25 de octubre de 2009

EL CAIRO Y SUS VERDADES

EL CAIRO ISLÁMICO
24 de octubre del 2009

Cualquiera que se haya dejado embelesar por las leyendas de las tumbas faraónicas, las pirámides milenarias y los dorados minaretes de las mezquitas musulmanas, decide como mínimo, ir una vez en su vida a Egipto.

Empieza la aventura. Pero esta vez es diferente. Nos acompañan Sandra y Sebas, amigos y superexpertos en pasear por el mundo. Yo ya me entiendo.
Llegamos al Cairo hace 24h vía Egyptair. Un viaje plácido, confortable, tranquilo y sin incidentes que destacar. Sandra tiene su versión sobre los hechos.


El Cairo, ciudad donde conviven unos 16 millones de habitantes. Lo que significa que hay un montón de peña y TODOS tienen coche. El tráfico es caótico. Impera la ley del más rápido. No hay normas que valgan. Las retenciones son kilométricas. Nos recuerda un poco a Lima aunque a lo africano. Los semáforos y pasos de cebra son simbólicos. Las luces parpadean. Los edificios parecen abandonados. Es una ciudad ruidosa a todas horas, gris y calurosa. Las calles estan atiborradas de gente que hormiguea de un lado a otro sin orden aparente.

Este el Cairo que hemos visto, el Cairo y sus verdades y no creo que se parezca al de los cruceros por el Nilo.


Decidimos no madrugar demasiado. Además no se puede decir que la primera noche durmiésemos demasiado bien. Hasta dos veces (a las 04:00 y a las 07:00 ) nos despertaron los cánticos del mullarín desde los altavoces de los minaretes de su mezquita. Por la mañana un estruendo de pitos y ir venir de coches nos remató.

El desayuno, pan con huevo duro, mermelada, mantequilla y té con leche. Nos hospedamos en el Hostal Juliana: teniamos claro que era mejor subir en ascensor que por las escaleras (¿restos de un incendio? ¿o acaso era roña?). Un hostal de decoración aspartana pero con lavabo y aire acondicionado en la habitación. Bastante céntrico.

Nuestra primera parada ha sido en la estación de trenes de Ramses II para comprar los billetes del tren nocturno a Luxor ("Sleeping Train"a 41 euros el pasaje; tarda 9 horas en llegar. Promete...). Llegamos a la estación en metro. El Cairo tiene dos líneas. Nos llamó la atención que no huviera ni un solo turista más.

El resto del día lo hemos pasado en el barrio islámico: la primera parada, la Ciudadela ( residencia de los soberanos de Egipto durante más de 700 años). Lo primero que llama la atención es la mezquita de Mohamed Alí construida en el siglo XIX, con una gran cúpula central y dos afilados alminares. Se puede visitar por dentro; eso sí (como en todas las mezquitas) te tienes que descalzar. Nos quedamos un rato sentados en la moqueta, viendo pasar las hordas de turistas que seguían a sus guías; esos de las banderitas.



Las vistas des de la terraza muestran un Cairo de edificios desvencijados que no parece tener fin. La arena del desierto ensucia el cielo. El contraste es impresionante.


Dentro del recinto de la Ciudadela también visitamos la Mezquita de al Nasir Mohamed y la de Solimán Pachá, una de las primeras mezquitas Otomanas construidas en Egypto.

A las 2 del mediodía ya no podíamos más, así que decidimos pasear por los alrededores de la Ciudadela y buscar un lugar para comer.
Acabamos en un barrio rodeados de animales de carga, llámense burros, ovejas, pescados de dudoso origen, vendedores y paradas de fruta, pan y cachibaches. El auténtico Cairo. Allí no había ni un solo turista...

Tras dar unos cuantos tumbos compramos cuatro horzas de pan a lo desesperado ( y es que el hambre apretaba... ). Encontramos un bareto árabe que por fuera no prometía. Sin embargo, en el fondo del local había un verdadero oasis: una sala con aire acondicionado donde nos zampamos una comilona de cordero, ternera y un arrozito con canela buenísimo



Después de comer llegamos a la mezquita de Ibn Tulún que nos sorprendió por las columnas de su patio interior y sobretodo, porque a esas horas de la tarde, estábamos practicamente sólos. La mezquita es muy grande y la más antigua del Cairo ( años 876-879 ) y tiene un patio enorme. El alminar es en espiral.



Nos hecharon del recinto antes de lo previsto. Al salir nos topamos con un ajuste de cuentas en plena calle tras un intento frustrado de robo. La polícia se dio mucha prisa en hacernos salir para que no fuésemos testigos de nada. Decidimos coger un taxi para ver la puesta de sol desde la Torre del Cairo, de 185 metros. Menuda clavada: 65 libras la entrada ( por si no lo habíamos dicho un euro corresponden a 8 libras ). Para llegar hasta el mirador teniamos que subir por un ascensor muy estrecho y abarrotado de gente ( con botones incluido y vestido para la ocasión... ). Las vistas eso sí, valieron la pena












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