6 de enero de 2010

ESTAMBUL Y LAS MONEDAS ROJAS

VACACIONES DE INVIERNO

Lunes 04 de Enero del 2010

El nuevo año nos trae un nuevo destino: esta vez viajamos a una ciudad europea: Estambul. La escogimos porque nos esperábamos un clima agradable; por desgracia hace un frío que pela.

Este es nuestro tercer país musulmán en los últimos 365 días ( tras pasar por Marruecos y Egipto ). Así que ya somos unos veteranos… Además están muy occidentalizados así que no hay tantas diferencias.



Al salir del aeropuerto no nos apetecía enfrentarnos a la multitud de taxistas que esperaban en la entrada; así que decidimos coger el metro. Hicimos un poco el pringui: resulta que los billetes se compran en una máquina (hasta aquí todo bien sólo que todo está en turco; idioma que en nuestro primer día todavía no dominamos). Al meter el dinero sólo salen monedas, las del cambio y unas de color rojo a lo casino. Al principio ni las vimos y nos las metimos en los bolsillos mientras esperábamos el billete en formato papel. Espiando al turco de la máquina vecina nos dimos cuenta del detalle. No nos importó equivocarnos metro ya que compramos por error más tickets de los necesarios. Por cierto se trata de un metro al aire libre: viajas viendo la ciudad ( que no es pequeña: 26 paradas con transbordo incluido ).

No nos costó mucho encontrar el hotel ( Gran Seigneur ) que no se parece en nada a las fotos colgadas en internet… en realidad es un tres estrellas pelado; eso sí,muy bien ubicado, cerca del palacio de Topkapi, en el barrio Otomano.

Cenamos cerca del hotel ( en la calle estábamos a 1ºC y dentro del local a unos 10ºC ). Un kebab buenísimo y medio litrito de cerveza ( Efes, que es la de aquí ). La cena superó con creces el McDonald del aeropuerto y el ( no estoy muy segura ) trozo de ternera del menú del avión.


Martes 5 de enero del 2010

En nuestro primer día decidimos ( como en resto de turistas de toda la ciudad ) visitar la Basílica de Santa Sofía y la Mezquita de Sultanahmet o más conocida como la Mezquita Azul.

Están situadas una en frente de la otra; la de Santa Sofía es un híbrido entre lo bizantino y lo musulmán. Su interior es simétrico con lo que olvídate de la típica planta de cruz de nuestras iglesias. Cobran entrada ( ha pasado a ser un museo en la actualidad ). Des de la galería superior hay más luz y mejores vistas aunque desgraciadamente un enorme andamio tapa la mitad de la cúpula central. Al terminar la visita nos encontramos con una sorpresita: turistas haciendo cola para poder meter el dedo en la ranura de una columna. Se trata de la columna “húmeda” y dicho ritual hace que los sueños se hagan realidad. Y nosotros que nos contentamos con apagar las velas de un pastel (aunque lo de comerse las doce uvas tiene más mérito…



Nos tomamos un pequeño descanso en los jardines de la Mezquita Azul: castañas calentitas recién hechas y solete en un banco con gatitos (que estaban por todas partes).

Para poder entrar en la mezquita tuvimos que esperar a que acabara la hora de oración. La entrada es gratuita aunque exige ir descalzo y bien tapadito. En el interior las mujeres rezan separadas de los hombres. Los turistas tienen zonas vedadas: por eso tenemos fotos sin gente… Por cierto se la llama Mezquita Azul por los azulejos de Iznik que cubren gran parte de las paredes. Es sencillamente impresionante.



Después de comer nos adentramos en el misterioso y enigmático Palacio Subterráneo ( para los menos románticos las cisternas de la ciudad ) donde un bosque de 336 columnas sumergidas soportan un techo abovedado. Como hay agua también hay: peces enormes y hambrientos y un fondo cubierto de monedas( me pregunto quien se inventaría lo del pozo de los deseos ). A medio recorrido te encuentras con dos columnas cuya base es la cabeza de la mitológica Medusa ( aquella diosa mortal con serpientes en la cabeza que te transforma en piedra si la miras ).



Acabamos el día perdiéndonos en el Gran Bazar y el Bazar de las Especias ( no están muy lejos el uno del otro ). Se trata de un laberinto de tiendas donde tratan de venderte todo lo vendible. Encontramos un café tranquilo y cubierto ( no nos olvidemos del frío que hacía ) donde probamos el té de manzana.



Al final del día nos regalamos unas delicias turcas típicas.

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