Partimos temprano des de Keflavik en un mega taxi furgoneta hacia el aeropuerto.
Al llegar a los mostradores de facturación, casi nos colapsamos. Había una larga cola de gente esperando. Era horroroso. Éramos los últimos. Pero no todo iba a salirnos mal. Una amabilísima azafata nos invitó a pasar al mostrador nº 41 porque íbamos con los peques, donde no había nada de nada de cola. También pasamos por una cola especial en el control de seguridad. Viajar con niños no siempre es complicado.
El viaje fue largo; Reykjavik- Estocolmo casi 4h, Estocolmo- Barcelona 3,5h. Tuvimos que volver a pasar por el check-in en Estocolmo y casi no tuvimos tiempo de comer.
En el avión mi peque se portó genial ( y en efecto, no es nada fácil cambiar un pañal en el lavabo de un
avión ).
En Barna nos esperaban los abuelos, que por supuesto, casi ni nos vieron. Sólo tenían ojos para mi enano.
Y yo tan feliz.
Por fin estamos en casa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario