29 de marzo de 2008

HONG KONG

HONG KONG EN 24 HORAS


La siguiente historia ocurre entre las 07:30 am y las 19:00 pm en la ciudad de Hong-Kong.



















Me levanto sigilosa, no quiero despertar a ninguna de las 9 personas con las que comparto la habitación. El hostal es el Friendship Travellers Hostel. Está muy bien situado, en el distrito de Kowloon, cerca de la estación de metro, bus y Ferry, pero el edificio parece sacado de una peli de miedo. Se trata de una masa enorme de cemento gris, sucia, oscura y vieja. Para llegar hasta el hostal tuve que deambular por los pasillos ( el mío es el 13F del bloque E1 ) durante casi 40 minutos. Los ascensores, con cámaras de vigilancia, me espiaban en mi torpeza de encontrar la puerta del hostal.

Cuando lo encuentro, no tengo fuerzas para discutir con la recepcionista el inesperado cambio de habitación ( de 10 camas en lugar de 6 ). Como mínimo, tiene la decencia de cobrarme menos, aunque he buscado las tarifas del hostal en Hostelworld, y no he encontrado ni la hab de 10, ni las fotos que en algo se parezcan a este lugar.
Como estaba hecha un cromo, me acosté con la ropa puesta y pensé en despertarme con mejor humor.

Suena el despertador. Me ducho deprisa con agua fría y salgo disparada del hostal ( mejor cuanto menos tiempo pase aquí ). Desayuno tranquila y paseo hasta la terminal de Ferries. Después de un ferry, un bus y un tranvia llego a The Peak Tower, en la isla de Hong-Kong, un lugar famoso por sus vistas panorámicas de la ciudad. La verdad es que es impresionante. La ciudad es un amasijo de edificios que compiten para ver quién es el más alto. El cielo está gris, a causa de la polución, así que lo que en Leshan pudo parecerme romántico y misterioso, aquí rompe el espectáculo que esperaba encontrar.



Son las 12:00 pm. Vuelvo a la estación de ferries y decido impulsiva navegar hasta la Isla de Lantau, al oeste de la ciudad, donde por desgracia está el aeropuero, mogollón de lejos. A las 13:20 minutos, llego al Po Lin Temple, un templo budista que alberga al buda más grande hecho de bronce, de 27 metros de altura. La figura del buda se alza majestuosa al final de unas escalinatas interminables ( como era de suponer ).



A las 4:00 pm vuelvo a la isla de Hong-Kong y paseo tranquila entre el caos de una ciudad en la que no me gustaría vivir. La mayoría de edificios son trampas llenas de centros comerciales lujosos, oficinas, despachos, cines y restaurantes. Llego hasta Wan Chai y decido volver en Ferry a Kowloon.

A las 7:00 pm entro en un cibercafé megaultramoderno, lleno de chavales que juegan a matarse y chicas que chatean con desconocidos.
Estoy impaciente por ver el espectáculo Light Simphony. La verdad es que la ciudad de noche se torna mágica por las luces que destellan por los cristales de los edificios, los carteles luminosos de los centros comerciales y los barcos que transportan frenéticos pasajeros que tienen demasiada prisa.

Y no me decepciona. De echo, creo que es lo único que vale la pena en esta ciudad donde el consumismo asoma por todas partes. Qué diferente es del resto de la China mágica y misteriosa que nos ha cautivado sin esfuerzo. Ahora entiendo que sólo una parte de Honk-Kong ( Los Nuevos Territorios ) hayan sido temporalmente cedidos ( durante 100 años ) a China.


La independencia económica de Hong- Kong es evidente en cada una de las esquinas de la ciudad. Incluso en el aeropuerto de Guilin pasé un control de inmigración para poder subir al avión. De echo, si quisiera volver a entrar a China des de Hong- Kong, necesitaría un permiso especial ( si fuera por un día ) o un visado nuevo.

Ceno en un McDonald cerca del hostal y regreso preparada para mi última noche.

Quien pueda pensar que un viaje de 16h en avión no da para muchas aventuras, se equivoca.

El 1 de marzo me levanté 10 minutos antes de que sonara el despertador de mi móvil. Eran las 04:20 am. Como me sorprende ese reloj interno, que no sé cómo funciona, y que me avisa para no quedarme dormida el día en que tengo que pillar el vuelo Hong- Kong- Barcelona.

Recogí las cosas de la habitación del hostal y salí disparada en dirección a la parada de bus. En 40 minutos ya estaba delante del mostrador de facturación. Despuésd euna paciente espera de 45 minutos, sentada en un banco ultramoderno, situado justo enfrente del mostrador, junto a otros tantos pasajeros, decido preguntarle a loa chinita si hay algún problema con mi vuelo:
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Oh, there is a problem with your fly because overboarding. So, how about a little change ?

Resulta que el pequeño cambio consistía en cambiar mi vuelo por otro que llegaba a Barcelona vía Amsterdam y que salía unas 4 horas más tarde, con lo que cabía esperar que llegara a mi país a las 12 de la noche...
Después de intentar explicarle en mi inglés de emergencia que si llegaba tan tarde no tenía forma de llegar a mi casa ( se sorprendió al saber que no vivo en Barcelona ) y que tendrían que pagarme el hotel, la pobre chica empezó a sudar y en unos 20 minutos, después de una llamada al correspondiente responsable, me entregaba mi billete para el vuelo en el que se suponía no había sitio.
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Eso me dio unos 10 minutos para llegar hasta la puerta de embarque, que cerró justo después de mi triunfal llegada, sofocada y roja después de pasar el exhaustivo control de inmigración, examen físico para descartar que no llevara una bomba escondida en unas pilas recargables que llevaba en el bolsillo de mi abrigo, y examen térmico ( termómetro en boca ) para descartar que no pasaba la gripe aviar al continente europeo.

Después de 13 horas de vuelo, no sabía muy bien, por la diferencia horaria, si había comido o cenado, pero la verdad es que el viaje se me hizo eterno. Me tragué 3 pelis ( Bee Movie, Amar en tiempos de cólera y otra de la que ya no recuerdo el título ), y varios CD de música, a pesar de lo cual, no conseguí dormirme.
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Cuando llegué a Londres ( aeropuerto de Heathrow y esto es importante destacarlo ) eran las 13:30h, aunque biológicamante para mi eran las 20h.
Una vez allí tuve que:
  1. Recoger mi mochila en la terminal 4, lo cual fue relativamente fácil.
  2. Conseguir libras para pagar el bus que debía llevarme al aeropuerto de Gatwik, donde debía coger el vuelo a Barcelona a las 16: 50h. Sí, sí. Resulta que al comprar el billete de vuelta, no caí en el pequeño detalle de mirar si el aeropuerto de llegada era el mismo que el de salida. Je, je. Debe ser algo habitual, ya que en la Terminal 4, las señales para pillar el bus que debía llevarnos al aeropuerto de Galwik, estaban muy bien puestas. Ni los Yuanes chinos, dólares honkonenses, euros ni rublos que llevaba encima, me servían para comprar el billete, que me costó la no despreciable cantidad de 17 libras!! Lo más bueno fue cuando el conductor del bus me preguntó si iba a la terminal del norte o a la del sur. Eh??? Si la de la ticket office no me había dicho que el bus que te lleva a la terminal Norte del aeropuerto no es el mismo que el que te lleva a la terminal Sur!! Menos mal que tengo un angel bueno al que a veces le da por ayudarme, ya que por suerte, tenía el billete para el autobús correcto.
  3. Una hora después llegaba al aeropuerto correcto, lo que me daba una hora para encontrar el mostrador de facturación en la zona D, donde me dieron el billete para el vuelo.
  4. Des de la zona D me enviaron a la zona Z, donde facturaron mi mochila. A esas horas ya quería morirme, o mejor dicho: que alguien me mate!!
  5. Después del nuevo control de inmigración, zapatos y pilas incluidos, por fin llegué al avió. Bien, estoy dentro !!
2 horitas más tarde, por fin, estaba en Barcelona. Como tuvieron el detalle de equivocarse y dejarnos en la terminal A en lugar de en la B, tuvimos que salir del la terminal A, volver a pasar el control zapatos y pilas incluidas, y entrar en la B para recoger nuestros equipajes. Menos mal que mi hermana me esperaba impaciente para recogerme literalmente entre sus brazos. Me despojó de la mochila y me llevó de la mano hasta el coche. Me quedé dormida.

En fin, que entre una cosa y otra, llegué a mi casa a las 22h. Y des de luego, tardaré bastante en volver a subirme en ningún avión!!
Y para terminar un resumen que Sandra y Sebas han hecho sobre lo que hemos aprendido sobre China:

Lo que los chinos SON

  • Son eficaces. El primer avión que sale antes de su hora estipulada lo tomamos en china. Las primeras gafas graduadas echas “en el acto” nos las hicieron en China.
  • Son amables. Nos hemos sentido como estrellas de rock durante todo el viaje. Las atenciones son constantes y la sonrisa perpetua.
  • Son honestos. Nunca temimos por nuestra seguridad ni fuimos timados.
  • Son ordenados. No se puede decir que limpios, pero ordenados si se los compara con cualquier otro pueblo asiático (excepto los japoneses quizás).
  • Son expertos falsificadores. Lo copian absolutamente todo, con más o menos gracia.
  • Son solidarios. Todos interceden por el más débil en cualquier momento, cuidan a sus niños de forma comunal y no entienden el individualismo (tampoco la privacidad) occidental.
  • Son apasionados del arroz y del té, y cuando se sabe qué elegir y donde, son muy buenos cocineros.

Lo que los chinos NO SON

  • NO SON GUAPOS. En esto Sandra ha querido poner mayúsculas. Las chinas…ummm…una de cada 100 es salvable. De los chinos no hemos visto ni a uno. Sandra dice que si el último hombre en la tierra fuese chino…por ella se extingue la especie. Fani pensaba que si un chino te viola solo te queda el suicidio. Así están las cosas.
  • No son pulcros. Los escupitajos con banda sonora pase…pero los lavabos públicos en los que la mierda (literalmente) se “apila” usuario tras usuario no es normal. Si yo veo una montaña de caca que podría mirarme a los ojos estando de pie, no voy a poner mi “granito” al montón….ellos sí. Sandra ha descubierto que con papel de WC en las fosas nasales….en fín, supervivencia.
  • No son pocos. Esto es evidente si se miran las cifras…pero vivirlo es otra cosa. Aquí cagar en medio del campo es un mito. Allá donde vayas encuentras 20 chinos diciendo “Heló”. Si se mojan se convierten en 400.
  • Y definitivamente, su ópera es un poco durilla. De hecho es infumable para un occidental. Y es que Pavarotti no era chino.


Y esta es la historia de un viaje al país de los dragones, el agua y el viento.

YANGSHUO Y EL RÍO Lí




26 de febrero del 2008
Después de tomar el primer avión de nuestra vida que sale antes de su hora ( los chinos son muy achuchados para todo), llegamos a Guilin 20 minutos antes de la hora prevista.


Del aeropuerto de Guilin fuimos en taxi a Yangshuo (1 hora y 40 minutos, por unos 20 euros). El pueblecito ( 3000 hab ) nos gustó mucho. Tiendas de souvenirs, restaurantes con comida occidental y la sensación de haber entrado en guirilandia: Peñíscola a lo chino.


El entorno es de película. Montañas kársticas al más puro estilo “Bola de Drac ”, ríos, puentecitos, pescadores con cormoranes, etc. Nos pegamos una buena comida occidental (las chicas aún no se han reconciliado con la cocina oriental) y una cena no tan buena, pero occidental también.

























Sin embargo, lo mejor del día fué lo que hicimos entre las 20:00 y las 21:00. Casi de rebote nos enteramos en una agencia de viaje (Uncle’s Sam) que cada noche se representa una función audiovisual con más de 500 actores. Pagamos unos 15 € por persona y fuimos sin saber muy bien lo que nos encontraríamos (Sandra pensaba que serían fuegos artificiales).
En la puerta nos encontramos un chino-canadiense-hongkonés que nos explicó un poco la trama y otros detalles del show. Lo más destacable era el director: Zhang Yimou, director de películas internacionales como “La Maldición de la Flor Dorada“, “Hero” o “La casa de las dagas voladoras“.


El espectáculo fué increíble tanto por sí mismo como por el escenario natural en el que se desarrollaba. Casi todo se ejecutaba dentro del agua o alrededor de la misma, entre picos kársticos y nieblas artificiales.
Al día siguiente contratamos un tour ( sí, ya sé que dijimos que no voveríamos a hacerlo ) para ir de excursión al Río Lí. Después de pensarlo mucho, decidimos recorrer el río des de el pueblecito de Xing- Ping, donde llegamos des de Yangshuo en un pequeño bus local ( de esos en los que no se prohíbe fumar ). Allí nos subimos en una barca a motor ( decidimos pagar un poco más para tener el privilegio de estar solos ) que nos llevó río arriba. El paseo duró una hora y media e incluyó cambio de barca por problemas técnicos. ...bueno, teniendo en cuenta que yo iba en la barca, era de esperar que el motor se estropeara y nos dejara tirados en medio del río durante media hora. Lo añadiré a mi lista de casualidades. De todas formas pudimos disfrutar del viaje.

SIEMPRE CERCA
28 de febrero del 2008

Último día con mis amigos. Decidimos alquilar unas bicis para ir de excursión por los alrededores -countryside - . No fue nada fácil teniendo en cuenta lo accidentado del terreno pero tuvimos la oportunidad de ver cómo vive la gente lejos de las grandes ciudades. La estampa es bastante pintoresca.

Los cultivos de arroz se extienden de forma ordenada, las casitas salpican el paisaje, unos niños cantan en el patio de una guardería, un hombre acarrea un buey, una vaca pasta tranquila…y una abuela centenaria nos persiguió postalitas en mano, y no paró ( creerme ) hasta que se las compramos. Incluso dejó que le hiciéramos una foto por un módico precio. Para despedirnos nos dimos un festín de cocina occidental ( no sé cuánto tardaré en volver a comer comida china ).

Llegó el momento de la despedida y reconozco que no fui consciente de que no volvería a ver a Sandra y Sebas hasta dentro de por lo menos 1 año. Ahora me arrepiento de no haberlos abrazado con más fuerza o durante más tiempo, para irme con el corazón más lleno. Supongo que en el fondo no pensé en que no los vería en mucho tiempo porque tengo la sensación de tenerlos siempre cerca de mí , ya que pienso en ellos cada día.
Sé que me han enseñado a ser la persona que ahora soy. Por ellos me he lanzado a esta gran aventura y me he demostrado a mí misma que puedo hacer cualquier cosa que me proponga.
Yo también os echaré de menos bichos.

EL GRAN BUDHA DE LESHAN I LOS PANDAS


COMO EN LAS PELIS DE INDIANA JONES

Regresamos a Chengdu el 23 de febrero. Después de 4 intensos días de frío, arroz, galletas caducadas y karaoke improvisado por parte de nuestros colegas chinos del tour al parque, nos regalamos un café en una cafeteria muy pija, cerca del centro comercial y una pizza en
-->Pizza Hut.



Al día siguiente, fuimos a ver al famoso Gran Budha de Leshan. No fue fácil; bus nº16 para llegar a la estación central, bus para ir a Leshan ( 2 horitas de viaje, esta vez más cómodo ), bus nº 13 para llegar al parque... y por fin estabámos allí. Nos encontramos con una inmensa montaña, llena de cuevas, árboles, lianas y escalinatas cubiertas de musgo y barro rojo. No pensábamos que fuera tan enorme. Tardamos casi 1 hora en llegar des de la entrada hasta el Budha Gigante. Nos perdimos varias veces, ya que las indicaciones eran más bien escasas.


Descubrimos cuevas llenas de dioses, templos con escalinatas interminables y un puente que reflejaba presumido su belleza en las aguas del río. La humedad y la niebla le daban un aspecto misterioso y místico al lugar. Increíble!!! El Budha de Leshan cuenta con el honor de ser el más grande del mundo, con una altura de más de 70 metros. Está incrustado en las rocas de la montaña y parece que con su plácida mirada explora el río, que se abre paso a sus pies. Me volví loca haciendo fotos. Jamás veré nada tan espectacular.




Nos encontramos con una china que hablaba perfectamente español, con accento andaluz!! A la salida decidimos montarnos en unos riksaws, para llegar a la parada del bus a tiempo y por qué no decirlo, porque ya no podíamos con nuestras almas.




OSOS PANDA ¡ QUÉ DORMILONES !

Hoy es 24 de febrero. Nos levantamos temprano para ir a reserva de pandas que hay a unos 10Km de Chengdu. Dado que los remolones se pasan el día durmiendo, según nos cuenta el chinito del hostal, hay que entrar al parque temprano si quieres verlos en movimiento. El madrugón merece la pena. Nunca tendré la oportunidad de ver tanto panda junto. La verdad es que en la reserva hay un centro de investigación bastante serio y de momento, han conseguido que se reproduzcan en cautividad. El panda es una animal en peligro de extinción, come casi exclusivamente bambú. De los 40kg diarios que se zampan, tan sólo absorven el 20 por ciento. Tienen digestiones largas y pesadas. Ahora entiendo por qué duermen tanto. Los pequeños son mucho más inquietos y disfrutamos como niños mirando cómo juegan y se mueven. Si tengo que ser sincera, los pandas rojos, menos conocidos, nos han gustado más. Son más ágiles y sus colores son realmente originales.

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28 de marzo de 2008

A LA SOMBRA DEL TÍBET

CHENGDU Y EL PARQUE DE JIUZHAIGOU
Sishuan


Llegamos a Chengdu des de Xi’an y esta vez decidimos coger un vuelo en lugar del tren. En términos relativos podía salirnos más barato, ya que en el tren sólo quedaban billetes para ir en hard seat, y dado que el viaje duraba unas 18 horas, no tardamos mucho en escoger. El vuelo nos costó unos 36 euros y fue realmente rápido y cómodo. En menos de 2 horas facturamos las mochilas, embarcamos, volamos, desayunamos y llegamos al hostal. Genial.
Llegamos el 18 de febrero por la mañana al hostal ( Loft hostel ). El edificio no desentonaba nada con el resto de la ciudad de Chengdu. Gris, triste, húmedo y poco acogedor. Las habitaciones decoradas estilo industrial, con luces ténues y apagadas, el suelo de cemento pintado y las camas más duras que una tabla de planchar. Menos mal que estoy acostumbrada a todo. Resulta que el hostal fue antaño una fábrica de cemento reformada.
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Como estábamos cansados dormimos sin ningún problema, aunque al día siguiente la cama nos pasó factura. Hacía frío. Llovía. Clic, clic, clic. Las gotas de la lluvia se desparramaban por las tejas del edificio. Como en Xi’ an, la polución pintaba el cielo de gris y el ambiente se respiraba pesado y plomizo. No costó mucho que nos pusiéramos enfermos, uno tras otro.


Como no disponíamos de mucho tiempo, decidimos contratar un tour que nos llevara al Parque Nacional de Jiuzhaigou, a unos 580km al nordeste de Chengdu, cerca de Lasha, capital del Tíbet. La broma nos salió un poco cara ( 100 euros ). Cuatro días ( dos y medio en bus ) con casi todo incluido; la mayoría de las comidas (por supuesto cocina china ultarápida, ultrabarata y en muchas ocasiones difícil de reconocer ), la guía ( que por supuesto no hablaba inglés, aunque la frase Go to the bus , se la sabía bien ), el autobús ( por supuesto, incómodo, viejo y destartalado ) , al conductor ( por supuesto, Kamikace en potencia; capaz de superar cualquier obstáculo natural que se pusiera delante ), los colegas del tour ( por supuesto, todos chinos, excepto dos coreanas que nos salvaron la vida porque nos hacían de improvisadas traductoras ) y como no, las pertinentes paradas para ir al aseo ( no creo haber visto jamas nada semejante ) así como los hoteles donde dormiríamos ( con importantes restricciones de luz y agua caliente, lo cual puede ser, en plena ola de frío, un pelín durillo ). Las entradas también estaban incluídas.

Nos intentaron cobrar en varias ocasiones diversas cosillas que se suponía que estaban incluídas. Menos mal que no nos dejamos amedrentar. Además, como no, también nos llevaron a comprar. Esto de incluir en los tours llevar al guiri de compras, debe ser una práctica normal, pero a nosotros no nos hizo ni pizca de gracia, sobre todo porque, de antemano, ya habíamos preguntado si nos llevarían de compras a lo
-->Pretty woman, y nos prometieron que no. Qué hago yo en china comprando sábanas de seda o collares de piedras preciosas ? No nos interesó en absoluto, así que decidimos como mínimo no amargarnos y apostamos quién era capaz de encontrar el objeto más caro de la tienda. Gané yo ( je,je ).



A pesar de todo, como se puede ver en las fotos, mereció la pena. El parque era espectacular. Las cumbres de las montañas nevadas contrastaban con el intenso azul de las aguas de los múltiples lagos que salpican el parque. Me atrevería a decir que a pesar de las cálidas aguas del caribe Hondureño, de las exóticas islas de Filipinas, del infinito desierto de Mauritania o de los gigantescos baobabs senegaleses, es de lo más bonito que he visto nunca.
Cuenta la leyenda, que un hombre enamorado de una hermosa hada, le regaló un espejo que ella rompió sin querer. Al hacerlo, los cristales cayeron a la tierra, formando lo que hoy se conoce como el Parque de Jiuzhaigou.
El parque está anclado en unas tierras en las que se respira la presencia de una de las minorias de china, la etnia Tibetana. Durante la revolución cultural china en el 68, el ejército de la República destruyó parte del legado cultural del Tíbet. Éstas tierras donde ahora reposa este inmenso parque, fueron no hace mucho arrebatadas a los tibetanos.


La gente aquí tiene la piel más oscura, las facciones más marcadas. Tuve la impresión de que son poco abiertos, aunque aquí, en temporada alta, deben estar acostumbrados a la presencia de cientos de turistas locales que pasean sus cámaras por el parque. Me encantó ver sus ropas. Llenas de colores atrevidos, amuletos escondidos. Torchoffs en las pagodas blancas que se esparcían por el parque y sus alrededores, casas de colores con mil adornos, flores de madera... pensé mucho en mi amigo Isidre, que tantas cosas me ha contado sobre su viaje al Nepal.





















El tercer día del tour nos llevaron a Muny Valley, donde nos sorprendieron regalándonos tiempo. Aquí se encuentra la cascada con formaciones de carbonato cálcico más grande del mundo. Las formas del agua curiosas. No creo que vuelva a ver nada igual.


El viaje de vuelta fue un poco accidentado. A mitad de camino nos encontramos con un camión cisterna volcado en medio de la carretera. Podéis imaginar que si un autobús tarda 12 horas en recorrer 580km, no es porque la carretera sea fácil. Acantilados, vías estrechas, gente caminando por el falso andén, camiones con poca prisa y un conductor temerario... la combinación puede ser explosiva. El viaje tanto de ida como de vuelta fue un tormento.
Después de comprobar que no había heridos, suspiramos con alivio. Pasaban las horas y se hacía de noche. Así que, impacientes por la espera, decidimos salir a dar un vistazo. Las manos en los bolsillos. La cara helada. Nadie había venido todavía a ayudarnos. Una cola interminable de camiones y coches se apelmazaba tras nosotros. En fin, nos resignamos a pasar la noche encerrados en aquel bus, a una altitud de 3200 metros, bajo un cielo lleno de estrellas parpadeantes. La luna llena. Era 22 de febrero, el último día de las celebraciones del fin de año nuevo chino, según el calendario lunar. No habíamos planeado pasarlo así, pero nos alegramos de no haber estado cerca del camión en el momento en que volcó.
Intentamos dormir un poco. Recordé mis anteriores aventurillas; dormir a la intemperie en algún punto entre Dakar y Touba en el 2003 después de pinchar las 4 ruedas del jeep; epidemia de cólera en Dakar en el 2004, naufragio en los Cayos en Honduras en el 2006, perderme en el desierto de Mauritania en el 2007, tormenta de arena incluída; tornado y intento de golpe de estado en Filipinas en el 2007; ola de frío en China.... seré gafe??















Después de 7 horas, casi 8, una grúa despejó el camino. Hay que decir que nuestros infatigables compañeros de viaje ni siquiera se inmutaron.
De esta hemos aprendido que NO volveremos a contratar un tour!!!

26 de marzo de 2008

XI'AN; TODO BAJO EL CIELO

15 de febrero del 2008
Por fin estamos en Xi,an, en la provincia de Shaanxi. El viaje en tren ( 12h ) en hard bed class ha sido muy pintoresco. La gente se abarrotaba en la sala de espera de la estación ( ya os he dicho antes que en china hay unos 1200 millones de personas, no? Era una locura, aunque parecían tan acostumbrados a tanto tumulto, que ni se inmutaban. No fue fácil para nosotros conseguir el billete. De hecho, cuando llegamos a Pingyao el primer día ( solemos comprar los billetes de salida el mismo día que llegamos a una ciudad, tanto para aprovechar que ya estamos en la estación de tren, como para no quedarnos sin billetes en el último momento ) ya no quedaban plazas. Afortunadamente, Bob, el manager del Hostal de Pingyao, nos ayudó con excesiva complacencia, consiguiéndonos billetes para Xi,an sin ningún problema ( qué mafioso, ¿ no?. Sospechamos que deben haber algunos billetes reservados para los hostales y las agencias. Nos cobraron una suculenta comisión, por supuesto. Pero en fin, en el fondo, Bob y su staff nos trataron como a reyes a cambio de una fantástica valoración del hostal en el ranquing de Hostelworld. Sucumbimos al chantaje sin ninguna objeción.


Partimos hacia Xi,an. Cena rápida en el tren ( mejor esto me lo salto ). Valium y a dormir ( no sin antes saltar a la tercera litera contando desde abajo. Menos mal que tengo algunas nociones básicas de escalada ). El tren era de lo más ruidoso y ajetreado. Sucio y maloliente; aunque la verdad es que estaba tan cansada que ni me enteré de todo lo que se movía a mi alrededor.







Sebas lo vio así: Llegamos a la estación de Xi’an a las 7:45 horas del día 15 de febrero. Al salir, aquello era una locura, el más absoluto caos, gente por todos lados. Por suerte los del hostal nos vinieron a buscar con un cartelito escrito en perfecto castellano que decía: Sebastian.
Le dijimos a nuestros colegas que nos esperasen que íbamos a comprar los billetes para Chengdu (para el viaje de 3 días después) visto el éxito previo con la compra de billetes. Después de una espera agónica con mogollón de chinos (algunos que parecían ser alérgicos al jabón y con una extraña costumbre local por pegarse los mocos en la ropa), sólo había disponible asiento duro para un viaje de 18 horas de tren. Los compramos en plan emergencia por si no conseguíamos algo mejor. Viajar en china es complicado, coño porque se mueven tanto!!!!
Le preguntamos a nuestro colega chino del hostal si vendían billetes de tren, y nos dijo que podía arreglarlo pero tenía que preguntar primero. Dos minutos más tarde, el eficiente chinito nos dice que puede conseguir cama para tres en el tren a Chengdu pero no puede asegurarnos si es cama blanda o cama dura (debe haber mafia de billetes fijo). El caso es que estuvo preguntando precios y en cama dura el viaje cuesta 270 yuanes por persona, en cama blanda 400 yuanes por 18 horas de tren. Y dos minutos después nos dice que ha conseguido 3 billetes de avión por 360 yuanes cada uno. Ese tío es un puto crack, y sin cobrarnos comisiones. Es más, mandó a otro chino a la estación de tren para que nos devolviese el dinero de los billetes de tren que habíamos comprado de emergencia. Esta peña es la ostia. Nos encanta.

Por suerte, las predicciones metereológicas no se han cumplido y estamos a 2ºC sobre cero. La ciudad se me despierta envuelta en una neblina espesa que en realidad es el resultado de una no muy romántica muestra de contaminación ambiental. Al llegar a la estación nos esperan para llevarnos al hostal, que resulta estar emplazado dentro de las murallas de la ciudad, justo al lado de la puerta de entrada del sur.
La ducha nos sienta genial, así que decidimos dar un primer paseo para conocer un poco la ciudad. Nos vamos al barrio musulmán. Decidimos no entrar en la mezquita y a cambio comemos dulces que compramos en el bazar. Compramos lo que nos parecían podían ser patatas fritas. En realidad, era gelatina frita. Aj !!


El ambiente es el de un mercado abarrotado. Puestecillos ambulantes salpican las calles. En uno de ellos me llama la atención lo que creo que es una brújula de geomancia. Interesante artilugio de agujas que señalan al sur, como no podía ser de otra manera.
Acabamos el día paseando por las murallas, donde se celebra la fiesta de las linternas. Los niños de la foto estan disfrazados de la mascota olímpica: el panda. No es que se presentaran voluntarios para salir en la foto ( los secuestré un poquito ) pero a cambio las mamás nos invitaron a sentarnos ruborizados a ver un espectáculo- concurso operación rollo casting operación triunfo a lo chino.

En el hostal aprovechamos para hacer la colada ( ¿ en qué demonios estaba pensando cuando me compré un abrigo blanco ? ), cenar tranquilos y tomar un té ( curiosamente una bebida típica allá donde vaya ). Impacientes por lo que mañana nos espera; los Guerreros de Terracota, el pueblo neolítico de Bagpon y la tumba del Emperador Qinshishuan.

16 de febrero del 2008
Nos levantamos tarde. Supermega desayuno en el hostal ( no es demasiado caro y nos da pereza salir a buscar algun lugar donde se puedan desayunar tostadas en lugar de sopa con cositas sospechosas flotando. No me gustaría repetir la experiencia de comer intestinos ni algas. El hostal es encantador. Las luces de las linternas de los patios interiores parpadean silenciosas. El lugar es perfecto.

Nos han ayudado mucho aquí y además sin pedirnos nada a cambio. Primero, nos consiguen billetes de avión a Chengdu, ahorrándonos la pesadilla de tener que viajar en hard seat ( silla dura ) en un trayecto de una duración prevista de 18h. Aquí los trenes paran hasta en los charcos, son lentos y van abarrotados de cientos de personas que aprovechan estas fiestas para volver a sus hogares.
Segundo, nos envían a un chino a la estación y consiguen que nos devuelvan los billetes de tren que previamente habíamos comprado al llegar por si no encontrábamos nada mejor. Dada la abalancha de gente, no queríamos arriesgarnos a no poder salir de Xi’an.

Después del desayuno nos esperan un grupo de cuatro franceses y un austriaco. Hemos contratado un tour para que nos lleven a ver el Poblado Neolítico de Banpo ( primer vestigio explorado de una antigua civiliazación de más de 6000 años ) y los famosos Guerreros de Terracota, al pie de Li Shan, a unos 35Km al nordoeste de Xi’an. La verdad es que entre visita y visita, nos han sorprendido llevándonos a una fábrica de seda ( la excusa: China fue uno de los principales impulsores de la ruta de la seda, que unió oriente con occidente ), supongo que con la idea de que compráramos algún souvenir. Menudo timo!!

Finalmente llegamos al museo que literalmente encierra a los Guerreros de Terracota. Cuenta la leyenda que el emperador Qin Shi Huangdi, el primer emperador de la China unificada, a la edad de 13 años, emprendió la construcción de su propia tumba poco después de subir al trono. En 1974, a 1.5Km de donde se encuentra supuestamente enterrado el emperador, unos campesinos descubrieron de forma accidental, mientras excavaban la tierra para hacer un pozo, una fosa con más de 6000 guerreros de terracota; cada uno de ellos réplica exacta de todos y cada uno de los guerreros que formaron parte del ejército del gran emperador. Un ejército entero. También se encontraron caballos y carruajes. Algunos de los guerreros, todavía agarran con fuerza, algunas de las armas del ejército. Se dice que así el emperador sería protegido en su largo viaje sin retorno al más allá. Todos los que participaron en la construcción de tan colosal obra, fueron enterrados junto a él.
Algunas de las más de 7000 figuras de terracota han sido restauradas, pero se siguen desenterrando y restaurando más figuras. Se supone que la fosa es tan inmensa que para desenterrarla en su totalidad habría que reubicar doce pueblos y media docena de fábricas.
Se dice que también construyó una réplica en miniatura de toda China, con cielos repletos de joyas y ríos de mercurio que fluyen bajo la tierra llenos de vida.
En los alrededores de la tumba del emperador Qin ( que también visitamos ) se han encontrado elevados niveles de este precioso y tóxico elemento. Se sospecha que incalculables tesoros estan aún por descubrir. Todavía no han descubierto la entrada a la tumba de Todo Bajo el Cielo.


Con este preludio es imposible no estremecerse ante la visión de estas estatuas de terracota, que desfilan imponentes ante la mirada de los turistas. Incluso a pesar de haber tenido que soportar resignados que nos llevaran de compras, la experiencia ha valido la pena.

Xi,an solo tiene esta historia que contar. Aquí el cielo es gris debido a la contaminación. Es una ciudad grande y moderna donde conviven unos 8 millones de chinos. Las calles son bulliciosas y el tráfico es intenso. Una locura.

PINGYAO; UN CUENTO MEDIEVAL

























Por fin estamos en Pyngyao, en mitad de una preciosa villa medieval estilo chino y en medio del festival de fin de año. Es como un cuento sin príncipes ni princesas.
Llegamos al super Hostal de Pingyao ¡ qué acogedor ¡ De repente siento como si hubiera dado un salto en el tiempo de 500 años, por lo menos. Las calles de la ciudad medieval, incrustadas en el interior de las murallas, respiran una intensa y excitante actividad frenética. Puestecitos ambulantes ofrecen a los turistas un sinfín de manjares de colores; mazorcas de maís, frutas caramelizadas...
Por la noche vamos a la puesta en marcha del festival de las linternas ( que se celebra el último día de las fiestas de fin de año, coinicidiendo con el calendario lunar ). Las calles se llenan de preciosas linternas de papel de diferentes motivos; dragones, peces, castillos, personajes de cuentos...los niños corren por la calle. Nos saludan divertidos. Ríen- hello, hello- saltan. Al día siguiente, decidimos pasar del pack turístico " compre lote de entradas a los patios típicos del lugar ", que nos pareció algo caro " y alquilamos unas bicis con las que recorrimos las calles y el pie de las murallas. Teniendo en cuenta los -8ºC a los que estábamos, lo considero toda una hazaña. La experiencia fue inolvidable.


Aquí pasamos dos días de tranquilidad, parsimonia y grandes comilonas ( y a Sebas le ha encantado la supermegacama para tres del hostal ). Bob, el manager del hostal, se ha portado genial con nosotros. Nada más llegar, nos invitó a un desayuno occidental que nos sentó de maravila después del largo viaje en tren. También nos regaló unas entradas para ir al festival de las linternas. Un botón de muestra. A Sandra le pareció un todo a 100 chino a lo gigante, pero nos lo pasamos genial ( a pesar del frío ).

24 de marzo de 2008

DATONG A -9C

12 de febrero del 2008
Estamos en Pingyao, en la provincia de Shanxi. Por fin hemos llegado!! Ayer estuvimos en Datong; ciudad industrial que vive de la explotación de las minas de carbón. A -10ºC y después de 8h de tren nocturno en hard bed class ( cama dura ) no teníamos muchas energías para enfrentarnos al día. En la estación de trenes de Datong, después de casi 2h de espera, conseguimos contactar con el servicio CITS ( china international tourism service ) a quien contratamos la excursión a las grutas de Yungang, la Gran Muralla china y el templo budista colgante.

Primero salimos hacia la Gran Muralla. Nada que ver, la verdad. Salimos decepcionados. Estaba demasiado ruinosa y ni siquiera la supimos reconocer. Nos arrepentimos de no tener tiempo de verla en Beijing. Lo dejaré para el cajón de los deberes pendientes. Ésta es la versión divertida y comprometida de la historia ( Sebas nos lo recordará toda, TODA la vida ):

Nuestro conductor no hablaba ni pizca de inglés así que os podéis imaginar qué divertido. Nos llevó durante unos 15 Km por carreteras llenas de casuchas y mierda para que vamos a mentir. Al final llegamos a una especie de campo abierto con montañitas y nieve, por supuesto. Allí pensábamos que estarían las cuevas así que estuvimos buscándolas durante un buen rato, incluso llegamos a un edificio cercado donde había un hombre y un perro , que al vernos empezó a gritarnos y hacer movimientos con las manos en plan: queréis piraros de una puta vez ?????? El caso es que allí no había cuevas, pero nos entró las imperiosas ganas de orinar. Todo era campo pero había una especie de casitas derruidas, todo a la intemperie, así que decidimos organizar dos lavabos comunitarios. Casi nos congelamos pero la sensación de orinar en el campo llenos de nieve fue muy placentera. Como no vimos nada nos piramos y le dijimos al conductor que nos llevase a las cuevas de verdad, él señalaba todo el campo como diciendo: ver las montañitas; eso es lo que entendimos nosotros.

Al acabar el día le dijimos al taxista que nos llevase a ver la Gran Muralla que tanto ansiábamos ver y……. después de mucho batallar y hacernos entender, comprendimos que la Gran Muralla de las narices era lo primero a lo que nos llevó a ver el colega en medio de la nieve y del campo. En efecto, las casitas derruidas tan encantadoras donde los tres supernenes decidimos regalarnos con un encantrador pis, no era ni más ni menos que la Gran Muralla. Así que contamos con el privilegio de haber meado literalmente en la Gran Muralla China, que aquí no está tan maqueada como en Pekín, si no por supuesto nos hubiésemos dado cuenta. Resignados pero felices de nuestra inocente aventura, ya no veríamos la murallita en todo su esplendor.

Más tarde, fuimos a las cuevas de Yungang, declaradas patrimonio de la humanidad por la Unesco. Increíble!! un total de 45 cuevas más o menos bien conservadas con más de 51.000 de estatuillas de buda ( algunas cuevas están vacías a causa de los saqueadores ). La más impresionante es la de un buda de unos 25m de altura muy bien conservado. El conjunto es sobrecogedor.



















Finalmente fuimos al templo colgante. El frío no nos dejó disfrutar demasiado, pero no por eso dejó de impresionarnos. El templo cuelga, literalmente, entre los acantilados de una montaña. Completamente incrustado como el diamente de un anillo. Verdaderos lingotes de hielo cubrían las montañas. Subimos unos escalones de piedra hasta llegar a la entrada, donde unos tablones de madera aparentemente frágiles debían conducirnos a través de los diferentes pisos del templo. El nombre colgante hace honor a su ubicación. Una vez más las fotos no hacen ninguna justicia al sobrecogedor espectáculo.




















Llegamos de vuelta a Datong. La cuidad es fea, sucia, contaminada y desagradable. Parece mentira que pueda ser la cuna de tan impresionantes monumentos. Decidimos ir a comer a un bareto chino que estaba cerca de la estación.Con el frío que hacía no teníamos muchas ganas de ir de turistas por la ciudad. En el bar invitamos a sentarse con nosotros a cenar a Helen, una chica occidental que estudia chino. Menudo lugar para ir a perderse!!!! No estamos muy seguros de lo que cenamos esa noche ( bueno, estoy convencida de haber comido intestino. Flotaba en la sopa y no lo supe reconocer hasta que lo tuve en la boca ) Pasamos el rato esperando a que llegara el tren que nos llevaría a Pingyao charlando con Helen y dándole consejos sobre donde no alojarse en Datong. Menos mal que decidimos no quedarnos a pasar la noche allí. La ciudad no tiene nada que sea digno de ver.
Nuestro tren no salía hasta las 23:30. La sala de espera estaba abarrotada de gente y mejor no cuento lo de los lavabos ( no hace ninguna falta entrar en detalles desagradables ). Huvo incluso una pelea en la sala justo antes de coger el tren. Intentamos salir desapercebidos y nos colamos entre los cientos de chinos para subir al tren. Una noche más, esta vez en Soft bed ( cama blanda ), aunque la única diferencia real es que teníamos más espacio. La cama continuaba siendo igual de dura. En fin, menos mal que soy un lirón y me duermo hasta de pie. Sandra y Sebas no tienen tanta suerte.