7 de agosto de 2017

LAS COSAS NO PASAN POR CASUALIDAD. MULKIRIGALA: Y LLEGÓ LA LLUVIA

La verdad es que no se puede negar que hemos tenido mucha suerte a lo largo de todo el viaje con el tiempo. En general hemos tenido días soleados y de mucho calor. Pero teníamos muy presente que era más que probable que la lluvia hiciera acto de presencia. Y más cuando pasásemos por el sur de la isla en época de verano que es cuando ésta se ve afectada por el monzón. Y finalmente el día llegó.

Tras un domingo con un tiempo cambiante e inestable pero en el que pudimos disfrutar bastante del sol tanto en la playa como en la piscina, apareció el temporal justo cuando estábamos desayunando. Cerramos las maletas y hacemos el check out. Dhanu se había despedido de nosotros; la agencia nos envía un nuevo chófer para nuestros últimos 2 días de viaje. Llega con retraso: viene en autobús desde Colombo ( llevará la furgoneta que dejó aparcada Dhanu en el parking del hotel ) y el recorrido se ha visto afectado por el temporal. Lamentamos no haberlo hecho venir el domingo.

Finalmente, aunque sea con retraso, salimos hacia nuestro nuevo destino. Y decidimos añadir una nueva parada. El tiempo concede una pequeña tregua y nos animamos a visitar un templo budista más: el de Mulkirigala. El chofer pregunta varias veces por la dirección correcta. 

Oímos hablar de él en el hotel y las guías y la verdad es que la visita es más que recomendable. De forma similar a las cuevas de Dambulla, se trata de unos templos rupestres excavados en forma de cuevas en la misma roca. Están situados a 16 km al noroeste de Tangalle por lo que debemos desviarnos de la ruta prevista. Como siempre el entorno de cualquier templo es precioso: en este caso está aislado entre una verde mata de cocoteros. El problema es que ( de nuevo similar a lo visto en Dambulla ) para llegar a los templos de las cuevas hay que subir en un montón de escaleras. Hay que añadir 2 “detalles”: a diferencia de Dambulla en este templo las cuevas no están todas en un mismo nivel sino que a medida que vas subiendo te las vas encontrando por separado. Además, el terreno está mojado y hay una parte en la que las escaleras son estrechitas y las tienes que subir descalzo. Afortunadamente no llueve durante las cerca de 2 horas que tardamos en hacer la visita. Jordi lleva a Laura en la manduca y David se vuelve a portar como un campeón.



En las cuevas podemos apreciar grandes estatuas de Buda reclinado intercaladas entre figuras más pequeñas sedentes y de pie aunque no son tan espectaculares ( ni en número ni en nivel de detalle ) como las de Dambulla. Además, son de una época muy posterior por lo que no tienen el mismo valor histórico. Les roban el protagonismo unas magníficas pinturas rupestres en el techo de las primeras cuevas que te encuentras en el primer nivel ( podemos ver con gran nivel de detalle cómo unos diablos castigan a los pecadores que han hecho de las suyas en la Tierra ). Encontramos pocos turistas; sí un montón de feligreses que van a rezar. Es día de poya ( luna llena ) y el último día del Perahera: eso supone que los rezos y donativos son más frecuentes que en un día cualquiera.











Conseguimos llegar a lo más alto de la roca ( a 206 metros de altura ): allí nos esperan una pequeña pagoda y unas vistas no muy espectaculares. Decir que quizá este último tramo de ascensión sea evitable dado el esfuerzo que conlleva hacerlo y que hay poca recompensa. Eso sí, en la pagoda encontramos a un hombre...

Cuando Lola me pidió una de esas pulseras no supe muy bien a qué se referia. Pensé que al verlas las reconocería. Vi muchas pero no eran lo que buscaba. Después de 23 días de viaje, después de Anuradhapura, Polonnaura, Dambula, Aukana, Kandy, Buduruwagala y Dowa, ya había perdido la esperanza de encontrarlas y en este templo, que vemos casi por casualidad, las encuentro. Aunque a lo mejor las cosas no pasan por casualidad, y ese día, estábamos donde debíamos estar. 


Tras la visita nos espera la cruda realidad del día: más de 3 horas de coche hasta Galle y de nuevo la reaparición del temporal de viento y lluvia. Hasta en eso tenemos suerte pues nos ha respetado la visita al templo. Para amenizar la tarde y como recompensa para nuestros niños, justo antes de llegar a Galle paramos en un centro de conservación de tortugas. No es muy grande pero nos hacen una pequeña visita guiada en la que nos muestran grandes tortugas que tienen allí protegidas ( casi todas están allí porque tienen alguna deficiencia: ya sea porque les falta alguna aleta u ojo o porque tengan dañado el caparazón ), tortugas pequeñas o bebé ( las tienen unos 5 días hasta que son liberadas al mar ) y los huevos enterrados en una zona de arena y separados según fecha y procedencia animal. La verdad es que la visita es muy recomendable si vas con niños pues te dan un montón de información: David lo entiende todo y le hace una particular 2ª visita a Laura guiada a su manera.  Es muy divertido ver cómo le explica cosas a su hermana. 



Reanudamos la marcha: como sigue lloviendo y se ha hecho tarde ( son casi las 18:00 horas ) renunciamos a visitar la ciudad fortificada de Galle y lo dejamos para mañana. Llegamos a nuestro último alojamiento: el Tamarind Hill. Un alojamiento sencillamente espectacular: se trata de una antigua mansión británica que data del siglo XIX, que se encuentra en las afueras de Galle ( a 2 km al oeste de la ciudad nueva ) y que tiene 10 habitaciones y una piscina acotada por la selva. El personal, muy amable, nos propone hacer una excursión en canoa por la selva la tarde del día siguiente. Como se la debemos a Laura ( la de nuestro Village Tour en Sigiriya le supo a poco ) la contratamos sin pestañear aunque habrá que ver que tiempo hará.

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