaje tan especial y distinto:
Laura: Mamá, ¿ dónde vamos ?
Mamá: volvemos a casa
Laura: ¿ Volvemos a nuestro mundo ?
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